Relato erótico

Me acostumbró mal

Charo
13 de febrero del 2019

Nunca se hubiera imaginado que una imagen pudiera marcarle tanto la vida. Tuvo la oportunidad de ver desnudo a un amigo de su padre y aquella “herramienta” la impactó tanto que siempre comparaba.

Norma – Barcelona
Hola me llamo Norma, tengo 21 años y quiero contaros una de mis mejores experiencias sexuales. Esta sucedió cuando acababa de cumplir los 19 años, con un hombre llamado Sergio, amigo de mi padre. Tiene 55 años, está gordito (por no decir barrigón), con cabello canoso. Él siempre fue muy respetuoso y amable conmigo y con mi familia, pero desde hacía un tiempo, su trato conmigo comenzó a ser muy diferente. Recuerdo una vez que tuvimos una fiesta en casa, se acercó a hablar conmigo y de repente me susurró al oído que estaba muy buena y que nada más verme se ponía a cien.
Casos como ese siguieron siendo tan comunes que hasta llegué a acostumbrarme a escucharlos. Nunca se lo dije a nadie, pues pensé que no era tan grave el problema y que lo podía manejar sola, hasta que una noche ocurrió algo muy importante para mí, me dejó muy marcada. Hubo una reunión en mi casa de amigos de mi padre. Yo estaba arreglándome para salir y necesitaba un rimel de mi madre, así que me dirigí a su cuarto y empecé a oír ruidos extraños que venían del baño de mis padres, se oían voces, pero no sabia de quienes eran, entonces me dirigí hacia el patio trasero y me asome por la ventanita del baño.
Me quedé a cuadros cuando descubrí que era mi madre y Sergio. Ella estaba sentada en la taza del retrete mientras le chupaba la polla a Sergio. Me asusté, pero la curiosidad hacía que siguiera mirando. Me quedé sorprendida al ver el pollón que tenía y de como mi madre se lo chupaba y lo masturbaba con mucha rapidez, como si estuviera desesperada. Después le agarraba los huevos y se los metía en la boca. De pronto noté que estaba muy excitada por todo lo que estaba viendo, no lo podía creer, me seguía impactando el tamaño de esa polla. ¿Cómo podía mi madre metérsela en la boca? Era demasiado grande.
Siguió masturbándolo y chupándosela varios minutos, hasta que Sergio comenzó a gemir y a mover las caderas, entonces mi madre dejó de chupársela para empezar a masturbarlo rapidísimo, pasándole la lengua por la punta. Entonces él soltó un grito y de su gran polla comenzó a brotar leche y mi madre empezó a lamerla y a chupar como si de un caramelo se tratase. Que asco me dio… Así que me bajé y me fui a mi cuarto más excitada que preocupada por mi padre.
Jamás mencioné nada del asunto del baño, pero desde esa noche todo había cambiado para mí. Comencé a masturbarme más seguido pensando en Sergio, conseguí películas y revistas porno sobre hombres maduros, hombres con pollas descomunales, comencé a tener relaciones con mi novio, quien no tenia nada de experiencia y comencé a desarrollar un gran interés por los pollas grandes, de hecho, organicé un súper archivo en mi ordenador con las fotos de los tíos con las pollas más grandes de la red, era mi colección privada.

Fue pasando el tiempo sin poder quitármelo de la cabeza y aquel gran día llegó. Era un jueves por la mañana, mi novio me había acompañado hasta casa después de unos exámenes, me fui a mi habitación, puse la tele y me acosté en la cama. Llevaba un rato cuando tocaron el timbre, fui a mirar quien era y, sorpresa, era Sergio, le abrí la puerta y lo invité a pasar. Me dijo que se le había hecho tarde por tanto tráfico y que ya no alcanzó a mi padre en una cita de trabajo, yo cordialmente le pedí que lo esperara, a lo que acepto, se sentó y le ofrecí un vaso de limonada.
Era la oportunidad perfecta, la casa sola, y Sergio y yo solos, pero pensé que él no se atrevería a decirme lo de siempre, estando los dos solos, así que le dije que tenía que hacer un trabajo, que se acomodara en el salón y me subí a mi habitación resignada, puse una película para bajarme lo caliente que me había puesto su presencia. Mientras me masturbaba, pensaba en bajar y seducirlo, mientras más me calentaba, más me decidía a bajar, pero me daba mucho miedo.
Estaba casi por terminar, cuando abrieron la puerta, era Sergio, hasta la calentura se me quitó, me subí las braguitas rapidísimo pero, no me dio tiempo a quitar la película. Él entró, se puso a ver la tele, mi corazón comenzó a latir cada vez más rápido y me empecé a excitar. Sergio estaba muy cerca de mí y me preguntó si me gustaba la polla que estaba viendo, yo ya un poquito más caliente le respondí con la cabeza que sí, eso me hizo poner mucho más cachonda. Me preguntó justo lo que yo más había estado deseando desde hacía un año:
-¿Quieres ver la mía?
Yo sin dudarlo le respondí, que si y empezó a desabrocharse el pantalón. Entonces empecé a ponerme nerviosísima. Se bajó los calzoncillos y me quedé sin respiración y de pronto apareció ese riquísimo pollón que tanto tiempo me había hecho alucinar. Era más grande de cerca de lo que pensé. Sin pensarlo más me levanté, llevé a Sergio al sillón, lo senté, me arrodillé frente a el, le abrí las piernas, tome su cipote entre mis manos y comencé a mamárselo. Por fin pude sacar toda mi lujuria, era grandísimo, apenas cabía en mi boquita, era muy ancho.
Se la mamé de arriba abajo, poco a poco sentía como se iba calentando totalmente, se le estaba poniendo durísima. Empecé a masturbarlo con mis manos mientras se la mamaba, era tan larga que le podía hacer las dos cosas al mismo tiempo, estaba sabrosísima; con razón mi madre se la chupaba tan desesperada.
Sergio me pidió que me pusiera de pie, entonces me desabrochó la blusa, mientras yo lo ayudaba a quitármela, él saco mis tetas del sujetador y comenzó a chupármelas, me decía que tenía las mejores tetas, eso hizo que me sintiera muy bien, porque no son muy grandes. Me las succionaba fuertísimo, me dolía y más cuando me las mordía, que bien me las chupaba Sergio, ya no podía aguantar más, así que le pedí de volver a mamarle su polla, así que se acomodó otra vez, abrió sus piernas y se la mame de nuevo varios minutos más.

