Fin de fiesta feliz

Todo lo que nos cuenta empezó en una salida que hicieron al campo para hacer una barbacoa con unos amigos. El tema se reinició a los pocos días al llegar a la universidad. Habló con sus amigos en clase y decidieron ir los tres con la protagonista de la fiesta al cine.

Jorge – Santiago de Compostela
Amiga Charo, la siguiente experiencia que os relato sucedió cuando estaba en la Universidad. Un día de fiesta hicimos una salida campestre a la que fui con varios amigos y amigas de mi clase. Compramos comida y bebidas y nos fuimos al campo. Una vez allí preparamos la barbacoa y metimos el hielo en la nevera para que todo estuviera fresquito. Yo me había llevado mi cámara de video, la cual fue cogiendo casi todo el mundo para, a su gusto, grabar un poco de la fiesta. Pasadas unas horas, casi todos teníamos un puntillo provocado por el ponche que habíamos hecho y las vergüenzas habían desaparecido, bailábamos con la música, todos con todos, rozándonos más de la cuenta y seguíamos así durante toda la mañana.
Llegó un momento en que yo tenía mi cámara y estaba grabando a un amigo hacer volteretas cuando, en ese momento se me acercó Natalia, una compañera de clase, rubia, ojos verdes, estatura media, pechos medianos y un buen culo, con unos vaqueros azules y una camiseta amarilla y me dijo:
– Perdona pero me estoy meando y como todas las chicas están bailando, ¿me puedes acompañar hasta los árboles para evitar que nadie mire?
Me decía todo esto con una gran sonrisa. Estaba alegre, obviamente por los síntomas del ponche. Le dije que de acuerdo y cuando ella iba por delante hacia los árboles, yo seguía grabando por detrás su culo y le decía que lo tenía muy hermoso, que estaba quedando muy bien en el video y ella, por encima de los hombros, giraba la cabeza y me decía que era el mejor, a la vez que lo movía exageradamente. Continuamos hacia los árboles y cuando llegamos se giró, miró a la cámara y le empezó a decir riéndose, que era muy mala, que había grabado su culo.
– Es que mi cámara siempre está dispuesta a grabar las cosas más hermosas – le dije.
– Entonces graba lo que voy a hacer – me contestó riéndose.
Seguidamente se levantó la camiseta y me mostró su blanco sujetador y riéndose, me preguntó si quería más y yo, naturalmente, le dije que sí, y entonces se levantó el sujetador, dejándome verle sus dos pechos, muy hermosos, después se tapó de nuevo, miró a la cámara y le dijo que ya estaba bien, que ya la había visto, después me miró y me dijo que iba a orinar, que la tapase. Me di la vuelta, ella se quitó el pantalón, me lo tiró y después las bragas. Estaba desnuda de cintura para abajo, aunque yo de espaldas no la podía ver. Cuando terminó me dijo que tenía un problema, que la ropa se le había perdido. Le respondí que la tenía yo y ella me dijo que se la llevase. Entonces me di la vuelta, con la ropa en una mano y la cámara grabando en otra, fui a donde ella estaba, y pude grabar su coño rasurado desnudo pero no le importó mucho, el ponche la había dejado desinhibida. Se reía y yo la grababa mientras se vestía de nuevo. Regresamos con los compañeros, acabó el día, volvimos a Santiago y no pasó nada más hasta días después.

Una mañana, estando en clase y antes de llegar el profesor, estábamos ya casi todos sentados en las sillas, cuando Ignacio se levantó y dijo en voz alta a todos los compañeros que yo tenía la cinta de la barbacoa, que el que la quisiera que me lo dijese para hacerle una copia. La mayoría inmediatamente me dijo que deseaba una copia del video, sin saber lo que había dentro. Natalia ni se inmutó, no hizo ni dijo nada, dimos la clase y el resto de las del día. Pero al salir, Ignacio y yo nos íbamos ya cuando Natalia se nos acercó y nos dijo:
– Bien, vosotros ganáis, haré lo que queráis a cambio de la cinta.
– Has sido una chica mala, y una guarra como tú ha de pagar por lo que ha hecho – le dijo entonces Ignacio, que había visto la cinta en mi casa.
– Lo siento – pudo decir Natalia.
– Tendrás que venir el jueves con nosotros al cine llevando falda corta y un top, y portarte bien con los dos, de esta forma recuperarás la cinta, si no lo haces todo el mundo tendrá una copia – añadió Ignacio.
Ella aceptó, llegó el jueves por la noche y los tres nos fuimos al cine. Ella llevaba una falda hasta las rodillas azul y una camiseta blanca. Nosotros elegimos una película mala en la que no habría mucha gente y una vez dentro pudimos ver que éramos ocho dentro. Nos acomodamos en la penúltima fila, Natalia en medio de los dos y cuando ella nos pidió que le entregáramos la cinta, Ignacio le respondió que estuviese tranquila, que la tendría, que él era un hombre de palabra, pero que no podía negarse a nada mientras que durara la película y que tendría que ser complaciente, Natalia asintió y se dispuso a dejarse hacer.
Nada más empezar la película comenzamos a acariciarla y a besarla, ella empezó a excitarse y a jadear incluso, parecía que el hecho de no controlar la situación y verse obligada por nosotros le había excitado bastante. Pronto le quité las bragas, eran blancas, me puse a olerlas y ella se reía, diciéndome que olían bien.
– Huelen a zorra – le dije yo.
Después Ignacio se arrodilló delante de ella y comenzó a chuparle su depilada raja, cosa que a ella le gustaba pues incluso separaba las piernas todo lo que podía para que encontrara el camino despejado. Al rato hice yo lo mismo y me comí su clítoris, sus labios, su vagina e incluso el agujero de su culo.

