Relato erótico
Tentación
Le gustaba la novia de su amigo, era una chica espectacular. Su amigo no le prestaba mucha atención y no podía entenderlo. Aquella noche se fueron de marcha, él, su “novia” de aquellos días y la novia de su amigo.
Marcos – MADRID
Mireia era la novia de Arturo, un amigo, que debido al paso del tiempo no le prestaba la debida atención a esa hermosa hembra. Ella es una súper sexy azafata de línea comercial y cuando salimos va siempre enfundada en exóticos vestidos de diseño, los cuales suelen ser altamente gratificantes ya que regalan a la vista abundantes “porciones” de su increíble piel desnuda.
Tiene 23 años, una cara celestial, labios de ensueño, carnosos pero delicados, cejas prominentes, nariz respingona, una marquita apenas perceptible en su mentón y un cabello castaño claro brillante y lacio que cae por su espalda o a veces queda atrapado en una larga trenza. Mide poco más de 1,70, es más bien delgada pero con un precioso trasero, redondo y llenito, y unos pechos increíbles que saltan a la vista por dar la sensación de ser demasiado grandes para una chica de su delgadez.
El desinterés de Arturo se hacía cada vez más evidente hasta llegar al extremo de salir ella sola a veces con cualquiera de nuestros amigos y en una ocasión salimos los tres, ella, Laura, que era mi ocasional acompañante y yo. Nos fuimos a tomar algo por ahí y de paso a escuchar a una banda de jazz que nos habían recomendado. Mireia nos pasó a buscar con el todo terreno de su novio, por lo que yo dejé mi coche en casa y nos fuimos los tres a pasar un buen rato.
Yo no tenía intenciones con Mireia porque era la novia de un amigo y porque en ese momento estaba con Laura, pero era innegable que la deseaba y que no dudaría, si me daba oportunidad, de disfrutarla.
Llegamos al club de jazz y Mireia se sentó frente a mí, cruzó sus largas y bien torneadas piernas, que quedaron completamente desnudas al abrirse los vuelos de su impactante vestido de gasa blanca y que, por otra parte, su torso iba cubierto solo por dos tiras verticales y paralelas que alcanzaban a tapar a duras penas su generoso busto, dejando fuera una buena parte de este. Laura se sentó a mi lado. Ella no estaba nada mal tampoco, un vestido negro largo con un buen escote que dejaba entrever sus fabulosos pechos y la espalda al descubierto hasta el comienzo de su tremendo culo, aunque sin duda, su vestido era mucho menos osado que el de Mireia.
Allí estaba yo sentado junto a esas dos hembras hermosas, aunque una de ellas ya era mía y la otra solo lo era en sueños. Pedimos unas copas para entrar en calor y nos dispusimos a gozar de una noche de buena música y charla entre amigos, una velada agradable como quién dice. Empezamos a beber y a charlar animadamente. Laura y Mireia bromeaban entre ellas y se tocaban disimuladamente aunque ambas me miraban al hacerlo y se sonreían. Yo también sonreía pero por dentro estallaba de calentura porque era imposible no enloquecer ante la visión de dos chavalas toqueteándose. Luego seguíamos hablando de trivialidades, pero mi ya irremediable calentura se hacía evidente en plena forma por la “tienda” que se levantaba en mi liviano pantalón de vestir. Ambas lo notaron y empezaron con las bromas con mi verga como blanco. A esa altura ya estábamos los tres bastante bebidos y casi ni prestábamos atención a la banda que estaba tocando. Mireia tenía los pezones tiesos por los roces de Laura.
Entonces me acerqué un poco a Laura y comencé a acariciar lentamente sus piernas hasta llegar a su tanga y allí pude comprobar que ella también estaba muy excitada por la situación, ya que sus bragas estaban empapadas. Acerqué mi boca a su oído y le pregunté:
– ¿Qué opinas si nos liamos los tres para terminar la noche aún mejor?
– Por mí no hay problema, sabes que estoy excitada y que me volvería loca al verte hacerlo con ella, pero habría que ver qué dice Mireia – me contestó ella.
– No creo que haya problema, la noto excitada, aún que más contigo que conmigo, pero da igual, además con el alcohol que tenemos encima, creo que aceptará cualquier cosa – añadí.
