Relato erótico

¿De verdad me está pasando?

Charo
27 de julio del 2018

Es un hombre afortunado, tiene una pareja que es un autentico monumento, su profesión le gusta, etc. Un amigo suyo con el que colabora en un proyecto, lo invitó a una fiesta de cumpleaños para presentarle a una persona que podría ser idónea para su proyecto.

Bruno – Barcelona
Hace unos días me pasó una cosa que en realidad siempre había soñado, pero que nunca pensé pudiera ser posible. Me llamo Bruno, tengo 32 años y soy productor de video. Llevo varios años viviendo con Sara, una chavala muy guapa y que está buenísima. Tiene una cintura delgada, un abdomen muy firme, piernas largas y bien torneadas, pero sobre todo, tiene un par de tetas de concurso, son deliciosas. De hecho una de las cosas que más me gusta hacer con ella es restregar mi polla entre sus tetas. Claro, que siendo sincero, tengo que admitir que también me gustan sus nalgas bien redonditas. Su culito es algo que siempre había codiciado y que ella siempre se había negado a entregar. Algunas veces, cuando más excitada la tenía, llegué a meterle uno o dos dedos y sé que le gustó, pero dice que mi polla es demasiado grande y jamás entraría por allí. En fin, pero ese no es el tema de esta historia.
Esta historia comienza hace un par de semanas. Yo estaba trabajando en un proyecto para la filmación de un corto con Borja, un buen camarada. Infinitas veces habíamos compartido francachelas interminables y en una de esas fue que surgió la idea del corto. Él es actor, pero, había escrito un guión que me pareció valioso. Esa noche habíamos estado trabajando algunas ideas cuando decidimos ir a la fiesta de cumpleaños que daba un conocido de ambos. Él decía que quería presentarme a una mujer que seguro nos aportaría buena parte del dinero para la película. Cuando llegamos todavía no había mucha gente. Estuvimos un rato conversando entre un whisky y otro, hasta que, se acercó a Borja una chica alta, de pelo negro larguísimo y un maravilloso escote que apenas lograba esconder sus erguidos pezones, que yo aproveché para rozar cuando me acerqué a saludarla. Estaban duros y salidos. Inmediatamente mi polla se puso dura, pero traté de controlarme porque sabía que la noche sería larga. Se llamada Verónica y era la que podía producir nuestro proyecto.
La fiesta estuvo muy divertida, el “cumpleañero” había contratado un show de sexo en vivo que nos puso a todos a mil. Yo estaba muy cansado, pero me resistía a irme porque, no podía quitarme de la cabeza a la chica que me acababan de presentar y que no había dejado de coquetear conmigo toda la noche.
Creo que Borja estaba en las mismas porque mientras echábamos una meadita en el baño pude ver sin querer que la tenía bastante tiesa. De hecho aprovechó la sacudida para sobársela unos instantes y luego se la guardó, ajustando los pantalones para que el paquete no fuera tan evidente.
Cuando salimos del baño parecía que Verónica había estado buscándonos pues se aproximó a nosotros con tres copas en la mano.

– Propongo que brindemos y vayamos a un lugar más tranquilo – dijo.
– Por mi encantado – respondió Borja.
– A mí también me apetece – dije provocativamente.
Brindamos hasta terminarnos las copas, subimos los tres al coche de Borja y de camino a su casa, Verónica no paraba de lanzarme miradas ardientes por el retrovisor. Casi podía escucharla rogándome que me la follara. Lo único que me incomodaba era Borja. No sabía cómo íbamos a sacárnoslo de encima para podernos acariciar a gusto. Entonces propuse que parásemos por una botella de cava, pensando que podría emborracharlo hasta que se quedara dormido, pero ella nos dijo que había de todo en su casa.
Llegando a su casa ella nos ofreció un trago y nos dijo que nos pusiéramos cómodos. Bajó la intensidad de la luz y prendió una infinidad de velas que pusieron el ambiente más caliente de lo que yo pensaba. Estuvimos un rato comentando nimiedades, hasta que ella comenzó a quitarse la ropa quedándose en un diminuto tanguita que dejaba al descubierto sus dos hermosos glúteos y que al centro tenía una rajita por la que ella empezó a sobarse. Sus tetas, muy grandes, se balanceaban rítmicamente a cada movimiento suyo. Entonces se subió a una mesa larga y abrió las piernas.
– Ven, Bruno, ponme un poco de cava en mi coñito – me dijo lamiéndose los labios.
Yo la obedecí inmediatamente. Tomé la botella y le rocié abundantemente el chocho. Ella gemía suavemente y se contoneaba.
– ¡Espera… aaaah… espera…! – decía entre gemido y gemido – Es delicioso y ahora sí, chúpamelo, venga, chúpamelo!
Saqué la lengua y ataqué su clítoris ferozmente. Le metí la lengua por todos lados. Estaba tan excitado que casi me olvido de la presencia de Borja. De reojo vi entonces que había sacado su polla y se la estaba machacando excitadísimo. Pensé que era justo que pudiera por lo menos mirarnos y volví a concentrarme ya en los jugos que chorreaban por la vagina de Verónica. Ella, con la excitación al máximo, se sobaba las tetas apasionadamente diciendo:
– ¡Sigue, no pares de chupármelo, anda mete otra vez tu lengua en mi coño… aaaah… me muero! – y repentinamente se giró a mirar a Borja y le dijo -¿Por qué estás tan lejos, guapo? Ven, únete a la fiesta, mira que tiesa está tu polla, ven mi amor, cómete estos melones, venga, cómetelos.
Borja inmediatamente se unió a nosotros y empezó a lamerle las tetas y a morderle los pezones. Ella se contorneaba y gemía cada vez más fuerte. Aunque no me molestó tanto como pensé la intromisión de Borja, yo quería ser el primero en penetrar su agujerito con mi polla, así que le di un par de lamidas más y me quité los pantalones. Ella entonces dijo:
– Venga, machos míos, dadme un beso, quiero sentir vuestras lenguas, quiero comerme mis jugos.

