Relato erótico
Experimentando
El sexo le gusta y de hecho empezó pronto y aunque al principio no era del todo satisfactorio, poco a poco le fue pillando el gusto. Solo hay dos cosas que nunca había probado hasta ahora y nos lo cuenta.
Pilar – Elche
Hola me llamo Pilar, tengo 22 años. Recientemente he probado algo nuevo que me gustó mucho y quería compartir mi experiencia con otras personas.
Antes que nada voy a describirme un poco para que podáis tener una idea aproximada de mí. Soy rubia, de pelo lacio y más bien corto, apenas me llega a los hombros, ojos verdes intensos, 1’58m y 51kg. Soy menuda y de complexión atlética. Lo que más llama la atención son mis pechos, ya que al ser tan delgada mis pechos parecen todavía más grandes de lo que son en realidad.
A la hora del sexo creo que soy una chica bastante normal (aunque he tenido algunas aventuritas un poco fuera de lo común). Inicié mi vida sexual como todas mis amigas, recorriendo suavemente nuestros propios cuerpos hasta que las primeras sensaciones de excitación se transformaron en el primer orgasmo de mi vida. Todavía puedo recordar los temblores de mi cuerpo y la abundante humedad que desbordó de entre mis piernas.
De ahí en más empecé a masturbarme con cada vez más frecuencia, hasta cinco o seis veces por día. Cualquier ocasión o lugar era propicio para que mis dedos se dirigieran velozmente a mi entrepierna en donde la humedad de mis labios los recibía y les agradecía la atención brindándoles copiosos jugos aromáticos acompañados por cada vez más fuertes espasmos y contorsiones de placer.
La virginidad la perdí recién a los 18 años. No fue una experiencia que merezca mayor narrativa. No por que haya sido una experiencia desagradable, sino que simplemente no fue todo lo que yo esperada (llegué a un solo orgasmo) y de más está decir que de ahí en más he tenido experiencias maravillosas, en las cuales me han llevado a un orgasmo tras otro con una intensidad que prácticamente me llevaba a perder toda noción del tiempo, de donde estaba, en fin, de todo.
He tenido varias parejas estables y unos cuantos amantes ocasionales entre ellos, aunque realmente prefiero las relaciones estables. Claro que alguna vez me habré ido con alguien de alguna discoteca directo a un hotel, pero en general no es lo que acostumbro.
El sexo en sí, ha sido siempre muy completo y placentero. Salvo una cosa, el sexo anal, y es este tema el que, en definitiva, motiva este relato.
Antes de entrar en el tema del sexo anal, quiero aclarar que me encanta el sexo en todas las variantes que puede ofrecer, no vayáis a pensar que soy una mojigata y que por eso no me gusta el sexo anal.
Soy de calentarme muy rápido y me encanta que me follen bien. No hay nada más agradable que sentir como un hombre de verdad me mete un pene bien duro y luego me masajea todo mi interior hasta hacer que me sacuda de placer. Hablando de eso me encanta ese saborcito amargo del semen. Me encanta chupar una buena polla hasta que descarga toda su hombría en el fondo de mi garganta.
El problema se presentaba cuando ellos querían penetrarme analmente, y no es por que yo no lo haya intentado, de hecho con dos de mis parejas estuve a punto de perder mi virginidad trasera, pero cada vez que me la empezaban a meter, por más caliente que yo estuviese, el dolor era insoportable y yo empezaba a gritarles que pararan por que me dolía mucho. Luego de estos intentos fallidos nunca más dejé que lo intentaran.
Pero a pesar de que ninguna de mis parejas me insistió mucho para tener sexo anal, yo sentía que me estaba perdiendo de algo, que mi cuerpo tenía más variantes de placer que ofrecerme. Por algo debía ser que algunas amigas y algunos amigos me habían dicho que les encantaba ser penetradas analmente.
