Relato erótico
Pintor de “brocha” gorda
Se encontró con una amiga que regentaba un negocio y le dijo que si conocía a alguien que pudiera pintar la fachada de su tienda. Tenía que ser fuera de horario para no entorpecer el funcionamiento de la tienda. Se ofreció gustoso. Era una mujer guapa y muy sensual y además le gustaba mucho.
Antonio – ZARAGOZA
Tengo una amiga, que por cierto es la mujer más sexy que he conocido ya que tiene un cuerpo perfecto, con las curvas suficientes para pensar que cuando Dios creó la mujer la tuvo a ella en su mente y eso permitió que la raza humana se multiplicara forzosamente, pero como decía antes, esta amiga, con la que tengo amistad desde hace varios años, siempre pensé que hacer el amor con ella podría ser algo sublime, aunque nunca me atreví a insinuarle nada.
Pues bien, esta amiga, un día que nos encontramos tomando un café, me dijo que tenía necesidad de que le ayudaran a pintar la fachada del comercio que tiene y no era posible encargarlo a un equipo de pintores ya que estos lo realizan en horario de atención al publico con lo que la venta se podría resentir.
Me brindé encantado a ayudarla a pintar en horario anterior a la apertura habitual del comercio y acordamos realizarlo a las 7 de la mañana del miércoles siguiente para lo cual preparé el material oportuno, rodillo, brochas, pintura etc.
Llegado el miércoles me presenté en su casa para recogerla a las 7 como habíamos quedado y cuando abrió la puerta allí estaba yo con una bolsa en la que llevaba ropa adecuada para cambiarme y dirigirnos hacia su comercio. Mi sorpresa fue que ella aún no estaba vestida para salir por lo que deduje que se había dormido, aunque su aspecto era excelente. Es una mujer preciosa y como he dicho antes muy sensual. Me hizo pasar y la acompañé al interior de su casa un poco inquieto porque veía que se nos iba a pasar el tiempo previsto para pintar y probablemente no terminaríamos antes de las 9 de la mañana, como estaba previsto. Le sugerí que podría ir cambiándome de ropa en el salón mientras ella terminaba de vestirse en su dormitorio, para ganar tiempo.
– Es mejor que te cambies en mi dormitorio y así podrás colgar tus ropas en el armario – me dijo.
– De acuerdo – contesté un poco cohibido.
Comencé a quitarme la ropa que llevaba puesta y observe por el rabillo del ojo que ella se quitaba el albornoz y me dejaba ver su magnifico cuerpo completamente desnudo, con lo cual lo que yo me imaginaba que escondía debajo de sus ropas, era una maravillosa realidad. Enseguida aparté la mirada y me fui a una esquina de su habitación a desvestirme, situándome de espaldas para mantener la discreción. Detrás de mí oía el ruido de ropa y cuando estaba ya solo con el slip para comenzar a ponerme la ropa de trabajo, oí su voz diciéndome:
– Date la vuelta un momento.
Me giré y mi sorpresa fue mayúscula al ver que estaba dentro de su cama, tapada hasta la barbilla, con una sonrisa pícara y ojos brillantes, que invitaban a todo.
– Ven aquí conmigo, que quiero sentirte a mi lado – dijo a la vez que separaba la sábana y el edredón del lado izquierdo de su cama.
Rápidamente me introduje en ella y una corriente de excitación recorrió todo mi cuerpo sintiendo que mi miembro se endurecía rápidamente dentro del slip, ella se pegó a mi cuerpo en una caricia indescriptible, haciéndome sentir su calidez y mis manos enlazaron su cuerpo en un abrazo lleno de deseo de acariciar cada centímetro de su anatomía.
Con mis manos acaricié sus pechos perfectos deteniéndome en sus pezones que se habían puesto duros a la vez que con mis labios buscaba los suyos fundiéndonos en un beso suave y lleno de pasión.
Así estuvimos unos segundos hasta que mi lengua comenzó a recorrer su cuello desde de debajo de la oreja hacia la nuca, y luego le pedí que se pusiera de espaldas y con mi lengua, lentamente, fui recorriendo su espalda a lo largo de su columna acariciando con la punta de la lengua de izquierda a derecha sus costados hacia el final de la misma. Ella se retorcía de placer mientras a la vez mis manos recorrían los laterales de su cuerpo desde la altura de los pechos hasta sus caderas.
