Infidelidad

Por puro aburrimiento, entró en un chat. Conoció a un hombre con el que empezó a “intimar”, incluso pusieron en práctica alguna que otra fantasía sexual. Un día le dijo que quería conocerla y se citaron en un parador de su ciudad.

Ana – Lérida
Me llamo Ana, y os voy a relatar una aventura que tuve hace unos meses. Todo empezó como un juego, un día entré en un chat de Internet y nos conocimos. Él se llama Andrés y es de un pueblo de Pamplona yo vivo en Lérida Casi todos los días chateábamos y nos íbamos contando nuestros pensamientos y poco a poco nos fuimos haciendo amigos y cómplices de nuestros pensamientos eróticos.
Los dos estábamos casados, pero eso no nos importó pues teníamos los mismos pensamientos morbosos, yo sabía cosas de él que nadie sabía y lo mismo él de mí.
Poco a poco me fue iniciando en la masturbación, cosa que antes, me era impensable. Todo lo que él me decía yo lo hacía y se lo explicaba al día siguiente y así nos excitábamos los dos. Él me daba como una tarea a realizar y cuando no me decía nada era yo la que le preguntaba, que era lo que quería que hiciese. Una vez nos propusimos masturbarnos el mismo día a la misma hora pensando uno en el otro, y llamarnos para contarnos las sensaciones que habíamos tenido. Fue una bonita experiencia pero eso ya, os lo contaré en otro relato.
Aquello fue cada vez a más y no podíamos estar un día sin conectar y contarnos uno a otro las fantasías sexuales que teníamos.
Yo soy mayor, tengo 50 años, soy “ama de casa aburrida” con los hijos mayores y sólo he conocido a un hombre a mi marido que llevamos juntos más de treinta años.
El tiene 45 años, separado y con una pareja, una chica más joven que él y está esperando su primer hijo. Pero lo primero que me dijo que la edad no era barrera, pues desde el Chat y hablando y contándonos nuestras fantasías no tenía edad. Así estuvimos bastante tiempo, hasta que un día me dijo que me tenía que conocer, yo no quería pues eso implicaba ya, otra cosa, además vivíamos en ciudades diferentes.
No sé como sucedió pero él vino a Lérida y nos citamos en un parador.
Yo lo conocía, pues me había enviado varias fotos, pero él a mí no. Sólo me había descrito como era, no muy alta, color de pelo castaño y no muy delgada, un poco metidita en carnes. Así que sentada en el bar del hotel, lo vi entrar, y el corazón me dio un vuelco, lo reconocí enseguida, claro.
Se puso a buscarme, me puse de pié y se acercó a mi Yo iba vestida como él me había pedido, zapatos de tacón altos, medias negras, falda de tubo negra y blusa blanca y un chal de color turquesa, color de mis ojos.
El pelo lo tengo en media melena castaño con mechas rubias.
Nos saludamos, pero se acercó y me dio un beso.

