Zorra por un día

Asiduo lector de nuestra Revista Clima, ha utilizado los Contactos y dice que le han funcionado muy bien. Está separado pero, actualmente, vive con una mujer a la que define como exhibicionista y muy golfa.

Javier – Bilbao
Amiga Charo, soy un fiel y constante lector de Clima desde hace muchísimo tiempo y muchas veces he usado los contactos que me han ido de maravilla.
Me llamo Javier, tengo 45 años, moreno, atractivo, buen cuerpo de deportista y una buena polla, gorda y larga, soy de Bilbao y estoy separado aunque vivo con una mujer que es una golfa exhibicionista, que es lo que más me gusta a mí.
María tiene 40 años, morena, guapa, con buen cuerpo y está separada, como yo. Según he oído, la dejó al marido porque le va mucho el sexo y al parecer, la muy guarra, se enrollaba con los vecinos, aunque ella siempre me lo ha negado y a veces hasta la creo…
Yo tengo una pequeña empresa y hace un tiempo, María era la encargada de la limpieza y enseguida cogimos mucha confianza y hablábamos de tonterías hasta que un día decidí invitarla a un café, luego a una cena y así al cabo de poco tiempo, vino a vivir conmigo. La cosa fue de maravilla ya que a diario teníamos sexo y yo no tenía que buscar fuera nada ya que ella era una mujer muy “completa”, y estaba a gusto con lo que hacía. Yo seguí comprando Clima, lo leíamos juntos y notaba que, al leerlo, se ponía muy cachonda y a veces nos imaginábamos viviendo las experiencias. A partir de esto, comencé a comprarle ropa muy sexy y minis muy cortas para jugar en casa, pero enseguida aquello se quedó corto y comencé a pedirle que saliese a la calle vestida como una zorra. Ella no quería, pero una noche logré convencerla tras una cena copiosa y mucho alcohol para que jugáramos a que ella era una prostituta en plena calle y yo un cliente cachondísimo, pero como veréis la cosa se nos fue de las manos.
Lo primero fue la ropa, se la compró de “furcia total” y gracias a que frecuentábamos sex-shops y ventas por catálogo de Clima, no fue muy difícil. Mi mujer se puso un tanga hilo dental, rojo, diminuto, que eran cordones que se le metían en el coño y el culo. Se puso un sujetador de encaje rojo por el que se le veían las tetas al completo, medias con tira de silicona por medio muslo, unas botas de tacón fino que le llegaban por encima de la rodilla y un mini top de licra que le tapaba las tetas, dejándole los hombros y el ombligo al aire y una minifalda diminuta que apenas le tapaba el culo, dejando ver buena parte de sus cachas y el muslo desnudo hasta llegar a la tira de las medias. Encima se puso un abrigo y tras tomarse unas copas, nos fuimos a una zona industrial cercana, que a esas horas estaba vacía, dejé a mi mujer en una calle, sin el abrigo, y comenzó a pasearse mientras yo la miraba y ella se iba metiendo en el papel, inclinándose para que le viese el culo y me lanzaba besos.
Lo mejor fue cuando, la muy guarra, se apoyó en un coche que estaba aparcado, se metió la mano bajo la mini y comenzó a acariciarse el coño. Yo miraba desde mi coche y me estaba pajeando, cuando vi que se acercaba un vehículo, apagué las luces del mío y me escondí para que no me viesen.

Al pasar el coche al lado de mi mujer, esta no se escondió, el coche paró, el conductor la llamó y para mi sorpresa, mi mujer se acercó contorneando su cuerpo, se apoyó en la ventanilla y estuvo un rato hablando con el chico que conducía y yo miraba desde el coche, muy caliente al ver aquello.
Tras un rato hablando, el chico intentaba tocar el culo a mi mujer y aunque en un principio ella no se dejaba, vi como el chico le bajaba el top y le tocaba las tetas. María no decía nada mientras el chico le sobaba los pechos delante de mí. De pronto vi como María se ponía de pie y guardándose las tetas, rodeaba el coche para subirse en el asiento delantero. El chico aparcó justo frente a mí, bajo una farola, con lo que yo veía todo lo que pasaba en el interior de aquel vehículo. Justo en el momento en que el coche se paró, mi mujer encendió la luz interior se lanzó en brazos del chico, comenzando a morrearse como novios. Luego ella se sentó sobre el chico, de cara a él, y mientras se morreaban, vi como el chico le sacaba el top por arriba y como le quitaba el sostén, le comía las tetas y como mi mujer se retorcía de placer. Yo los miraba con la polla tiesa como nunca y me masturbaba cuando vi que el chico echaba el asiento hacia atrás, mi mujer se tumbaba sobre él y como ella se movía, por lo que supuse que se la estaba follando.
Entonces salí del coche, me acerqué al suyo y vi a mi mujer abierta de patas sobre el rabo del chico, que la follaba mientras se morreaban y también vi a mi mujer con una mano en el chocho pajeándose como una guarra. Ya me daba igual que me viesen y a ellos parecía no importarles lo más mínimo mi presencia y seguían follando mientras yo me masturbaba al lado del coche, oyendo sus gemidos y suspiros hasta que, de repente, mi mujer cayó en un orgasmo tremendo, entre gritos y chillidos, como nunca lo había visto. María se corría como una cerda chillando en el coche de aquel desconocido y yo me corría en el suelo, contemplándola.
El chico seguía follándose a mi mujer y la morreaba mientras sus manos le subían la mini y le separaba las nalgas viéndosele el ojete dilatado y por donde el chico le pasaba un dedo. Tras un buen rato follándose a mi mujer, ella descabalgó de la polla del chico y sentándose de copiloto, se la agarró con las dos manos y comenzó a pajearle mientras me miraba sonriente. La polla del chico se veía enorme y babeante entre las manos de mi mujer hasta que el chico la cogió por el pelo y la hizo ir bajándose a mamarle la verga. Ella le besó el capullo con delicadeza mientras seguía pajeándole y el chico disfrutaba con los ojos cerrados gimiendo como un cerdo y entonces mi mujer abrió la boca y sin más, se tragó aquella polla enterita hasta que los huevos chocaron contra su barbilla.
María mantuvo un rato la polla dentro de su boca jugando con la lengua sobre el capullo y él gemía sobre el asiento cuando mi mujer comenzó a mamarle la verga como solo ella sabe hacerlo, y que lo hace de maravilla. Ella subía y bajaba a lo largo de aquel pollón, despacio, saboreando cada centímetro de polla y el chico le acariciaba el pelo a la vez que la comenzaba a insultar y con sus manos le agarraba las tetas apretándole los pezones con fuerza.

