Relato erótico

De alto voltaje

Charo
19 de julio del 2018

Nuestros buenos amigos de Tarragona nos cuentan como terminó el encuentro que mantuvieron con una amiga de su mujer. No dejéis de leerlo, es un relato de “alto voltaje”.

Antonio – TARRAGONA
Amiga Charo, te recordamos que somos un matrimonio de Tarragona que queremos hacer una pequeña aportación a esta revista tan maravillosa y que tantas alegrías nos ha dado en el pasado y que esperamos nos siga dando en el futuro.
Somos Mercedes y Antonio, ambos tenemos 33 años, no es por presumir pero los dos somos bastante guapos y lo que empecé a contar fue nuestra relación con la mejor amiga de mi mujer, Marta, terminando mi relato cuando mi mujer hizo inclinarse a su amiga en el sofá y sujetándole una pierna me empujó encima de ella. Yo tenía el rabo muy tieso y como Marta estaba mojadísima nada más ponerla en la entrada de su coño, casi sin empujar, entró hasta el fondo. Mercedes nos ayudó poniendo las piernas de Marta en mi culo y yo empecé a bombear como si me fuese la vida en ello. Mi mujer, delante de mi, me besaba como podía, animándome a follarme duro a su amiga que gritaba, lloraba, reía, no sabía ni lo que hacía. Una de las veces que Mercedes se acercó para besarme, al ponerse cerca de ella, la besó en el vientre. Mi mujer dice que sintió un escalofrío y sin pensárselo, le puso el coño en la boca. Ninguna de las dos había estado antes con una mujer pero aquella noche se despendolaron del todo.
Mercedes no se recató nada y con la lengua de Marta en todo el chocho y yo besándola, se corrió dando unos gritos como si la estuvieran matando. Marta se corrió también chillando y al poco le eché toda la leche que me quedaba en su coño. Estábamos los tres rotos encima del sofá, amontonados y quietos, respirando como podíamos.
Me levanté, fui al baño a mear y sin volver atrás me fui directamente a mi cama de matrimonio y allí me puse a dormir. Ellas dos seguían juntas en el sofá, sin hablar y al ver que no volvía, juntas también fueron a buscarme. Cuando me vieron en la cama y dormido, se rieron y mi mujer se metió a mi lado mientras Marta se quedaba en la puerta, desnuda como estaba. Dice Mercedes que la visión era preciosa, con sus pezones erectos, su chochito brillante de la corrida y los ojos medio cerrados. Mercedes dice que con la mano le hizo un gesto para que viniese con ella y Marta se metió en la cama junto a mi mujer. Parece ser que se abrazaron y así, juntitas, se durmieron las dos.
Por la mañana, cuando desperté, al volverme, me puse a acariciar a mi mujer que me daba la espalda y sin saber que a su lado estaba todavía Marta. Estábamos desnudos por lo que le acaricié el pecho y le puse el aparato entre las mollas del culo a la vez que inicié un movimiento de vaivén.

Por eso mi polla se fue acomodando cada vez más cerca del coño hasta que entró. Mercedes se fue desperezando y despertar y empezar a mojarse el chichi, fue todo uno. Total que allí estaba yo follándomela desde atrás a la vez que le sobaba las tetes.
Pero también se despertó Marta y como estaba de cara a mi mujer enseguida intuyó lo que estaba pasando pero supuso que yo sabía que ella estaba en la cama con nosotros, por eso se pegó bien a mi mujer, vientre contra vientre y empezaron a morrearse. En este momento supe que Marta estaba allí ya que mi mano la tocó al acariciar a Mercedes. Me puse como un burro y cada vez follaba más fuerte y rápido a mi mujer, que a su vez era devorada por su amiga y se frotaban los coños. Mercedes se corrió dando gritos, empanada entre los dos.
Yo no paré de meter y sacar mi polla de su chochito hasta que no pude más y también me corrí, agarrándola de la cintura. Entonces noté que Marta se daba la vuelta, poniéndose de espaldas a mi mujer, que no la dejó de tocar y luego, con una mano, empezó a masturbarla y a morderle el cuello. Marta también gemía y se corrió estrepitosamente con los dedos de Mercedes en su coño. Acabamos los tres cansados y sin casi enterarnos, nos dormimos los tres, yo pegado al culo de mi mujer y esta abrazada a su amiga.
Me desperté por los movimientos que hacían ellas pues Marta estaba de nuevo de cara, con las piernas de una entre las de la otra y frotándose los coños de nuevo a la vez que se besaban con ansia. Me empalmé otra vez y no sin esfuerzo, pasé por encima de Mercedes, aparté un poco a Marta y abriéndole las piernas, le metí mi rabo hasta dentro. Estaba tan cachonda y mojada que entró sola y una vez dentro, empecé a flexionar arriba y abajo dando unas fuertes embestidas. Mercedes no se quedó quieta y desde su lado no dejó de besarse con Marta, con unos besos largos y sin dejarse respirar. También metí la mano entre nuestros dos cuerpos por donde podía, acariciando tanto mi polla como el coño de Marta.
Martas se corrió de nuevo gritando y enseguida eché la poca leche que me quedaba, en su coño. Yo me aparté y quedé reventado encima de las sábanas, pero ellas, después de descubrir sus instintos sáficos, no se conformaban y delante de mi se montaron un 69 escandaloso. Mercedes degustó mi leche en el coño de su amiga, saboreando con cara de vicio hasta la última gota que pudo arrebañar, se movían como desesperadas y se volvieron a correr las dos quedándose una pegada a la otra sin separarse y abrazadas.
Después de un par de horas, me levanté, me pegué una buena ducha y preparé el desayuno, siendo ya mediodía. Volví a la habitación y abriendo la persiana, dije a mis dos chicas que ya era muy tarde y hora de levantarse. La dos se hacían las remolonas, con pocas ganas de dejar la cama. Estaban desnudas y preciosas. Les dije que tenían el desayuno preparado y que no aceptaba excusas. Medio en broma, medio en serio las expulsé de la cama y se fueron directamente a la ducha, por supuesto las dos juntas.

