Relato erótico

Un buen contacto

Charo
25 de noviembre del 2018

Contactó con una pareja que había publicado un anuncio en la Revista Clima. Hablaron por teléfono y después de varias conversaciones quedaron que él, se desplazaría a Madrid y se conocerían.

Daniel – BARCELONA
Amiga Charo, pusieron un anuncio en la Revista Clima. Buscaban un hombre solo para ella. Contesté a su anuncio y nos llamamos por teléfono. Me explicó que su marido tenía la fantasía de verla a ella con otro hombre teniendo sexo desde hacía ya mucho tiempo, pero que ella siempre le había dicho que no. Que como se le podían ocurrir ese tipo de cosas y segundo que ella solo era de él y de nadie más, que por el amor que le tenía pero que después de bastante tiempo de irla convenciendo ella ya estaba aceptando, digamos de mala gana todavía lo que él quería hacer. Más por complacerlo que por nada en realidad.
Me pareció de lo más franca y entretenida la conversación que para entonces llevábamos y nos dedicamos a conocernos entregados completamente a cada uno sin ningún tipo de interrupciones, luego decidimos intercambiar fotos y resultó que me hizo llegar una en la cual, denuda por completo, dejaba ver su belleza absoluta. De mi foto me dijo que se me veía bien y que en realidad le agradaba, lo cual me pareció sincero y nos dio más confianza.
Su nombre es Maite y es una mujer de 30 años, bajita, menuda, morena y pelo con media melena, ojos marrones y cara aniñada pero con un cuerpo perfectamente dibujado en forma de guitarra clásica. Su boca pequeña, pero con unos sugerentes labios, ni gruesos ni finos, sus tetas son muy grandes y bien formadas, con una aureola oscura y con unos pezones largos y oscuros que están erectos incluso en estado de calma y teniendo en cuenta que su cuerpo es menudo sus tetas tienen un tamaño excelente para gozar con ellas. Su cintura es realmente de avispa, su piel, parece, suave y tersa, su culo respingón y prieto, pequeño y redondo, sus nalgas tienen un refuerzo que parecen ser rellenas de esponja dura y llama mucho la atención la forma de sus protuberantes nalgas que son tan redondas como hechas con compás, su pubis muy cuidado no tiene ni un solo pelo a la vista, su coñito parece de una niñita sin un solo pelo y solo se ve el trazado de su propio sexo en dirección ascendente que deja mostrar unos labios ligeramente oscuros en su parte exterior y rosados y brillantes en su interior.
Durante por lo menos unas dos horas de charla en el msn hubo una química impresionante, reímos, bromeamos, nos insinuamos y antes de despedirnos, le agradecí por su tiempo y le hice saber que me gustaría volver a verla conectada y ella me dijo que le había caído muy bien, que le agradaba mucho y que desde hace tiempo por complacer a su marido estaban tratando de contactar con un hombre para hacer realidad la fantasía que tenía su marido, pero que no le gustaba ninguno y por eso no habían quedado nunca en nada en concreto con nadie. Nos citamos para el siguiente día a la misma hora y nos despedimos con cierta pena de dejar una charla tan amena.

Al siguiente día todo transcurría con normalidad absoluta, llegué a la tarde a la oficina ya que ese día tuve que atender unas citas pendientes con clientes pero ya se hicieron aproximaban las 6 de la tarde y recordaba que tenía una cita en el msn. Un poquito más de las 6 de la tarde ella se conectó y empezamos a hablar muy abiertamente, con mucha más confianza que horas antes. Le había dicho que me gustaba mucho y que me había masturbado en mi casa la noche anterior mientras contemplaba sus fotos y volaba con mis pensamientos.
Me contó que, después de cerrar la sesión conmigo, le había contado a José, su marido, que había conocido en el Chat a un hombre que de verdad sí le gustó. Al oír eso ella me explicó que su marido se emocionó mucho y le dijo que dedicase más tiempo a conocerme y que no podía creer que al fin alguien le había gustado, que él le daba todo el permiso y las facilidades para que fuera intimando más conmigo. José, su marido, es un hombre de 38 años, de constitución normal, con una incipiente barriga pero todavía bien formado. Ojos oscuros y pelo liso.
En los días que estábamos al Chat, intercambiado ya muchas fotos entre las que también estaba con José, con mucha más confianza y también nuestros números de teléfono móvil, con los cuales ya teníamos un contacto un poquito más directo. Descubrí que en su voz Maite tenía el timbre y tono de una niñita mimada, y eso hacía que fuera más encantadora y me daba mayor ternura.
Un día que me dieron ganas de hablar con Maite, la llamé al móvil y ella me dijo:
– Quiero verte, ¿cuando vienes a verme? Quiero que vengas, he decidido que quiero hacerlo contigo y si no es contigo con nadie más.
-Gracias mi preciosa, voy a ir un día de estos a visitarte y ya quedaremos para que esto se dé. Ahora por favor pásame a José para saludarlo.
– Hola José, tenía ganas de hablar con tu mujer y quería aprovechar para saludarte y agradecerte la oportunidad que me has dado de acercarme a ella.
– No te preocupes Daniel, quiero que con toda la confianza del mundo la sigas llamando sin ningún inconveniente, llámala cuando quieras, me ha contado que le agradas y que le caes bien, te cuento que has tenido suerte por que ella es bastante especial y contigo me dice que se siente muy a gusto y a mí lo que me gusta es complacerle a ella.
– Te agradezco mucho así lo haré, la estaré llamando muy seguido para tener calientita a tu mujer.
– Llámala amigo no hay problema, la veo bastante contenta e ilusionada contigo, espero que pronto un día de estos nos visites.
– Uno de estos días vengo para darle placer.
– Ok, te la pongo de nuevo para que sigas hablando con Maite.

