Relato erótico
Y de repente… una orgia
Es una mujer caliente y dice que su novio la deja muy satisfecha. Nunca le ha sido infiel con otro tío, pero sí que ha fantaseado con esto. Unos amigos los invitaron a una fiesta en la playa. La noche se desmadró y acabó en una orgia.
Adriana – Palma de Mallorca
Nunca antes, le había sido infiel a mi novio, aunque no soy ninguna mojigata. Me miro a los hombres y si alguna vez alguno me impacta especialmente, probablemente mi próxima fantasía erótica la protagonice él. Aunque quiero mucho a Miguel no puedo evitar tener fantasías sexuales con otros hombres cuando estamos en la cama. Y eso que me tiene plenamente satisfecha en el terreno sexual. Es alto, de ojos verdes y moreno, atlético y bien dotado con sus 23 cm. En cuanto a mí, mis amigos me dicen que soy guapa. Mido un metro setenta centímetros, llevo una larga y ondulada cabellera negra y tengo los ojos grises. Tengo mucho pecho, no tengo nada de barriga y una cinturita muy estrecha, pero de lo que estoy orgullosa es de mi culo. Lo mantengo redondo, duro y firme como el primer día, lo que por cierto, también le gusta a mi novio.
No hay día que no hagamos el amor, al menos, dos veces, a cualquier hora y en cualquier sitio. He tenido otras parejas antes, pero ninguna había conseguido satisfacerme plenamente. A pesar de todo, no puedo evitar pensar en otros cuando estamos en la cama. A veces me imagino que estoy con él y con otro chico, preferentemente negro y con la polla aún más larga. No me considero una pervertida pero no suelo resistir más de cinco minutos con esa fantasía hasta que me corro salvajemente. Miguel nunca me había comentado que él tenía fantasías por su cuenta. Por eso no imaginé cómo acabarían las cosas cuando me propuso ir a la fiesta que sus amigos organizaban en la playa.
Una pareja amiga, Pedro y Cintia, nos había invitado a una fiesta que un amigo suyo organizaba en la playa. Era una fiesta típica de verano, al atardecer, con una fogata, algo de comer y, sobre todo, mucho alcohol. Pedro es amigo de Miguel desde hace años y la verdad es que es muy guapo. Es rubio, lleva el pelo un poco largo y se lo coge en una coleta. Mide un metro ochenta y cinco, ojos marrones bastante grandes y cuerpo atlético, de esos de gimnasio, pero sin exagerar.
En cuanto nos encontramos, me puse a charlar con Cintia. Es una chica morena como yo, pero más bajita, un metro y medio aproximadamente, y muy bien proporcionada, unos pechos redondos y tiesos con grandes pezones, y un culo de esos que hace perder la cabeza a los chicos
Trajeron música, bailamos, nos metimos en el agua y nos pusimos hasta arriba de cubatas. A las pocas horas el ambiente se calmó un poco. Todo el mundo iba muy desfasado de alcohol y Pedro nos presentó al chico que organizaba la fiesta, Leo.
La verdad es que Leo me impresionó. Era un chico de metro noventa más o menos que, en traje de baño como íbamos todos, impresionaba por sus pectorales y sus abdominales. Además era encantador y enseguida empezó a bromear con nosotros, especialmente conmigo y con Cintia.
Yo había encendido un cigarrillo y a la segunda calada sonreía mirando el cielo mientras pensaba en la polla de Miguel, que me estaba acariciando la espalda. Entonces le empecé a acariciar yo también y así, poco a poco, empezó a sobarme descaradamente. Primero el culo, con disimulo, pero al poco nos estábamos morreando mientras me tocaba descaradamente las tetas. Al rato abrí los ojos y vi a Leo mirándonos fijamente. Se le marcaba una polla enorme y durísima y eso me puso aún más caliente.
