Relato erótico
Me desmadré
Se traslado de ciudad y mantenía el noviazgo a distancia con él. Hablaban por teléfono, fantaseaban… pero era muy duro para ellos. Su novio fue a verla a primeros de año y cuando se despedían se enteró de que él le había sido infiel, solo una vez, pero la destrozó.
Leticia – Cádiz
Hola mi nombre es Leticia, tengo 23 años, soy rubia, de estatura media, piernas largas, culo bien redondo, tetas de mediano tamaño pero firmes, es decir una figura muy proporcionada. La historia que os voy a contar comenzó cuando me vine a vivir a Cádiz procedente de Lérida, donde tenía mi novio llamado Eduardo, el cual amaba con todo mi corazón. Llevábamos una relación maravillosa, no era muy atractivo pero tenía una personalidad excelente; fue mi primer hombre, mantuvimos relaciones sexuales frecuentemente y lo disfrutaba mucho, pensaba que era lo mejor que podía experimentar.
Cuando nos separamos sufrimos mucho pues la distancia era importante y no podíamos vernos. Hablábamos por teléfono y fantaseaba con él, hasta me masturbaba escuchando su voz e imaginaba su lengua metida entre mi húmeda vagina. A pesar de los enormes deseos sexuales que mantenía, ni se me pasó por la cabeza serle infiel, y la verdad que tenía muchos admiradores que me invitaban a salir, pero yo no accedía.
Durante el primer año conocí mucha gente y sobre todo hombres que me comían con su mirada, pero yo seguía pensando en Eduardo, a pesar de que algunos me parecían atractivos. Para un comienzo de año me llamó y me dijo que vendría a visitarme, me puse muy contenta de pensar que lo podría tener entre mis brazos y piernas otra vez. Cuando lo vi me paso de todo por la mente, el corazón se me quería salir, así que lo besé y abracé desesperadamente, quería que ese momento no terminara.
Durante su estancia no pudimos hacer mucho, pues mi madre vivía pendiente de nosotros, aunque a veces nos acariciábamos mientras nos besábamos. Así pasaron los días hasta que llego la hora de volver. Esa noche lo llevé hasta la terminal de autobuses y mientras esperábamos, conversábamos cosas triviales, hasta que él interrumpió el momento y me pregunto si había tenido relaciones sexuales con alguien en ese tiempo, de inmediato le respondí que no.
En ese momento me invadió una duda; no sabía si devolverle la pregunta, pues no me imaginaba lo que podía causar en mí una respuesta afirmativa, pero no me podía quedar con la duda así que le pregunte y él algo nervioso me respondió que sí, algunas semanas atrás había tenido sexo con una de mis amigas, con la que también hablaba mucho por teléfono.
Esa respuesta me partió el corazón, me fui para mi casa y toda la noche estuve encerrada en mi cuarto llorando y lamentándome de todo lo que había perdido por pensar solamente en él, así que decidí darle una vuelta total a mí vida y disfrutar de todo aquello que había perdido, necesitaba desesperadamente follarme a otro hombre.
Me convertí en una mujer extrovertida, todo lo que hablaba le ponía sentido sexual, mis gestos eran muy insinuantes. Los vecinos y amigos estaban sorprendidos por ese cambio radical de niña tierna a una zorra en potencia.
Fue así como Roberto, un atlético joven que siempre me molestaba se interesara más en mí, comenzó a perseguirme y yo le daba motivos para que se ilusionara. Una mañana mientras me bañaba sonó la puerta, me rodeé una toalla muy corta que solo tapaba la mitad de mis tetas y escasamente cubría mi rasurado coño. Salí a abrirla cuando me di cuenta que era él, que buscaba a mi madre para entregarle unos papeles sobre algo que le había solucionado, pero ella no se encontraba en cambio estaba yo, lo cual fue una sorpresa para ambos.