Mi mujer es como una aspiradora mamando pollas, disfruta mamando rabos y por supuesto, le encanta que se corran en su boca y tragarse toda la corrida. Como yo esperaba, mi mujer comenzó a acelerar la mamada a la vez que pajeaba al chico con una mano y con la otra le apretaba los huevos. De pronto vi que el chico se ponía muy tenso, por lo que imaginé que se iba a correr en la boca de mi querida mujer. Como así fue.
El chico comenzó a moverse sobre el asiento como un loco, pero mi mujer siguió mamándosela hasta que de aquella polla dejó de salir leche, que mi mujer tragó hasta la última gota, pero siguió chupando hasta que se la sacó de la boca fláccida y pringada de semen. Después mi mujer se incorporó en el asiento y la vi como una cerda, con los tetas al aire y con restos de semen en la barbilla. Me miró y sonriéndome, me guiñó un ojo mientras se relamía, recogiendo los restos de semen de sus labios y barbilla y se colocaba bien el pelo. Luego se colocó el sujetador y el top, vi como el chico le daba dinero, como mi mujer le daba un beso y luego salía del coche.
Sin decirnos nada, subimos al coche y me iba a dirigir a casa cuando ella me enseñó el dinero que le había dado y me dijo que quería repetir, si a mí no me molestaba. Acepté y le pedí que yo fuese un voyeur y ella, dándome un morreo, se quitó el sujetador y volvió a la rotonda donde había exhibido su cuerpo. He de decir que se subió, al menos, en cuatro coches y en varios camiones que dejaban que yo les viese, sin correr las cortinas, como se follaban a mi mujer, pero llegó un extranjero que al explicarle mi mujer lo que ella quería, el chofer me hizo subir a la cabina y sentarme a su lado mientras mi mujer se la mamaba.
Sobre las cuatro de la mañana, ella estaba muy saciada de semen y había ganado un buen dinero por lo que nos íbamos a ir a casa y me invitó a desayunar, pero iríamos por separado. Me llevó a una cafetería en las afueras, donde a esa hora se veían varias mujeres, que parecían fulanas, y varios hombres mayores que buscaban un polvo rápido y económico, a cambio de pagarles un buen desayuno.
Yo entré primero y recibí varias ofertas de aquellas chicas que iban vestidas muy normales y por eso, cuando entró mi mujer, todos los tíos se volvieron locos al verla vestida como una auténtica zorra ya que, había dejado el abrigo en el coche y venía con la minifalda enseñando las medias y las cachas del culo, y con el top de lycra que tapaba sus tetas, pero como era tan ceñido y ajustado, se le marcaban sus tetas, notándose perfectamente sus gordos pezones, que parecían iban a atravesar la fina tela del top, y las gordas aureolas que se marcaba enteras.
Mi mujer se sentó en la barra y enseguida se vio rodeada de viejos, que la invitaban a la vez que le metían mano delante de mí. En un momento vi como varios tenían rodeada a mi mujer, le habían subido la mini a la cintura y le sobaban el culo sin que ella dijese nada. Uno de los viejos le abrió las piernas y comenzó a tocarle el chocho, haciendo que mi mujer se deshiciera en suspiros y gemidos, cosa que los demás se tomaron como una aceptación y enseguida vi su tanga deslizarse muslos abajo hasta el suelo y como le tocaban el coño, metiéndole los dedos en él. Ella buscaba bocas que morrear, y se encontró ante mi asombrada mirada.
En ese momento, mi mujer se levantó y dirigiéndose a mí, me pidió las llaves del coche saliendo luego acompañada de cinco viejos, que no paraban de meterle mano. Les iba a seguir pero me enrollé con una de las putas, que me hizo una fenomenal paja en el baño.

Al cabo de un rato, regresaron los viejos solos y se mofaban de mí porque sabían que era su marido y me decían lo bien que mi mujer se lo había hecho. Me fui al coche corriendo y vi a mi querida mujer vestida tan solo con la mini y las medias, con los muslo sobre el salpicadero y con el chocho rebosando semen.
Nos fuimos a casa, y tras ducharnos, nos dormimos y a la mañana siguiente mi mujer me dijo que lo había pasado de miedo, pero que no volvería a repetirlo ya que, según ella, lo había hecho por mí.
Gracias y un beso a todos.