La verdad es que estábamos descontrolados, porque Miguel que, me clavaba la polla a través de las bermudas, me quitó la parte de arriba del bikini sin cortarse ni un pelo, dejando mis gordas tetas al aire y empezó a lamerme los pezones. Yo me puse a gemir descaradamente mientras Leo se tocaba la polla por encima del bañador y Miguel, sin poder contenerse más se sacaba la suya. No me podía creer lo que estábamos a punto de hacer. Follar en público es algo con lo que he fantaseado alguna vez, pero de ahí a hacerlo de verdad hay un trecho. No sé si Miguel se lo pensó mucho o iba muy colocado, pero en un minuto me vi totalmente desnuda con mi novio encima metiéndomela y sacándomela del coño sin parar. Me follaba furiosamente, en un metisaca que me estaba llevando al orgasmo y cuando volvía abrir los ojos, vi a Leo con 25 centímetros de polla súper tiesa en la mano meneándosela sin parar. Solo verla me hizo correr, no pude aguantarme, y el muy cabrón se dio cuenta porque mientras Miguel seguía follándome sin parar, se acercó y dijo:
– ¿Te gusta, verdad? ¡Pues cómetela!
No me lo pensé dos veces. Primero se la toqué con cuidado, pues nunca había tenido entre las manos algo tan grande, pero enseguida me la metí en la boca. Chupé un poco la punta, estaba algo húmeda, muy caliente y me encantó. Pero Leo estaba cachondísimo y me hizo poner a cuatro patas y mientras Miguel, sin mediar palabra, me seguía follando, entonces Leo me la volvió a meter en la boca y empezó a meterla y sacarla sin parar. Yo nunca había follado con dos tíos a la vez y sentir las dos pollas entrando y saliendo de aquella manera hizo que me corriera otra vez. Mi orgasmo fue larguísimo, sentía cómo me vibraba el coño y no paraba de mojarle la polla a Miguel con cada embestida y aún me estaba corriendo cuando Miguel, con un gemido, empezó a llenarme de leche.
Hacía días que no follábamos y notaba perfectamente sus chorros dentro de mi coño. Mientras, Leo me clavaba la polla hasta la garganta sin compasión, pero la verdad es que me encantaba. Pensé que iba a correrse pero en lugar de eso me dijo:
– ¿Te has metido alguna vez algo tan grande?
La respuesta era no, pero no me dio ni tiempo a decirlo. Tanta frialdad por parte de ese chico me estaba poniendo a mil y la verdad es que ya hacía rato que deseaba sentir aquel pollón bien hasta el fondo. Se tumbó boca arriba e hizo que me sentara poco a poco encima de él. Estaba tan mojada que su polla se deslizó increíblemente rápido hasta el fondo de mi chocho y casi me corro, solo con sentirla dentro, pero logré controlarme y empezar a moverme arriba y abajo.
Subía todo lo que podía y luego me la clavaba hasta el fondo sin parar, cada vez más rápido. Con ese pollón entre las piernas no tardé ni dos minutos en correrme otra vez pero, de repente, Leo me sujetó para que me estuviera quieta. Y entonces vino lo increíble. Sentí la polla de Miguel hacerme círculos entorno al culo tal y como sabe que me vuelve loca. Lo tenía completamente mojado de todos los jugos que habían resbalado del chocho y también del semen de Miguel, así que enseguida noté la punta de su polla en el ano.
La metió primero con mucho cuidado, ya que aunque practicamos sexo anal de tanto en tanto, siempre cuesta un poco de meter. Pero esta vez, no sé si por la calentura o por lo mojado que tenía el culo, entró a la segunda embestida y enseguida Miguel empezó un metisaca rítmico que Leo aprovechó para seguir follándome el coño. Aquello era demasiado, una polla en cada agujero en una follada monumental. No sabía cuando me la metía uno y cuando me la sacaba el otro, solo notaba una amalgama de pollas por todas partes que no paraban de darme placer. No podía parar de gemir ni de mirar a Leo, que seguía mirándome a los ojos a cada embestida. Al final no pudo más, me puso las manos en las tetas y se corrió dentro de mí. Eso me hizo explotar a mí también, y justo entonces Miguel, que me dejó el culo empapado. Casi nos corrimos los tres a la vez.
Cuando pude abrir los ojos, totalmente exhausta, vi que Pedro y Cintia no se habían estado precisamente quietos mientras nosotros tres montábamos la primera orgía de mi vida. Estaban los dos completamente desnudos haciendo un sesenta y nueve. Cintia encima de Pedro, le lamía la polla arriba y abajo, mientras que su novio le lamía el agujero del culo y la penetraba con los dedos. Pero Pedro pronto se cansó de eso y dedicó su lengua exclusivamente a chupar el clítoris de Cintia, que sinceramente, era el más grande que había visto en mi vida. Pedro tenía la cara completamente empapada por los jugos vaginales de Cintia, que mientras tanto había dejado de lamer y había empezado a tragarse la polla de Pedro, de tamaño medio pero muy gorda, con ansias, devorándola, y a la vez acariciándole con los dedos el ano.
