Relato erótico
Probando nuevas sensaciones
Era domingo por la tarde y empezó a navegar por internet. Entró en un chat de contactos y le llamó la atención una pareja. Es hétero pero, últimamente, sentía curiosidad en averiguar que se sentía con otro hombre. Chatearon, se conocieron y rápidamente conectaron.
Jorge – Barcelona
Hacía tiempo que fantaseaba e imaginaba estar con una pareja en la que el chico fuera bisex, porque, aunque siempre me he considerado hetero, esa curiosidad de probar una experiencia semejante hacía recorrer por mi cuerpo una sensación que me gustaba, y a la vez excitaba. Nada perdía por probar, y vaya que nada perdí, todo lo contrario. Conocí a Samuel y a Montse por internet, casualmente una tarde de domingo en la que empezamos a chatear, intercambiar opiniones y gustos. Este primer contacto fue muy bueno, pero claro, con un teclado de por medio se puede aparentar mucho y luego la realidad ser muy distinta. La cuestión que, a partir de aquella tarde, quedamos para ir conectándonos, ir hablando y conociéndonos poco a poco. Parecía que todo iba genial, así que intercambiamos teléfonos para whatsappear y decidimos concretar una fecha. Ese sería el gran día si todo iba bien, y vaya si fue bien. Quedamos a tomar una copa un sábado por la tarde, naturalmente nos habíamos visto previamente por fotos, algunas genéricas, y otras bastante más explícitas, más picantes, según nos íbamos conociendo. También habíamos tenido conversaciones telefónicas entre los tres, en la que nos contábamos qué es lo que nos gustaría hacer, propuestas, fantasías, etc.
En fin, conocernos lo máximo posible a través de la distancia. Quedamos en un local de la ciudad donde vivían ellos, muy cerquita de la playa. Rondaban los cuarenta y algo; Samuel era un tipo bastante grande, corpulento (que no gordo) y muy alto. Ella era más bajita que yo, muy guapa, delgadita, con poquito pecho, pero con unas buenas piernas, para mí perfectas, y un culo redondeado que merecía un 10. Ambos ya tenían experiencia en otros tríos e intercambios. Llegué al local en cuestión a la hora acordada, y ellos ya estaban allí, sentados en un sofá, habían elegido un rincón del local bastante discreto. Yo estaba bastante nervioso y cuando me vieron entrar, Samuel se levantó y me hizo un gesto de saludo para que me acercara hasta su mesa, me acerqué y nos saludamos.
He de decir que Montse llevaba un vestido azul cortito de esos que dejan lucir bien las piernas, con unos zapatos descubiertos, tacón alto, un sugerente escote y una abertura en la espalda que le quedaba increíble. Iba muy atractiva. Samuel iba con unos vaqueros y una camisa blanca. Por la hora que era, en el local no había casi nadie, lo cual daba mucho juego. Estábamos sentados en dos sofás pequeños enfrentados, con una mesita de por medio.
Al principio ellos se sentaron juntos en uno, y yo solo en el otro. Tras los nervios iniciales por mi parte, ya que ellos estaban bastante tranquilos, la conversación empezó a fluir y poco a poco fuimos tomando más confianza, recordando y riéndonos de todo lo que habíamos hablado las semanas anteriores.
La conversación empezaba a calentarse y ya entre algunas risas Montse miró a su pareja, se levantó y se sentó a mi lado, con una mirada pícara y guiñándome un ojo cruzó sensualmente las piernas dejando a mi alcance la vista de sus muslos, los cuales aproveché para acariciar en cuanto tuve ocasión, el cual nos hizo un par de fotos con su móvil. Pedimos otra copa y continuamos con la conversación, que cada vez se ponía más y más caliente. Para entonces, la mano de Montse ya recorría mi pierna constantemente. Entonces acercó sus labios a mi oído y me susurró que iba al baño, y que allí me esperaba. Se levantó, se acercó a Samuel y también le comentó algo al oído, y tras eso, se fue en dirección al baño. Con lo que me había dicho, mi erección era más que palpable, así que como pude intenté tranquilizarme para que no se me notara mucho, y Samuel me dijo que no tardara en ir al baño, porque Montse estaba muy cachonda y me estaba esperando, él se quedaría allí.
