Relato erótico
Ahora me gustan las bodas
Estaban organizando la boda de su hermano mayor. Estaban las dos familias liadas pero, todo funcionaba bien. Reconoce que es un tío muy caliente y se dio cuenta que la madre de la novia le gustaba. Era una madura elegante y muy sensual.
Abel – Ibiza
Tengo 25 años y me he hecho muchas pajas con vuestras revistas, las he comprado muchas veces y luego, a escondidas, me la he machacado viendo y leyendo lo que hacen otros lectores. Siempre estoy calentorro y reconozco que practico sexo con cierta frecuencia con amigas, ligues en las discotecas, etc. No es nada del otro jueves echar un polvo un domingo a las 7-8 de la mañana cuando estás bastante “puesto” y además tu pareja está en un estado parecido y si además hay que hacerlo en el coche, pues eso, que no es nada gratificante.
El fin de semana que no estaban mis padres o faltaban algunos de los padres de algún colega y podemos disponer de un piso, entonces follamos como locos dependiendo de cual de las chicas está dispuesta. Mis experiencias hasta ahora eran de ese tipo, sexo, bebida y rock and roll. Pero de esas cosas que pasan en la vida, de repente todo cambia y os explico.
Mi hermano de 31 años se casó el pasado mayo con su novia de toda la vida. Ella es una preciosa mujer pero muy pija y muy sosa y no hay forma de estar con ella y con mi hermano mucho rato porque te aburren como un muerto. Bueno, a lo que iba. Mi hermanito mayor se casó y las dos familias tenían que preparar la boda, deliberando las cosas a hacer y así empezaron los piques y los malos rollos, que si los invitados, que si el menú, etc. Total que el ambiente era muy tenso y un día que mi hermano recibió en casa más bronca de lo habitual por los típicos detalles que los del otro lado querían imponer, pues supongo que mi hermano se mosqueó y decidió hacer una reunión de ambas familias. Se decidió hacer una comida en nuestra casa.
Allí nos juntamos todos, mis padres, mi hermano y yo y por el otro lado mi cuñada, su hermana mayor, su madre y su padre. Yo iba decidido a escabullirme en cuanto me fuera posible pues sino me iban a romper el plan de todo el sábado, pero cuando llegaron los del otro lado cambié de idea pues si mi cuñada está muy buena, aunque un poco llenita, pero, la que este de muerte es su madre. Nada más verla, me gustó. Tiene unos 50 años, pero que bien los lleva. Es elegante y tiene todo lo que tiene que tener para volver loco a un hombre en la cama, curvas, vicio y las ideas muy claras.
Supongo que ella se dio cuenta de mi interés pues enseguida se dedicó a hacerme partícipe de todos los comentarios y pedía mi aprobación cuando desde mi familia se discrepaba en algún asunto y yo, por supuesto, embobado que estaba, decía que me parecía bien casi todo lo que ella decía, con el consiguiente mosqueo de los míos.
Acabamos de comer y seguimos de sobremesa tomando un café y unas copas. Yo supongo que bebí, aunque sin emborracharme, sin parar y llegó un momento en que me solté del todo, hablando más de la cuenta y vacilando mogollón. Hubo un rato en que ya estaba cansado y salí fuera a tomar un poco el aire y Sole, que así se llama la futura suegra de mi hermano, salió también a sentarse conmigo en un banco.
Entonces se puso a hablar conmigo de vaguedades pero de esa forma que notas que lo que quiere es guerra. Supongo que yo estaba un poco acelerado y en una de esas no sé lo que le dije pero algo así como que si las hijas eran guapas la madre estaba para mojar pan.
Se rió conmigo y contestó que era muy gallito pero que estaba convencida de que luego me cortaría enseguida y yo, sin pensarlo, le dije que me pusiera a prueba y se iba a enterar de lo que vale un “pene”. Volvió a reírse del juego de palabras y muy tranquilamente dijo que al día siguiente a las diez de la mañana me esperaba en una determinada cafetería y que si quería algo que fuera en perfectas condiciones y que sino me mandaría a paseo.