Eso me puso tan caliente otra vez que, sin poder contenerme, me dirigí hacia ellos, me arrodillé cerca de la cabeza de Cintia y empecé a chuparle los huevos a Pedro, metiéndome uno a uno en la boca, y apartando la mano de su novia para introducir mi dedo índice en su culo. Ellos, lejos de sorprenderse me dejaron hacer, por lo que Miguel y Leo decidieron unirse a la fiesta. Miguel apartó el coño de Cintia de la cara de Pedro, y empezó a restregarse la polla contra su coño hasta el agujero del culo, que le acabó de humedecer con sus propios flujos mientras le metía dos dedos. Poco a poco fue haciendo camino para su polla, que le acabó metiendo entera entre los gemidos de Cintia pidiendo que no parara de follársela así. Mientras, Leo, a quien al parecer le había gustado mi coño, me volvió a meter su pollón hasta el fondo. Aquello era una locura, solo se oían gemidos y el olor a sexo nos empujaba a seguir con la orgía sin parar y sin hablar, chillando de puro gusto de tanto en tanto.
De repente, mientras compartíamos la polla de Pedro, Cintia levantó la cabeza y me besó, metiéndome la lengua hasta la garganta, justo en el momento en que, sin poder aguantar más, todo su cuerpo empezaba a vibrar y a convulsionarse en un brutal orgasmo.
Eso provocó que Miguel no pudiese tampoco aguantarse más y se corriese en su culo, el semen chorreando por los bordes, goteando por las nalgas de Cintia hasta la arena. Fue una reacción en cadena, porque acto seguido noté por segunda vez el semen caliente de Leo, que me provocó un éxtasis espectacular. Incluso chillé de gusto. Creo que no he sido más feliz en mi vida.
Nos habíamos corrido todos menos Pedro, que seguía con la polla tiesa, pero se levantó, se tumbó encima de Cintia, que no podía prácticamente ni moverse, y empezó un metisaca rápido. Cuando ya no pudo más, sacó la polla y se corrió en las tetas de su novia, un chorro tras otro. Era espectacular la cantidad de leche que le salía. Cuando paró, Cintia empezó a restregarse el semen por el pecho con la mano, como queriendo disfrutar del calor de la leche su novio, y al acabar se metió los dedos en la boca y se los chupó hasta que no dejó ni rastro del semen de Pedro, luego se incorporó y le pegó un morreo espectacular, intercambiando lengua con lengua el líquido caliente que acababa de tragarse.
Después de eso casi se puede decir que nos derrumbamos sobre la arena. Estábamos destrozados, sudorosos, olíamos a semen y fluidos diversos y estábamos completamente llenos de arena. Decidimos meternos en el agua desnudos para relajarnos y quitarnos de encima todo lo que teníamos pegado. Nos metimos en el agua entre risas y nervios ya que nadie sabía qué decir, y yo me estaba quitando la arena de los pezones cuando noté unas manos que me agarraban las tetas. Era Leo, que empezó a refregarme los pezones y a pegarse contra mí, clavándome su polla otra vez dura contra el cuerpo. Todos los demás, incluido mi novio, miraban sin decir nada y eso me volvió a calentar. Leo me lamió los pezones, me magreó los pechos, apretó sus pulgares contra ellos sin parar, me mordió incluso y yo no paraba de gemir. Luego empezó a masturbarme, pero al notar lo hinchado que tenía el clítoris, simplemente me inclinó un poco y me la metió por tercera vez.
Nos pusimos a follar allí, dentro del agua, con tres personas mirándonos, entre ellas mi novio. La polla de Leo me ponía caliente, pero verles ahí parados mirándonos aún me puso más y me corrí otra vez, gimiendo y chillando, pidiéndole a Leo que me la metiera toda. Mis convulsiones le hicieron correr a él, llenándome el coño de leche que enseguida salió y quedó flotando en el agua.
Nunca había pensado que le sería infiel a mi novio, que participaría en una orgía y que me morrearía con una amiga, y todo la misma noche. Pero la verdad es que casi me muero de gusto con dos pollas a la vez solo para mí. Espero repetirlo muy pronto.
Besos a todos de una lectora muy cachonda.