Fin de semana especial

Fue con su amiga a una casa que tienen sus padres en la playa. Le dijeron que ya que iba allí, que controlara como iba las reformas. Su amiga se fue a pasear y ella se tumbó al sol. El encargado de la obra la saludo y…

Victoria – Estepona
Por lo general los fines de semana nos vamos a un balneario cerca de donde mi padre tiene casa en la playa. Como era invierno, mi padre aprovechó para hacer unas reparaciones en la casa y se fue de viaje, dejándonos las llaves y pidiéndonos que pasáramos de vez en cuando para ver cómo iba la construcción.
Llegó el fin de semana y aprovechando que la casa, quedaría sola, pensamos ir con mi pareja a tomarnos un descansillo. Salimos temprano para pasar todo el día y llegamos como a las 7 de la mañana. Todo estaba muy tranquilo. Entramos por el jardín para ver cómo estaba quedando el patio trasero, la piscina y el nuevo techo que construían para la barbacoa. Entramos, nos preparamos café y nos dispusimos a colocar las cosas.
Lo que me gusta es ponerme el bañador y salir a tomar sol al jardín, cosa que no importa que sea invierno o verano porque el jardín esta cerrado por los costados impidiendo que pase el viento y frío, convirtiéndose en un “paraíso” de invierno. Ya eran las 8 y el sol ya estaba a tope así que cogí un libro y me fui directo hacia el jardín. Mi compañera, Julia, como siempre se echó a dormir, era muy temprano y no le gusta tomar sol, y decidió acostarse.
Ahí estaba yo recostada en un colchón tomando sol y desnuda para que no me quedaran marcas, ya que nadie me podía ver y podía estar tranquila, pero ensimismada en mi libro de pronto una voz me dijo:
– ¡Que sorpresa! Lo menos que me esperaba hoy es encontrar una chavalina tan linda y desnudita toda para mí.
Rápida como el viento me puse el tanga y pegué un salto mirando quien era. Allí estaba Pedro, el amigo de mi padre, que un vecino y es el que le hace la instalación eléctrica de toda la casa, mirándome y riéndose y con la parte de arriba de mi bikini en la mano, dándomela, añadió:
– Por suerte soy yo, Victoria, ni cuenta te diste que estaba aquí mirándote y si no te hablo, podía seguir tranquilito observando tus encantos, pero me estabas tentando y como siempre estás con Julia pegada no me he animado.
– Se mira y no se toca – le dije mientras le cogía el sujetador de las manos y me lo ponía.
Pedro es de confianza, lo conocemos hace mucho y me dijo que tenía que adelantar trabajo y por eso vino. Me comentó que si no me molestaba, seguiría a lo suyo. Le dije que no había problema.
Al mediodía con Julia despierta, y después de los saludos, nos fuimos a comprar comida. Cuando regresamos, invitamos a comer a Pedro para que tomara un descanso.

Comimos y charlamos un montón, cosa que me divierte mucho, después con Julia nos fuimos a caminar por el bosque, que es muy agradable a esa hora por la sombra y el viento tan suave que hacía. Como a las cuatro llegamos a casa, nos dimos una ducha y al acabar, Julia me dijo que se iba a dar una vuelta en bici por ahí para hacer ejercicio, y yo le contesté que me iba a tomar sol tranquila.
A la salida mi amiga le gritó a Pedro:
– Cuídamela bien.
– Vete tranquila que no se rompe – le contestó el otro.
Los dos se rieron y ella se fue.
Me duché, me puse el bikini y me fui a jardín. Me tumbé en la colchoneta boca arriba y me puse a charlar con Pedro.
– Si te molesto me voy a otro lado – le dije en broma.
– No me molestas, más bien me distraes – contestó riéndose.
– Bueno entonces me pongo de espaldas y te dejo tranquilo.
Me saqué la parte de arriba sabiendo que me estaba mirando y me coloqué de espaldas acostada.
– No juegues mucho, mira que no está tu amiga para defenderte – me dijo.
Al rato de estar tomando sol de espaldas me di media vuelta para tomarlo de frente sin importarme que me estuviera mirando. Al ratito de estar así él, mirándome sin decir palabra, bajó de la escalera, pasó caminando por mi lado y entrando a la casa me dijo:
– Ven, preciosa.
Me cogió desprevenida, en unos segundos me levanté y entré, él me estaba esperando sentado en una silla, me dijo que me acercara, me acerqué, él abrió sus piernas, me agarró de la cintura con su brazo izquierdo y me pegó a él. Yo me quedé de pie entre sus piernas, bien sujeta por la cintura, casi sin poder moverme, y entonces él metió sus dedos en la boca para mojarlos y con su mano derecha me apartó el tanga metiéndome la mano bajo él y me empezó a acariciarme el coño con sus dedos.
Lo hacía de una manera tan suave y delicada que me mojé en un segundo, cosa que hizo que me abriera más, y que él aprovechara para meterme lentamente los dedos cada vez más adentro.
Todo eso sin mediar una palabra mirándome a los ojos y yo aguantando como podía, de pie con las piernas como gelatina. Al final me dejé caer al borde de su pierna, y ahí no solo me metía y sacaba sus dedos de mi coño si no que aparte jugaba con mi culo, acariciándolo y metiendo un dedo en mi ano mientras me pasaba la lengua muy despacio por mis pezones, aunque solo por la punta de mis pezones. Y allí ya estaba yo con los ojos completamente cerrados y con la cabeza para atrás gimiendo con la boca abierta.

Como me vio que estaba muy cachonda, paró y me bajó lentamente el tanga. Él se bajaba las bermudas, pero sin levantarse y pude ver que tenía una muy buena polla, grande y muy gorda, como las de una película porno, y la tenía súper tiesa.
Me agarró de la cintura con las dos manos y me empezó a acercar a él. Esta vez puso las piernas juntas, haciendo que a medida que me acercaba yo tenía que abrir las piernas. Sin darme cuenta estaba a punto de cabalgar aquel magnífico ejemplar. Entonces él se la agarró con la mano y empezó a jugar con los labios de mi coño, que los tenía empapados. Yo, que no aguantaba más, levanté un poquito las piernas y me deslicé para meterme lentamente este pollón hasta el fondo.
Cuando ya había entrado el capullo, le rodeé el cuello con los brazos y él metió sus brazos debajo de mis piernas, agarrándome cerca de los muslos y empezó a levantarme y a bajarme a lo largo y ancho de su polla, follándome con tanta fuerza que mis tetas saltaban como locas.
Cuando empecé a temblar y a gemir de placer, la clavó hasta el fondo hasta que me corrí en un largo e intenso orgasmo.
En ese mismo instante, noté como su leche resbalaba de mi coño, hacia sus piernas y las mías.
Quedamos en silencio un momento, luego él me levantó de sus piernas, se puso las bermudas y salió a seguir trabajando y yo, empapada y con las piernas temblando, me fui a pegar una ducha…
¿Que más puedo contar? Lo que pasó por la noche es otra historia.
Besos.