Pasados unos minutos nos incorporamos y los tres quedamos sentados viendo la película, hasta que le dije a Natalia que nos chupase la polla. Ella esperó un poco y después se arrodilló delante de nosotros, nos bajó un poco los pantalones, cogió cada polla con una mano y primero a uno y luego al otro, nos la estuvo mamando ávidamente. Le gustaba pasar su lengua por ambas, metérsela en la boca, se notaba que le gustaba lo que hacía. Mientras mamaba las pollas, la despojamos de la camiseta y del sujetador, quedándose en la sala de cine con los pechos al descubierto.
El ruido de chupar las pollas Natalia hizo que dos chicos que estaban sentados tres filas más adelante se percataran de lo que estaba ocurriendo y comenzaran a mirar hacia nosotros dejando de prestar atención a la película. El espectáculo debía ser alucinante, además en las escenas más luminosas se veía lo que ocurría con bastante claridad y era que una chica medio desnuda se la estaba mamando a dos tipos. Debieron pensar que si se lo montaba con dos tal vez accediera a hacerlo con más gente y acercándose se sacaron sus tiesas pollas y comenzaron a masturbarse pero al ver que no les recriminábamos nada, se acercaron hasta los asientos colindantes a los nuestros y empezaron a integrarse.
Natalia, resignada pero más cachonda que una perra en celo, los miró y no dijo nada.
Al rato el numerito había aumentado de intensidad y cuando las escenas luminosas de la pantalla iluminaban la sala, podía verse a una chica totalmente desnuda que estaba siendo follada por mí, mientras que otros tres chicos le metían mano y esperaban su turno con la polla fuera. Yo atraía su cuerpo hacia el mío, provocando el vaivén de ambos mientras le besaba los pechos que estaban a la altura de mi rostro, luego Natalia se levantó y tomando el pene con la mano se lo iba pasando por su vagina haciendo movimientos suaves sobre ella, pero sin introducirlo, así varias veces, para después metérsela y sacársela y hacer lo mismo otra vez. Estuvo jugando durante un rato hasta que la presioné hacia mi miembro lentamente, mirándola a los ojos, abrazándola y nuestras lenguas jugaban. Así se metió mi polla entera, empezó a botar alocadamente y poco después ella llegó al orgasmo. Yo esta a punto también, saqué mi polla, le dije que se arrodillara, le metí mi verga en la boca y poco después se la llené de mi semen, tragándoselo todo sin dejar nada.
Cuando terminé de follarla y ella se repuso un poco, le dije que se pusiera a cuatro patas sobre el asiento y que se la chupara a uno de los chicos nuevos. Ella accedió sin rechistar y comenzó a mamársela con deleite, acariciándoles los testículos y tragándose toda la polla del chico hasta que, al rato, Ignacio se instaló detrás de Natalia y comenzó a follarla desde atrás mientras que el tercer chico se masturbaba con una mano y con la otra acariciaba los pechos de Natalia.

Ignacio penetraba una y otra vez la vagina de Natalia, acariciando a la vez el clítoris y el ano de nuestra compañera, Natalia tomaba con una mano los testículos de él, los amasaba, estaba disfrutando mientras le mamaba al chico la polla y los jadeos de ella eran cada vez mayores. Los otros tres ocupantes de la sala que estaban delante ya no miraban la película, girados hacia atrás observaban lo que hacíamos.
Natalia estaba siendo follada por Ignacio, en la boca tenía la polla de uno de los chicos y con una de sus manos agarraba la del otro, masturbándolo. Entonces yo me puse delante de ella, al lado del chico, e intercambiándome con él fui metiendo mi polla en su boca. Ella parecía encantada de tener dos vergas en su cavidad bucal y así estuvimos un buen rato hasta que ella se corrió. Después seguimos un poco más y luego ella fue soltando las pollas, primero la que tenía en su mano, luego las de la boca y finalmente la de su coño, se arrodilló y nos dijo que le fuéramos dando una a una nuestras pollas. Primero se puso un chico, ella con la mano lo masturbó hasta que cuando se fue a correr se la metió en la boca y se tragó toda su leche, cuando estuvo limpia llamó al segundo chico, le hizo lo mismo y se tragó su semen, tras esto miró a Ignacio y le dijo que era su turno, agarró la polla, y mientras lo masturbaba se metía el glande en la boca, hasta que él se corrió y ella se comió su esperma, finalmente me dijo que me tocaba a mí, me cogió la verga, y me la empezó a masturbar para después meterse el glande también en la boca, chupándolo con la lengua y poco después mi semen otra vez inundó su boca.
Una vez que todos terminamos y como la película estaba llegando a su fin, decidimos que ya era hora de vestirnos antes de que se encendieran las luces, los dos chicos se vistieron y volvieron a su asiento. Cuando la película acabó, Natalia parecía avergonzada. Los chicos la miraban sonrientes, se la estaban comiendo con los ojos, así que ella abandonó rápidamente la sala y nosotros lo hicimos detrás de ella acompañándola hasta la parada de taxi.

Al día siguiente le entregué la cinta de vídeo y le di mi palabra de honor de que no había ninguna otra copia, que podía estar tranquila al respecto y que nadie iba a saber lo que había ocurrido en el cine. Ella me lo agradeció y todo volvió a la normalidad.
Saludos.