Relato erótico
Clases particulares
Daba clases de matemáticas a una niña tres veces por semana. Aquella tarde fue como de costumbre, pero, cuando llegó, la madre le dijo que su hija estaba en el baño y que podía esperarla en la habitación. A los pocos minutos entró la madre y… Cuando acabaron se enteró de que la hija se había ido de excursión.
Daniel – Murcia
Aquella tarde llegué unos minutos retrasado a casa de Andrea, había estado discutiendo con mi novia por teléfono y perdí la noción del tiempo. Durante todo el camino de mi casa a su casa repasaba la lección de matemáticas que tenía que impartirle a la pequeña Andrea, pues yo era su profesor particular de matemáticas, de forma que tarde si y tarde no le impartía un par de horas de clase.
Como siempre, llegué al portal del edificio y presioné el timbre del telefonillo, nunca me contestó una voz, siempre pulsaban directamente el portero automático, aquella tarde no fue diferente. Normalmente era Andrea quien solía esperarme en la puerta de su rellano para hacerme pasar dentro, pero esa tarde la puerta estaba cerrada. Toqué al timbre y enseguida me abrió la madre de Andrea, Carmen.
Carmen era una señora de unos 39 años aproximadamente, bajita, algo rellenita, pero tenía un fuerte magnetismo, su pero era rubio tintado, liso y por los hombros, tenía unos ojos pequeños pero muy risueños, resaltaba su boca que tenía un aspecto muy atractivo, los labios eran carnosos y bonitos, este magnetismo que yo sentía hacia ella quizá es debido a que siempre me recibió con una amplia sonrisa y siempre fue muy cariñosa en el trato conmigo, no puedo hablar más de su cuerpo porque siempre me recibió en batín, el cual lo dejaba todo a la imaginación.
– Buenas tardes Carmen, ¿que tal va todo?
– Buenas tardes Daniel, pues aquí estamos pasando la tarde viendo la tele.
Yo, como es costumbre me dirigí hacia la habitación de Andrea, pensé que quizá estuviese allí, que es donde solemos dar la clase. Al llegar, la puerta estaba abierta pero no había ni rastro de mi alumna. Sorprendido, me di la vuelta y Carmen, que caminó tras de mí hacía la habitación me miró, y como siempre, sonriente me dijo:
– Andrea va a tardar un poco, está en el baño, siéntate y espérala aquí.
– De acuerdo, ningún problema- dije mientras tomaba asiento.
La habitación de Andrea era la típica habitación de quinceañera en la que la transición de niña a mujer queda patente en las paredes de la habitación donde, posters de atractivos actores y futbolistas acompañan otros posters de series de dibujos animados, todo ello acompañado de la camita con sus sabanas infantiles.
Pasaron unos minutos hasta que por fin la madre de Andrea asomó la cabeza y viéndome un poco impaciente entró a hacerme compañía.
Yo estaba sentado en una silla frente a la mesa y Carmen se sentó en los pies de la cama de su hija, quedando justo en frente de mí. Comenzó a preguntarme trivialidades sobre mi vida, estudios, hobbies, etc. Hasta que llegamos al tema de pareja, he aquí donde comenzó el verdadero interés de la historia:
– Y estudiando y dando clases… ¿tienes tiempo para alguna chica?- me preguntó
– Si,..Si…tengo novia pero no vamos muy bien últimamente, nos vemos poco tiempo y siempre esta cabreada por cualquier cosa, es muy celosa. -dije lamentándome-
– La entiendo, de un chico como tú no es fácil fiarse-
– ¿disculpe? – pregunté sorprendido
– Quiero decir que, eres un chico con mucho….como decirlo… con mucho morbo – dijo acompañada de una pícara sonrisa
En mi vida me habían dicho eso, en ese momento un escalofrío recorrió mi cuerpo ruborizándome, y guardé silencio. Carmen al verme así, sonrió y me dijo:
– Es cierto, a mi me das mucho morbo, no sé si es la situación o eres tú, pero siento hacia ti mucha atracción- dijo Carmen
Mientras Carmen me decía esto último, la apertura de sus piernas, a modo de escena de instinto básico, dejaba entrever unas braguitas de licra negras dentro de ese batín, mi vista no pudo evitar fijarse y Carmen se percató:
– Por lo visto no soy la única a la que le da morbo esta situación- dijo mirándome al paquete.