Al ponerse ella me dijo ya directamente:
– Ya te dije que no hay problema con José de que seas mi amante, ya lo hemos hablado y yo he decidido que tiene que ser contigo, me gustas y me siento muy bien, quiero que seas mi amante oficial y no quiero saber nada de nadie, solo contigo, al principio yo no quería, era solo para complacerlo a él, pero ahora me muero de ganas de que vengas, me comas y la pasemos de maravilla.
– Eso haré, mi amor, pronto.
Un día, mientras nos conectamos, me pasó unas fotos que José le había hecho exclusivamente para mí. Era una sesión de fotos que me dejó loco como perro oliendo celos de perra. Esas fotos causaron un gran impacto en mí, eran el colmo de sugerentes en diferentes poses y desnuda por completo.
Esa mujer ocupaba todo el tiempo en mi mente y pasamos a ser como novios, ya sé que os va a parecer extraño y un tanto fuera de lo habitual pero con ella fue muy especial, no solo era sexo, esa mujer me robó con su ternura, manera de ser, atenciones y detalles mi corazón. Lo mejor de todo es que es lo que precisamente quería su marido, no quería que fuésemos un trío sexual, él lo que quería siempre de acuerdo a lo que me dijo a mí en las conversaciones telefónicas y a ella en sus ratos de intimidad, es que fuésemos amantes, novios y enamorados y que nos quisiéramos. No fue difícil enamorarse en poco tiempo de esta angelical mujer que cada día se fue metiendo más en mí con todos sus detalles.
Después de ver esas últimas fotos me puse como un diablo en una botella y diseñé un plan para que lo más pronto posible se efectúe el viaje a Madrid para poder ir a disfrutar de tan exquisita mujer. En la oficina hice todos los arreglos posibles ya que tenía que viajar urgente por trabajo y a disfrutar de mi amor que tan ansiosa junto a su marido me esperaba. Acordé la fecha en la oficina y también con ellos y me dispuse a visitarlos el viernes próximo.
Llegó el viernes y llegué a Madrid a las 8:30 de la noche como habíamos acordado, ellos me esperarían en la estación. Al bajarme del tren me llamaron a mi móvil y me dijeron en donde estaban. Al llegar a su coche ella estaba allí, vestida como le había dicho que se pusiera ese día para mí, con una mini falda y con un top que parecía de verdad una muñeca Barbie salida recién del cartón de presentación el día de Navidad.
Al subirme al coche en la parte de atrás me dieron la bienvenida, José conducía y Maite estaba sentada en el asiento del copiloto, bella como ella sola, irradiaba una sonrisa de felicidad.