Así que me dirigí al baño, miré que no viniera nadie, toqué y ella enseguida abrió, me hizo espacio para que pudiera entrar y volvió a cerrar la puerta. Una vez dentro la agarré por la cintura y me lancé a su cuello. Ella hizo lo mismo, y enseguida empezamos a comernos la boca, mientras no podía evitar subirle el vestido y palparle el culo tan sabroso que tenía. Aproveché que la tenía bien agarrada para darnos media vuelta y así poder mirar desde mi posición al espejo que ahora tenía enfrente y disfrutar del espectáculo. La sensación de estar allí los dos y de que su marido estuviera fuera esperando, consciente de todo, me ponía malísimo. Me dijo que estaba deseando comprobar cómo nos lo montábamos entre los tres, y que si quería, ya era hora de irnos a otro sitio más tranquilo.
Por supuesto dije que por mí estupendo. Fueron un par de minutos totalmente intensos en aquel baño. Salimos de allí y volvimos al sofá donde esperaba Samuel. Pagamos y salimos dirección a su casa. Llegamos al apartamento, era pequeñito pero muy apañado, y con unas vistas al mar increíbles. Me llamó la atención que en una parte del salón habían colocado en el suelo un colchón con unas sábanas, estratégicamente colocado frente a un espejo.
Yo no pregunté, pero se notaba que ya lo tenían todo más que planeado por si salía bien nuestro encuentro. Montse dijo que le diésemos cinco minutos y Samuel me ofreció sentarme en el sofá, donde me preguntó si me apetecía que pusiera alguno de los vídeos caseros que alguna vez habían grabado. La situación me excitaba totalmente, y el buen rollo que había con ellos lo hacía todo muy fácil. Cuando vi las primeras imágenes del vídeo, allí estaban ellos, con otra pareja. En aquella escena se veía como Montse se comía al chico de la otra pareja, y la chica de la otra pareja, se comía a Samuel, al que, por cierto, se le venía una polla enorme, más grande de lo que parecía en las fotos. Samuel me preguntó si me gustaba, a lo que respondí afirmativamente. Como ya digo, era un vídeo grabado en aquel mismo apartamento en el que ambos hacían un intercambio con otra pareja. Aquello me excitó muchísimo y pude ver que a él también, pues se tocaba la entrepierna por donde se veía un bulto considerable. De repente se quitó el pantalón, y mirando el vídeo comenzó a masturbarse. Me impresionó aquella polla tan grande, tanto de larga como de gruesa. Ni corto ni perezoso, hice lo mismo. Estuvimos varios minutos viendo aquel video, masturbándonos y alternando la mirada entre el vídeo y nosotros.
Montse apareció con un conjunto de lencería que me dejó sin habla. Estaba tremenda, se fue hacia el colchón, donde con un gesto con la mano y a mí directamente, me dijo que si prefería seguir viendo el vídeo o ser protagonista de uno nuevo. Querían grabar nuestro encuentro, dije que sí, en parte me daba mucho morbo, pero les recordé que siempre que no lo publicasen. Así que Samuel sacó una pequeña cámara mientras yo me acercaba al colchón. Mientras él colocaba la cámara en un sitio estratégico, Montse me dijo que ahora tocaba continuar la fiesta que habíamos empezado en el sofá, pero desde el colchón, y con ella.
Pude ver que Samuel se acercó al colchón y Montse se acercó a él, le quitó todo lo que le quedaba, quedándose totalmente desnudo. Montse se arrodilló y empezó a masturbarle. Yo en ese momento ya me había quitado toda la ropa y me acerqué a ellos dos. Montse no había dejado de mirarme, me hizo un gesto para que me pusiera al lado de su pareja. Yo estaba súper excitado, y con su otra mano empezó a masturbarme. Enseguida empezó a chupársela a su marido, casi no le cabía en la boca; me imaginaba que cuando follaran la iba a reventar.
Mientras ella se la chupaba a él, su mano no dejaba de masturbarme, pero enseguida paró, me lanzó una mirada muy pícara y sacando la lengua se acercó a mi polla y empezó a chupármela, lo hacía de vicio, despacito y con dedicación, era increíble. Durante un rato estuvo intercambiando entre nosotros, ahora me tocaba a mí comérmela a ella. Me tumbé boca arriba y Montse se quitó su tanga, se puso de rodillas encima de mí para que pudiera comerle todo su coñito depilado y húmedo, mientras Samuel se puso delante para que Montse pudiera seguir chupándosela.
