Relato erótico
Comida improvisada
Acababan de llegar de la playa y se cruzaron con la hija de los vecinos y su novio. Cuando llegaron a casa, fue a la cocina y al mirar por la ventana vio a la chica haciéndole una mamada a su novio. Su mujer lo pillo y decidieron invitarlos a cenar.
Alberto – Estepona
Somos asiduos lectores de clima y queremos contaros una nueva experiencia que vivimos este verano. Era una tarde en la que regresábamos de la playa y al entrar en el portal de casa, casi al mismo tiempo también llegaba la hija de nuestros vecinos, que vivían en el piso más abajo que el nuestro. Era una chica de 19 ó 20 años y hacía un tiempo que salía con un chico más o menos de su edad. Era morena, no muy alta, buen culo y una par de tetas que miraban hacia el cielo, del tamaño de dos peras y los pezones se le marcaban debajo de las camisetas de verano.
Al entrar en nuestro piso Elisa, mi mujer, decidió darse una ducha mientras tanto yo preparaba un par de copas. Al entrar en la cocina vi que la ventaba estaba un poco abierta y a través de esta abertura podía ver el baño de nuestros vecinos de abajo, aunque solo veía el bidet y la taza del water. Yo seguí con lo mío pero al darme la vuelta vi a nuestra vecina sentada en la taza. Solo la veía hasta la altura de los pechos y llevaba puesta una camiseta por lo que podía verle las piernas y el lateral de sus nalgas pero mi sorpresa fue cuando vi unas piernas de hombre que se situaban delante de ella. Era sin duda su novio y por la posición en que estaban la cara de la chica tenía enfrente la polla del chico que pretendía, supongo, que le hiciera una mamada.
Yo me estaba tocando y ya tenía la polla pidiendo guerra y en este momento entró Elisa en la cocina, completamente desnuda y me dijo:
– ¿Cuál es el motivo por el que te lo estás haciendo tú solo y no me puedes esperar?
– La vecinita le está haciendo una mamada a su novio, ven y mira – le dije.
No le veíamos la cara a ella ni la polla a él pero los movimientos eran claros. Entonces Elisa se arrodilló delante de mí y con un solo movimiento engulló mi polla hasta los cojones. Es un maestra de la mamada y yo poco podría resistir entre el morbo de ver a la vecinita y los chupetones de Elisa y en poco tiempo derramé unos buenos chorros de leche en su boca. Ella se levantó, buscó mi boca y gran parte de mi corrida acabó en ella.
– ¿Por qué no invitamos a casa a esta parejita e igual tenemos suerte y pasamos una noche divertida? – me dijo Elisa.
No me dio tiempo a pensar, se puso una camiseta, unos shorts y salió de la casa hacia la de la vecina. Subió a los pocos minutos y solo dijo:
– Ya está.
Programamos una cena ligera y a esto de las nueve llamaron al timbre, abrimos y eran ellos, nos dimos unos besos y Mónica, que así se llamaba la chica, nos presentó a su novio Jorge. Traían el pelo mojado y poca ropa, se notaba que acababan de salir de la ducha y olían muy bien. Elisa tenía bastante confianza con Mónica y le soltó:
– ¿Qué tal lo habéis pasado en el cuarto de baño?
Mónica no se espera esto y se sonrojó pero dijo:
– Bien, pero nos falta experiencia.
– No te preocupes por eso, vamos a picar algo y luego, si queréis, hablamos – añadió Elisa.
Poco a poco y la desinhibición por parte de ellos, les fuimos tirando de la lengua y poco sabían de sexo. Entonces a Elisa le brillaron los ojos y propuso jugar a la botella. Al poco tiempo estábamos Elisa en braguitas, Jorge en calzoncillos, Mónica en tanga y yo también en calzoncillos pero con una erección total. Tiramos la botella, le tocó a Elisa pedir y mirando a Jorge, le dijo:
– Hace tiempo que no le veo la polla de un bollito como tú, enséñamela y así podré calibrar lo que pienso me voy a tomar de postre esta noche.
Jorge miró a Mónica y ella, sin decir palabra, asintió con la cabeza. Él se levantó, bajó su slip y pudimos ver una polla erecta de 14 ó 15 centímetros. Elisa se pasó la lengua por los labios y dijo:
– Está bien como complemento, pero ahora José enséñasela a Mónica y dile lo que estabas haciendo mientras la mirabas cuando se la estaba mamando a Jorge en el baño.
Me levanté, notándose una buena erección bajo el slip, mi polla mide 19 centímetros. Quedé desnudo delante de Mónica, cogí mi polla con la mano y masturbándome, le dije:
– Esto es lo que hacía mientras te miraba, ven agárrala y siente su palpitar.
Mónica se puso de rodillas y levantando la cabeza, la besó y me dijo:
– ¡Que grande es, no me va a caber en la boca!
Elisa sonreía y sentada al lado de Jorge le estaba masajeando los huevos con una mano y con la otra le acariciaba el culo deteniéndose en su ojete.
Mientras tanto Mónica ya había conseguido tragarse mi polla y cuando podía hablar, decía:
– Que grande, ¿crees que cabrá en mi coñito?
– No te preocupes por eso – le dije – yo te lo comeré y prepararé para que recibas mi polla, te sientas llena de carne y goces como nunca lo has hecho en tu vida.
– ¡Sí, quiero que me jodas con tu polla y saborear tu leche! – exclamó.
Le di la vuelta y comencé a morrear su coño, su tierno coño perforado pocas veces y que sentía fresco y húmedo y cuando Mónica estuvo a punto del orgasmo, le dije:
– Córrete en mi boca, dame tus jugos, que pronto vas a sentir lo que nunca has sentido en tu corta vida.
Explotó en un orgasmo bestial diciendo:
– ¡Me corro… oh, sí, me corro… que placer…!. Ahora me vas a follar, ¿verdad? ¡Dame tu polla… la quiero sentir dentro… fóllame, por favor!
Me senté en el sofá y con la polla dura como el acero, le dije:
– Ven, siéntate encima y mira la mamada que le está haciendo Elisa a Jorge, se traga su polla hasta el fondo de la boca y él también está gozando.
Se sentó sobre mí y poco a poco fue bajando e introduciéndose mi polla en su coño, estrecho y suave, dándome y recibiendo placer.
– Me encanta que me folles de esta manera – decía – ¡Me voy a correr de nuevo, pero tú no te corras aún, quiero tu leche en la boca…aaah…me voy otra vez… me corro… más fuerte…oooh… sí, me estoy corriendo…!.
Yo ya no aguantaba más y así se lo dije, me descabalgó y bajando su boca, tomó mi polla con ella y reventé en un orgasmo como pocas veces había tenido, derramando mi crema dentro de su suave boca sin dejar escapar ni una sola gota. Mientras tanto Elisa había terminado de vaciar los huevos de Jorge después de una soberbia mamada.
Nos recostamos en el sofá, todos juntos y después de tomar aire comentamos lo que había ocurrido, pero Elisa dijo:
– Vosotros tuvisteis vuestra ración de placer pero, ¿yo qué? – y dirigiéndose a Mónica, añadió – ¿Quieres ver una doble penetración?
Pero esto es otra historia que os contaré en una próxima carta.
Un saludo y besos.