Relato erótico
Zorra a tope
Dice que ha vivido muchas experiencias sexuales, y ha querido hacernos participes de alguna de ellas. El titular de esta historia refleja la pura verdad, se considera un putón y le gusta serlo.
Ana – LUGO
Hola, soy Ana, tengo 24 años, vivo en Lugo y voy a contar dos de mis múltiples experiencias. La primera ocurrió una noche en la que tenía muchos deseos de sexo y ninguno de nuestros amigos me había llamado para divertirnos, así que se nos ocurrió, a una amiga y a mí, salir en busca de un par de hombres que nos invitaran a bailar, a beber y por qué no, a la cama. Llegamos después de las 9 de la noche a una discoteca que ya estaba bastante concurrida y fuimos hacia la barra, pero también estaba llena, nos quedamos cerca y empezamos a bailar entre nosotras dos, pero un camarero se nos acercó y nos dijo que si necesitábamos una mesa él nos podía conseguir una, aceptamos y nos llevó hacia el fondo de la discoteca, nos sentamos y pedimos dos Martinis. Antes de que nos sirvieran se nos acercó un hombre como de 30 años y nos preguntó que si estábamos solas o con nuestros novios, le dijimos que estábamos solas, entonces añadió que estaba con un amigo y que también estaban solos, preguntándonos si nos podían acompañar y de paso nos invitarían a un trago. Les dijimos que aceptábamos.
Mi amiga y yo habíamos decidido irnos vestidas muy sensuales para que nuestra labor fuera más fácil. Yo me coloqué una camiseta blanca ajustada y bastante escotada, un pantalón de jean también ajustado, unas botas negras cortas, tanga blanco hilo dental y sujetador también blanco. Mi amiga llevaba una blusa rosada, también ajustada y también escotada, y zapatos negros de tacón alto. Su ropa interior era igualmente blanca.
El hombre le hizo una seña a su amigo, de una edad similar, llamándolo y se sentaron con nosotras a la mesa. Cuando el camarero trajo nuestros Martinis ellos amablemente se ofrecieron a pagar la cuenta de la mesa y pidieron 2 whiskys para ellos, hablamos, intercambiamos nuestros nombres, aunque mi amiga y yo ya no recordamos cómo se llamaban, hablamos un poco de lo que ellos hacían, en que trabajaban y de nuestros estudios en la Universidad, bailamos bastante con ellos incluso intercambiábamos entre nosotras el hombre para bailar.
Nos invitaron a un restaurante cercano de comida italiana, luego nos llevaron a su apartamento en un taxi. Al llegar colocaron música nos ofrecieron más whisky aunque nosotras ya estábamos un poco borrachas y volvimos a bailar los cuatro intercambiando las parejas, ellos bailaban muy cerca de nosotras, nos manoseaban y nos abrazaban agarrándonos por nuestros traseros, nuestras tetas, haciéndonos sentir sus manos recorrer nuestros cuerpos sin recato alguno. Luego, poco a poco nos fueron desnudando mientras bailábamos hasta que ellos quedaron en calzoncillos y nosotras totalmente desnudas.
Seguimos bailando y ellos nos abrazaban, acariciaban el trasero, besaban el cuello, acariciaban y besaban las tetas y empezaron a meternos la mano en medio de las piernas, acariciando nuestros jugosos coños, nuestras nalgas, sintiendo como metían el dedo, rondaban nuestro ano y nosotras, presa de la excitación, solo mirábamos sus vergas, grandes y duras, dentro de sus calzoncillos y cuando estábamos cerca de ellos, aprovechábamos también para acariciarlos por encima de la tela, descubriendo que los dos tenían buenos paquetes.
Al rato, el que estaba bailando conmigo, me agarró de los hombros y me dijo al oído:
– Arrodíllate y mámalo.
Me arrodille, le bajé los pantalones y saque la polla de los calzoncillos. Casi grito de la sorpresa. Un enorme trozo de carne dura y babeante salto hacia mi cara. La agarré y se la empecé a chupar con muchas ganas. La tenía buena y me gustaba mucho.
De pronto vi a mi amiga haciendo lo mismo con el hombre con el que estaba bailando. Así nos tuvieron bastante rato mamando sus pollas y después cada uno nos llevó a una habitación diferente.
Ya en la nuestra, el hombre no perdió el tiempo, me tendió de espaldas en la cama, se acostó sobre mí y de un solo golpe me metió toda la polla en el coño, que por suerte ya estaba chorreando, empezando a bombear despacio y después poco a poco lo hizo más fuerte, haciéndome gemir y al mismo tiempo oía los gritos de mi amiga en la habitación de al lado, lo que me excitaba mucho más.
En el fragor de la follada, recordé que no se había puesto condón, pero ya no había remedio. Nos corrimos los dos como cerdos. Cuando derramo la última gota se levantó y me dijo que se la dejara bien limpia. Cosa que hice sin rechistar, ya que me encanta.
Me acosté en la cama y entre la follada, el orgasmo y las copas, me quede dormida.
De pronto creí que estaba soñando. Un hombre me abría las piernas, se montaba sobre mí, me penetraba y empezaba bombearme como a mí me gusta. Entonces me desperté y realmente había un hombre encima de mí, había puesto mis piernas sobre sus hombros y me follaba sin parar. Entonces me di cuenta de que era el tío que había ido con mi amiga.
