Relato erótico
Unos días maravillosos
Lo que nos cuenta le ocurrió hace unos años. Fueron solo cuatro días de vacaciones, pero absolutamente maravillosos.
Carlos – Zaragoza
Al fin me he decidido contar una de las experiencias más eróticas que me han sucedido. Mi nombre es Carlos y esto pasó hace unos años, cuando tenía 28 años, y ese verano decidimos irnos de vacaciones con Susana, mi novia a pasar una semana por las playas del este del país, concretamente a una de un pueblo cercano a Valencia, Susana tenía 20 años, padres separados y otros problemas que no vale la pena comentar, por lo que tuvimos que invitar a una amiga para conseguir que sus padres la dejaran viajar para pasar estos cuatro días de vacaciones.
Con esta amiga teníamos cierta confianza, estaba cerca de nosotros todos los días, por lo que a mí se me fueron cruzando ideas raras y fantasías de poder follarme a esta también, claro que debía ser en presencia de mi novia o por lo menos a sabiendas, pero obviamente eran fantasías solamente. Con ese fin reservé una habitación triple en un hotel de mediana categoría para facilitar las posibilidades de que ocurriera algo morboso o erótico que compensara el no estar solos con mi novia.
Cuando llegamos a la playa y nos acomodamos todos veníamos muy alegres y con las pilas bien cargadas, aunque nada haría sospechar el desenlace de los hechos.
Yo siempre que podía, sacaba comentarios de sexo, los cuales a veces Susana y Judit festejaban y otras me reprochaban la osadía.
Cuando estuvimos instalados nos dispusimos a ducharnos con mi novia, nos desvestimos dentro del baño y Judit se quedó recostada leyendo en la habitación, y si bien la idea no era tener sexo, yo no me aguanté y comencé a enjabonar y acariciar a Susana, lo que nos excitó terriblemente, sumado el morbo que nos daba saber que Judit estaba en la misma habitación. Ella se apoyada contra el inodoro con sus piernas bien abiertas mientras yo penetraba su coño por detrás teniendo a mi vista el agujero de su culito.
Susana es de las que gozan y no pueden reprimirse, por lo que por más que lo intentó se le escaparon algunos grititos. Luego nos vestimos y después de la ducha de Judit nos fuimos a festejar a un restaurante y a una disco, regresando exhaustos y a dormir. Cuando nos desvestíamos en la habitación el clima se estaba poniendo tenso, mi novia se quedó con una camiseta y una tanga, su amiga se colocó un pantalón de pijama y una camiseta muy fina que le dejaba imaginar unas tetas hermosas y yo, viendo la osadía de Susana, me quedé solo con un diminuto calzoncillo, mostrándole a ambas mi abultado paquete, el cual estaba despertándose.
Cabe señalar que hasta ahora la relación entre mi novia y yo para con su amiga era muy formal, solamente algunos dichos o bromas hacían percibir cierto grado de erotismo en nuestras charlas.
El cuarto de hotel tenía una cama matrimonial y una simple, por lo que esa noche estuve intentando metérsela a Susana sin hacer mucho movimientos ni ruidos, pero después de unos mimos y caricias profundas en todo su cuerpo nos dormimos, producto del cansancio.
Esa mañana nos despertamos y viendo que nuestra amiga dormía, empujé a mi novia debajo de las sábanas para hacerme una mamada, lo cual hace de maravillas, y yo me quedé observando si realmente Judit dormía o lo simulaba, pero en un momento abrió sus ojos y nos miramos directamente y antes de que hablara le hice señas de silencio y señalé debajo de las sabanas, donde se percibía un movimiento pendular de Susana comiéndome la verga. Ella al principio no entendía, pero al ponerse colorada de repente me di cuenta que caía en la realidad de lo que acontecía, y su vergüenza pudo más haciendo que se girara de lado sin decir palabras. Después de chuparme hasta la última gota de mi corrida, Susana se puso muy de piernas abiertas invitándome a que le comiera su coño, y sabiendo que Judit estaba despierta, el morbo que me dio hizo que le chupara su coño y culo como si nunca más fuera a hacerlo.