Me comía a Montse mientras mis manos le recorrían todo lo que podían, desde su culo hasta sus muslos, pasando del tacto de su piel al de las medias que llevaba puestas. Yo estaba a tope y ella empezaba a gemir, mientras veía que aumentaba el ritmo con el que se comía a su marido. Entonces le dijo a Montse que hiciera conmigo un 69 mientras grababa primeros planos. Me quedé tumbado y ella solo tuvo que darse la vuelta. Era super excitante y tanto ella como yo gemíamos excitadísimos por la situación. Yo pensaba que en cualquier momento me correría, pero entonces se levantó y de rodillas se acercó a Samuel y empezó nuevamente a chupársela. Yo me masturbaba cuando Montse me cogió de la mano, y acercó la mía hasta la polla de Samuel, me guiñó un ojo y me dijo que ahora quería ver como yo le daba placer a su marido.
Cogí aquella polla enorme, estaba durísima, y empecé a masturbarla, me gustaba hacerlo. Montse le daba lametones en la punta mientras yo la agitaba sin parar. Samuel ya había dejado la cámara y se limitaba a gemir y a decir que siguiéramos así. Montse se apartó un momento para recogerse bien el pelo, y sin dudarlo aproveché para meterme en mi boca aquella enorme polla. Evidentemente no me cabía entera porque era tremenda.
Me encantaba aquella sensación. Samuel me cogía de la cabeza y hacía movimientos hacía mí, me estaba follando la boca. Mientras me entretenía de rodillas hacia Samuel, Montse se entretenía mirando, tocándonos y tocándose ella. Samuel decía que le encantaba, y ahora era ella la que había cogido la cámara, después se acercó a mi posición y me ayudó a comerle la polla a Samuel. Nos turnábamos como animales en celo, esperando nuestra ración, la situación estaba muy caliente y Samuel insinuó que si seguíamos, se correría a no mucho tardar. Así que paramos, queríamos dar mucho más juego. Montse dijo que era hora de pasar a la acción, me preguntó si alguna vez me habían follado el culo con una polla tan grande.
Evidentemente dije que no, a lo que ella contestó que había llegado la hora, mientras que pude escuchar un suspiro de placer de Samuel, a quien a continuación pude escuchar decir que lo estaba deseando. Montse le preguntaba:
– ¿Quieres follarte el culito de nuestro invitado?
Y él, acelerando su respiración contestaba afirmativamente. Lentamente Montse me ayudó a ponerme a cuatro patas, poco a poco me estaba convirtiendo en su esclavo sexual, iban a hacer conmigo lo que quisieran, y a mí me excitaba enormemente esa sensación, una sensación nueva para mí. Además, como había un espejo al lado, éramos espectadores de nuestros propios actos, pudiendo ver todo en todo momento. Así pude ver como Samuel se ponía el preservativo, mientras Montse le acercaba un tubo de vaselina para facilitar la tarea.
A continuación, ella se colocó delante de mí con las piernas abiertas y me dijo que quería que le comiera el coño mientras su marido me follaba, así que se acercó a mí, colocó un cojín sobre su espalda y con la cámara en mano se dispuso a relajarse, mientras yo me la comía con todas mis ganas. Entonces fue cuando empecé a notar que Samuel me lubricaba bien. Cuando terminó noté como algo intentaba abrirse paso dentro de mí, muy poco a poco al principio, como jugueteando. Era una sensación extraña y a medida que pasaban los segundos, notaba como poco a poco mi cuerpo iba dejando entrar a Samuel. Al principio, sentía dolor, un dolor extraño que poco a poco daba paso a otra sensación, a la de placer.
Por un momento paré de comerme a Montse, ella me agarró suavemente la cabeza y me volvió a acercar hacia ella para que no parase, yo emitía gemidos, mientras que Samuel ya me había penetrado. Entonces noté sus manos que agarraron mis caderas y las empujaba hacia él, al mismo tiempo que empujaba para coger el ritmo adecuado.
