Relato erótico
Su gran secreto
Eran amigos desde que eran pequeños ya que veraneaban en el mismo pueblo costero. Era una mujer “especial” y siempre había pensado que nunca podría ser suya. Se encontraron al cabo de los años y ella le contó un secreto “sexual”.
Rubén – Alicante
La historia que os voy a contar es cierta. Es una de las veces que tuve sexo con una amiga que me confesaba todas sus preferencias y fantasías. Solo que ella es un poco especial y pronto lo descubriréis.
Soy un hombre alto, atlético y siempre he tenido éxito con las mujeres pero esto que me sucedió con Celia no es lo clásico que siempre he vivido con mis distintas novias. Celia es una mujer bonita y sensual. Su hermosura está muy por encima de la media, es alta con un cuerpo muy bien torneado y un culo que levanta el apetito. Un culo sencillamente perfecto.
Es una mujer de bandera, de esas que uno no intenta ni probar de ligársela porque piensa que no tiene ninguna posibilidad, pero resulta que yo la conocía desde pequeños porque veraneaba cerca de donde lo hacía yo. Así nos conocimos y nos hicimos amigos, con una gran confianza que nos permitía, durante las largas tardes de verano, hablar de todos los temas por tabú que estos fueran y naturalmente nunca excluimos el tema del sexo, que por cierto ella sacaba muy a menudo. Aunque nunca tuvimos ningún contacto íntimo.
Era amiga mía, una buena amiga. Pero supongo que siempre pensé que es demasiado guapa como para que sea solo para un hombre, o al menos para mí. No sé si soy capaz de expresar lo que quiero decir, pero creo que muchos de vosotros me comprenderéis.
Así que un día, ya teníamos los dos 25 años y nos volvimos a encontrar, ella estaba radiante esbelta y guapísima, nos alegramos mucho de vernos y decidimos ir a su cercana casa muy ilusionados para hablar de nuestras cosas. Hablamos de muchas cosas y llegamos al tema del sexo, me contó que los hombres con los que había estado nunca habían sabido complacer sus necesidades. Quedé estupefacto, una mujer como ella debería poder haber conseguido de cualquier hombre todo lo que hubiera querido y mas, pero yo no entendía exactamente a que se refería. Después de indagar mucho y durante una sesión maratoniana de preguntas y asentimientos con mucha vergüenza me contó que el coito tradicional no le gustaba, que no podía soportar que un hombre penetrara su chocho y que esto complicó demasiado sus relaciones como para durar, que no era un problema anatómico de su cuerpo, que solo estaba en su mente.
Ella hablaba y yo pensaba dentro de mi como podía ser que eso ocurriera de verdad, y que esa mujer magnífica pudiera tener ese problema, así que empecé a decir consoladoramente cosas que no yo creía pero que eran necesarias en ese momento, del tipo de; “bueno, el sexo no es solo penetración” o “hay muchos caminos para llegar al placer sin penetración”.
Ella dijo que durante algún tiempo llego a creer que era lesbiana pero luego dijo que después de un par de experiencias con amigas que, reconoció, fueron fantásticas y no le importaría repetir, se dio cuenta de que no lo era y que necesitaba realmente a un hombre.
Naturalmente, podéis imaginar cómo estaba yo a estas alturas, mi polla podía estallar en cualquier momento. Note que ella también estaba excitada y sin pensarlo más me abalancé sobre ella y empecé a besarla, ella no puso reparos y también se lanzo, pero al cabo de un minuto dijo que no quería continuar, porque sabía que no podríamos hacer el coito y que eso me produciría una decepción muy grande y terminaría por rechazarla como tantos otros.
A estas alturas yo quería tener sexo con ella, fuera como fuera, y no estaba dispuesto a rendirme tan fácilmente, así que le dije:
-Te prometo que no haré nada que no te guste, ¿vale?
Asintió y empezamos a caldear el ambiente. Supuse que todo terminaría con algo así como con una sesión de sexo oral.
