Relato erótico

¿Debía ayudarla

Charo
16 de marzo del 2020

Se conocen hace muchos años y actualmente es su jefa. Un día lo llamó a su despacho y le hizo una proposición descabellada. Creía que su novio era bisexual y quería que él colaborara para descubrirlo.

Miguel – Tarragona

Me encontraba en mi lugar de trabajo, cuando me di cuenta que la mujer de la cual me estaba sumamente atraído y para la cual trabajo, estaba allí parada frente a mí. Me llamó para que fuera a su despacho. Nosotros ya éramos amigos, nos conocíamos de tiempo atrás, pero desde que ella entro a trabajar, nuestra amistad creció, ella me contaba todo lo referente a trabajo y vida personal. De pronto su relación amorosa tomó un rumbo inesperado por mí, yo siempre le había manifestado mi interés de carácter íntimo para con ella:
– ¿De verdad estás interesado en mí?
– Claro, tú ya lo sabes, ¿porque me lo preguntas?
– Quisiera que me ayudaras en algo, si sale como creo que va salir, tendrías tu tan esperada recompensa….
– Interesante la propuesta. ¿Y en que te he de ayudar?
– Bueno aquí está el plan. Sospecho que mi compañero de cama o amante, es bisexual, pero no lo he podido probar, y con tu ayuda tal vez salga de la duda.
– ¿Quieres que me coma a tu amante?
– Espérate, déjame hablar y verás que no es tan malo. Los hombres siempre fantaseáis sobre hacer el amor con dos mujeres, ¿cierto?
– Es verdad, pero eso que tiene que ver.
– Bueno él me ha propuesto eso.
– Eso demuestra que no es bisex.
– Nada de eso, yo sé por qué lo digo. Mira, para probar lo voy a convencer que mi fantasía también es hacer el amor con 2 hombres, y allí es donde tú entras.
– Si quieres que él mire mientras yo te la meto.
– No es eso, yo lo convenzo de hacer realidad mi fantasía, y cuando estemos los tres en la cama, quiero que lo penetres y si él se deja y disfruta, no tendré la más mínima duda.
– ¿Que yo qué?

– ¿Quieres pasar una noche de pasión conmigo? Además, alguna vez me dijiste que eras un hombre moderno, de esos de mente abierta y sin pudores, ni prejuicios, piénsalo bien y me dices.
– Pero la noche de la prueba, para poder calentar motores, ¿puedo empezar contigo?
– Nada, ni me tocaras esa noche. Me podrás ver desnuda. Tienes una semana para pensarlo.
En condiciones normales ni lo hubiera pensado, pero llevaba seis meses sin comerme una mujer a la que no tuviera la necesidad de pagarle. En la siguiente semana, no aparecí por su despecho, no estaba de humor, estaba dedicado a pensar y eso le dio miedo a ella, veía su única esperanza de cerciorarse si su novio era de los dos bandos desvanecerse, por lo tanto, a la semana exacta de haberme dicho sus planes, me citó de nuevo en su despacho.
Su cargo directivo le permitía tener una amplia oficina, con un gran escritorio. Su secretaria me dejó pasar y nos pusimos a charlar. Ese día llevaba un vestido largo de botones de principio a fin, llegaba hasta la mitad de sus piernas. Empezamos una conversación informal, pero pronto tocó el tema de la averiguación. Le comenté que lo había pensado bien, y que lo más probable era que no.
Seguimos hablando, me acerqué a ella para explicarle algo sobre el ordenador y en ese instante, al estar a su lado noté una fuerte atracción; su cabello castaño largo hasta sus hombros, sus ojos verde claros que resaltaban con la luz que entraba por la ventana y su olor característico, sus feromonas estaban alborotadas, o yo estaba muy cachondo… Debido a los botones de su vestido, al estar sentada, me permitía ver claramente su ropa interior, era de un color salmón. Al principio no me interesaba mirar por lo que podría pensar ella de mí, pero con el tiempo caí en cuenta que ya no tendría nada con ella, y si ella pensaba que yo era un voyeur, morboso, degenerado o algo así, pues total lo nuestro estaba en las últimas y mis más de siete meses de trabajo para con ella habían terminado y estaban en la papelera de reciclaje. Le dije que se le veía la ropa íntima, pero ella se rio, al rato metí la mano al botón más bajo, le dije que por allí se le veía todo.
– ¿No te importa que meta la mano por aquí?
– No.