Como yo vivo sola y muchas de mis amigas aún viven con sus padres, es común que algunas se queden a dormir en casa los fines de semana, después de que volvemos de bailar. Este particular sábado iba a venir una de mis mejores amigas, Vero, a eso de las nueve de la noche para vestirnos juntas y después ir a una pub donde nos íbamos a encontrar con otras amigas.
A eso de las nueve y media sonó el timbre del portero, era Vero que, como siempre, llegaba tarde. Estuvimos un rato charlando sobre un chico que había conocido la noche anterior en un pub de la ciudad. Yo a su vez le conté sobre mi salida con mi prima, su novio y el pesado del amigo que me presentaron. ¡Qué tipo insoportable!
Nos abrimos una botellita de champagne. Vero me contó sobre el fin de semana pasado, cuando finalmente había tenido relaciones sexuales con este chico con el que había salido dos o tres veces. La había llevado a un hotel espectacular. Encima el chico estaba MUY bien dotado, tenía una polla de unos 23cm y encima bastante gruesa. Me contó como se la había chupado y que le costaba meterla toda dentro de su boca. Después de que él acabara la primera vez se metieron al jacuzzi y en seguida la tenía preparada de nuevo. La penetró por un rato ahí mismo y después se secaron un poco y fueron para la cama. En ese momento él le dijo que se pusiera boca abajo por que se la quería meter por atrás. Vero dudó un poco por que era muy grande pero como ya estaba muy caliente accedió. Al principio le dolió un poco pero una vez que se acostumbró al tamaño le empezó a gustar. Al rato de recibir los embistes ya estaba loca de placer, acabando como nunca. Me contó como le había encantado que se la follaran por el culo (claro que no era su primera vez).
Yo aproveché que ella había sacado el tema para preguntarle si le dolió mucho, que las veces que quise probar me pareció que me dolía demasiado y me comentó que también dependía del tío que te la metiera, que hay algunos muy brutos.
– ¿Y nunca probaste sola con un consolador? -me dijo
Me sugirió que le prestase mi consolador y ella me ayudaba a penetrarlo. Al principio le dije que no, me daba vergüenza, pero ella insistió con el tema y me convenció. Fui hasta el cajón de mi mesita y saque el consolador. Es un vibrador pequeño, de 13cm de largo por unos 2 y medio de ancho, plateado, liso en la punta (los primeros 5 cm) y después estriado. Caminé hasta el sofá donde estaba sentada Vero y se lo pasé.
-Los polvos que te habrás echado con esto. Este es perfecto para tu culo, por que no es para nada grande.
Habiendo dicho esto se metió el vibrador en la boca y empezó a meterlo y sacarlo como si estuviese chupando una polla. Yo me empecé a reír. Ella se lo sacó de la boca y lo encendió, con la mano derecha se lo llevó entre las piernas, por debajo de la minifalda negra. Así se quedó unos segundos, hasta que suspiró y entrecerró los ojos.
Yo me quedé helada, no sabía que decir o como responder, hasta que abrió los ojos y me miró. Al ver mi cara de asombro se empezó a reír y yo también. Puso el consolador sobre la mesa pero como estaba encendido empezó a hacer un ruido bárbaro y a moverse por toda la mesa así que lo apagó. Mas risas…
Ella se levantó se quitó la minifalda y las braguitas, se volvió a sentar en el sofá recostada y abrió las piernas. Yo no podía creer que estaba ahí sentada mirándole todo el coño a mi mejor amiga, mientras se empezó a acariciar los labios y los fue separando hasta mostrarme todo su interior, lustroso y brillante. Se fue metiendo el dedo medio y luego lo sacó y fue directo al clítoris. Después de acariciarse un rato tomo el consolador y me preguntó:
– ¿Tienes alguna crema hidratante?
Le contesté que si, fui a buscar un frasco del baño, se lo alcancé y me senté en el suelo, más cerca de ella. Quería verla bien de cerca.