Se acercó estirándose a saludarme con un sonoro y rico beso en la boca, estreché las manos con José y arrancó el coche.
Como hace nueve años que no había estado en Madrid, lo encontré muy cambiado. Comenzamos a dar vueltas por todos los puntos cardinales de la ciudad y yo iba recordando y reconociendo cada lugar, mientras a ella le besaba en la boca, le sobaba las gordas tetas, duras, que parecían dos melones que se salían de su pecho y me indicó que iba vestida tal y como le pedí, solo por complacerme y al alzar su falda tan cortita, la más chiquita que he visto en mi vida, me indicó que llevaba un tanguita que le quedaba delicioso en sus armoniosas formas, que solo estaba sujeto por dos lacitos que llevaba en cada muslo.
Después de un rato de darnos besos y caricias con mucho amor y como ya habíamos dado vueltas por los principales lugares turísticos de la ciudad, de José nació la buena idea de que Maite se pasase al asiento trasero para que estuviéramos más cómodos, sin que nos estorbase ni nos separase el espaldar del asiento. Maite, ni corta ni perezosa, apenas lo oyó, con lo menudita que es y muy flexible también, puso su pie a un lado del freno de mano impulsándose sobre del hombro de su marido y cayó encima de mí lanzándose como leona al acecho de su presa. Yo, como no soy una presa fácil de cazar, le di mucha guerra. Los cristales del coche eran ahumados y solo el parabrisas del frente no tenía esta película protectora que esa noche fue cortina de nuestros actos lascivos que hicimos en el asiento de atrás mientras su marido solo conducía viendo de vez en cuando por el retrovisor lo que le hacía y me hacía esa bella mujer que era su mujer, hasta que le cogí su coño rasurado y noté que estaba muy mojada,
– Esta noche es completamente tuyo, amor – me dijo mientras yo jugaba con su coño.
Sus jugos, que se impregnaron en mis dedos, los llevé a mi nariz y luego a mi boca chupándolos.
En un momento dado le alcé su micro falda, desaté sus lacitos y la despojé de falda y tanga para dejarle al aire su coño tierno y rasurado. Después de brindarle caricias y besos en su hermoso abdomen y la parte interna de sus muslos, levanté sus piernas casi hasta el techo del coche y me dediqué a hacer lo que más me gusta, comerme un hermoso chocho. Nos miramos a los ojos fijamente mientras lo hacía y lo hice por todo el trayecto que faltaba. Durante unos 25 minutos disfruté comiéndome el coño más tierno de mi vida.
Al llegar al motel a donde nos llevó José, nos pusimos cómodos y nosotros seguimos besándonos con loca pasión y extremo deleite. No queríamos separarnos ni un solo momento, sentía una energía que nos hacía vibrar a los dos y en un momento que nos dimos un respiro, le abracé por detrás su cintura y la puse frente al espejo. La veía en mi pecho chiquitita, hermosa y apetecible. Con su sonrisa, mirándome a los ojos en el reflejo del espejo, me dijo:
– ¡Que feliz soy, que al fin ya estés aquí cariño…!

José se fue al baño o no sé a donde y nosotros nos comenzamos a desnudar porque teníamos la necesidad de rozar nuestra piel sin dejar de besarnos en ningún momento, la disfruté todo su cuerpo con mi boca y lengua y no quedó nada sin que le hubiera besado. Ella respondía muy bien a mis caricias y se notaba que los dos disfrutábamos a plenitud. Cuando llegó José nos observaba como testigo mudo de nuestros actos, no hacía nada, solo contemplaba extasiado como me estaba comiendo a su mujer. Totalmente vestido nos preparó un ambiente mejor, puso música, encendió la tele para que alumbrara la habitación y se puso a mirar a una distancia prudente todo lo que hacíamos. Cada vez nos excitábamos más, ella cogió mi verga y la comenzó a sobar con sus manitas, de mi polla chorreaban líquidos preseminales, constancia de que me encontraba extremadamente excitado y con ganas de penetrarla. Al fin quería que ya fuese mía y ella solo se dejaba hacer todo hasta que en un momento hicimos un 69. Comenzó a mamarme la verga y cada vez lo hacía más profundamente, después de algunos minutos de darnos este tipo de placer, ya era justo y necesario para los dos que quisiéramos sentir nuestros sexos saludarse como es debido.
La piel de Maite hervía, parecía una plancha y sus cachetes a pesar que es morenita se notaban colorados de la calentura que llevábamos. Me ofreció su coño y comencé a acariciarla sin penetrarla y así ella comenzó a jadear. Yo estaba en la gloria sintiendo su cueva del amor muy mojada y calientita, eso hizo que me pene se endureciese más y ya no pude resistir la tentación de clavársela. Primero le metí el glande, que le entró completo, luego poco a poco se la metí hasta la mitad y en dos o tres suspiros de autocontrol por no gritar, se la clavé hasta el fondo sacando un alarido por parte mía y un suspiro hasta lo más hondo de los pulmones de ella.
Lo que sigue ya te lo contaré en una próxima carta, pues pienso que me he alargado demasiado.
Saludos y hasta pronto.

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