Un poco desconcertados Borja y yo nos acercamos a su boca y empezamos a besarla cada uno en una comisura, cuidando bien de no rozarnos los labios. Pero ella era toda pasión y nos besaba acaloradamente, tanto que no supe ni cómo ni cuándo ya estábamos los tres fundidos en un húmedo y profundo beso. Poco a poco ella se fue apartando y nos dejó a nosotros besándonos sin poder parar. Mi polla estaba más tiesa que nunca y noté que la de Borja también, entonces, ella se acostó por debajo de nosotros acercando nuestros cuerpos, mientras nosotros seguíamos dándonos la lengua hasta que con sus manos juntó nuestras dos pollas y sin más se los metió a la boca. Fue la chupada más deliciosa de mi vida porque además de la succión y los lengüetazos de ella, sentía el miembro palpitante de Borja creciendo igual que el mío.
Cuando cogió el ritmo del metisaca de nuestros cipotes en su boca, liberó las manos para masajearnos los huevos, despertando así una oleada más intensa de excitación. Así estuvimos un rato, Borja y yo besándonos y ella mamándonos las pollas incansablemente pero cuando sintió que estábamos a punto de estallar, apartó su boca y se levantó diciendo:
– No quiero que os corráis todavía. Hay mucho más por hacer. Borja, tú no me has chupado el coño, ven acá mi rey.
Borja se acercó y comenzó a lamerle el clítoris haciéndola gemir:
– Ahora tú Bruno, ven, te prometo que te voy a recompensar pero ahora lámele el culo a Borja, ¿quieres?
Yo no estaba nada convencido pero no quería que ella detuviera el juego, así es que hice lo que me pedía, lamí el apretado agujerito del culo de mi compañero y cuando estuvimos los tres nuevamente muy excitados, ella tumbó a Borja en el piso y después de unas cuantas chupadas se ensartó su polla en el coño. Estuvo montándolo un rato mientras yo los miraba meneándome la polla para no perder la excitación pero muriéndome de envidia porque él se la hubiera tirado primero pero ella algo debió haber visto en mi cara porque, mojándose los labios, me dijo:
– Acércate, ven que te la chupo, métela en mi boca.
Me la chupó un rato y cuando la vio bien gorda y tiesa, sin dejar de montar a Borja, me pidió.
– Ahora sí, mi amor, rómpeme el culo, venga métemela hasta dentro.
Yo no podía creerlo, definitivamente me estaba reservando la mejor parte. Sin pensarlo dos veces puse la cabeza de mi polla en la entrada de su ano y de un golpe se la metí toda. Ella gritó pero en ese mismo momento el cipote de Borja en su coño concluyó su trabajo y los dos se corrieron. Yo seguí follándole el culo con fuertes empellones hasta que ella no pudo más y se corrió de nuevo. Entonces yo exploté y le llené el culo con mi semen.
Ella me pidió entonces que le limpiara el ano con la lengua, que me comiera mi propio semen. Dudé pero yo estaba tan agradecido que acepté. Pero allí no paró la cosa.

Ella le dijo a Borja que ahora era su turno y que me limpiara la polla a lengüetazos. Él lo hizo fascinado y me lamió el cipote hasta que se me volvió a endurecer y entonces ella puso a Borja cuatro patas, ella se colocó debajo para mamarle la polla otra vez, mientras que a mí me dijo que ahora le perforara el culo a Borja. El pareció encantado e incluso levantó el culo. Estuvimos largo rato jadeando y gimiendo y sudando, pero Verónica no dejó que nos corriéramos.
Antes de que eso ocurriera me ordenó inclinarme sobre una mesa, tomó la polla tiesa de Borja y la dirigió a mi culo virgen dando ella misma el empellón que me lo desfloraría. Me dolió un poco, es cierto, pero nunca pensé que fuera tan agradable.
Ya que todas las pollas habían entrado una y otra vez en todos los agujeros, nos quedamos dormidos. Como a las seis de la mañana yo me levanté para ir a casa y por el camino no pude evitar recordar la noche tan caliente que había tenido y mi polla se volvió a levantar, por lo que en el ascensor me la saqué del pantalón y me la empecé a menear. Abrí la puerta con la mano que me quedaba libre y sigilosamente pero sin dejar un instante de sobarme el cipote, entré en la habitación para encontrarme a Sara, que siempre dormía desnuda, boca abajo con las nalgas al aire. Sin pensarlo, y sin darle tiempo para reaccionar, me monté sobre ella, le separé las nalgas y de un empujón le clavé la polla hasta el fondo. Ella gritó pero yo empecé a lamerle la oreja y a sobarle las tetas para que se calmara. Poco a poco fue poniéndose más cachonda, hasta que juntos nos corrimos. Así acabó una maravillosa historia que no se ha vuelto a repetir.
Saludos.

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