Yo me quedé plantado y con cara de gilipollas. Ella entró de nuevo en casa y me quedé pensando en las posibilidades que tenía de echar un polvo con ella y sin dudarlo entré y les dije a mi familia que me iba a casa. Además así lo hice, fui a casa, me duché y no salí ese sábado noche llamando primero a los colegas para decirles que estaba jodido y que no podía salir con ellos.
Al día siguiente, domingo, acelerado que estaba por lo que podría ocurrir, me duché y me preparé para atacar, desayuné copiosamente y me fui para allá. Llegué a la cafetería donde ella había dicho que fuera y al rato llegó simplemente fastuosa. Todos los hombres se giraron para mirarla pues encima, la muy puta, se vistió como diciendo que buscaba guerra. Estaba simplemente impresionante.
Se sentó en la mesa donde yo estaba y nos saludamos pero sin los típicos besos de esas ocasiones. Yo no le quitaba ojo de encima y por supuesto que ella notaba que la estaba desnudando con la mirada. Tomamos café tranquilamente hablando, lo justo y después de un rato sin hablar, yo dije:
– ¿Y ahora donde vamos?
– ¿Dónde te atreves a ir? – me contestó Sole muy segura de sí.
Mi contestación fue rotunda, le dije que si de mí dependiera hacía tiempo que estaríamos juntos en una cama.
Se rió diciéndome que era un insolente pero, haciéndose notar, dijo que ya veríamos si yo daba la talla, a lo que contesté:
– Prueba.
Ella se levantó muy tranquila y me dijo que la siguiera. Fuimos hasta su coche, aparcado en un parking muy cerda de allí, ella siempre un poco adelantada y marcando sus curvas y yo con los ojos como platos, todo salido. Nos montamos en el coche y al sentarse se descubrieron sus muslos, dejando ver unas medias de fantasía negras de las que te hacen fetichista para toda la vida. Arrancó, salimos del parking y condujo un rato hasta llegar a un bloque, entró en el garaje y aparcó. Salimos del coche y me indicó para coger el ascensor, subimos hasta el piso sin quitarnos los ojos el uno del otro, abrió la puerta del piso y siempre delante de mi, la seguí hasta el dormitorio, dejó su chaqueta y el bolso en una silla y dijo que me fuera desnudando, que ella iba al baño, pero siempre dominando la situación y yo callado pero sin acojonarme.
Al entrar ella en el baño, yo me desvestí dejando doblada mi ropa en una silla y con solo el slip me metí en la cama. Sole salió del baño y estaba increíble, con un conjunto de lencería de esos que resucitarían a un muerto dejando adivinar todo lo bonito de su cuerpo.
Sin decir ni media palabra se tumbó en la cama y empezó a mamarme la polla. Aquello sí que era una mamada y no las que me han hecho hasta entonces mis amiguitas. Se la metía hasta el fondo, me lamia los huevos, la masturbaba con su boca… como es lógico me corrí como un cerdo. Me encantó ver como se tragaba toda la leche y me limpiaba después la polla.
Se incorporó y me dijo:
-Cariño, he preferido que te corrieras ahora, porqué el día es largo y quiero que estés listo para follarme hasta que me agotes.
Dicho esto, se estiró en la cama y me dijo que le demostrara si sabía comerme un chocho. Lo que ella no sabía es que es una de las cosas que más me gustan y que además tuve una buena profesora. Una criada que habíamos tenido en casa y que era madurita, me enseñó cómo hacer correr a una mujer un montón de veces.
Así que empecé a lamerle el chocho. Lo llevaba depilado, como a mí me gustan. Le pasaba la lengua por toda la raja y de vez en cuando me paraba en su hinchado clítoris. Cuando noté que estaba muy caliente, me dedique a mamarle la pepitilla y no paré hasta que me pidió que por favor parara.
