Una buena “ayuda”

Su padre contrató a una mujer para que les ayudara en las tareas de la casa. Estaba buena y no paró hasta que consiguió llevarla “al huerto”.

Juan- VALENCIA
Esta historia, amiga Charo, ocurrió cuando tenía 19 años, para ese entonces me encontraba de vacaciones, y hacía un calor insoportable. Mi madre se encontraba hospitalizada por un problema de salud, una operación a la vesícula y mis hermanos estaban trabajando al igual que mi padre. Un domingo por la noche, mi padre nos dijo que había contratado a una señora, amiga suya, para que viniera a echarnos una mano con la ropa y la casa. Mis hermanos asintieron y yo feliz de la vida, pero mi padre me dijo que tenía que quedarme toda la mañana para no dejarla sola.
Al día siguiente mi padre me hizo levantar temprano, a las siete, para presentarme a la señora, se llamaba Amparo, parecía de unos 40 años, estaba llenita y medía más o menos 1,64 cm, pero me sorprendieron sus grandes y voluptuosas tetas y su trasero redondo y también grande, que además sobresalían, ya que usaba una camiseta larga, pero algo ajustada, y una falda también ajustada.
Después de la presentación, mi padre se fue, amparo se fue al patio a poner unas lavadoras y yo me dispuse a ver la televisión. Ese día no pasó nada, ni siquiera hablamos mucho, ella se fue a las 12 del mediodía y yo me fui a comer al bar de la esquina.
Al siguiente lunes, Amparo vino de nuevo, pero esta vez mi padre ya no me despertó, me dejó dormir. Debo decir que mi habitación queda exactamente al frente del patio, y también veo el salón. Hacía calor y yo dormía solo con calzoncillos y con la puerta abierta para que entrase el aire del patio. A eso de las 9 me di cuenta que Amparo daba miradas de vez en cuando a mi cuarto, y yo entre sueño y sueño miraba para ver que hacía.
La veía poner la lavadora, dando la espalda a la puerta de mi dormitorio, así que veía el vaivén de su trasero cada vez que se agachaba. También pude ver su generoso escote cuando se agachó para coger unas pinzas de tender. Todo aquello me produjo una erección.
Me desperté, desayune y fui a ver la tele, entonces ella se acercó con la aspiradora y comenzó a limpiar la sala. Apagué la TV por la bulla y me puse a leer mientras que de reojo veía los movimientos de Amparo. De cara no era tan bonita, pero tenía un cuerpo muy bien formado y cuando se agachaba veía bajo su camiseta el inicio de sus grandes tetas, así como podía apreciar mejor su redondo trasero. Eso me iba poniendo más excitado a cada minuto que pasaba y como ya no aguantaba, me levanté y me fui al baño a masturbarme, imaginándome a Amparo en mi cama, solo con su braga, imaginándomela húmeda y sus tetas al aire y como me volvía loco esa señora, terminé lanzando un chorro de leche caliente sobre el lavabo.
Para el siguiente lunes yo hice un plan para intentar algo con Amparo.

Estuve excitadísimo toda la madrugada del lunes esperando que fueran las 7 para que viniera. A las 9 me levanté y vi que ya estaba trasteaba por el patio. Como siempre llevaba la falda apretada, seguramente porque como ya dije está llenita, llevaba también una blusa esta vez de color blanco. Me dispuse a realizar mi plan, estaba totalmente excitado pensando en ello.
Saludé a Amparo desde mi cama, diciéndole que hacía mucho calor, a lo que ella me dijo que sí y que por qué no me levantaba ya. Yo le contesté que estaba echado solamente y que el airecito del patio me refrescaba, también le pregunté si podría hacerme el favor de limpiar mi cuarto, a lo que ella se rió y me dijo que era un vago. Le pedí por favor que estaba de vacaciones y otras tonterías más y ella me dijo que lo haría. Yo le di las gracias y me quedé allí en la cama, esperando que limpiase mi cuarto en ese mismo instante, pero ella me dijo desde el patio que aún le faltaba cosas por hacer, pero que limpiaría mi cuarto en aquel momento.
Entró en mi habitación y empezó su labor, yo estaba medio tapado en la cama, y entonces le pregunté si estaba casada, y me dijo que su esposo trabajaba en el extranjero y que no le mandaba nada de dinero, que tenía una hija de 13 años que estaba en su casa. Yo le dije que debía de ser difícil estar así, madre soltera. Ella me daba la razón, todo esto sin dejar de limpiar mi cuarto, entonces me preguntó que iba a estudiar y donde, yo le contesté, mientras que me sacaba la sabana de encima, dejando a la fiesta mi tremenda erección.
No se dio cuenta y se sentó a un lado de mi cama para limpiar la mesita de noche, yo me aventuré a acercarme un poquito a su trasero que estaba a centímetros de mi polla, seguía sin darse cuenta, hasta que de pronto se movió y su culo quedo literalmente pegado a mi polla.
Yo no dije nada, me quedé mudo, aunque muy excitado, y mi polla se escapo del calzoncillo. Mi capullo, estaba apoyado y temblando sobre su culo, separados solo por su falda. No me decía nada, era imposible que no se diera cuenta de lo que pasaba. Ella se movía para limpiar la mesita de noche, y yo la seguía con la mirada y al final, sin aguantar más, la abracé, pegando mi polla en todo su culazo.
Ella, sin decir nada, se levantó, sin más se sentó sobre mí, pudiendo sentir un enorme calor en mi rabo y viendo sus tetas queriendo salir de su sujetador le susurré que se lo sacara y ella lo hizo. Las sensaciones me embriagaban, veía sus pezones marrones, casi negros y enormes, moviéndose al compás de ella, el calor infernal.