Juntas se ducharon y estuvieron un largo rato en el baño, bajo el agua de la ducha y en ningún momento dejaron de jugar entre ellas. Se medio vistieron, pues nada más se pusieron una camiseta larga y vinieron a la cocina a desayunar. En la calle seguía haciendo un día horrible, oscuro y lluvioso, pero dentro de la casa había una buena temperatura.
Sentados en la mesa, los tres bromeábamos como chiquillos, y mas que un desayuno fue una comida pues estábamos hambrientos. Al acabar fuimos al sofá del salón. Ellas dos se sentaron juntas, se taparon con la manta que tenemos para verla tele y allí, acurrucadas las dos, daba gusto verlas. Se medio quedaron dormidas con el ruido de fondo de la tele y yo también me dormí. Al rato, supongo que la postura no era la más cómoda, dijeron que se iban de nuevo a la cama a echar la siesta. Yo me quedé un rato en la butaca y cuando apagué la televisión fui a la habitación y allí estaban las dos de nuevo besándose. Me que tan solo con el pantalón del pijama y como pude me metí a un lado de la cama. No me hacían mucho caso así que hice la guerra por mi cuenta y agarré a la que tenía a mi lado, que era Marta. Apoyando mi rabo en su culo, fui besándola en el cuello, mordiéndole la oreja y acariciándola por donde podía y donde Mercedes me dejaba, pues ellas seguían besándose y frotándose también como podían. Nunca hubiese supuesto que mi mujer fuese tan ansiosa, pues las dos llevaban un día entero sin dejar de amarse.
Ellas seguían a lo suyo y yo como pude y desde atrás, metí mi aparato en el coño de Marta y sin dejar de moverme, me corrí. Ellas estaban como histéricas y no sé si se corrieron una vez o muchas veces unidas. Lo único que sé es que me aparté y me quedé dormido mientras ellas seguían acariciándose y haciendo el amor.
Bien entrada la tarde, cuando me desperté, ellas estaban bien tapaditas y dormidas, pero abrazadas la una a la otra. Me levanté y las dejé dormir. Fui al salón, puse la tele y pensé en lo que iba a pasar de ahora en adelante. Cuando ya se hizo tarde, saqué un poco de embutido de la nevera y preparé algo para picar. Primero se levantó Mercedes y al verme con la mesa puesta vino hacia mi y me dio un gran beso diciéndome que me quería con locura y que lo de este fin de semana nunca lo olvidaría, que agradecía mi disposición a dejarla gozar con Marta y que estaba feliz.
Luego vino Marta, venía exultante, recién duchada estaba preciosa, tanto o más que mi mujer. Se sentó en la mesa con nosotros y devoró lo que había para cenar. No decía nada, pero nos miraba los dos, como preguntándose lo que estaríamos pensando, y la que rompió el silencio fue Mercedes que, en voz alta, dijo lo que los tres sentíamos. Dijo que lo que había pasado era algo mágico y que nunca hubiera supuesto que pudiera llegar a disfrutar tanto con una mujer, que el mérito era de Marta y mío por ser tan generoso y dejar aparcados los celos.

Yo, riéndome, dije que también había disfrutado bastante con Marta y que era un gran regalo por su parte dejarme acostar con ella, y puestos a confesar Marta dijo que no había disfrutado tanto en toda su vida y que ese día no lo iba a olvidar tan fácilmente.
Era ya un poco tarde y después de tanto ajetreo nos fuimos todos a dormir, nosotros a nuestra cama y Marta a su habitación. Por supuesto esa noche no hubo sexo, yo estaba reventado y dormimos los tres como angelitos. Desde ese día Marta se ha convertido en nuestra amiga especial. Todavía vivió con nosotros casi dos meses y volvimos a repetir el trío en cuatro o cinco ocasiones con un gran placer para todos. Ellas dos han reforzado su amistad y todavía son más inseparables de lo que eran y sé que se compenetran perfectamente, incluso en la cama, pues algún día que volví tarde de trabajar estaban las dos recién duchadas y con cara de picardía me confesaban que se habían duchado juntas.
Al irse a vivir a su nuevo apartamento, Marta nos invitó a cenar un fin de semana y nos tenía preparada una cena superespecial, según ella para agradecernos haberla alojado durante tanto tiempo y haber sido tan amables con ella. Después de bebernos dos botellas de vino en la cena, nos fuimos a una pequeña salita y nos sentamos muy juntos en el sofá que había. Supongo que por haber practicado sexo los tres varias veces no hizo falta nada para que saltase la chispa y cuando la cosa se fue poniendo caliente, Marta dijo de ir a estrenar el dormitorio.
Ahora Marta ha encontrado pareja que, según ella, debe ser una máquina follando y por ese motivo viene menos a vernos y aunque hemos salido a cenar algunas veces los cuatro juntos, ellos están en la época del cortejo y quieren estar solos siempre que pueden.
Saludos a todos.

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