Dijo que nunca le habían hecho una “comidita” tan buena. Estaba tan cachonda y yo, con la polla tan tiesa, que se colocó a cuatro patas y se la metí en el chocho hasta el fondo. Lo que no os había contado, es que tengo una polla enorme ya Sole la enloqueció cuando la vio.
Estaba salida a tope. Me insultaba, me decía que le rompiera el coño y de pronto me dijo que se la metiese en el culo de golpe, pero se estaba haciendo tarde y me esperaban en casa para comer.
Le dije que una enculada valía la pena hacerla bien y disfrutándola a tope. Primero se mosqueo, pero, entendió que tenía razón. Me preguntó si podíamos vernos al día siguiente y por supuesto le dije que sí.
Quedamos a las 5 de la tarde en el mismo lugar, dijo que podía ir directamente que ella me estaría esperando.
Estuve nervioso toda la mañana y os voy a confesar algo, la noche anterior cuando llegué a mi casa hice un repaso de todas las pelis porno que tenía de sexo anal para ver como se lo montaban. Era mi primera vez y no quería fallar.
Llegué muy puntual y me abrió la puerta casi desnuda. Llevaba un tanga negro, unos sujetadores negros y una bata negra transparente. Se había recogido el pelo y casi no iba pintada. Reconozco que estaba guapísima.
Fuimos directamente a su habitación y nos calentamos con un morreo increíble. Mientras me besaba, me iba sacando la ropa hasta que me dejó en pelotas y con la polla tiesa.
Se arrodilló y empezó a mamármela. Se la metía hasta la garganta y cuando tenía una arcada, se la sacaba y volvía otra vez, era una pasada. Me chupaba los cojones, que empezaron a ponerse duros y pequeños. Era una señal inequívoca de que iba a correrme. La muy zorra quería hacer lo mismo que el día anterior. Me haría correr pronto, para que durara más tiempo. Y lo consiguió. Me corrí como un cerdo y por supuesto se tragó toda la leche y me dejó la polla limpia.
Nos echamos en la cama y volvimos a morreárnos. Me encantaba como sabia su boca, tenía el sabor de vicio y de hembra caliente.
Seguramente por mi juventud, tardé poco en volver a trempar. Aquella mujer me volvía loquito.
Le comí el coño y la hice correr. Entonces, la coloqué a cuatro patas y con aquel culo en pompa delante de mi cara, empecé a lamerle el ojete. Cada vez que pasaba la lengua, Sole se estremecía. Sin decir nada, me pasó un tubito de lubricante y comprendí que era para suavizar la enculada.
Me coloqué gel en un par de dedos y poco a poco se los fui introduciendo en su estrecho agujero. Lo había visto en una película la noche anterior y seguí los pasos para no hacerlo mal. Cuando mis dos dedos entraron con facilidad, Sole ya me pedía que me la follara.
No la hice esperar, coloqué mi capullo en la entrada y de un solo golpe se la metí. Lanzó un grito que casi me destrempa, pero a los pocos segundos, ya culeaba para que me la follara a fondo.
Era una gozada tenerla metida en aquel conducto tan estrecho. El placer se multiplicaba por tres. Mientras me la follaba, vi que ella se pajeaba el clítoris y decidí hacerlo yo. Empecé a restregarle la pepitilla y a se corrió como una cerda, dejándome la mano mojada a tope.
Seguí bombeando, pero ya no podía más, le dije que iba a correrme y aumenté la velocidad de mis metidas. Nos corrimos los dos al mismo tiempo. Fue increíble.
Le llené el culo de leche y cuando terminamos me encantó ver como le resbalaba por los muslos.
Desde aquel día me convertí en su amante. Hemos estado follando durante más de cinco años hasta que conocí a la que ahora es mi novia, pero reconozco que cuando veo a Sole en reuniones familiares, mi polla se pone dura y recuerdo las tardes de sexo que vivimos.
Besos para todos.