Relato erótico
Fiesta, fiesta
Salió con sus amigas a vivir y a “beber” ya que eran las fiestas de varios pueblos. Su novio tenía trabajo y no podía salir. Al final de la noche solo quedaban ella y una amiga, ligaron y con lo caliente que estaba, tenía claro de que iba a follar como una loca.
Arantxa – Bilbao
Lo que os voy a contar sucedió en Agosto, casi todo el mundo estaba de vacaciones, pero en el País Vasco mucha gente regresa para acudir a un gran evento para nosotros, las fiestas de Bilbao, de Donosti o la Blanca en Vitoria…. Bueno, no quiero dar muchos datos sobre mi persona, así que sólo os diré que ocurrió en una de esas tres ciudades.
Cuando llegaron las fiestas, desde luego me propuse salir todos todos los días. Mi novio no podía, porque estaba trabajando, pero siempre había algún par de amigas que estaban dispuestas a salir de marcha, a algún concierto, y a dar una vuelta por las tascas.
Ese día, recuerdo que era miércoles, habíamos ido a un concierto un grupo de amigas y después casi todas se fueron marchando hasta que solamente quedamos tres, de tasca en tasca, y tomando cervezas y todo lo que pillábamos.
Yo ese día me encontraba inquieta, no tenía muchas ganas de beber, sino más bien de… Creo que me entendéis. Anduve toda la tarde como gata en celo detrás de mi novio, para que cogiera el coche y nos fuéramos a algún lugar aislado. Un polvo rápido, algo…. Pero bueno, él estaba cansado, quiso ir a dar un paseo y después cuatro besos en mi portal, donde me estuvo masturbando sin que yo alcanzara ningún orgasmo. En cambio yo a él se la estuve chupando como si me fuera la vida en ello. Mi novio estaba impresionado, nunca me había visto así, cuando se corrió yo quería bebérmelo, pero nunca lo había hecho con él, así que me contuve, no fuera a sospechar.
Por la noche me preparé y me fui con mis amigas a ver el concierto. Estuvo bien, aunque…
Yo apenas conocía el grupo. Para mí lo más interesante fueron dos chicos que se pusieron a nuestro lado y con los que intercambié varias palabras, tonterías, ya sabéis. Ellos empezaron a hablar de porqué no hacíamos un trío y tonterías de ese tipo, que al final no llegaron a nada claro, con uno de ellos baile un rato, pero entre mis amigas había y hay alguna que siempre tiene que recordarte que tu novio está en casa. Así que no quise liarme con el chico, pese a que me estaba calentando de una forma increíble.
Al fin, como ya he dicho se fueron marchando las amigas, hasta que solamente quedamos tres. Nos llevabamos bastante bien y ellas sabían que alguna vez le había puesto los cuernos a mi novio, desde luego no sabían todas las historias, ni que había estado con más de un chico en una misma noche. Ni que me ponía como loca follarme a desconocidos y viejos de vez en cuando.
Estábamos en una tasca, cuando llegaron unos chicos y empezaron a darnos conversación, hasta que al final cada una nos enrollamos con uno de ellos y el resto se marcharon. Yo me quería ir de allí, estaba súper caliente y quería follarme al tío con el que me había enrollado, así que le propuse que nos fuéramos. Como era de noche nos daba igual donde ponernos, con tal de que fuera un poco resguardado. De lo que no nos dábamos cuenta era que en verano amanece temprano y aquel era un día entre semana, no un viernes o un sábado.
Finalmente nos metimos en un portal, donde estuvimos besándonos y masturbándonos mutuamente hasta que oímos que alguien bajaba las escaleras. Salimos fuera, a todo correr yo estaba ya con el sujetador desabrochado y los pantalones abiertos y él tenía la polla fuera de los pantalones. Nos metimos en el primer sitio que vimos, que era una obra. Un edificio que estaban construyendo. Nos metimos por allí hasta que llegamos a un sitio que estaba más o menos (más menos) limpio y nos empezamos a desnudar mutuamente y a besar como locos. Yo me arrodillé y allí le hice una de mis mejores mamadas. Le encantó ya que se retorcía y me pedía más. Yo estaba allí con las tetas colgando y dando la espalda a la puerta, con las piernas abiertas y cada vez más y más húmeda. Entonces empecé a pedirle que no se corriera, mientras le ponía la polla entre mis tetas y le chupaba la punta, mirándole a los ojos. El tío estaba flipando, pues yo debía de tener una cara de zorra increíble. Le dije que me la tenía que empezar a meter, que no podía más y que necesitaba una polla dentro, ya.
En ese momento escuchamos un ruido y miré a mi espalda. Me encontré un obrero, entrado en años, que nos miraba con la boca abierta. ¡Joder!, ya había amanecido y estaban empezando a trabajar. Y allí estaba yo arrodillada, con una polla entre las tetas y los pantalones bajados hasta las rodillas y con una mano acariciándome el chocho. Al hombre debía de haberle gustado la escena, a juzgar por el bulto de sus pantalones, entonces el chico, me dijo:
-¿Porqué no te la mete él y yo me corro en tu boca?
Ni siquiera me lo pensé, abrí mis piernas y mientras comenzaba a chuparle la polla al chico,
Le indiqué al obrero que se acercara. El tío estaba flipando, pero se acercó y se agachó a chuparme el chocho. Aquello me encantó y me corrí en cuanto sentí su lengua en mi chocho.
Los dos debían de alucinar con lo caliente que yo estaba.
Sin más el obrero, se sacó la polla y me la metió. Empezó a agarrarme de las tetas como si yo fuera su yegua y a meterme la polla salvajemente, pero yo lo estaba gozando y chupaba la polla del chico con más y más avidez, hasta que conseguí que se corriera, dejé que me gotearan las tetas y empecé a intentar chuparme el pezón derecho.
Aquello fue demasiado para el obrero, empezó a darme duro y duro hasta que sacó su polla de dentro de mí y se corrió otra vez en mis tetas. Yo cogí mis dos tetas y comencé a chupar el semen de dos desconocidos mientras soltaba gemidos de placer.
De verdad, me estaba convirtiéndome en una puta. El chico me estaba mirando embobado y su polla vivió a ponerse durísima, se acerco y se tiró sobre mí metiéndomela de un golpe y bombeando hasta que después de un intenso orgasmo se corrió en mi barriga. El obrero nos miraba y me daba las gracias una y otra vez. Nos dio unos trapos para limpiarnos y dijo que teníamos que irnos.
Salimos de allí. Serían casi las ocho de la mañana. Mi nuevo amigo comenzó a sobarme de nuevo y me pidió el teléfono.
En ese momento vi pasar un autobús, que casualmente era el que paraba cerca de mi casa, le dije que nos veríamos esa misma noche, y quedamos en donde nos veríamos y a qué hora.
Ya os contaré como me ha ido, pero con lo caliente que estoy últimamente, seguro que me va de maravilla.
Un beso calentito para todos.