Era mi sueño

Es universitario pero, las mujeres maduras le vuelven loco. Tiene una vecina cuarentona y muy atractiva. Un día pudo verla con poca ropa y supo que no pararía hasta conseguir echar un polvo con ella.

Ignacio – BARCELONA
Lo que cuento sucedió a fines del año pasado, alrededor del mes de octubre si no recuerdo mal, y todo es totalmente real.
Yo soy estudiante de Ingeniería y desde siempre me han llamado la atención las mujeres de mayor de edad que yo, usualmente de los 40 años para arriba.
Todo sucedió una mañana, en el barrio donde vivo las casas son adosadas una tras otra, y se puede ver fácilmente la casa del otro vecino, y fue así que, por casualidad, pude ver a una de mis vecinas, una mujer de unos 42 años, pero que los sabe llevar muy bien. Llevaba un vestido bastante ajustado, y al parecer no se percató de mi presencia en esos momentos, pues empezó a desnudarse hasta que solo quedó con una braguita bastante diminuta y… ¡vaya par de tetas que traía, era como para quedarse a dormir en ellas!
Después de esa visión, me propuse follármela sin más pérdida de tiempo, ya que realmente lo merecía. Fue así como, poco a poco, fui ideando planes para acercarme a ella. Supe que tenía una hija, la cual también está muy buena, y dado que yo iba a la universidad por las tardes y raras veces por la mañana, me puse a comprobar cual era la rutina diaria de ellas, ya que su esposo salía a trabajar como todo hombre común y corriente de este mundo.
Pasados unos días, logré entablar conversación con mi vecina. Fui a pedir supuestamente unos libros a su hija que se encontraba en esos momentos en casa, y me encontré a la madre haciendo aeróbic mientras hablábamos, el solo pensar que la otra vez la vi desnuda, me puso nervioso, pero sabía que no era el momento aun, aparte que ya tenía un pretexto adecuado para volver a visitarlas al devolver los libros.
Una mañana vi a su hija salir de la casa con rumbo a la universidad, y rápidamente fui a llamar a su puerta, ya que sabía que se encontraba solo ella. La madre estaba de nuevo con su gimnasia y yo solo miraba ese cuerpo sudoroso ahí, moviéndose, cosa que me causó una erección.
Atiné a tapar mi sexo con los libros cuando justo terminaba ella de sus ejercicios y me preguntó:
– ¿Deseas tomar algo?
– Sí – respondí.
Entonces pasamos a la cocina y como estaba muy caliente, hice caer algunos utensilios adrede, y al momento de ir a recogerlos, nos agachamos ambos, y cuando me levantaba, mi cabeza chocó contra sus pechos y ella sonrió.
Entonces decidí arriesgarme, la cogí de la cintura, la apreté contra mí, le di un beso y ella no opuso la menor resistencia, así que mientras nos empezamos a besar, mis manos recorrían ese cuerpo duro por la gimnasia y con buenas proporciones, todo lo cual me puso loco.
Después de besos y caricias en su cocina, me pidió que la acompañara a ducharse, y como buen vecino no iba a ser un grosero, pero cuando la vi toda desnuda mi erección fue total.