Abrí la puerta y le hice pasar, él me quito la toalla con la mirada, le pregunté si quería un café y él sin despegar la mirada de mi coño afirmó con la cabeza. En ese momento pensé que era la ocasión perfecta, pues el chico no estaba nada mal, incluso mejor que mi novio. Estaba sentado y me acerqué mirándolo a los ojos, dejé caer la toalla frente a él y le puse mis tetas en la cara, él se estremeció y me dijo:
– Leticia, estás muy buena, por fin se cumplirá mi deseo. Si supieras todas las pajas que me hice pensando en ti…
Comenzó a chupar mis pezones erectos y con la mano tocaba mí coño. Yo me estremecía de placer pues él no cesaba de morder, chupar y besar mis tetas de arriba abajo, mientras me introducía los dedos, entonces me levantó y me llevó hacia la habitación, me tendió en la cama y separó mis piernas, paso lentamente su lengua por mi clítoris y con sus manos amasaba mis tetas, me chupo el coño durante bastante tiempo, yo estaba en la gloria, entonces reaccioné, le bajé el pantalón y el slip dejando a la vista una buena polla muy dura, me la metí en la boca y empecé a mamarla sin parar mientras él me metía los dedos en el coño.
Hacía mucho tiempo que no tenía mi ración de sexo y eso fue genial, alcancé tres orgasmos. Nos separamos, me hizo poner a cuatro patas y me la empezó a meter desde atrás. De solo sentir el primer mete y saca dentro de mi vagina, me corrí, empezó a bombearme violentamente y eso me encantaba. Tenía mucho aguante para correrse, a lo contrario de mi novio. Aflojó la marcha y comenzó a meterme un dedo húmedo por su saliva en el culo, de inmediato le dije que no, que mi culo era virgen, entonces se acercó a él y metió su lengua por mi culo, lo cual me encantó, pues nunca me lo habían hecho.
Me di la vuelta y me metí su polla en la boca, le pasaba la lengua de arriba abajo y le chupaba los huevos. Me hizo parar y me tendió de nuevo en la cama metiéndome toda su polla en el coño, ¡era genial! Hizo unos cuantos movimientos bruscos y cuando me di cuenta que estaba gimiendo demasiado, lo aparté y sentí algo caliente en mi barriga y piernas, era su leche derramada, era una cantidad importante. En ese momento pensé en Eduardo y sentí una satisfacción enorme de haber follado con otro hombre.
Decidimos irnos juntos a la ducha, donde echamos otro polvo increíble. Después de esa experiencia maravillosa, los vecinos me miraban con una cara de malicia, creo que el idiota de Roberto les contó lo sucedido, cosa que a mí no me importó para nada.
Al cabo de unos días fui para una fiesta de unos amigos. Llevaba un vestido negro corto muy pegado al cuerpo, el cual me quedaba fabuloso. Cuando entre en la fiesta fui el centro de las miradas, pues resplandecía entre todas las mujeres de la fiesta por mis hermosas piernas largas y ese escote tan sensual. La fiesta estuvo muy bien, yo consumí bastante alcohol hasta al punto de sentirme mareada pero muy alegre. Salí a bailar y me movía muy sensualmente, cuando sentí alguien detrás de mí, me di la vuelta y era un hombre negro de casi dos metros de estatura. La verdad, nunca me gustaron los negros pero este fue diferente, tenía un cuerpo fantástico, un culo bien puesto y un bulto que resaltaba en su pantalón, aparte de que el alcohol ayudo un poco.
Estuve bailando el resto de la noche con él. Se llamaba Juan, jugaba a fútbol en un equipo de la ciudad. Mientras bailábamos no se cansaba de elogiar mi belleza y decía que era el hombre más afortunado de la fiesta. Fuimos a tomar algo para refrescarnos y nos sentamos, al rato de estar charlando me puso la mano sobre la rodilla y comenzó lentamente a subirla hasta casi tocar mí coño, yo estaba turbada pero comencé a sentir cosquillas en mí vientre y mi coño comenzó a mojarse. Cuando terminó la fiesta me propuso de ir a su casa, pensé que era muy tarde pero me pudo más el calentón, así que decidí acompañarlo a su casa.
En el taxi él me abrazaba y me besaba el cuello y al bajarnos nos dimos un beso apasionado, movía su lengua dentro de mí boca como nunca lo había sentido. Cuando entramos en la casa me llevó directamente a la habitación, me acostó en su cama y comenzó a pasarme sus manos por todo mi cuerpo. Me quito los zapatos y lamió mis pies. Yo estaba que reventaba, subió mí vestido y me dio la vuelta, quedando mi culo al aire solo con unas bragas de hilo dental. Comenzó a besar mis nalgas mientras halagaba mi culo.