Me volvió a pedir que me pusiera de pie, así que lo hice, metió su cabeza debajo de mi falda, cogió una de mis piernas, la subió al sillón y comenzó a chuparme mi coño, totalmente rasurado. Me lo chupaba como nunca me lo habían chupado, me estimulaba el clítoris con su lengua habilidosa, que me hizo correrme unas cuantas veces. De pronto me cogió de la cintura y me hizo dar la vuelta. Empezó a chupar mis nalgas y a mordérmelas, en eso que sentí que su lenga trataba de alcanzar mi ano y como no llegaba muy bien, abrí mis piernas lo más que pude y sentí como sus manos abrían mi culo y su lengua por fin llegaba a mi agujerito.
Era una sensación incontrolable, muy diferente a la que sentía con mi novio, jamás me había sentido tan excitada, por fin estaba con un hombre de verdad. Me giré y agaché, comencé a mamarle su polla otra vez. Esta vez le chupé los huevos, mi excitación era tan grande que me sabían riquísimos. Lo masturbé y se la mamé por unos minutos, hasta que ya no aguanté más y le dije:
– Métemela ya Sergio, ya no aguanto más, la quiero sentir dentro de mí.
Me acosté en la cama, me abrí de piernas y él se me puso encima, sentía toda su barriga sobre mí. Después colocó su polla dentro de mi coño y comenzó a empujar, poco a poco y muy lentamente. Sentía su pollón dentro de mí. Empecé a sentir placer y dolor al mismo tiempo, que dolor tan riquísimo el que me causaba la rica polla que me estaban metiendo… Pronto el dolor se hizo tan fuerte que hasta solté un gran grito, ya la tenía toda dentro, sentía que me partía en dos. Entonces comenzó a bombearme lentamente, poco a poco iba subiendo el ritmo hasta que empecé a sentir un tremendo placer.
Entonces sin sacarme su polla, se apoyo en sus rodillas y se echó para atrás, fue cuando todo lo bueno comenzó, empezó a bombearme con el mismo ritmo y poco a poco fue subiéndolo, hasta que empecé a gritar como una loca y cada vez me bombeaba más rápido hasta que por primera vez en mi vida, tuve un orgasmo larguísimo, me duró mucho tiempo, gritaba como loca y él siguió follándome, proporcionándome un placer indescriptible.
Me pidió que me pusiera a cuatro patas y me empezó a montar desde arriba, me confesó que esa era su pose fuerte y lo comprobé, sentía que su polla me estaba destrozando el coño y lo sentía más adentro que estando acostada. Comenzó a follarme durísimo otra vez, hasta que volví a alcanzar otro placentero orgasmo, sin mencionar los gritos de loca que me hacía dar. Luego saque su polla y me di la vuelta para chupársela un rato más. Me recosté en la cama justo debajo de él y comencé a mamársela con dedicación y devoción.
Sergio se acostó en mis almohadas con su polla totalmente empinada; me tenía loca esa enrome verga, quería más y más.

Subí otra vez a la cama, abrí las piernas y empecé a bajar, hasta que me metí su pene y comencé a mecerme, era muy doloroso así que mejor me puse a cabalgar suavemente un buen rato, luego me dijo que me girara y sin sacarme el pene me di la media vuelta, me cogió por los pechos y comenzó a bombearme sin que yo me moviera, me decía que casi me cabía toda y lo podía sentir.
Así me estuvo follando unos 10 minutos, mientras me besaba y me chupaba las tetas. Luego empezó a gemir y me dijo que ya se iba, entonces me paré y me puse enfrente de él. Cogí ese rico pollón y empecé a masturbarlo y a chuparlo. Quería ver su esperma, quería sacárselo, sentirlo, olerlo, lamerlo, quería verlo brotar y justo cuando le estaba mamando los huevos, Sergio soltó un grito y se corrió de una forma brutal, tome con mis dos manos su polla y seguí masturbando hasta que le saqué hasta la última gota, para después lamerlo todo, que rico.
Después nos vestimos y Sergio se fue en busca de mi padre. Desde ese encuentro, hemos tenido otros encuentros, a cual más satisfactorio. Han pasado dos años desde entonces, he tenido varias experiencias con otros hombres pero nunca han podido superar mis relaciones con Sergio. Creo que no podré prescindir nunca de él. Llena mi vida sexual y por supuesto, todos mis agujeros…

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