Carmen se levantó y desato el lazo de su batín azul, dando paso a que por fin la imaginación dejase de dibujar su cuerpo y mis ojos tomasen la forma exacta. Carmen no llevaba sujetador y al entreabrir su batín salió a la luz medio pecho, turgente, de pezón grande y rosado, caminó dos pasos hacia mí y volvió a agacharse situándose de rodillas entre mis piernas. Carmen, mirándome a los ojos en todo momento desabrochó sensualmente uno a uno los botones de mis vaqueros, introdujo la mano dentro del slip y saco mi pene ya casi erecto. Poseída por un ansia casi primitiva, comenzó a lamerme de arriba abajo, llegaba a mi escroto y también lo succionaba, en su cara reflejaba una mezcla de ansia y satisfacción, como pude, me fijé en que una de las manos de Carmen jugaba dentro de sus braguitas de licra negras al ritmo que succionaba mi polla, decidí ayudarla a seguir el ritmo sujetándola del pelo y guiándola.
Cuando se percató de que mi verga esta ya bien erecta se levantó, se puso de rodillas sobre la cama de su hija , se levantó el batín dejando ese gran a la par que sensual culo a mi entera disposición, yo no pude contenerme, la olor a su sexo había inundado la habitación y me volvía loco, así pues me lance a lamer desesperadamente y desde atrás su sexo, esto la hizo gemir mas y el placer venció a sus brazos, quedando apoyada en la cama con su cabeza mientras sus piernas, aun apoyadas de rodillas recibían mi lengua en su sexo y mi dedo jugando con su ano, pensé en acelerar el ritmo para provocarle el tan ansiado orgasmo pero decidí hacerla sufrir un poco más, de forma que paré, me incorpore y automáticamente Carmen se incorporó introduciéndose de nuevo y con mas ansia si cabe mi verga entre sus labios, esta vez lo hacía de forma más animal, tanto que estuve a punto de eyacular en su boca, pero enseguida se cercioró y paró, se la sacó de la boca y con mi polla en su mano y mirándome a los ojos me preguntó:
– ¿Me vas a follar?-
Ni le contesté, le di la vuelta violentamente y la puse apoyada sobre el escritorio donde tantas tardes le había dado lecciones de matemáticas a su hija, levante su batín dejando de nuevo ese trasero, ese olor al descubierto, le sujete el pelo con una mano y con la otra oriente mi polla y me adentré en ella, introduje mi rabo en lo más caliente, húmedo y ajustado que lo había introducido nunca, comencé a darle lentamente, ella me agarró la mano que estaba aún sobre su hombro y comenzó a lamerme los dedos como si se tratase de un cipote, se introdujo tres dedos en su boca y su lengua bailaba con ellos al ritmo de mis embistes, esto aumentó aun más si se podía mi excitación.
De repente paró, me apartó sacando mi polla casi incandescente a la luz, me empujó hacia la silla haciéndome sentar en ella, se echó para atrás el batín y agarrando la polla con una mano y apoyando la otra en mi hombro se introdujo todo mi instrumento dentro de ella dejándose caer lentamente sobre él. Quedó montada en mi y comenzó a moverse de manera lenta y sensual, sus pechos describían una trayectoria acorde a su movimiento y no tuve más remedio que morderlos y lamerlos, me excitaba tanto su olor que mi polla cada vez engordaba mas y sus gemidos me hacían entender que ella también lo notaba, cada vez sus movimientos eran mas y mas bruscos y su chocho cada vez se contraía mas y mas, hasta que en un movimiento brusco Carmen dio un gran gemido anunciándome su inminente orgasmo, a lo cual reaccioné agarrando sus nalgas con las dos manos y haciéndola subir y bajar por mi polla rápidamente.
La situación se volvió incontrolable para mi, tanto es así que no pude mas, la saqué de ella y sujetando su cabeza por el pelo dejé ver mis intenciones de eyacular sobre su rostro, ella respondió abriendo la boca y sacando su lengua para recibir todo el néctar acumulado hasta el momento, me lo agarró con las dos manos y mi cuerpo se estremeció hasta alcanzar el sumun del placer, dejando caer sobre su rostro y lengua borbotones y borbotones que casi cubrieron toda su cara, Carmen se aseguró de que no quedaba nada en mi polla lamiéndome deliciosamente después de terminar. No dijimos nada mas, ella fue a lavarse y yo me vestí en la habitación de su hija, ordené la camita y Carmen volvió ya aseada, me beso en la boca y me dijo:
– Hoy mi hija se fue de excursión con el instituto, me dijo que te avisase para que no vinieses pero lo olvidé, así que ya que te habías molestado en venir no quise que fuese en vano –
– No se preocupe, ha valido la pena el viaje hasta aquí, espero que cada vez que venga se cerciore de que mi visita valga la pena como hoy- dije sonriendo-
– Por supuesto –
Desde entonces, Carmen aprovecha las clases a las que su hija no puede asistir para darlas ella, yo no tuve más remedio que contárselo a mi novia así que hoy estoy soltero y no tengo cargo de conciencia cada vez que Carmen y yo damos una lección.
Os mando un beso muy caliente y espero que mi testimonio os haya gustado.