Relato erótico
“Vendedora” excelente
Era comercial de una empresa que les suministraba material. Aquel día y cuando él se iba a comer apareció por la oficina. La invitó y mientras comían, le contó cosas personales. Le dijo que su marido era un vago y muy frío en la cama y que llevaban una mala temporada. Lo que sigue, aunque os lo podéis imaginar, leedlo a continuación.
Paco – SEGOVIA
Siempre trabajé en distintas empresas en el sector de compras y era normal que las empresas vendedoras mandasen mujeres para que hicieran el primer contacto. Ellas suelen ser siempre atractivas, hermosas y algunas más aventureras que otras. Esta historia me pasó con una de ellas, se llama María Inés, o Inés a secas, pues le gustaba que la llamaran así. Ella trabajaba para una imprenta y en realidad era un bombón Media 1,65, 55 Kg, rubia con rizos, mucha teta y un buen culo, redondito y duro. Ella tenía en ese momento 30 años y yo 33. Estaba casada, pero por lo que me decía, no tenía buena relación con el marido, ya que era medio vago y en la cama era un pajarito.
Un mediodía me vino a visitar justo me iba a comer. Le pregunté si quería venir conmigo que la invitaba y aceptó. Cuando llegamos al restaurante, pedimos el menú y tomamos vino, cosa que yo no acostumbraba a hacer, en aquella ocasión hice una excepción.
La charla transcurrió comentándome todos los problemas que ella tenía con su marido, que estaba cansada, que no lo aguantaba, que todos los días él le pedía dinero y ella muchas veces no tenía, etc. hasta que llegó el turno del tema sexual.
Después de varias copas, la charla ya era relajada y me confesó que estaba muy insatisfecha y que en varias ocasiones se tentó con hacerlo con otros hombres, pero aún no se había animado. Yo le dije que cada vez que se sintiera mal, le prestaba mi oreja para escucharla y que podía llegar a aconsejarla, que me daba pena que siendo tan guapa estuviera tan mal, y que si necesitaba algo, yo la ayudaría.
Terminamos de almorzar y nos despedimos, le di un beso suave en la mejilla, muy cerca de los labios y le dije que tenía un amigo. Cada uno se fue a lo suyo. La tarde transcurrió como todos los días pero al salir de la oficina, a las seis de la tarde, la vi en la esquina esperándome. Me dijo que quería hablar conmigo. Fuimos a un café y me dijo que se sentía muy atraída por mi, que era buena persona y que necesitaba alguien como yo. Le tomé la mano y me acerqué lo suficiente como para darnos un beso suave, hasta que acabamos besándonos apasionadamente y sentí en sus besos la necesidad de algo más que ese beso, necesitaba sexo, estaba claro. Entonces le dije al oído:
– Quiero hacer que sientas miles de cosas en la cama.
– Yo también quiero lo mismo – me contestó.
Nos levantamos y nos fuimos a mi casa. Ya en el ascensor nos morreamos y nuestras manos recorrían nuestros cuerpos. Yo me detuve en sus gordas tetas y sus pezones estaban tan duros, que necesitaba chupárselos para lubricarlos.
Llegamos al piso y mientras nos seguíamos besando nos íbamos desnudando. Ella solo con su tanguita blanco y yo en calzoncillos. Nos tumbamos en la cama y nos seguimos besando como locos. Le puse la mano en el chocho y estaba caliente, húmedo y pidiendo una polla a gritos. Mis manos recorrían todo su cuerpo, jugando con sus pezones rosados y duros, y ella me tomaba de la cintura y me atraía hacia ella tratando de que mi polla entrase lo antes posible en su cueva húmeda y calentita. Mientras yo le chupaba las tetas, gemía y me decía:
– ¡Chúpame todo, muérdeme lo pezones, cariño!
Seguí besándola y bajando hasta llegar a su coño, que todavía tenía tapado con el tanga que aparté un poco y descubrí que lo tenía todo depilado, hasta su ojete estaba limpito.
Mi lengua recorrió toda esa raja, de la cual salían fluidos con olor a hembra caliente. Un par de lamidas en el clítoris, fueron suficientes para que empezara a temblar y tuviera su primer orgasmo. Me coloqué en la posición del 69 y no esperó ni un segundo en ponerse mi polla en la boca mientras comenzaban sus orgasmos, que eran interminables. De vez en cuando me mordía la verga muy suavemente.
– ¡Sigue chupándome, que me vuelves loca, mi amor, no sabía que te gustaría hacerme esto!
– Te puedo hacer esto y mucho más, si me dejas – le decía yo.
– ¿Qué más sabes hace, amor? ¡Házmelo todo, soy tuya!
Mientras seguía corriéndose, mis dedos jugaban con el agujero de su culo y ella con mi polla en la boca a punto de llenársela. Mientras se dilataba ese agujerito, me dijo que quería tragarse mi leche y comenzó un movimiento más fuerte.
– ¡Toma preciosa, trágatela toda! – exclamé.
– ¡Dámela, nunca probé la leche de un macho, la quiero toda ya! – gritaba.
Cuando me la dejó bien limpia, se dio vuelta, se subió y me dio un beso tan profundo que pude sentir el sabor de mi leche con su saliva mezcladas.
Nos quedamos en silencio un rato y ella después me confesó que hacía mucho tiempo que no tenía un orgasmo así de profundo y quería estar más tiempo conmigo, que disfrutaba de mi compañía y desde que me vio alguna vez fantaseó conmigo.
Mientras hablábamos, cogió mi polla y la empezó a acariciar muy suavemente mientras yo jugaba con si coño y así muy pronto mi verga se fue poniendo más dura y de su chocho fluían mares de placer. Al tiempo que nos íbamos excitando, yo le susurraba que quería estar dentro de ella y que deseaba llenarle el culo de leche.
Asintió y se colocó en posición de perrito y acerqué mi boca a su clítoris mientras que mi dedos comenzaban a enterrarse en su culo, que me imaginé que me lo iba a entregar dentro de un rato.
– ¡Sigue y chúpamelo todo! – Me decía – ¡Aaaah… así… oooh… tómame toda que tengo mucha calentura… fóllame, cariño mío!
Mientras me decía eso, yo ya tenía en el agujero de su culo tres dedos que entraban y salían con mucha facilidad.
– ¡Me corro, mi amor, métemela ya… sí… aaah… aprieta… más… siiií… más… oooh…!.
Coloqué mi polla de un tirón en el agujero del culo y aunque al principio note que lo cerraba, a medida que yo hacía fuerza, se dejaba penetrar aunque gritaba:
– ¡Aaaah… me estás rompiendo el culo, pero me encanta esa polla… que grande que es… siiií… más… pero quiero otra para mi coño ya mismo!
Entonces le puse unos dedos en el chocho pero me pedía más, así que fui a la cocina, encontré un gordo plátano y se lo puse en el coño mientras yo volvía a metérsela por el culo.
– ¿Te gusta así, por los dos agujeros? – Le pregunté – Eres una hermosa puta, te quiero follar siempre, y cuando tú quieras.
– ¡Sí, voy a venir todos los días que tú me digas! – repetía.
Mientras yo seguía moviéndome, ella se corría otra vez y justo cuando sentí su último gemido, su culo terminó lleno de leche, como ella tanto deseaba.
Luego seguimos conversando y yo le propuse que si tanto deseaba tener dos pollas dentro de ella, que se lo propusiera a su marido, pues yo me prestaba al juego.
Saludos y si eso ocurre ya os lo contaré.