Relato erótico

Había química

Charo
15 de enero del 2020

Se conocieron por internet y llevaban seis meses hablando a diario. Se consideraban “casi” novios y decidieron conocerse. Era la primera vez que se veían en persona. Se gustaron y pasaron unos días divinos.

Alejandro – Zaragoza
Sonreí con bastante emoción cuando, por fin, escuché el ruidito de mi móvil indicando que tenía una llamada entrante, lo cogí rápidamente, sabía de sobra que era Nuria, mi chica de Barcelona con la que llevaba dos meses hablando por MSN y habíamos empezado una relación sentimental. Después de una larga espera por fin habíamos conseguido poner una fecha para vernos y ahora ella me llamaba pues necesitaba que la guiase hasta mi casa, en Zaragoza, en la urbanización de un pueblecito de las afueras que no salía en los GPS convencionales.
Mi nombre es Alejandro, tengo veinticinco años y soy bastante alto, cercano al metro noventa y de complexión fuerte. Peso mis ochenta kilos y tengo una pequeña barriga cervecera, producto principalmente del sedentarismo. Tengo el pelo negro, algo corto y suelo dejarme barba arreglada con maquinilla. Aquel día en especial me había arreglado a conciencia y me había vestido con unos vaqueros algo ajustados y una camisa de botones de color negro, así como me había dejado las gafas puestas en vez de las lentillas, pues a ella le gustaba verme con ellas.
Finalmente, tras unas no muy claras indicaciones por mi parte, escuché el ruido del coche en la puerta de mi casa y salí raudo maleta en mano hasta la puerta, viendo a Nuria aparcar al lado de mi coche. Me acerque a ella y nos abrazamos como si no nos hubiésemos visto en años, cosa que no difería mucho de la realidad, ya que era nuestro primer contacto en persona y, cabe decir, que ambos parecíamos estar bastante entusiasmado con la idea.
Me separé un poco de ella para contemplarla. Es más bajita que yo, con un cuerpo deseable, con buenos pechos, perfectos para masajearlos y besarlos y unas piernas y muslos divinos. Tenía unos labios que realmente daban ganas de comérselos.

La besé con suavidad en los labios, beso que fue correspondido mientras la abrazaba con ternura y rodeaba su cintura con las manos, disfrutando de ese momento que tanto tiempo habíamos estado esperando los dos, dejándonos absorber un poco por la situación y separándonos al minuto, sonriendo tontamente mientras yo me intentaba negar mentalmente a soltarla, pues quería seguir pegado a ella cuanto tiempo fuese necesario, aunque la realidad tildaba bien distinta pues nos teníamos que ir y, evidentemente, no podíamos conducir en esa postura así que, después de un buen rato más mirándola, tuve que soltarla y, después de que ella abriese el maletero, introduje mis maletas en su vehículo y suspire algo emocionado ante la situación, pasando a su lado y besándola de nuevo antes de entrar en el asiento del piloto ya que, por razones de descanso, habíamos quedado en que yo conduciría el viaje de vuelta.
Gran parte del trayecto fue bastante ameno, pues nos pasamos casi todo el viaje hablando sin parar sobre temas que, si bien podían ser considerados algo intrascendentes, en aquel momento nos parecían hasta importantes, solo por el hecho de estar tratándolos cara a cara, por fin. Aunque a mitad de trayecto tuvimos que hacer una pequeña pausa en una estación de servicio, donde aparqué y ambos bajamos rumbo al centro de descanso.
-Cariño -Le susurré al oído mientras la abraza por la cintura- Voy a acercarme a comprar tabaco y algo de picoteo
-De acuerdo, yo iré al baño -Me besó en la mejilla y nos separamos
Terminé de comprar todo lo que considere necesario y salí fuera a fumarme un cigarro, apoyándome contra una columna mientras esperaba que Nuria volviese también, dándome apenas un par de minutos de tiempo antes de poder verla acercarse a pequeños saltitos hasta mi y besarme de nuevo en los labios, siendo el beso correspondido sin dudarlo por mí, quedando ella abraza a mi pecho mientras terminaba con el cigarro y ambos nos dirigíamos de vuelta al vehículo, sentándonos y arrancando el motor para llegar a Barcelona cuanto antes mejor, pues teníamos demasiadas cosas por hacer.

La reanudación del viaje empezó un pelín fuera de lo que me esperaba. Para empezar, Nuria había rebuscado en la bolsa con las “provisiones” y había encontrado un polo, un calipo de fresa que había comprado para ella pues sabía que le gustaban y, para mi desgracia, lo había abierto y había comenzado a chuparlo. Esa imagen, ambos sabíamos que era demasiado irresistible para mi y, en efecto, en menos tiempo del esperado, noté la reacción en mi cuerpo bajo mis pantalones, reacción que no pasó desapercibida para Nuria que me miró con una sonrisita picarona y se “esmeró” más todavía en el consumo del calipo.
-Cariño ¿Esto es necesario? Mira que podemos tener un accidente -Advertí con tono de broma
-¿El qué? -Preguntó ella haciéndose la inocente
Suspiré e intenté concentrarme en la carretera, no era plan de tener una desgracia de verdad pero, nuevamente para mi desgracia, la mano de Nuria encontró mi excitación y decidió que no era buena tenerla contenida, pues bajó mi bragueta antes de que pudiese decir nada y, sin que pudiese hacer nada por evitarlo, me encontré con mi miembro asomando por el agujero del pantalón, rodeado por la mano de Nuria, que empezó a masajearlo mientras yo me mordía el labio inferior para no perder la concentración en la carretera, cosa que resultaba bastante difícil, pues las caricias de Nuria eran cada vez más intensas y se esmeraba realmente por masturbar la zona.
Llegado el momento giré la cabeza para mirarla, encontrándomela chupando el calipo con demasiado énfasis. Aquello no podía seguir así y así se lo hice saber, pues no era plan de continuar con la masturbación, a riesgo de realmente tener un accidente. Ella puso carita de pena, como si hubiese perdido un juguete y se encogió de hombros, soltándola, pero dejándola fuera de pantalón mientras continuaba chupando el calipo de forma seductora, mirándome y relamiéndose, consiguiendo que mi erección me acompañase durante los siguientes kilómetros hasta que vi una nueva salida a un área de servicio y suspiré aliviado, colándome en el carril derecho y entrando al área de servicio, aparcando y subiéndome la bragueta.
-Voy al baño cielo ¿Me acompañas? -Preguntó ella