Este era un permiso que no me esperaba, inmediatamente metí la mano y le solté el botón, eran tres botones de distancia a su apetitoso coño. Primer botón suelto sin problema, ningún reclamo, ninguna señal de inconformidad. Esperé un tiempo prudente y me decidí a ir por el segundo botón, mi mano llegó a su pierna y ella me miró sorprendida, pero yo ya estaba en camino y por esa mirada no me iba a detener. Segundo botón fuera, ella cogió su falda y la parte derecha de esta fue a parar toda sobre la parte izquierda, quitándome toda la vista y deshaciendo el trabajo hecho por mí. Nos interrumpieron, ella resolvió el asunto en minutos, seguimos allí solos y ahora la falda había tomado su forma natural y debido a los botones sueltos, podía ver muy bien sus braguitas, esto me excitó al máximo.
Ella me vio mirándola y no me dijo nada, seguimos en el trabajo, ahora le tocaba a ella manejar el ratón, yo no resistí más y me decidí a soltar el ultimo botón para tener un acceso total a su coño. Lo solté rápido para no oír reproches, ella no dijo nada, al contrario, abrió más sus piernas, estaba totalmente anonadado, la mujer a quien tantas ganas le tenía, ahora estaba allí con sus piernas abiertas y esperando no sé qué…
– ¿Te gusta?
– Mucho, esta mañana me depilé porque mañana vas a ir conmigo y mi pareja a despejar una duda sexual
– Si claro, no te creo.
– Si no me crees ¿porque no miras mis pezones que están bastante erectos?
Con su mano desabrocho el botón que cubría su teta derecha, y con esa misma mano deslizó su sujetador, dejándome ver su pezón erecto y muerto de ganas por ser chupado. Al hacer un intento de aproximación, ella se levantó y se alejó. Ahora con el tiempo caigo en la cuenta que ella me tendió una trampa y lo peor de todo, es que caí. La cachondez por est mujer, esas braguitas diminutas, ese sujetador salmón y ese pezón tan apetitoso me turbaron la mente. Solo quería comérmela, tener su coñito en mi boca y oírla gemir de placer.

Eso me comprometió, en medio de mi excitación me soltó de nuevo la pregunta sobre la cita, solo sé que le habría dicho que, si a cualquier pregunta en esos segundos en que me dominaban mis hormonas, por supuesto que, al oír mi confirmación, ella cerró lentamente sus piernas, se levantó, fue al baño y volvió con todos sus botones cerrados.
Pero para que no me fuera a arrepentir, como lo estaba haciendo desde que se fue, me trajo sus braguitas y se quedó sin nada. Me despachó fuera, quedando que, al día siguiente, después del trabajo, me recogería para ver si su novio se la dejaba meter por mí. Lo peor de todo es que yo estaba dispuesto a metérsela con tal de más tarde poder meterle toda mi verga en su delicioso coño, culo y boca. El día elegido llegó, no podía dejar de pensar en la noche, ¿sería capaz de probar la hombría del tío este? El tiempo se acababa y no estaba del todo seguro. En medio de mis dudas me acerqué a su despacho, llevaba sus braguitas conmigo, es más, dormí con ellas sobre mi cara. La vi, estaba guapísima, llevaba un vestido amarillo, de esos que tienen un cierre en la espalda, y con ese vestido resaltaba más su belleza, traté de hablar con ella, pero al empezar, ella me hizo señas para acercarme y cuando lo hice se alejó y abrió poco a poco sus piernas.
Pude ver todo su monte de venus, oculto bajo sus tanguitas, y las dudas fueron despejadas, esta jugada maestra me había dejado en jaque mate, muerto, estaba todo dicho, debía lucirme esa noche, cerrar los ojos y esperar que el tío se cambiara fácilmente para poder disfrutar más tarde de la mujer deseada. Me retiré, no dije nada y cayó la noche. Ella me recogió por la noche y me llevo al piso de soltero de su novio, un sitio donde ellos compartían sus momentos de pasión. Me tomé un par de cervezas para matar los nervios, total me tocaba hundírsela a un desconocido. El tío llegó, era la hora de la verdad, ellos hablaron un par de minutos, más cerveza y más valor para afrontar lo que encima se me venía. Me uní a la charla cuando el alcohol ya circulaba libremente por mi torrente sanguíneo, y una hora después y con unas cervezas más encima, empezó ese trío de mierda. Ella se levantó, me besó en la mejilla, me cogió la mano y me guio a la alcoba.
Allí estaba la cama con sus sábanas en satín y lista para nosotros; durante el camino a la alcoba me olvidé de él, llegamos, nos besamos y empecé a desnudarla lentamente, pero ella no pensaba lo mismo que yo. Mis ropas cayeron rápidamente al suelo, en un minuto quedé desnudo, vi que el tío estaba detrás de mí desnudo, me asusté, mínimo con mi suerte, este tío allí mismo me ensartaba y hasta aquí llegaba la virginidad de mi culo.
Me entró pánico, me desplacé de la cama hacia el otro lado, disimulé quitándole la blusa a ella, ahora podía ver claramente su sujetado y cuando me disponía a quitarlo, el novio llegó, se lo quitó y comenzó a chuparle los pezones. La besé por el cuello y mi mano se situó en su coño, cuando empecé a buscar sus perfectas tetas, sentí como mis pezones se ponían duros, una relación contradictoria entre dolor y placer empezó a invadir mis sentidos.

