Relato erótico

Zorrona con ganas

Charo
10 de junio del 2020

Hacía tiempo que nuestra amiga Carla no nos enviaba un relato. Fue un fin de semana a Palma, con el cornudo de su marido” a conocer a un chico que habían conocido en un contacto de nuestra revista. Lo reconoce es un golfa y un putón.

Carla – ALICANTE
Querida amiga Charo, soy Carla, y te escribo otra vez porque acabamos de llegar de vacaciones de Baleares donde hemos conocido a un magnífico follador que ha hecho conmigo lo que ha querido.
Hace unos días, y gracias a tu revista y a internet, contactamos con un chico de Baleares y quedamos en vernos, ya que queríamos ir a las islas. Se llama Raúl, tiene 42 años, moreno, muy guapo, educado y muy vicioso. Raúl buscaba un matrimonio donde ella fuese exhibicionista y él un cornudo que le gustase ver como se follaban a su mujer delante de él. Tras charlar con él, insistió en que la tía fuese muy exhibicionista, que usase minifaldas y vistiese muy provocativa, por lo que yo consideré que era lo que él buscaba. El día antes de ir a Palma hablamos por teléfono y me dijo:
– Mañana vístete muy sexy, como una fulana.
– Claro que sí, pareceré lo que tú quieres cariño – le dije.
Así nos despedimos hasta el día siguiente y aparecimos en el aeropuerto, yo vestida como una auténtica zorra de la mejor película porno y la gente mirándome alucinada. Me puse un top de licra negro ceñidísimo con la espalda al aire y atado al cuello, con un escote que casi mostraba mis duras tetas sin sujetador. La tela era muy fina por lo que se marcaban los pezones que parecía que romperían la tela de lo duros que se me estaban poniendo. Me puse una minifalda negra muy ceñida, de tela parecida al satén, brillante y muy suave, tanga blanco de encaje y zapatos de puntera fina y tacón alto.
Me maquillé de forma exagerada y subimos al avión como si mi marido y yo no nos conociéramos y nos sentamos en filas separadas. A mi lado se sentó un chico jovencito y estuvimos charlando un buen rato hasta que me subí la mini un poco y me vio la braga. A partir de ahí el chico lo único que hacía era sobar mi muslo e intentar meterme mano, y yo me iba poniendo cachonda. Al final el chico metió la mano bajo la mini y empezó a tocarme el tanga hasta que lo apartó y comenzó a hacerme una paja haciendo que al poco rato me corriera en sus dedos.
Luego él se sacó la polla y en el asiento comencé a masturbarle mientras le ponía su chaqueta sobre la verga para que no se viese lo que hacía. Al poco mis movimientos se aceleraron y el chico empezó a correrse en mi mano llenándomela con su pegajosa y caliente corrida y entonces yo me llevé la mano a la boca y me la lamí ante los ojos alucinados del chico.
Al rato llegamos al aeropuerto y enseguida vimos a Raúl que, al verme, me abrazó y nos dimos un morreo tremendo mientras sus manos me acariciaban el culo sobre la minifalda.
– Tengo sed, ¿tomamos una cerveza? – le pregunté a Raúl.
Nos fuimos a la cafetería a tomar algo los tres. Raúl me levantaba la mini mostrando mi culo a los viandantes y me agarraba las tetas sobre el top. En una mesa me senté frente a ellos, de espaldas a la gente, y sin más me saqué las tetas fuera del top y le dije a Raúl que me las sobara y me pellizcase los pezones. Luego me senté a su lado y Raúl me fue bajando el tanga metiéndome mano en el coño y al ver lo mojado que lo tenía, me dijo:
– ¡Que guarra, vamos a follar como locos en mi casa!

– No, cariño, quiero primero que me exhibas como a una furcia, aquí no me conoce nadie – le dije.
– ¿Y el cornudo de tu marido, que hará? – me preguntó Raúl.
– Él, grabará y mirará como me lo haces tú – respondí.
– Pues prepárate porque vamos a pasarlo en grande, putita mía.
Raúl me agarró de la cintura y salimos al parquing a buscar el coche. Le dio las llaves a mi marido y nosotros nos sentamos en los asientos traseros y allí Raúl comenzó a comerme la boca, me soltó el top del cuello enrollándomelo en la cintura y mis tetas quedaron al aire. Luego me subió la mini y comenzó a pajearme con un dedo, luego me abrió las piernas y agachándose comenzó a lamerme el coño que yo tenía empapadísimo. Pero cuando estaba a punto de correrme llegamos a un parque a las afueras de Palma, aparcamos el coche y salimos, Raúl y yo abrazados y mi marido a escasos metros con la cámara.
– Súbete un poco más la mini, zorrón, que se te vea el culo tan guapo que tienes – me dijo Raúl.
Así lo hice y me subí la mini de modo que se me veían los muslos desnudos y las cachas del culo. Mi marido seguía grabándolo todo ante los piropos de Raúl. Entonces Raúl me separó las nalgas y me metió un dedo en el culo mientras seguíamos paseando ante la mirada de los tíos.
– Puta, menudo culo tienes para meter mi polla – me dijo.
– Pues saca tu polla y verás que boca tengo – contesté.
– ¿Aquí quieres que me la saque?
– ¡Sí, y verás que gustazo! – exclamé.
En ese momento Raúl se sentó en un banco y se sacó la polla al aire y yo, sin pensármelo dos veces, me arrodillé frente a él y sin más me tragué su polla entera. Mientras mi marido nos grababa, yo mamaba aquella polla cada vez con más rapidez dándole un placer tremendo y mi mano comenzaba a tocar mi coño en una masturbación increíble. Mi coño estaba encharcado y su polla, dura como el acero, empezaba a manar su líquido preseminal que, con mi lengua, se lo lamía todo. Sin más me levanté y de espaldas a Raúl, me senté sobre su polla clavándomela en el coño empapado y empezando a moverme, follándomelo sin ningún disimulo.
Entonces Raúl metió sus manos bajo mi top y comenzó a acariciarme las tetas pellizcándome los pezones fuertemente. Yo seguía botando sobre su polla, dura y a punto de correrse cuando él me desató el top del cuello y al bajarse la prenda quedaron al aire mis pechos que siguió manoseando. Yo seguía sobre su polla y el muy cabrón me subió la mini cuando pasaban dos chicos, me hizo abrir los labios del coño con mis manos y los chicos se quedaron mirando como follábamos. Luego me hizo quitarme de encima y darme la vuelta de modo que me quedé colocada sobre su polla y mirándonos a la cara lo que aprovechó para morrearme y comerme las tetas a la vez que me subía la mini mostrando mi culo, que apretaba y le daba fuertes palmadas enrojeciéndomelo.