Miré mi pantalón y la miré a ella, arqueando una ceja y siguiéndola sin hacerme de rogar hasta el baño, unisex y relativamente grande, aunque no demasiado acogedor. Fue entrar y desmadrarse la cosa, pues tanto ella como yo nos abalanzamos el uno sobre el otro, besándonos con pasión mientras yo la sujetaba por las nalgas y la subía a mi cintura, moviéndome lentamente hasta entrar en uno de los servicios, cerrando la puerta con el pie y apoyándola contra la pared, arrodillándome detrás de ella y subiendo la falda de su vestido lo suficiente para colar mi cabeza entre sus piernas, regalando unos entusiasmados lametones a su sexo, todavía protegido por su ropa interior.
Escuché un gemido salir de su garganta y lo tomé como una muestra de aprobación, así que separé sus piernas y hundí mi cabeza entre ellas, lamiendo con énfasis su sexo mientras sujetaba sus piernas con las manos, rebuscando con mi lengua cada rincón de su intimidad, notando su humedad y deleitándome con sus suaves gemidos, subiendo un nivel y bajando sus braguitas hasta las rodillas, dejando expuesto todo su sexo, que fue inmediatamente cubierto por mi lengua, jugando con su chocho y su clítoris, lamiendo durante un buen rato hasta que volví a subir el nivel y la penetré con la lengua, trazando un pequeño taladro dentro de ella, recorriendo sus paredes vaginales en círculos mientras iba adentrándome poco a poco en su interior.
Jugué con mi lengua y su sexo durante diez minutos, penetrándola constantemente con ella y lubricándola con mi saliva, notando como se le estremecían las piernas y soltaba un gemido más agudo, teniendo un orgasmo, orgasmo que acepté y empecé a chupar y lamer, limpiando sus piernas y muslos de los fluidos que salían del interior de Nuria, sonriendo e incorporándome detrás de ella mientras me bajaba la bragueta y dejaba que mi miembro saliese nuevamente a la aventura, pegándome detrás de ella y rodeando sus pechos con las manos.
-Te quiero mi vida -Susurré a su oído sin dejar de acariciar sus pechos, a lo que ella respondió con un gemido que ahogué entre mis labios.

No llevaba preservativo, pero tenía entendido que ella había empezado a tomar la pastilla así que, sin pensármelo ni alargar el momento, aproveché la lubricación de su sexo para acercar mi miembro y penetrarla suavemente, bajando los tirantes de su vestido y dejando que este cayese a la cintura, descubriendo sus senos desnudos y apretándolos entre mis manos, iniciando un lento movimiento con las caderas y comenzando a penetrarla, callando nuestros gemidos con nuestros labios mientras continuaba embistiéndola cada vez más rápido, girándola para subirla de nuevo sobre mi cintura y comenzar a lamer uno de sus pechos mientras continuaba con la penetración.
Mi lengua empezó a trazar círculos alrededor de sus senos, dejando libre su boca que soltó un pequeño gemido cuando volví a penetrarla, dejando que se abrazase a mi mientras rodeaba su pezón derecho y comenzaba a succionarlo, sujetándola por las nalgas para que no cayese mientras ella rodeaba mi cintura con sus piernas entrelazadas en un nudo y apoyaba la espalda contra la pared, arañando la mía con sus uñas.
Noté como ella llegaba a un nuevo orgasmo, gimiendo sobre mi oído y arañando con más fuerza, estremeciéndose sobre mi mientras yo mismo notaba como estaba a punto de terminar. Me vino un momento de lucidez a tiempo y, por si acaso, la saqué de su interior y la dejé sobre el suelo. Ella entendió y se puso de rodillas, sujetando mis piernas y llevándose mi miembro a la boca, que comenzó a chupar con delirio mientras yo la sostenía por la cabeza y movía mis caderas de atrás hacia adelante, jadeando por el esfuerzo y el placer hasta que no pude más y comencé a eyacular en su boca, retirándome y descargando sobre su rostro los últimos restos.
-Mucho mejor que un calipo, donde va a parar -Susurró ella entre jadeos mientras se lamía los dedos
La ayudé a levantarse y la besé en los labios, saliendo del servicio y aseándonos en las pilas de agua, saliendo del baño cogidos de la mano y haciendo caso omiso a las miradas de la gente que, al parecer, había escuchado nuestra pequeña aventura en el interior del baño, encaminándonos hasta el coche y volviendo a poner rumbo a Barcelona, sonriendo yo pues, contando la distancia que quedaba, todavía faltaba mínimo otra área de servicio por visitar.
Un saludo para todos.

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