En un milisegundo de lucidez me encontré con que el tío ya me estaba besando las tetillas y bajaba poco a poco hacia mi verga, la mano de ella suavemente lo guiaba hacia mi polla y en un dos por tres, el cabrón estaba chupándome la polla, y no puedo decir que me disgustara, cerré mis ojos me la imagine a ella y disfruté de una buena mamada.
Al abrir los ojos al cabo de un rato, ella estaba alejada de mí, asombrada como su pareja me comía la polla como todo un experto, era obvio que no era su primera vez y una erección al máximo en su polla, demostraba que no le disgustaba para nada, todo lo contrario, disfrutaba al máximo el sabor de mi verga. Cuando reaccioné, sentí que perdía la erección, total tenía un tío en mi polla y no la mujer de mis perversas fantasías sexuales. El tío dejó mi polla a un lado, se colocó en cuatro dándome la espalda y empezó a pedir que se la metiera, el tío salió del armario y se destapó del todo.
No creí que fuera necesario metérsela, total más prueba que fuera del otro bando no podía haber, pero ella me ordenó que acabase la faena y sin pensarlo más, me puse el condón y mientras todo esto pasaba por mi mente y recibía órdenes de ella, el tío se untó vaselina. Era un experto en esto, mi miembro entraría allí sin esfuerzo alguno; al comienzo sentí apretadito, pero luego de dos o tres enviones no sentí nada, además era eyaculador prematuro, afortunadamente no habían pasado ni 2 minutos, que el tío se corrió. Allí si dije no más, saqué mi polla de su culo y me fui al baño a lavarme, lo demás les quedaría a ellos en su intimidad, solo esperaba que ella cumpliera su promesa y lo más pronto posible el coño de ella sería mío y no hubiera perdido yo mi dignidad en vano. Me bañé, vestí y me fui en tiempo récord.
A la semana siguiente no nos hablamos, me sentía incómodo y no sabía cómo tocar el tema con ella, cuando por fin me decidí a encararla, me enteré que se encontraba muy ocupada entregando un proyecto que venía adelantando con meses de anterioridad, le deje el recado a su secretaria de que había ido y necesitaba hablar con ella.
La siguiente semana, después de mi fallida cita con ella, se rumoreaba en toda la empresa que mi amiga había terminado con el novio, se decía que él tenía otra, que era muy posesivo, que ella tenía otro, miles de cosas se decían, pero la verdadera causa nunca se mencionó y nadie nunca lo imaginó, solo yo lo sabía y esto me dio fuerzas, debía hablar con ella lo antes posible. Cuando me disponía a salir a comer, recibí la esperada llamada, me citó en su despacho después de la hora de salida, era el momento de ver que seguía para mí, en medio de este trío amoroso.