Esa mañana fuimos a una playa hermosa y algo solitaria, con Km de arena, a la cual se accede por un sector donde están los servicios, pero la extensión a lo largo de la costa la hace semejante a un desierto de arena. Después de instalar la sombrillas y toallas, nos dispusimos solo con Susana a caminar por la playa, quedando en unos minutos muy lejos de los demás bañistas, por lo que a pesar de ver los cuerpos no se podía apreciar las acciones, y fue entonces cuando le quité el sujetador a mi novia y ella mostraba alegremente sus tetas hermosas y duras hasta que, de repente, me preguntó si quería que me la chupase, cosa que hizo quedándome yo de pie en medio de la arena y ella de rodillas, mirándome a los ojos y demostrándome lo osada que se estaba poniendo, ya que ella evidentemente no era así, explicándose el cambio a un clima sensual y cálido y a lo hermoso de los paisajes.
De regreso de la caminata le comenté a mi novia que había soñado que mientras hacíamos el amor en forma apasionada Judit nos miraba y se masturbaba, esto le hizo gracia y por supuesto fue lo primero que le comentó a su amiga cuando regresamos, y lo hizo en mi presencia. Esa tarde les pregunté si querían visitar una playa naturista y llevadas por la curiosidad aceptaron. Nos encontramos con varias personas algunas desnudas y otras no, algún grupo familiar otras parejas normales y muchas parejas de hombres solos, los cuales eran, los más, exhibicionistas. Caminamos a lo largo de la playa y vimos de todo tipo de tetas y vergas. A todo esto mi novia y su amiga iban calladas y no perdían detalle, comentando alguna cosa en voz muy baja. Luego nos acomodamos para tomar sol en una duna muy alejados de la gente.
Ellas se pusieron crema protectora y yo me fui al agua que estaba muy buena. Ya dentro, me desnudé y le mostré mi bañador a las chicas que me observaban desde la playa, mi novia me instaba a que saliera, pensando que no me animaría, cosa en la cual se equivocó ya que lentamente me dispuse a salir del agua, mostrando una semi erección de mi verga. Susana se sorprendió y Judit desvió su mirada, no obstante mi novia tomó su cámara y vino corriendo a fotografiarme.
A mi me pareció que a Judit no le había hecho gracia mi actitud y me vestí rápidamente, sin embargo y a pesar de no decir nada seguimos disfrutando del resto del día. Llegamos tarde y cansados, por lo que no quise presionar para nada en esa noche, pensando que a la mañana tendría mi recompensa. Y la tuve, solo que Judit se había levantado y retirado a desayunar temprano, supongo que para que disfrutemos con Susana de un buen polvo mañanero. Fue ahí cuando Susana me preguntó por el sexo anal, de una forma muy natural, como era ella, y le pregunté si quería probar a lo que asintió siempre que no le doliera. Yo, lentamente, le chupe el culo, cosa que en tres meses de estar juntos nunca lo había hecho, mojándole con saliva con el fin de lubricarla, luego se colocó a cuatro patas y comencé a penetrarla con mucho cuidado. Después de correrme en su culo y masturbarla hasta el orgasmo, nos quedamos dormidos nuevamente.
Nos levantamos para almorzar y salir nuevamente hacia la playa a pedido de Susana, llegamos y nuevamente nos fuimos a uno de los extremos de la playa, lejos de la gente. Comenzamos jugando los tres en el mar que estaba movidito, cuando de repente Susana se arrancó el sujetador y quedó mostrándonos sus tetas a Judit y a mí. Mi erección fue inmediata, tanto que tuve que hacer alusión a ella ya que ambas se habían dado cuenta.
Entre Susana y yo quisimos convencer a Judit que nos mostrara sus tetas pero esta no quiso, y me instó a que me desnudara yo, pero estando tan excitado me dio cierto pudor. Para esto Susana ya estaba desnuda, con su tanga en la cabeza y riéndose de si misma como una niña que hizo una travesura. Yo opté por desnudarme y si bien Judit se divertía, su pudor podía más, lo que la llevó a retirarse, dejándonos solos para que hiciéramos el amor dentro del agua, cosa que les diré que no es del todo satisfactoria ya que los flujos vaginales se diluyen en tanta agua y puede llegar a perderse la penetración, pero lo importante era follar en el mar y después acordarse del momento.
