Relato erótico
Y salió bien
Aunque nunca había estado con otro hombre, se sentía atraído por ellos. En especial le gustaba un chico del gimnasio, pero era muy tímido. Había una pareja que lo conocían y pensó de qué forma podía acercarse a él. La cosa no salió exactamente como lo había planeado.
Jorge – Barcelona
Soy Jorge de Barcelona, tengo 26 años, pelo castaño y ojos verdes, atractivo, agradable y me gustaría conocer todo lo relativo al sexo después de descubrir mi bisexualidad. Lo que cuento ocurrió en el gimnasio al que voy y en el que me apunté por un amigo que me convenció.
Iba por la tarde, sobre las cinco, entraba en varias clases y a partir de las ocho me dedicaba al jacuzzi y a la sauna. Sin quererlo, me fui fijando en un chico bastante atractivo pero muy tímido por lo que me era difícil intentar algún tipo de contacto con él hasta que, hablando con una amiga, supe que era muy amigo de su novio y que salían de copas bastantes fines de semana, así que me puse a maquinar algo.
Ellos, la pareja amiga, son go-go´s y quedé con ellos para encontrarnos en la discoteca donde trabajaban el viernes por la noche. Entre descanso y descanso, le insinué a ella mis intenciones sobre David, el chico en el que me fijé. Ella me escuchaba y se reía. Sobre las tres de la madrugada terminaron pero David no apareció por allí. Les acompañé al camerino para que se cambiaran e irse a otro sitio, preguntándome si quería irme con ellos, cosa que acepté. Se iban a un pueblo bastante apartado y me avisaron que llegaríamos tarde pero que me podía quedar en su casa. La noche transcurrió sin más y mientras se desvestían al acabar su trabajo, él se acercó a mi riéndose y me preguntó que qué esperaba encontrar. No contesté y él se quedó con un tanga negro, volviendo a acercarse a mi, que estaba sentado. Cogiéndome por sorpresa la cabeza, me dio con el paquete en la cara diciéndome:
– ¿Qué, tienes ganas de esto?
Él, estaba sudado y yo sorprendido, sin palabras. Me quedé mudo e incluso, a la vuelta, no intercambié palabra aunque él me miraba por el retrovisor, con cara de pocos amigos. Llegamos a su casa y se ducharon, pero ella me sirvió una copa antes de entrar en el baño. Empezaron a ducharse y a tontear en la ducha, dejando la puerta abierta. Desde el sitio donde estaba yo sentado, les veía reflejados en una cristalera de la puerta del pasillo. Él estaba excitado y vi su polla por primera vez en erección pero lo que más me excitó fueron sus huevos, gordos, colgantes y casi sin pelo, con su rabo mirando al techo. Ella le rozaba la polla con su culo y él le tocaba los pezones por detrás mientras la abrazaba. Luego ella le pajeó suavemente mientras él le metía uno de los dedos en el coño y se comían la boca. Yo ya estaba de infarto. Él le cogió la cabeza para bajarla a que se la chupara, pero ella se negó, diciéndole:
– ¡Me prometiste que antes de meterme esto en la boca, me comería un buen mejillón!
Me sorprendí, pues no conocía esta faceta de Claudia. Se terminaron de duchar, se pusieron unos albornoces encima y salieron al salón, donde yo estaba súper nervioso, excitadísimo y casi borracho. Ella me dijo que ya podía pasar al baño para ducharme y así lo hice. Estando en la ducha, entró él para peinarse su preciosa melena. Yo le miraba de reojo hasta que me pescó pero de nada me sirvió disimular ya que mi polla morcillona, me delató. Me dedicó una sonrisa picarona y me dijo:
– ¿Te da igual chupar esta… que lo necesito?
La tenía morcillona, con el capullo fuera. Se quitó el albornoz y se metió en la bañera conmigo, empezando a besarme y abrazarme. Yo no podía ni mover las pestañas pero no opuse mucha resistencia. Me cogió por los pelos y sin reparo, me dio con la polla tiesa en la boca para que se la chupara. Intenté tragármela toda pero era demasiado larga. En este momento oímos la televisión, paré de mamar y me la saqué de la boca pero él insistía en que se la chupara pero al no conseguirlo, me ordenó que me secara mientras le decía a su mujer que preparase la cámara y se fuera para la habitación. Terminó de secarme él. Yo estaba aturdido, sin saber qué hacer.
Cogiéndome otra vez de los pelos, me llevó a la habitación y tirándome sobre la cama, le dijo a ella:
– ¡Ya tenemos quien me la chupe… y no lo hace pero que nada mal!
Ella se sentó en un sillón de la habitación, en una esquina, y empezó a grabar. Él, tumbado en la cama boca arriba, me cogía por los pelos y hacía que su polla entrase hasta lo más profundo de mi garganta aunque, de vez en cuando, me dejaba respirar por las arcadas que me daban, diciéndome:
– ¡Quiero esa boca mamona, quiero follarla!
Su mujer, mientras grababa se metía un consolador en el coño. Al cabo de un rato, él me tumbó boca arriba y se colocó encima de mí haciendo un 69. Se metía en la boca toda mi polla, hasta el fondo, suavemente dándome un placer increíble hasta que empezó a meterme los dedos en el culo y a explorar.
Yo me dejaba hacer mientras chupaba con temor su polla cuando vi como Claudia se nos acercaba y le deba el consolador a su marido, sin dejar de grabar. Él me lo metió poco a poco en el culo mientras ella grababa como yo se la chupaba a su marido. Al final ella puso la cámara sobre un trípode, cogió otro consolador y acercándose a él, empezó a metérselo por el culo. Era más grande que el que yo tenía metido en mi ano. David gemía de placer y me chupaba la polla con más intensidad, haciendo yo lo mismo.
Ella, sacándome el consolador, hizo que yo me diera la vuelta para ponerme boca abajo y él, sin pensárselo, me montó y me metió su polla en el culo de un solo golpe.
Vi las estrellas por el dolor que me causó pero ella, colocándose debajo de mí, se metió mi polla en su chorreante coño tras haberse corrido con varias pajas que se había hecho. El marido, con su verga entera en mi interior, empezó a moverse dándome unas embestidas bestiales, tanto que notaba sus gordos huevos masajear las cachas de mi culo, abierto y tragón. Sus embestidas eran suficientes para hacerle llegar a ella el placer en su coño y que no dejara de gemir. Cuando le dije a él que bajara el ritmo ya que me corría, ella le animó a seguir para que me corriera en su coño ya que ella también quería correrse.
No pudiendo aguantar más y notando que él me daba más fuerte y seco, anunciando su corrida, exploté en el coño de Claudia y ellos también reventaron, casi al instante. Nos abrazamos y yo me quedé en medio con mi polla metida en el coño de ella y la polla de él en mi culo y que, poco a poco, notaba como se encogía. Así fue mi primera experiencia con un matrimonio y si algo de interés me ocurre, ya lo contaré.
Un abrazo.