– No me he olvidado de ti, te estoy muy agradecida por lo que hiciste, sé que no fue fácil para ti hacerlo y sé que sin lugar a dudas significó mucho para ti. Quiero recompensarte y satisfacerte el máximo. ¿Qué quieres de mí? Pídeme lo que quieras, seré tu esclava sexual.
– Te quiero a ti, tenerte y poseerte, quiero que lleves uno de esos vestidos de colegialas con falda de cuadros, zapatos de charol y medias blancas.
– ¿Eso quieres?
– Si, por ahora.
– La semana pasada tenía muchas cosas por hacer, y por eso no te busqué, pero ahora soy toda tuya y este viernes nuestra fantasía se hará realidad.
El viernes tardó una eternidad en llegar. Ella me recogió en mi casa con su coche y nos dirigimos al hotel más caro de la ciudad. No llevaba el vestido requerido por mí, pero lo llevaba en la parte trasera del coche. Al llegar, ella me ordenó que la esperara desnudo mientras se cambiaba de ropa, por supuesto que mis prendas salieron volando y en cuestión de segundos estaba, erecto y desnudo para ella. La espera se me hizo eterna, pero valió la pena.
Ella salió del baño con la ropa de colegiala, blusa blanca, recogida justo bajo sus pechos, falda roja cuadros, calcetines blancos hasta la rodilla, zapatos negros, su cabello recogido en dos coletas y un bombón en su boca, con el cual imitaba el sexo oral. Se dio una vuelta para que la viera bien, la vuelta fue rápida y su falda se levantó, pude ver que no traía braguitas, mi erección estaba a mil, mi verga la necesitaba ya, sino me hubiera hecho la paja en la mañana el semen ya estaría regado por toda esa habitación.
– Me gustas mucho, tu forma de ser me enciende y cuando te vi desnudo el otro día, supe que tenías lo necesario para complacerme y más.
No dije nada, a esas alturas de la noche quería acción y esta estaba por empezar. Me dirigí a ella, la besé y mi mano se introdujo en su raja, estaba mojada, estaba cachonda, sentí su clítoris erecto y su lengua me dijo que quería más profundidad. Un suspiro posterior demostró que esta colegiala necesitaba una corrida en su coño. En un acto de calentura cogió mi polla, no podía más, creo que un par de tocadas más y me correría. No sé si lo supo o qué, pero en un acto de valentía puso su coño sobre mi cara y empecé a lamerla. No veía su cara, su falda tapaba mi visión, estaba muy mojada, en segundos mi cara estaba empapada.
Esto lejos de asustarme o matarme la pasión, me excitó más y más, esto me dio nuevos bríos para hacerla mía. De pronto se alejó y mi entusiasmo me colmó, me hizo señas para que se la metiera ya, creo que estaba a punto de correrse al igual que yo, la hora estaba cerca y era mi momento.
Mi semen estaba en camino de salida, por tanto, la penetración duraría poco, pero con el sabor y el deseo “in crecendo”, la giré bruscamente, la lancé con fuerza sobre la cama, su pecho yacía sobre la cama, sus hombros también, su cara estaba mirando hacia el lado izquierdo, su culo, estaba levantado, pero solo su culo, y podía ver esa vagina chorreando y pidiendo a gritos un trozo dentro de ella. No lo pensé más, la polla entró fácilmente, sentí como disfrutó de mi entrada por su rostro, una sonrisa de relajación, de clímax, se posó sobre su rostro.
– ¡Sí, así, más fuerte, más!

No pude más, la chupada de coño, las ganas acumuladas, la irrealidad de lo que estaba pasando, las palabras de ella, sus gemidos, sus gritos, su respiración, sentí como mis pelotas expulsaban el semen, lentamente sentí como el semen venía a chorros, y con rapidez, por lo largo de mi polla, no lo podría contener más, era la hora.
– ¡No puedo más, me corro!
– ¡Córrete conmigo, córrete en mis tetas!
Me respondió ella, con la premura que ameritaba esta situación, giró su cuerpo, tomo mi polla en su boca y baño de semen su cara, tetas y cuello. Lo saboreaba, le gustaba; después me diría que le encantaba comerse el semen, que su olor la excitaba y la hacía tener un par de orgasmos. El saber que su labor estaba siendo cumplida, al darme placer, un placer como ni en mis fantasías lo habría podido soñar…
Saludos a todos los lectores de esta maravillosa revista.

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