Relato erótico
Más intimidad
Es su secretaria, ambos están casados y llevaban unos seis años trabajando juntos. Se llevaban bien, pero nunca pensó que viviría aquella experiencia con ella.
José Manuel – Murcia
Hola amigos de Clima, han transcurrido bastantes años desde que viví estas experiencias, pero reconozco que significaron mucho para mi, y que no las he olvidado ni creo que lo olvide nunca. Por si acaso, cambio nombres, ciudad y edades.
Soy abogado y en aquella época ya trabajaba en un bufete de renombre de la ciudad. Tenía 35 años y llevaba un año casado. Sara, tenía 29 años y llevaba 5 años casada.
Su cuerpo era como a mi me gustan. Buenas tetas, cintura estrecha, buenas caderas y gran culo. Se por experiencia que es difícil que todo esto se encuentre en una sola mujer, pero en el caso de Sara, era así.
Una tarde y a causa de un nuevo cliente le dije que tendríamos que quedarnos hasta tarde ya que al día siguiente se tenía que presentar el expediente en el Juzgado. Me dijo que abría ningún problema, que llamaría a su marido y se lo diría. Cuando colgó el teléfono dijo:
– No se porque me preocupo, estaba en casa con cuatro amigos viendo un partido de fútbol y eso que esta noche habíamos quedado en montar una cena intima y después – añadió con una sonrisa- un poco de sexo salvaje
Está claro que después de tantos años casados ha perdido el interés por mí.
Cuando oí aquellas palabras, no me lo podía creer, que hombre es tan idiota como para no aprovechar una noche con ella, pero claro, cuando estás casado a veces no valoras lo que tienes en casa. Entonces sin pensármelo le dije:
– Te doy mi palabra, si pudiera vivir una noche de sexo salvaje contigo, lo dejaría todo.
Lo que no esperaba es lo que me contestó:
– Mira José Manuel, desde que trabajo contigo me has gustado siempre y muchas noches cuando estoy con mi marido, creo que lo estoy haciendo contigo. Estoy harta de que me rechace, incluso creo que tiene algún lío con una mujer. Te aseguro que tengo tentaciones de montármelo con otro tío.
En cuanto dijo esto, se me quedó mirando y ya no tuvimos que decir nada más. Me acerqué a ella y le pegué un morreo impresionante. Debía de hacer tiempo que no tenía sexo, porque se me agarró con fuerza y mientras la besaba, y con mucho arte me sacó la polla del pantalón. No me lo esperaba, pero por supuesto me encantó. Me la fue pajeando despacito, y en un minuto empalmé como un burro.
Entonces me dijo que me sentara en mi sillón, pero antes me bajó los pantalones y los boxers, y en cuanto me senté, se arrodilló y empezó a mamármela. Era un bello espectáculo, ver con que pasión y maestría me comía el rabo.
Lo tenia cogido con fuerza, le daba lametones al capullo y de pronto se dedicaba a los huevos, me encantaba ver como sus labios engullían mi polla. Empecé a jadear y noté que si no paraba me correría, y se lo dije a Sara, entonces la muy golfa me dijo:
– Córrete en mi boca, la noche es larga y así, si follamos, me durarás más tiempo.
Entonces le cogí la cabeza con las dos manos y se la movía para que me follara la polla con la boca, notaba que se la metía hasta el fondo de la garganta porque le dos veces tuvo arcadas, pero no se cortaba ni un pelo y seguía mamándomela frenéticamente. Por cierto, físicamente, dicen que soy atractivo y de polla voy bien servido, mide unos 20 centímetros, es gorda y con un capullo grande.
Dicho esto, seguiré con la mamada. Mi polla empezaba a babear y de pronto le dije:
– No pares cariño, más deprisa que voy a correrme.
Hacia un par de semanas que estaba algo enfadado con mi mujer y no teníamos sexo, por lo tanto le solté tal cantidad de leche que casi se ahoga, pero lo que me volvió loco fue ver como se la iba tragando y cuando acaba, exprimió mi polla en busca de la ultima gota que paladeo y se tragó.
Se levantó, se desnudó lentamente y sin ropa todavía era mejor de lo que había pensado. Tenía la piel bronceada, suave y turgente. Se notaba que estaba caliente. Se quedo en pelota picada y dijo susurrando:
– Soy toda tuya, y te voy a contar un secreto, si sabes ponerme caliente y me haces correr dos o tres veces, te dejaré que me des por el culo, en cuanto he visto tu pollón he deseado sentirlo dentro de mí.
Me quedé sin palabras, me encanta dar por el culo a una mujer y en toda mi más o menos ajetreada vida sexual solo lo había conseguido con dos mujeres. Ni que decir tiene que mi polla, pasó de estar completamente dormida a ponerse morcillona.
Le dije que se tumbara en la mesa, baje la altura de mi sillón, le abrí las piernas y vi. que llevaba el coño totalmente depilado. Antes me gustaban los coños peludos, pero como me encanta comer chochos, reconozco que así se disfruta mucho más. Abrí los sonrosados labios y medí un dedo hasta el fondo, estaba completamente mojada y aun no había empezado. Le froté el clítoris con el dedo y empezó a gemir y a moverse sin parar, además decía:
– Así no pares, que bueno, aquí, aquí el clítoris, oh, oh que bueno.
Entonces acerqué mi boca y se lo fui lamiendo lentamente y succionando, se le puso la pepitilla enorme y dura, se la mamaba sin parar y de pronto arqueo su cuerpo y dijo:
– Ahora cabrón, no pares que me estoy corriendo, oh que gusto, que bueno, toma, toma…
Se corría sin parar y cuando me pareció que estaba más tranquila e hizo el gesto de levantarse le dije:
– ¿Querías correrte?, pues no voy a parar hasta que me lo pidas por favor.
Seguí comiéndole el coño y se lo follaba con tres dedos, estaba como loca y se corrió por lo menos dos veces más. Yo estaba con la completamente dura y con muchas ganas de metérsela en el culo, o sea que con el dedo seguía pajeándole el clítoris y con la lengua le comía el agujerito oscuro.
Al final, me dijo:
– Para ya, estoy muy caliente y no pararía de correrme, pero quiero que me la metas ahora, métemela ya por favor.
La deje tal y como estaba, me levanté y le puse las piernas sobre mis hombros, de aquella manera tenía el culo totalmente a mi disposición. Me humedecí los dedos en su coño y poco a poco se los fui metiendo. Primero uno, después otro, y cuando vi que entraban con comodidad, coloque mi capullo en la entrada y de un solo golpe se la metí hasta el fondo.
Gritó, me insultó y me dijo que la tenia muy gorda, pero como seguía pajeándole el coño, a los pocos minutos me decía:
– Así, así, fóllame el culo, no pares hasta el fondo, voy a correrme.
Me la estaba tirando con fiereza, mis huevos chocaban contra su culo y ver su cara de gusto, hizo que volviera a correrme.
Quedamos completamente agotados y satisfechos, nos contó un montón ponernos a trabajar, pero desde aquel día tuvimos que quedarnos alguna noche a la semana para “trabajar”. Otro día os contaré más cosas que he experimentado con Sara.
Un saludo para todos.