Le había separado las bragas y se la había metido en el coño hasta el fondo, iniciando un mete saca que hizo que me corriera a los pocos minutos. Quise sacarla de allí, pero me dijo que no, que quería correrse, por lo tanto seguí bombeando, incluso conseguí que se me volviera a poner dura, y cuando se corrió y note su liquido caliente que mojaba mi polla y mis huevos, aún le solté un poco de leche.
Después de unos minutos nos levantamos, ella se vistió y yo fui a asearme, después ella hizo lo mismo. Luego fui a arreglar mi cama y Amparo se puso a planchar. Cuando salí de mi habitación la vi meneando el culo mientras planchaba y doblaba la ropa, me acerqué por detrás y la agarre por las tetas y empecé a restregar ni polla que volvía a estar dura como una piedra.
Ella me decía que se le hacía tarde, pero yo no hice caso y comencé a besar su nuca, mordisqueando sus lóbulos. Amparo ya se dejaba hacer, así que la llevé a mi habitación de nuevo. Cuando llegamos a mi cama la eché boca abajo y comencé a sacarle toda la ropa, dejándola desnuda por completo. Entonces le besé la espalda bajando lentamente hasta llegar a su trasero, le besé sus nalgas, y a exploré con mi lengua todo lo que encontraba entre aquellos enormes cachetes, además de acariciar su coño con los dedos.
Ella sorprendentemente no se quejaba de nada, se dejaba acariciar el ano y gemía débilmente. Yo me desvestí rápidamente y me eché sobre ella, dirigiendo mi ansiosa polla hacia su coño. Esta vez era yo el que tenía el control y empecé un vaivén furioso de metisaca. Amparo, estaba disfrutando ya que no paraba de gemir y tenía el chocho completamente mojado. Después de estar en esa posición por un largo rato ella empezó a insultarme, diciéndome también que no parara por favor y sentí claramente cuando ella se corrió, pues me mojó hasta las bolas.
Yo aún no quería terminar, así que después de que ella se corriera, la giré. Ella me miraba de una manera bastante extraña, mezcla de sorpresa, alegría y excitación, me acerqué a su rostro y la besé, ella me correspondió. Comencé a chupar sus tetas, mientras empecé de nuevo a meterle la polla en el coño, pero esta vez me movía sin sacar la polla de su caliente chochito y además de esto le chupaba desesperadamente las enormes tetas.

Luego le dije que yo aún no me corría así que ella se puso a cuatro patas y me dijo que ahora si quería, le rompiera el culo, a lo que yo sin más se la metí hasta el fondo del culo. A la tercera embestida, ella me acariciaba con la mano los huevos, haciendo que eyaculara en todo su ano. Realmente fue una experiencia gloriosa. Luego nos quedamos un momento echados en la cama abrazados. Ella me decía que hacía mucho que su esposo la había abandonado en realidad, y estaba bastante faltada de sexo.
Después de descansar nos duchamos juntos, pero yo ya no tenía fuerzas para nada, así que ella me lavó todo, y yo a ella, sin tener sexo en la ducha, solo acariciándonos, nos vestimos, yo me fui a ver TV y ella a terminar de recoger.
Algunos días durante la semana hacía alguna escapada a casa de Amparo, por las tardes, que era la hora que su hija se iba a jugar, repitiendo muchas escenas de sexo, y todos los lunes también, claro, hasta que mi madre volvió a casa y solo lo hacíamos de vez en cuando.
Ella me comentó cierta vez que su edad era de 44 años, aunque la verdad es que parecía bastante menos.
Besos a todos.