Se levanto y aproveché para darme la vuelta y observar como se quitaba la ropa y como quedaba descubierta aquella gran verga negra. Cuando la vi, mi coño comenzó a sentir espasmos, no podía esperar a que me la metiera. Entonces se acercó, me quito el vestido y quede en bragas. Comenzó a chuparme las tetas y entonces sentí unas risas, traté de cubrirme rápidamente cuando de repente Juan dijo:
– ¡Salid ya muchachos!
Me sorprendí al ver otros dos negros y le pregunté quienes eran contestando:
– ¡Te presento a mis amigos y compañeros de cuarto!
Sentía el rostro ardiendo, me incorporé y me tapé bien con la sabana.
Uno de ellos dijo comentó que siempre habían follado con mujeres de color pero nunca se habían beneficiado a una blanca, por eso se habían hecho una paja mientras me miraban con muchas ganas. En ese momento sentí ganas de salir de ese lugar, pero algo me dijo “¡Quédate que esto puede ser genial!”. En ese momento pensé en Eduardo y lo racista que era y eso me hizo terminar de decidir en quedarme, el saber la cara que haría él cuando supiera que me entregaba a tres negros al mismo tiempo y que me convertiría en su esclava por unas horas.
Esa idea me puso muy cachonda, me relajé y volví a descubrirme. Ellos se acercaron, se desnudaron y Juan comenzó a chuparme las tetas, otro corría mí tanga a un lado e introducía sus dedos en mí coño y el otro puso su verga en mí boca, estaba tan excitada que tuve mi primer orgasmo inmediatamente. No podía creer lo que estaba haciendo, follando con tres tipos al mismo tiempo, nunca lo habría imaginado, ni en la mejor de las películas porno podía ocurrir esto.
Juan acercó su verga a la entrada de mi coño y comenzó a introducirla lentamente, no era muy gruesa pero si larga, los otros dos me ponían las vergas en mí cara para que las mamará, entonces Juan la metió toda y comenzó a moverse, yo gemía de placer, no podía creer que a mi chocho le entrara toda esa verga tan larga. Cambiaron de posición para que todos me la pudieran clavar, al tiempo que sentía orgasmos a cada momento.
Al rato uno de ellos me coloco a cuatro patas y comenzó a meterme el dedo en el culo, a lo cual del placer que sentía, no me opuse. De pronto miré al costado y vi un espejo que reflejaba la figura de tres negros poseyendo a una rubia, de verdad que era una imagen sugestiva. Uno de los amigos de Juan puso la verga en la entrada de mi culito virgen, mientras que el otro por debajo me lamía el coño y Juan solo nos admiraba. Entonces sentí un empujón en mí ano y trate de quitarme, pero me cogió por las caderas, acarició y dijo:
– Relájate, lo vas a disfrutar mucho.
Y así lo hice, trate de relajarme. Al comienzo fue horrible pero después fue maravilloso, los tres pasaron por el agujero de mí ano y me encantó. En un momento nos separamos, uno de los amigos de Juan se acostó y me dijo que me sentara en su verga, así lo hice, entonces llamó a Juan y le dijo que me la metiera en el culo. Esta posición solo lo había visto en las películas y nunca pensé que algún día la haría. Quedamos como un sándwich, con dos negros arriba y abajo y una rubia en la mitad.
Tuve por lo menos dos orgasmos mientras me atravesaban el coño y el culo, el tercero aprovechó y me puso su verga en la boca. El primero en correrse fue el que estaba debajo, después sentí como Juan también se había venido y por ultimo sentí leche caliente en mi boca.
Estaba tan excitada que me la trague toda, algo que nunca había hecho, pero la excitación de la situación me llevó a no tener limitación alguna.
Quedamos tendidos los cuatro en la enorme cama y nos dormimos inmediatamente. A la tarde siguiente nos duchamos, les mamé las vergas a los tres y recibí su leche al tiempo, quedando toda bañada. Me limpié, arreglé y me fui a casa muy satisfecha, deseando tener más y más…
Besos calientes para todos.