Ella se escurrió rápidamente hasta el lavabo para salir un minuto después, pensé que no había tenido tiempo de nada y lo olvidé pronto.
Nos besamos enardecidamente mientras yo buscaba caminos por debajo de su ropa, hasta que quedamos totalmente desnudos en el sofá y ella me cogió de la mano y me llevó a su dormitorio. Estábamos de pie delante de la cama desnudos y pensé que lo mejor que podía hacer era dejarme llevar para que todo resultara como a ella le apeteciera, tampoco me preocupé por los preservativos.
Cogió entonces mi polla erecta, moviendo su mano lentamente y besándome sensualmente en la boca se acerco a mi oído y me susurró:
-¿Vas a encularme cariño?-
Se separo de mi y dando una palmada sobre su muslo me guiñó un ojo, quedé pasmado un segundo, pero al instante repliqué:
-10 veces si me lo permites- Replicó:
-Ahora ya sabes que es lo que a mi me gusta.
No podía creer que eso me estuviera pasando a mí. Su culo un formidable y lindo culo.
Se colocó a cuatro patas sobre la cama, yo me recosté sobre la cama detrás de su magnífica redonda grupa y empecé a besar sus nalgas, era un culo de diosa, un culo exuberante de esos que solo están en la imaginación de uno. Comprendí que había estado haciendo en el lavabo, pude ver como se había maquillado alrededor del ano con carmín de labios color rojo brillante, el mismo que llevaba en sus labios y se me ofrecía como una boca a la que solo deseaba devorar.
Seguí besando y lamiéndole las nalgas, deslicé mi lengua delicadamente hacia abajo hasta el botón sonrosado de su ano, a mi contacto ella se estremeció y noté como en un instante su agujero se contraía hacia su interior como huyendo de mi, haciéndose diminuto y oscuro, pero enseguida se relajó y la muy viciosa lo empujo hacia afuera, pude notar como su fruncido agujero volvía al encuentro de mis labios, como buscando un beso con lengua. La lamia lentamente, a veces dócilmente como un perrillo, a veces presionando con la punta de la lengua como buscando otra lengua, en una boca que no tenia, su protuberante suavidad y su olor me mantenían ahí pegado. De repente me sobresalté, soltó un largo suspiro que terminó en un:
-¡Oh! Cabrón vas a hacerme gozar, quiero que me la metas, quiero que gocemos juntos, toma mi culo, es solo para ti.
Me incorporé, su carne estaba trémula, sus nalgas se ofrecían espléndidas a mi, ella seguía a cuatro patas.
Empecé a frotar el glande mojándolo entre los labios de su resbaloso sexo, buscando la entrada de la fuente de sus jugos, pero ella pidió:
-No por favor, así no, dámela en el culo, no me toques solo quiero gozar así, ámame el culo.
Obedientemente, desplacé el glande dejando un rastro húmedo hasta su orificio, presioné decididamente hasta que entro solo la punta, mi saliva y su jugo no parecía suficiente para toda mi longitud, pero su ano engullía mi polla como una serpiente a su presa, lentamente y no ceso hasta quedar totalmente empalada, suspiró profundamente. Era una penetración casi en seco, mi polla había entrado, pero su culo me mantenía agarrado como con un guante de goma.
Empecé una follada lenta, pero firme. Celia, gemía y se retorcía de gusto, susurraba, decía que le gustaba, que no parara. De pronto dijo que se corría y vaya si se corrió. Su chocho soltó el orgasmo mas bestia que había visto nunca, con voz ronca dijo:
-Gracias amor, te lo voy a compensar…
Dicho esto, se arrodilló y empezó a mamarme la polla como una loca. Era una experta mamona y en pocos minutos consiguió que me corriera.
Antes de levantarse me hizo jurar que volvería al día siguiente, porque su culo aun tenia mas sed y yo obediente le dije que sí. Se comprometió a que el próximo día se dedicaría a mí con más detenimiento, pero este encuentro os lo contaré en otra ocasión.
Un saludo para todo.