Relato erótico
Muy zorra y muy golfa
Se define como muy golfa, caliente y, con el consentimiento de su marido, muy putona. Ha años que ella folla con otros hombres, y cuando llega a casa se lo cuenta al cornudo de su marido. Dice que el sexo entre ellos ahora es salvajemente bueno.
Aitana – Renteria
Hola a todos, me llamo Aitana, tengo 42 años y me gustaría contaros como conseguí que mi marido, “consintiera” que follara con otros hombres.
Desde muy joven he sido muy caliente y cachonda, me encanta ir a fiestas, ser de las primeras en llegar y la ultima en salir de ellas muy bien servida de alcohol, así como vestir siempre muy provocativa ya que me gusta que los hombres me miren y se les levante la polla. Tengo una buena figura, una cara guapa, o eso dicen, las piernas y el trasero son mi fuerte y mis grandes tetas están muy duras todavía, soy rubia, pelo largo, un poquito por debajo de los hombros, mido 1,72 m y peso 62 kg.
Después de doce años de casados y de tener una sexualidad muy buena con Borja mi marido, aparte de mis escapadas con mi ex jefe del trabajo así como algunos amigos las cuales mi marido se imaginaba pero nunca lo pudo comprobar, comenzamos a fantasear y él me comentó que le encantaría verme follando con otro hombre. De momento no acepté, pero le propuse que me autorizara buscar alguien con quien hacerlo y regresando a casa yo le contaría como se había portado su “nenita”, así me llama él cariñosamente, y más adelante intentaríamos hacer realidad esa y muchas fantasías más, cosa que él estuvo de acuerdo y así comenzaron mis salidas siendo estas casi siempre en viernes por la noche.
Al regresar a casa yo le contaba con lujo de detalles a donde había ido, como me había comportado y hasta en que posiciones me habían puesto para follarme, terminando ambos en la cama con otra follada fenomenal, tratándome como una puta, cosa que a él le excita muchísimo sobre todo cuando yo le sigo el juego y para ser honesta, cada vez me gusta más que me trate así. Ahora te comentaré una de las salidas más excitantes que he tenido.
Un viernes, al mediodía, llamé por teléfono a mi marido diciéndole:
– ¿Cómo estás mi vida?
– Bien nenita ¿y tú?
– Muy bien.
– ¿Cómo pinta el día, acabaras temprano de trabajar?
– Yo creo que sí.
– ¿Pasa algo?
– No amor, solo que me llamó un amigo y dice que si le puedes prestar a tu nenita, para llevarla a portarse mal esta noche. -le dije y la voz sensual que utilicé creo que lo excitó para seguirme el juego-
– ¿Y la nenita quiere salir?
– ¡Sí, me encantaría! -exclamé.
– ¿Y quien es ese cabrón que se quiere follar a mi esposa?
– No lo conoces, es un antiguo amigo de mi oficina.
– Seguro ya le has dado el culo alguna vez ¿verdad?
– No amor, cuando fuimos compañeros de trabajo solo fueron caricias y besos pero ahora que quieres fantasear podemos utilizarlo a él.
– Pues entonces, como a las siete de la tarde estaré en casa, llama a tu amigo y dile que puede pasar por ti a las diez de la noche, no te arregles, yo mismo te ayudaré a hacerlo para que vayas muy guapa.
– Gracias mi vida, así lo haré y te espero a la tarde.
Avisé a Carlos, mi antiguo jefe, que saldría con él esta noche, llevé a mis hijos a la casa de mi madre y esperé a Borja en casa. A eso de las siete llegó mi marido y de inmediato noté su excitación llevándome a un sillón de la sala para decirme:
– ¿Así es que mi mujercita va a salir a divertirse hoy por la noche?
– Sí, mi amor.
– ¿Y como se va a comportar?
– ¿Cómo quieres tú, que me comporte?
– ¡Lo más puta y descarada que puedas!
– Así lo haré, mi vida, y qué conste que solo lo hago para darte gusto.
Y reímos los dos revolcándonos en el sillón trasmitiéndome su excitación. Un rato después de los besos y manoseos me llevó al baño para bañar a su nenita ya que tenía que salir bien limpita. Ya en la bañera le hice una gran mamada y luego me folló de maravilla. Yo me quedé en el baño secándome y maquillándome mientras él fue a la sala y regresó con dos chupitos de whisky, los cuales bebimos para que me comenzara a poner a tono en mi gran noche. Mientras los tomábamos me ayudó a elegir la ropa que usaría, escogimos un tanguita muy chiquito de hilo dental con adornos de encaje que me queda súper, color azul cielo me lo coloqué junto con mis sandalias de tacón alto y delgado, una minifalda de color blanco cortísima, con una abertura a cada lado, lo que hacía que resaltaran mis muslos, acompañada de una blusita delgada sin sujetador, muy entallada del mismo color del tanga.
A continuación fuimos a la sala para seguir bebiendo, allí nos volvimos a besar de lo lindo y siguió ayudándome a maquillarme y secarme el pelo, así mismo yo hacía de modelo como si estuviera en una pasarela mientras los chupitos seguían fluyendo. Para ser sincera la excitación comenzaba a crecer, creo que más en mí que en él. Faltando 15 minutos para las diez yo estaba preciosa y muy animada por la bebida ingerida y lista para salir a divertirme. Entonces sonó el teléfono y era Carlos quien me avisaba que estaba fuera de mi casa. Di un beso a Borja y le dije:
– Dentro de un rato nos vemos, mi amor.
– Sí, mi nenita, pórtate muy mal y olvida la moral por esta noche.
– ¡Claro, así lo haré y va por ti! – le dije.