Los segundos y los minutos iban pasando, y los gemidos de los 3 inundaban la habitación, fue uno de los momentos más excitantes que he podido vivir. De vez en cuando aprovechaba para mirar al espejo y disfrutar como un espectador de la escena. Samuel embistiéndome por detrás y Montse deseosa de que me la comiera mientras de vez en cuando sacaba fotos. Al cabo de un rato noté como Samuel aceleraba el ritmo y sus gemidos, estaba a punto de correrse, se apresuró a liberar su polla, quitarse el preservativo y a derramar su corrida sobre mi culo y parte de mi espalda. Noté una generosa corrida, caliente, mientras sus gemidos lo delataban. Montse se apresuró a colocarse en la misma posición en la que había estado yo, invitándome a follarla, mientras Samuel volvió a coger la cámara. Obedientemente me dispuse a ello, empecé a embestirla, muy excitado.
Miraba el espejo viendo la escena, no pude aguantar mucho más, quería correrme y así se lo hice, me corrí sobre su culo y espalda. Con Samuel y yo “listos”, faltaba Montse, así que después de limpiarnos, me pidió que les grabase. Ella se tumbó hacia arriba y Samuel, empalmado de nuevo, se puso a follarla con fuerza. Me volví a excitar viendo la escena; Montse tenía las piernas en alto, Samuel le sujetaba los tobillos y la empujaba muy fuerte. Ella se masturbaba y yo que no quería quedarme quieto, quise acariciarle las tetas. Ella me miró y entre jadeos me acerqué, de nuevo los tres en acción, y esta vez sus gemidos quedaban ahogados mientras me chupaba mi polla, que volvía a recuperar su erección. Montse no tardó en correrse.
Aquella pareja era una bomba, y lo mejor de todo es que todavía no había acabado. Paramos y aprovechamos para relajarnos un poco mientras hablábamos de lo sucedido. Hablando de lo ocurrido minutos antes, nuestras pollas volvieron a manifestarse en acción, cosa que Montse advirtió, y con una sonrisa en la boca dijo que se pusiera de pie quien quisiera una nueva sesión de chupeteo. Evidentemente allá que fuimos Samuel y yo, que en pocos segundos volvíamos a sentir aquella boca y aquella lengua recorrer nuestras pollas.
Hizo que nos juntásemos bastante para poder juntar las dos a la vez y jugar con ellas, mientras nosotros nos derretíamos del gusto. Una vez estaban encendidos los ánimos de nuevo, volvimos a la acción, Samuel se colocó detrás de Montse y me dio la cámara. Se puso un preservativo, me explicó que iba a metérsela a Montse por el culo, mientras ella seguía comiéndome.
Montse se colocó en posición a cuatro patas y mientras Samuel, con alguna dificultad conseguía penetrar analmente a su mujer, yo disfrutaba como nunca grabando y siendo comido por ella, que intentaba ahogar sus gemidos mientras se metía mi polla en su boca. La calentura volvía a apoderarse de nosotros, el ritmo de Samuel aumentaba, parecía que iba a reventar a Montse. Sus gemidos iban en aumento, y de repente Samuel me dijo si quería intercambiar posición, no tardé en hacerlo. Dejé la cámara a un lado para concentrarme y disfrutar mucho más. Me coloqué el preservativo y penetré analmente a Montse. Lo hacía suavemente al principio, y poco a poco me soltaba más y más, dejándome llevar completamente.
Samuel cogió la cámara y se centró en grabar mientras Montse se la comía a él, era una escena muy excitante a la que no me pude resistir mucho más, quería y necesitaba correrme de nuevo, me quité el preservativo y me puse en manos de ella, que no tardó en hacerme derramar sobre su cara toda mi corrida. Estaba extasiado, nunca hubiese imaginado que aquella experiencia iba a resultar tan placentera y excitante para mí.
Como Montse todavía estaba muy excitada, Samuel me sustituyó, se tumbó y ella se colocó encima para cabalgarlo salvajemente. Montse dominaba ahora y no tardó en sentir un nuevo orgasmo. Mientras Montse se reincorporaba, ella y Samuel se miraron a los ojos, evidentemente faltaba él por terminar, así que de nuevo se colocó de pie y ella de rodillas ante él, me acerqué y me puse al lado de Montse. Jugueteábamos con nuestras lenguas sobre su polla mientras Samuel se retorcía de gusto, escuché un gemido prolongado y profundo de Samuel y empezó a correrse.
Cuando nos relajamos un poco y nos limpiamos, me preguntaron si me había gustado la experiencia, les respondí que había sido la mejor y más excitante que había podido vivir. Un placer del que siempre guardaré el mejor recuerdo.