Se habían intercambiado y me estaba follando, aun sucia de la leche de su compañero que, hacía unos minutos me había follado. Como oía el sonido de su verga al entrar en mi coño lleno de leche, me excité mucho y más ver a ese hombre moviéndose encima de mí, bombeándome, y empecé a gemir y a gritar, y cuando me llegó un nuevo orgasmo el hombre también eyaculó dentro de mí.
Me sentía en el paraíso con mi caliente coño lleno de leche de dos hombres distintos y cuando la sacó, se puso de pie sobre la cama y agarrándome el cabello me empujó hacia su verga para que también se la limpiara.
Después el hombre salió de la habitación y se fue a la sala a encontrarse con su amigo, mientras yo me quedaba tumbada en la cama bañada en leche de dos hombres distintos.
Al final fui al baño y encontré a mi amiga limpiándose también del semen que le habían dejado en su coño ambos hombres, nos aseamos y cuando salimos del baño los hombres estaban sentados en la sala, pero se habían quedado dormidos. Nos vestimos y sin que se despertaran salimos del apartamento y nos fuimos para nuestras casas.
Una semana después, salimos cuatro amigas a divertirnos con cuatro amigos que nos invitaron a una discoteca donde bebimos y bailamos hasta que cerraron el lugar.
Dijeron que podría ser divertido que cada tío se fuera con una chica a un motel, pero el que estaba conmigo dijo que si quería podíamos ir al apartamento de un amigo. Entre las copas que me había tomado y lo caliente que estaba, me pareció ideal ir a follar con dos tíos.
Cuando llegamos al apartamento de su amigo, había dos tíos más y bastante pasados de copas. Al principio me asusté un poco y traté de irme, pero él me dijo que no me preocupara, que todos ellos eran sus amigos y me iban a tratar muy bien, eso me tranquilizó un poco.
Nos pusimos a bailar los cinco y se turnaban para bailar conmigo, para abrazarme contra ellos y manosear mi trasero y mis tetas. Uno de ellos me ayudó a quitarme la chaqueta, otro me ayudó a quitarme la blusa, tenían claro que yo quería tener sexo con ellos. Seguimos bailando y otro me quitó el sujetador, mi amigo me quitó los zapatos, y ya en plena excitación no supe quien me quitó el pantalón, quedando solamente con un pequeño tanga.
Poco a poco ellos también se fueron desnudando hasta quedar en calzoncillos y así bailamos más, aunque alguno de ellos empezó a bajarme el tanga hasta quitármelo y dejarme completamente desnuda.
El dueño del apartamento sacó un espejo grande que tenía guardado y que siempre usaban cada vez que llevaban a alguna chica para practicar lo mismo que conmigo, colocó el espejo en la mitad de la sala y le preguntó sus amigos que quién sería el primero a quien yo se la mamara. Alguno dijo que yo debería elegir, pero yo me negué y les dije que prefería que ellos eligieran, pero el amigo me dijo:
– Obedece, a nosotros nos gustan las perritas obedientes.
Ante tal orden, decidí que el primero en mamársela sería él, pero les advertí a todos que yo no practicaba sexo anal, y ellos me dijeron, en medio de risas:
– Lo importante es que nos las mames muy bien y después te comeremos tu chochito.
El tío se colocó frente al espejo de tal forma que él y los otros pudieran verme chupándole la polla, me sostenía la cabeza para que no dejara de mamar, luego pasó otro, luego pasó el tercero, y después el cuarto, para luego volver a chupársela al primero, y así se rotaron todos muchas veces frente al espejo.
Después cuando quisieron penetrarme, me pusieron a cuatro patas en el sillón de la sala, y no recuerdo quién de ellos fue el primero en penetrarme, pero luego lo hicieron todos. Me agarraban de las caderas y me bombeaban fuerte, les gustaba sentir el golpe de sus caderas contra mi trasero, todos se turnaron muchas veces, no sé cuantas, yo solo me sostenía del borde del sillón y gemía, gemía más fuerte porque a mí me excitaba mucho lo que me estaban haciendo.
Más tarde, decidieron donde quería correrse cada uno, como si estuvieran participando en una película porno sin importarles mi opinión utilizándome, como un objeto sexual y eso me calentaba. Uno quería hacerlo en el trasero, sobre mis nalgas, otro quería dentro del coño para ver salir el semen y que escurriera por mis piernas, otro quería en la boca y que me lo tragara y el otro quería sobre las tetas, pero como no se ponían de acuerdo decidieron dejarlo. Mientras ellos se ponían de acuerdo, yo me masturbaba viendo la excitante escena, pues iba a ser sorteada entre cuatro machos calientes.
Escribieron las cuatro opciones en una hoja de papel sin que yo supiera en qué orden las estaban escribiendo y me pidieron que eligiera un número de uno a cuatro, elegí el número tres. Era la opción de eyacular sobre mi trasero. Los tíos me dejaron en el mismo sillón, en la misma posición y siguieron bombeándome turnándose y excitándose a tope, hasta que el primero empezó a correrse sobre mi culo y luego los otros tres hicieron lo mismo, aunque algunos me untaron la espalda con su leche.
Cuando todos terminaron, se reían complacidos y hacían comentarios vulgares, yo me fui, extenuada del esfuerzo de sostenerme en el sillón. Recogí la ropa y me fui al baño a vestirme y como no me dijeron nada, salí del baño y sin que se dieran cuenta, abrí la puerta y salí del apartamento, a la calle. Aun estaba oscuro, hacía mucho frío y me fui para mi casa, cansada pero feliz por lo putona que había sido y por la suerte que había tenido al poder disfrutar de cuatro pollas para mi sola.
Besos y hasta otra.