Raúl me estaba matando de placer y me corrí como una guarra montada en su maravillosa polla mientras, para ahogar mis gritos y gemido, nos comíamos la boca como locos.
Seguí moviéndome, cada vez más rápido hasta que Raúl no tardó en correrse en mi coño llenándomelo de una inmensa y perfecta corrida mientras el cornudo de mi marido seguía grabándome. Frente a nosotros el par de chicos nos miraba alucinados, con un bulto enorme en su entrepierna. Raúl y yo nos levantamos, nos vestimos y mirando a mi marido y a los chicos, Raúl me dijo:
– ¿No te apetecería chupársela a esos dos?
Los chicos, al oír esto, se sacaron las pollas y se acercaron a donde yo estaba, me echaron de rodillas al suelo masturbándose con rapidez mientras yo les iba tocando los cojones y les lamía la polla alternativamente. Los dos se corrieron en mi cara, llenándomela con su esperma, luego me limpié y me fui, abrazada a los dos, para la casa de este Raúl. De camino, Raúl no paró de meterme mano y llegué a su casa sin el top, con las tetas al aire y con la mini enrollada a la cintura, aunque por suerte, no coincidimos con nadie que nos viese.
Ya en su casa nos duchamos y cenamos algo los tres desnudos y al acabar, bebiendo una copa de cava, Raúl me dijo:
– Conozco un sitio donde van chicos, chicas y parejas en busca de gente que se deje tocar y follar. Está muy cerca y seguro que encuentras algo, zorrita, ¿te animas?
– ¡Claro que sí! –Exclamé- Dime que hay que hacer.
– Es fácil, te vistes como una prostituta y te exhibes buscando amigos, pero sin cobrar – me dijo.
Fuimos a mi habitación, miramos entre la ropa que yo había traído y enseguida encontraron lo que debía ponerme. Comprendí que aquello iba a ser una aventura maravillosa. Me maquillé en exceso, labios rojo putón, sombras negras, mucho maquillaje y por supuesto una ropa de zorra súper excitante. Me puse unas medias negras con blonda de fantasía, muy ancha, de silicona que se sujeta en mis muslos, tanga de encaje negro, botas de caña, altas hasta la rodilla, con tacón de aguja y un picardías de encaje negro que no cubría más que la mitad de mis nalgas y por delante se veían mis tetas sin sujetador.
En coche me llevaron así vestida hasta una zona que era un paseo marítimo de una playa lejana, bajamos los tres y vi que había mucha gente por allí, ellas vestidas como unas zorras, y que venían coches y ellas se iban a follar por ahí. Me dejaron sola en esa zona y enseguida llegó mi primer coche pero al acercarme me llevé una grandísima sorpresa ya que era una preciosa chica de unos 25 ó 30 años que me invitaba a subir, cosa que hice con rapidez. Sin decirnos nada fuimos a una zona donde había muchos coches aparcados y se metió en lo más oscuro. Paró el coche y se lanzó sobre mí comenzando a morrearnos.
Ella llevaba un vestido muy ceñido por lo que se le notaban unas tetas preciosas y enormes, con unos pezones gordos que se marcaban sobre la finísima tela, sin sujetador.

Ella me comenzó a sobarme las tetas y luego una de sus manos se perdió en mi coño apartándome el tanga y metiendo varios dedos en mi mojadísimo coño. Ella misma se quitó el vestido. Echó su asiento hacia atrás, completamente desnuda, con sus dedos abrió su coño y me dijo:
– ¡Chupa, zorra asquerosa!
Bajé mi cabeza y comencé a comerle el coño a aquella chica que estaba totalmente mojada, mientras ella comenzaba a gemir diciéndome que lo hacía muy bien. Le abrí el coño todo lo que pude, metí mi lengua hasta lo más profundo y seguí chupándoselo. Luego lamí su clítoris y a la vez meti varios dedos en su coño, comenzando a follarla con ellos como si fuesen una polla.
La chica se corrió como una cerda, chillando y convulsionándose en el asiento mientras yo seguía chupando, dándole mucho placer. Yo estaba ardiendo y totalmente mojada, pero la chica se vistió, arrancó el coche y volvió a llevarme al paseo donde me bajé totalmente excitada pero más aún cuando, al contrario de lo que me había dicho Raúl, me pagó por mis servicios.
Bueno, Charo, creo que me he alargado mucho, así que seguiré en otra carta.
Besos.

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