Laura siguió acariciando el brazo y las piernas de Mireia, por lo que, un momento después, ambas estaban enlazadas en un beso que no tenía nada de inocencia. Sus lenguas se juntaban y luego se mordían los labios una a la otra y esta escena me puso peor de lo que estaba. Creí que eyacularía allí mismo, por lo que pedí la cuenta y nos aprestamos a partir. Pagamos y salimos del lugar, dirigiéndonos hacia el todo terreno de Arturo. Mireia me entregó las llaves, ya que yo era el que menos efectos del alcohol presentaba y por lo tanto el más apto de los tres para conducir y nada más subir al vehículo ambas se sentaron en el asiento trasero mientras yo quedé solo en la parte delantera, arranqué y tomamos por el camino que llevaba a la casa de Mireia. Mi idea era llevarla, dejarla allí con el coche de su novio estacionado en la puerta y luego Laura y yo iríamos caminando hasta casa, pero al poco rato de haber salido, miré por el espejo retrovisor y allí atrás estaban las dos muy a gusto dándose unos terribles lengüetazos y tocándose a más no poder. Se refregaban como poseídas y después de un rato de darme este espectáculo durante el cuál yo seguía conduciendo, aunque algo perturbado por la belleza de esa imagen, Mireia me dijo casi a gritos:
– ¡Por favor, aparca un rato en algún lugar oscuro, venga!
Sin hacerme esperar, fui buscando con la mirada hasta que di con un pequeño y oscuro descampado, apagué las luces, mirando alrededor para ver si nadie nos observaba y muy despacio estacioné en aquel lugar. Al apagar el motor, me quedé un rato mirando como las dos perras desbordantes de deseo se manoseaban y comenzaban a buscar sus partes íntimas con sus manos. Tras observarlas unos cinco minutos y mientras Laura gemía desesperadamente, Mireia me dijo:
– ¡Ven acá con nosotras, ven!
Pasé rápidamente sobre el respaldo del asiento delantero y me uní a ellas en el trasero. Mi primer acción fue besar apasionadamente a Laura que tenía su boca entreabierta gimiendo por el placer que le provocaba el roce con Mireia, la besé y con la lengua recorrí sus jugosos labios mientras con mis manos comenzaba a tocar sus duras tetas, que conocía de memoria pero que, por el momento, no me animaba a ir directamente sobre la novia de mi amigo, pero ella se encargó de romper con cualquier resto de lealtad o pudor que pudiera quedar en mí. Se abalanzó hacia nosotros y se unió al beso metiendo su lengua directamente dentro de mi boca.
Entonces aparté un poco a Laura y me dediqué a llenar la boca de esa hembra increíble, con mis besos. Mi lengua recorría sus carnosos labios y jugaba con su inquieta lengua y la sensación que yo tenía era la de estar cumpliendo un sueño, ya que íntimamente la había deseado desde el mismo momento en que Arturo me la presentó.
Mientras continuábamos besándonos, Laura hizo a un lado las dos tiras verticales del vestido de Mireia, por lo que sus gloriosas mamas quedaron al descubierto, y se lanzó contra ellas comenzando a comérselas, mordiendo delicadamente los enormes y negros pezones de nuestra amiga que se retorcía de placer y refregaba su lengua fuertemente contra mi boca y mi cuello. Por mi parte, comencé a manosear a gusto sus increíbles tetas, duras como rocas, pellizcaba sus pezones y mientras lo hacía, Laura continuaba mamándoselas.
Al rato de estar besándonos y refregándonos los tres, Laura tomó una mano de Mireia y la dirigió hacia mi bragueta, que se notaba muy inflada, posó su mano sobre mi pantalón, lentamente comenzó a bajar la cremallera y una vez lo hubo logrado, bajó un poco el pantalón junto al slip y dejó mi durísima verga al descubierto. Lanzó un suspiro audible, como indicando que lo que veía le gustaba, y sin mediar palabra se inclinó sobre mi regazo y engulló mi polla deseosa de un agujero caliente. Se la tragó de una vez casi completa y al instante comenzó un sube y baja sensacional provocándome una excitación inverosímil, mas allá de lo conocido hasta el momento por mí, y no sé si sería por el morbo que me producía que la novia de un amigo estuviera chupándome la verga mientras mi chica observaba o qué, pero estaba más excitado de lo que jamás había estado. Mi polla parecía a punto de estallar, el glande brillaba por la saliva de Mireia y las venas se remarcaban como nunca las había visto antes.