Empecé a besarla, a sobarla por entero y al final, apoyándola de espaldas a la pared, agarré su culazo, un trasero que valió la espera y así, sin más ni más, separándole las piernas, le penetré el coño de un solo golpe. Ella solo atinaba a gemir y masajearse los pechos.
Yo seguí así hasta que ella tuvo su primer orgasmo de la mañana, gritando con una perra, y después de eso, cuando sentí que ya me corría, se la saqué rápidamente de su culazo, ella se dio la vuelta y empezó a succionar todo mi semen hasta la última gota. Después de eso pasamos a secarnos e irnos a su habitación. Mientras nos encontrábamos en su cama, agarró mi pedazo de polla y la empezó a mamar, haciendo que esta volviera a levantarse rápidamente, ante tanta calentura por mi parte.
Después de la mamada, le comí las tetas, estaba caliente, ya que sus pezones estaban duros, a punto de explotar, y eso a ella le gustaba. Luego bajé lentamente por su cuerpo y llegué hasta su culo, el cual ya he dicho que era muy apetecible, y empecé a meter mi lengua dentro de su ano. En el acto, ella empezó a nuevamente a masajear sus tetas, y retorcerse gimiendo, lo cual me calentaba mucho más.
Comencé a besarla mientras uno de mis dedos entraba y salía dentro de su culo y luego de eso la volví a penetrar, ahora por el coño. Empecé suavemente, teniendo sus piernas encima de mis hombros, pudiendo tener una vista hermosa de cómo se retorcía y ver sus tetazas bambolearse frente a mí. Entonces fui moviéndome un poco más rápido, y ella empezó tener otro orgasmo Yo solo atinaba a coger más fuertemente sus piernas y meter más duro, lo cual a ella le causaba un gran placer. Al rato le quité mi miembro, ya que otra vez me estaba corriendo, pero ella se levantó y empezó a chupármelo nuevamente hasta que me sacó hasta la última gota de leche que me quedaba, pero se me volvió a levantar, cosa que no me imaginaba me pudiera pasar después de varias corridas.
– ¿Lo has hecho alguna vez por el ano? – le pregunté.
– No, mi esposo nunca me lo ha hecho, y tampoco se lo hubiera permitido.
– Pues yo te lo voy a hacer con mucha delicadeza – dije.
Pero ella no accedió, y como yo no pensaba dejarla analmente virgen, volví a acariciarla mientras ella mamaba mi verga. Pronto pasamos hacer un 69 y así yo podía preparar lentamente su ano, el cual era como un reto para mí, pero cada vez que me acercaba a él, ella contraía las piernas un poco, entonces acabé por comerme ese culo con la lengua, luego pasé uno de mis dedos por el agujero y empecé a meterlo lentamente. Comprobé que realmente era estrecha por ese lado, ella se dio cuenta y trató con una mano de sacarme el dedo, pero yo comencé a chupar rápidamente su clítoris, lo cual logró calentarla nuevamente y dejó mi mano en donde estaba, por lo que, dado que un dedo ya se encontraba ahí, y aun seguía estrecho, metí otro dedo más para ayudarme a darle un poco de anchura.

Al rato y cuando creí que el ano ya estaba preparado, me levanté pero cuando traté de metérsela ella volvió a contraer las piernas, entonces, como estaba de espaldas, abrí con mis manos sus piernas, luego sus nalgas y como que mi polla estaba bastante erecta, logré meter la cabecita de mi verga en el agujero. Ella hundió su cabeza y gritó un poco pero yo, lentamente, empujé hasta llegar a penetrarla por completo.
Ella estrujaba las sábanas con mayor fuerza y gritaba de dolor, yo le decía que pronto cambiará ese dolor por placer, y empecé a moverme lentamente. Ella gritaba pero yo, sin hacerle caso, aceleré el movimiento y ella empezó a jadear de placer y dolor, gimiendo como una loca, parecía una histérica. Yo seguí penetrando duro y más duro sin dar tregua, y ella seguía gimiendo como una loca.
Entonces decidió cambiar de posición, me tiró contra la cama, apretó todo su ano de un solo golpe contra mi polla y empezó a cabalgar. Y vaya que sabía moverse encima de uno. A estas alturas ella lo hacía todo hasta que, en un momento, empezó a girar lentamente la cintura como lo hacía cuando efectuaba sus aeróbic. Eso me gustó y vaya que me hizo gozar como nunca lo había hecho con una mujer.
Al rato de estar revoloteando, subiendo y bajando con mi verga dentro de ella, desmontó y empezó a mamar nuevamente hasta sacar lo poco de leche que quedaba dentro de mí.
Después de una extensa mañana de follar y follar por todos sus agujeros en su casa, era hora de irme, ya que tenía que irse a trabajar.

Pero a partir de esa fecha las visitas han sido bastante largas, y siempre cuando se encuentra sola, pero de esto ya os contaré más adelante pues es una mujer para dejar así, como si nada.
Gracias por leerme