Cogió el frasco de crema, tomó un poco con sus dedos y se metió la mano por entre las piernas, lubricando su ano. Después lubricó el consolador y se levantó un poco, llevó el consolador hasta la entrada de su ano y lo acomodó durante unos segundos. Luego se sentó sobre el consolador con un suave movimiento, metiéndoselo hasta el fondo. Suspiró fuertemente cuando se le clavó hasta el fondo y arqueó la espalda hacia atrás. Luego de otro suspiro lo puso en marcha. Yo podía escuchar el suave ronroneo del motor dentro de sus entrañas. Con la mano izquierda movía el consolador dentro de su culo, sacándolo un poco, metiéndolo bien al fondo, moviéndolo para los costados mientras que con la mano derecha se frotaba cada vez más violentamente el clítoris. Se notaba que estaba súper excitada y la verdad, aunque me daba un poco de vergüenza admitirlo, yo también. Realmente ver a mi amiga en pleno clímax sexual, me calentó increíblemente.
Vero estaba con los ojos cerrados y totalmente compenetrada con su propio placer, así que aproveché y me bajé el pantalón y el tanga que tenía puesta para poder acariciarme igual que ella. Después de un par de minutos Vero empezó a acelerar todavía más la respiración y me di cuenta de que estaba llegando al orgasmo. Eso me dio unas ganas terribles de acabar al mismo tiempo así que me empecé a frotar el clítoris cada vez más rápido. Quería tener mi orgasmo junto a ella.
Vero estaba en pleno orgasmo, gritando y sacudiéndose mientras yo también acababa, sin poder quitarle los ojos de encima. Ella quedó extenuada, con la cabeza echada hacia atrás pero yo seguía disfrutando de los espasmos que recorrían mi cuerpo… En eso levantó la cabeza y me miró con una sonrisa cómplice.
– Veo que te gustó el show. Ahora te toca a ti.
Vero se levantó y se sacó la camisa blanca y el sujetador de encaje. Me excitó ver sus hermosos pechos con sus pezones bien duritos. A su vez yo me saqué la camiseta y el sujetador y me recosté de espaldas, abriendo mis piernas.
Se arrodilló entre mis piernas y comenzó a acariciar la parte interna de mis muslos. Yo temblaba con cada roce de sus suaves manos. Tomó el consolador y me lo empezó a pasar arriba y abajo por mis labios, introduciendo apenas la punta dentro de mí en el momento en que lo encendió. Pude sentir el vibrante cosquilleo por toda mi vagina, que seguía derramando sus jugos. Despacio subió el vibrador hasta que su punta se encontraba justo sobre mi clítoris lo que me volvía loca de placer. Ahí sentí como me introducía dos dedos dentro y acariciaba mis paredes vaginales. Después deslizó un dedo hasta la entrada de mi ano y lo masajeó con movimientos circulares, introduciéndolo lentamente dentro de mí. Yo sentía como se estiraba mi pequeño orificio. Me estaba volviendo loca de placer.
Vero me puso un poco de crema en el culo y me empezó a masajear con el consolador, que empezaba a abrirse paso dentro de mi culo. Al principio me dolió bastante, realmente me ardía cada vez que entraba y salía, pero poco a poco esa sensación dio paso a otra mucho más placentera. De repente, sentí la boca de Vero sobre mi clítoris. No lo podía creer, me lo estaba montando con mi amiga.
Fue alucinante. Su lengua jugaba con mi clítoris al tiempo que el vibrador se me clavaba en el fondo de mi culo y yo explotaba de placer. Empecé a gritar, enloquecida, delirando, sintiendo como se me venía encima un orgasmo espectacular que sacudió todo mi cuerpo.
Quedé mareada de como acabé. Realmente fue un orgasmo inolvidable.
Y así fue como tuve mi primera experiencia anal y lésbica, ambas en una misma noche.
Besos