Enseguida se sumó Laura y aquello fue el éxtasis. Ver como se disputaban mi pene esas dos bocas aceleró mi ya retardada eyaculación que tanto había tenido que contener antes en el club, y mientras ambas se pasaban mi verga de una boca a la otra y amasando yo una teta de cada una con mis manos, les advertí que estaba a punto de correrme pero ellas, sin importarles, aceleraron el ritmo de la grandiosa chupada y entonces de mi palpitante verga comenzaron a brotar intensos chorros de esperma blanca y espesa que inundaron sus bocas y sus caras. Fueron cuatro o cinco descargas de leche que bañaron a esas dos preciosidades. Francamente lamenté haber acabado tan rápido, pero es que la excitación de aquella noche había sido demasiada y ya no hubiera podido contenerla un solo segundo más.
Cuando hube descargado completamente mis huevos, ellas continuaron mamando mi decreciente polla, luego se incorporaron y se besaron ardientemente, comiéndose una a la otra la leche que estaba depositada en sus bocas, mientras con una mano Mireia continuaba meneando mi verga.
No quería darle descanso pues, al parecer, estaba como loca con mi verga y la quería endurecer nuevamente, cosa que no tardó demasiado en suceder, ya que mientras se besaban y me pajeaban fui metiéndome en ese beso y terminamos los tres intercambiando saliva como desesperados. Yo percibía el fuerte aroma de mi leche que provenía de sus bocas, pero eso me excitaba más porque sabía que se habían tragado toda mi corrida.
Enseguida me puse al ataque nuevamente, mi verga estaba bien erecta y dispuesta a satisfacer a esas dos putas hermosas que ya estaban completamente desnudas tocándose y besándose nuevamente. Me recosté en el asiento y poniendo a Mireia encima de mi cara comencé a comerle su dulce y añorado coñito, que olía a suave colonia mezclada con sus abundantes jugos de mujer en celo. Mientras tanto, Laura iba con su boca de mi verga a los pechos de Mireia que estaban increíbles. Nunca había tocado tetas más duras y tentadoras que esas, simplemente increíbles, los pezones eran sin dudas los más grandes que había visto, tocado y chupado, eran casi negros y bien duros, una belleza, sus areolas también enormes, me excitaban terriblemente cuando las veía brillar empapadas de saliva de Laura o mía.
Cuando mordía el clítoris de Mireia, esta explotaba en continuos orgasmos, su multiorgásmica nos asombraba tanto a Laura como a mí pues no sabíamos que una mujer pudiera correrse tantas veces sin pausa, aunque cuando se hubo corrido bastantes veces, se sentó a horcajadas sobre mi verga, su coño empapado me la devoró sin esfuerzos y entonces comenzó a galoparme acompasadamente, contoneando sus caderas con un delicioso movimiento semicircular que parecía exprimirme, y mientras Mireia me follaba Laura se sentó sobre mi boca y comencé a mamar su también húmeda rajita, a la vez que ella chupaba las tetas de Mireia, que me follaba de forma espectacular. Sus movimientos no tenían parangón para mí, esa mujer era un lujo, preciosa, un cuerpazo tremendo y encima una puta de fábula en la cama, follaba como las diosas y montándome se corrió dos veces más y, entonces le cedió su lugar a Laura que se puso en cuclillas sobre mí, se metió dos dedos llenos de saliva en el culo, se lubricó bien y acto seguido se introdujo mi polla en el ano y mientras me cabalgaba con su prieto ojete, se besaban y manoseaban las tetas con Mireia, al tiempo que esta se bajaba hasta mi cara de vez en cuanto y me besaba muy caliente y húmedo. Al instante de subir y bajar su culo sobre mi falo erecto, Laura acabo estrepitosa y estruendosamente, dando un grito brutal de placer.
Aquella noche la culminamos besándonos los tres con pasión y deseo y prometiéndonos repetir la experiencia, luego nos vestimos y partimos hacia la casa de Mireia.
Obviamente que cumplimos con la promesa y repetimos varias veces y en distintos lugares lo que habíamos hecho aquella noche, engañando a Arturo por partida doble y la hermosa, increíble y puta de su novia poniéndole unos cuernos de película, y yo, aunque arrepentido pero a la vez, sintiéndome en el deber de satisfacer a esa ninfómana desencadenada. Hubiera sido un desperdicio que ella fuera a saciar su deseo con un desconocido, ¿o no?
Saludos y hasta otra si es que tengo algo más para contar.