Esa noche llegamos temprano a la habitación y comenzamos los tres a charlar de temas picantes, la cerveza ayudó subiendo de tono la conversación a medida que transcurría la noche, y entonces les pregunté a las chicas si se masturbaban ocasionalmente. Susana, después de pensarlo, comentó que sí, que a veces le entraban ganas y se masturbaba pensando en diferentes cosas. Judit le costó mucho aceptar que se metía los dedos, pero terminó aceptándolo y también nos explicó que no podía hacer otra cosa, ya que era virgen.
Aprovechando el clima de esa noche, me acerqué más a mi novia y le comencé a sobar las tetas, incluso las dejé a la vista de Judit, también le metí las manos entre las bragas y le acaricié su coño, acto seguido Judit nos dijo que nos dejaría solos, a lo que respondimos que no hacía falta y le preguntamos si estaba excitada, respondiendo que estaba toda mojada. Entonces me ofrecí para masturbarla recibiendo un celoso pellizco de mi novia a la que esto no le hizo gracia. Judit no respondió y le dije que se podía masturbar si se animaba. Ella, automáticamente, metió sus manos bajo las sábanas metiéndose los dedos allí delante de nosotros, quedando sus ojos en blanco.
El ambiente estaba a media luz, y se estaba poniendo ardiente. Terminé de desnudar a Susana y la penetré delante de los ojos de su amiga y tanto se excitó mi novia que sus orgasmos fueron los más ruidosos que le he oído en mi vida. Judit debió correrse, pero no nos dimos cuenta, y lo dejamos ahí para no forzar la situación, que era para mi algo difícil de creer, que nos estuvieran pasando tales cosas. Luego nos dormimos los tres, y a la mañana siguiente le pregunté a Judit si había llegado al orgasmo, cosa que negó y explicó que no se atrevió porque ella grita cuando lo hace. Otra vez se puso picante la charla y las confesiones. Fue entonces que en voz baja le pedí a Susana que le diéramos placer a Judit, ya que lo pedía inconscientemente. Lejos de pretender tener una orgía salimos de nuestra cama, mostrándonos los dos desnudos, y trajimos a Judit por la fuerza, bajo protesta y risas.
Mientras Susana la sostenía por detrás, yo la comencé a desnudar, ella se resistía levemente entre risas y nervios, pero al atreverme a meterle una mano me di cuenta que estaba empapada, acariciando su clítoris muy suavemente y haciéndole oler a ella y a Susana sus jugos vaginales, lo que les encantó y lo hicieron saber de manera estruendosa. Con el visto bueno de Susana, me coloqué para chuparle el coño a Judit, y lo hice lo mejor posible, tratando de que tuviera un orgasmo que nunca olvidase. Le succioné el clítoris suavemente e invadí con mi lengua todos sus agujeros, mientras a Susana la masajeaba con la mano derecha, procurándole enorme placer, tanto que no tuvo prejuicios en meterle manos a Judit en las tetas, sobándole estas como si fueran propias.
Mientras tanto las dos jadeaban y se reían muy nerviosas.
Después de un rato Judit no aguantó más y me inundó con sus abundantes jugos y Susana, algo celosa, la desplazó y me cabalgó como una zorra, gritando y bamboleando sus enormes tetas ante la atenta mirada de Judit.
Luego quedamos en silencio, aunque yo intenté seguir para penetrar a Judit pero Susana se opuso y lejos de convertirse en un triangulo de placer duradero, esa fue la única experiencia juntos, ya que al otro día regresamos a nuestra ciudad en un ambiente muy callado, distanciándose en los días posteriores primero entre ellas y finalmente rompimos con Susana nuestra relación y aunque nunca lo hablamos, creo que todo fue por nuestra experiencia en la playa.
Saludos y hasta otra.