-Estaba deseando hacer esto desde hace mucho tiempo –dijo-
Nos dirigimos a la recepción y recogimos la llave de la habitación que él había reservado. Mientras subíamos las piernas me temblaban, como si fuese una adolescente en su primer encuentro.
Ya en el ascensor, se dio cuenta y me cogió de las manos, se las llevó a los labios y volvió a besarme, diciendo:
-No temas, es nuestro deseo, lo pasaremos bien y disfrutaremos, no hay nada malo en ello, ahora sólo existimos tú y yo, no hay nada entre nosotros ni compañero ni compañera.
Solo, pude decir:
-Es que soy tan mayor
-No seas tonta, eres preciosa, además, me gustan las mujeres con experiencia.
-Yo no tengo experiencia, tú me has enseñado más de lo que yo sabía -le dije-
-Pues ahora, lo pondremos en práctica -añadió- y sonriendo abrió la puerta de la habitación y entramos.
Sin mediar más palabra, se acercó a mí, empezó a besarme muy suavemente en los labios, mientras que con sus manos acariciaba mi espalda y empezó a besarme en el cuello y en las orejas, mordisqueándolas. Me desabrochó la blusa, Yo le fui acariciando también y poco a poco nos fuimos poniendo cada vez más calientes, hasta que nuestros besos se convirtieron en un morreo salvaje.
Me dio un pequeño empujón y caí de espalada en la cama con él encima.
Puso sus manos sobre mis tetas y tropezó con mis pezones dándose cuenta que estaban duros. Me quito el sujetador y empezó a besar mis pezones mientras susurraba que estaban riquísimos.
En ese instante me puse a gemir de placer y de un tirón me bajó la falda, dejando a la vista un pequeño tanga y la medias. Entonces le dije:
-Sigues chupando, no pares…
Entonces se arrodilló frente a mí, y empezó a lamer todo mi cuerpo acariciando con sus manos mis piernas, las cuales por inercia cerré. Entonces, él me miró a los ojos y cogió por un lado el tanga y lo rompió y lo sacó por una de las piernas.
Yo ya estaba mojada. Entonces se levantó y se desnudó, dejando libre su gran verga, ya toda tiesa y sonrosada.
Me levantó las piernas, y me las puso en el filo de la cama, poniendo su cara delante de mi chocho y dijo:
-Me encanta tener tu coño en mi cara, tienes los labios mojados. Además, me gusta tu olor, hueles muy bien.

Sacó la lengua y tocó con ella mi clítoris, empezó a besarlo y me puse a gemir como una loca, jamás había sentido un placer tan intenso, él seguía besándolo, y dándole con la lengua e iba metiendo la lengua dentro de mi chocho.
No sé cuánto tiempo estuvo, pero no quería que parase. De pronto paró y me dijo:
-Esto es sólo el principio, cariño…
Metió un dedo dentro de mi coño, sin dejar de lamer el clítoris. Y yo cada vez sentía más placer.
– Andrés, esto es maravilloso, jamás he sentido lo que hoy estoy sintiendo contigo –dije entrecortadamente-
Levantó la cabeza, me miró con ojos burlones, y dijo:
-Calla, este tiempo es nuestro y nada ni nadie, nos va a impedir, disfrutar de nuestras fantasías.
De pronto, se subió sobre mí y me puso la polla, delante de la cara y me la metió en la boca. Yo me puse a acariciarla con los labios, primero muy suave, después con la lengua, mientras con las manos acariciaba sus huevos.
Andrés, también disfrutaba, y decía:
-¡Así, amor, así!
Solo quería chupársela y hacerlo feliz, no me arrepentía de nada. De pronto, Andrés, se apartó y sin mediar palabra, me la metió con fuerza dentro en mi chocho. Empezamos a follar como posesos. ¡Hacia tanto tiempo que no sentía una buena polla en el coño!
Gemía de placer, me gustaba su olor, olía bien. Sólo deseaba que no parase, pero de pronto noté como se corría al mismo tiempo que yo tenía el orgasmo más largo y satisfactorio de mi vida.
No, no me arrepiento de nuestro encuentro, aún hoy siento su leche resbalando por mis muslos, aquél calor placentero. Aquél placer no se quedó en aquél instante, se ha prolongado hasta hoy.
Aquella experiencia, ha tenido un sentido para mí, la recuerdo con gran placer. Cada vez que mi marido sale de viaje y él puede viajar, nos volvemos a ver, a estar juntos, hemos tenido la valentía de ir muy lejos en nuestra historia de sexo. Colmamos todos nuestros deseos sexuales, nuestras fantasías, y después volvemos a nuestras vidas rutinarias.

Andrés, si lees este relato sabrás que te quiero mucho, eres mi objeto sexual y yo el tuyo, y jamás nadie sabrá lo mucho que nos respetamos. Pienso en ti constantemente.
Un beso.