Salí meneando las caderas muy provocativamente. Carlos me esperaba en la calle a un lado de su coche y me recibió con un beso cachondísimo y de inmediato sus manos se apoderaron de mi culo tirándome hacia él y restregándome su verga bien dura por mi vientre, y mientras él disfrutaba conmigo yo podía sentir la mirada de Borja desde la ventana que me taladraba el trasero. Subimos al coche y partimos. Inmediatamente que arrancamos Carlos comenzó a meterme mano por todos lados como lo hacía cada vez que salía con él, yo no quise quedarme atrás y con mi mano busqué su verga, que estaba durísima y muy grande, no pude contener la excitación y me incliné para mamársela un buen rato, pero suspendiendo la mamada para que no se fuera a derramar en mi boca tan temprano.
Pronto llegamos a un antro de no muy buena calidad pero muy animado en el cual había varias chicas de las llamadas de “la vida” y eso me hizo de alguna manera compararme con ellas y darme cuenta que estaba mucho mejor que la mayoría, también me dio mucha confianza para desenvolverme en ese ambiente de luz muy tenue con olor a alcohol, cigarro y sexo, como si realmente fuera una de ellas ya que Carlos, desde que entramos y dándose cuenta que el lugar no me disgustaba, me trataba como a una zorra. Durante toda la noche me estuvo manoseando las piernas y coño por debajo de la mesa igual que yo lo hacía con su polla y estando en la pista de baile, que era pequeña y por lo mismo se llenaba mucho, sentía de repente que otros hombres que también bailaban aprovechaban para meterme mano y eso me estaba excitando más. En un momento dado me dirigí al baño y en el trayecto pude oír un sin fin de comentarios así como notar algunas sobadas de varios hombres. Estando en el baño entró una chica muy espectacular quien, con una sonrisa, me preguntó:
– ¿Hola… eres nueva aquí?
Yo, por la misma calentura y excitación que traía, le seguí el juego y le contesté que sí, comentándome ella:
– Pues estás muy bien, seguro que pronto tendrás mucha clientela.
– ¿Tú crees?
– Claro – añadió, comenzando a caminar alrededor de mí como revisándome por todos los ángulos – ¿Y le entras a todo?
– Sí, claro – le contesté.
– A ver si es cierto…
Acto seguido me rodeó con sus brazos y llevó su boca junto a la mía dándome un beso espectacular, lleno de lujuria como nunca nadie me lo había dado, su lengua se apoderó de la mía y jugueteó con ella como quiso, provocando que mi cuerpo sintiera una descarga y una humedad intensa en mi coño. No dejó centímetro de mi cuerpo sin recorrer y besar mientras me introducía dos dedos en el chocho y acariciaba mi ano con una maestría inigualable. Luego fue bajando hasta llegar a mamar mi coño mientras yo cerraba los ojos hasta que llegó un orgasmo que no encuentro palabras con que explicar. Ya repuesta, salimos del baño y nos dirigimos cada cual a su mesa.
Como a las tres de la mañana salimos Carlos y yo del lugar para dirigirnos a un motel que esta camino de mi casa, allí tuvimos una sesión de sexo completísima desde mamar y penetrarme por el chocho y ano, para que posteriormente me llevara a mi casa. Eran aproximadamente las cinco de la madrugada y casi llegando a casa llamé a Borja para informarle que en unos minutos llegaríamos, indicándole a Carlos donde aparcar ya que yo sabía que Borja seguramente me estaría espiando. Todavía en el coche, Carlos y yo nos metimos mano por enésima ocasión, cosa que me volvió a poner a mil ya que miraba yo hacia mi ventana y la sombra de mi marido se notaba reflejada en las cortinas. Súper calentísima decidí que bajáramos del coche, apoyándome en él y colocándose Carlos frente a mí para seguir el cachondeo.
Él aprovechó para subir un poco mi falda de por sí cortita, y sacarse la verga del pantalón para enterrármela de un tirón en el coño, follando de pié y sabiendo que el espectáculo para Borja estaba garantizado. Nos corrimos ambos y nos despedimos con un beso quedando en llamarnos pronto, caminé hacia la casa moviéndome como una putona y así entré con una sonrisa de oreja a oreja preguntándole a Borja:
– ¿Qué tal, cariño, espiándome desde la ventana?
– ¡Solamente un poquito! – contestó.
Casi corriendo fue hacia mí para abrazarme y manosearme toda, metiendo su mano entre mis piernas y llegando a mi coño que aun guardaba la leche de Carlos.
– ¡Estás empapadísima y ni siquiera llevas bragas!
– ¿No es así como querías que llegara tu golfita a casa? Le regalé a Carlos mi tanguita porque me dijo que la guardaría como un trofeo de esta noche. ¿Te gustó ver como se la meten a tu esposa?
– Me encantó, mi amor.
– ¿Quieres saber como se portó la putita de tu mujer?
– ¡Claro!
– Pues sírveme una copa y vamos a la sala para presumir con lujo de detalles de todo lo que hice
Allí en el sillón le conté todo lo que hice, a donde me llevaron y como me trataron en mi salida, luego le saqué la verga de su pantalón, la cual mostraba una erección increíble con todas sus venas marcadas a lo largo de ese garrote que de inmediato me llevé a la boca y después de varias lengüeteadas y mamadas a ese enorme palo me llegaron chorros de leche caliente hasta la garganta.
Así estuvimos un buen rato para después irnos a la cama y echar el último polvo de la noche y así quedar rendidos ambos, prometiéndole que cada vez que dejara salir de casa a su “nenita” ella se portaría peor. Nos quedamos dormidos y al rato al despertar me besó y me dijo:
– Cada vez te amo más por putita, mi nenita linda…
Besos y hasta otra.