Cuando llegué al final de su espalda con mi boca, introduje mis manos por debajo de sus caderas y lentamente dirigí mis dedos para acariciar su pubis, sintiendo un deseo irrefrenable de introducir mis dedos en su raja para masajear su clítoris, que estaba húmedo y cálido demostrando que mis caricias le llenaban de placer y el deseo se manifestaba en sus movimientos y pequeños sonidos.
Al rato se dio la vuelta y con sus manos me quitó el slip dejando libre mi verga, que estaba al máximo de su tamaño y que cogió con su mano sintiendo mi deseo y mi pasión. Como estaba tumbada de espaldas acerqué mi boca a su pubis y con la lengua acaricié su vello bajando hacia su clítoris que acaricié con firmeza y ansia. Ella comenzó a emitir gemidos de placer y sus palabras y movimientos me pedían que siguiera así penetré con la misma entre sus labios notando el jugo de su excitación y aumenté la presión con mi lengua en el interior de su precioso coño, que había quedado al descubierto al abrir sus muslos totalmente.
Ella rodeó con sus piernas mi cuello y en ese momento sentí que llegaba al orgasmo a la vez que me pedía que la penetrara ya. Me entretuve unos segundos en los alrededores de su coño con movimientos hacia los muslos y luego comencé a subir de nuevo mi lengua hacia su pubis, el ombligo, el canal entre sus pechos, a la vez que situaba mi miembro en la entrada de su cueva de amor. Mientras le mordisqueaba los pezones, lentamente comencé a presionar con mi polla su clítoris en un movimiento hacia abajo entrando entre sus labios e insertándolo dentro de su vagina y ahí fue el delirio.
Apretó con sus manos mi espalda y cuello a la vez que llegaba otra vez a un orgasmo más intenso que el anterior, entrelazando sus piernas en mis caderas, pidiendo que siguiera con voz ansiosa hasta derramar dentro de ella mi zumo de vida, pero no sabía que mi intención era hacerla sentir el máximo placer y que estaba controlando mi eyaculación para hacer de ese momento algo especial, por lo que saqué mi miembro de su chocho y bajé de nuevo con mi lengua a acariciar sus labios y beber sus jugos lo que la hizo gritar de pasión.
Mientras me comía literalmente su coño, se retorció para alcanzar mi verga con su boca y la introdujo dentro acariciándola con su lengua. En ese momento llegó nuevamente y a punto estuve de correrme, pero haciendo un esfuerzo conseguí no llenar su boca con mi semen y con un rápido movimiento la coloqué de espaldas sobre la cama y la penetré salvajemente a la vez que fundía mi boca con la suya en un beso interminable. Rítmicamente me movía con mi polla dentro de su coño entrando y saliendo, restregando de arriba abajo la cabeza de mi miembro entre sus labios hacia y desde el clítoris, penetrándola ora con fuerza ora suavemente. Sus orgasmos se sucedían sin cesar a la vez que mis dedos acariciaban su vulva y mordía sus pezones, ella gritaba de placer y devolvía mis caricias como podía solicitando que le inundara su vagina con mi semen. Pero aún era pronto y así seguimos haciéndole sentir infinidad de veces el placer, besando, lamiendo, mordiendo y penetrándola repetidamente, hasta que llegamos en un orgasmo interminable ambos mientras gritaba como una loca mi nombre y yo susurraba el suyo.
Del tiempo que pasamos juntos no nos habíamos percatado, hasta que al mirar la hora descubrimos que hacía dos horas largas que tenía que haber abierto su negocio, y puesto que era media mañana, había que salir corriendo, a pesar del temblor de piernas que ambos teníamos.
Mientras nos vestíamos me dijo que nunca había sentido tanto y que no podíamos dejar de vernos para repetir esa experiencia, lo cual me encantó.
Días después, una amiga suya me sorprendió cuando me comentó que teníamos que quedar a tomar algo ya que tenía que comentarme un tema sobre el que mi amiga le había hecho pensar, cuando le pregunté.
– ¿De que se trata?
Su respuesta fue:
– Yo también quiero sentir el éxtasis.
Besos Charo y ya te contaré lo que ocurra con esta chica.