Relato erótico

Vuelta al pasado

Charo
10 de enero del 2020

Cuando estudiaban en la universidad eran muy buenos amigos. Hacía años que no se veían y de pronto le llamó por teléfono. Estaba de visita en la ciudad y quería saludarlo. Quedaron para cenar y acudió a la cita con su novia.

Jorge – Barcelona

Estaba viendo un partido de fútbol por TV y el partido era muy malo pero por suerte sonó el teléfono y me sacó de ese aburrimiento. Era Daniel, un ex compañero de carrera al cual no veía hacía años. Tras charlar un rato quedamos en encontrarnos por la noche para cenar.
Cuando llegó Sonia, mi novia, le comenté lo de Daniel y accedió a acompañarme. Mientras me vestía me acordaba de algunas cosas que habíamos hecho con Daniel en la adolescencia, habíamos tenido algunos acercamientos, pero solo llegaron hasta las caricias de nuestros miembros. Todo eso me excitó un poco y un nerviosismo se apoderó de mi por unos instantes, luego me tranquilicé y terminé de vestirme.
Entonces fui a buscar a Sonia, y estaba vestida para matar. Llevaba una minifalda súper corta y una blusa escotada que dejaba ver sus tetas sin mucho esfuerzo. Sonreí y le dije que solo iríamos a cenar, que no íbamos a impresionar a nadie. Ella también rió y subió al coche.
Pasamos por el hotel en donde estaba Daniel, que ya nos esperaba en el hall, subió, nos saludamos, le presenté a Sonia y fuimos a un restaurante a cenar. Llegamos, nos sentamos en una mesa que ya había reservada y pedimos la cena, empezando a hablar de nuestras vidas. El nos contaba de sus viajes y ese tipo de cosas que se cuentan dos personas que hace mucho no se ven. Mientras tanto yo había empezado a notar como Daniel miraba a Sonia, sobre todo sus gordas tetas que resaltaban en ese escote, pero no me preocupe mucho, es más me parecía de lo más normal pero cuando Sonia se fue al baño, el aprovechó para echarle una mirada y me dijo:
– ¡Jorge, que mujer tan guapa has conseguido!
– Sí y no sabes como es en la cama – le dije sin saber por qué.
Se produjo un silencio que decía muchas cosas y a la vez no decía nada. En eso volvió Sonia y Daniel era ahora el que se fue al baño. Ella me preguntó que como la estaba pasando, le dije que bien, y de pronto ella preguntó:
– ¿No es este el Daniel, tu ex compañero, con quien habías tenido algo de sexo?
La pregunta era directa y yo ya me había olvidado de que le había contado eso a Sonia, así que no me quedó otra que responderle:
– Sí, es él.
Había pasado mucho tiempo de eso, ambos teníamos 18 años, y ahora 28, o sea 10 años, pero yo aun lo recordaba. La cena siguió y también el vino desfilaba y desfilaba por nuestra mesa, así que los ánimos estaban bastante distendidos y la charla cada vez mas subida de tono y con doble sentido. Al terminar, nos fuimos del restaurante y fuimos dando unas vueltas por la ciudad con el coche. Sonia iba sentada adelante y Daniel atrás, ella estaba alegre por el vino y sin darse cuenta su minifalda se había corrido dejando ver todos sus muslos y parte de su braga blanca.

Pronto me di cuenta de que Daniel también lo había notado pues no dejaba de mirar hacia abajo por encima de mis hombros. Seguíamos circulando y al pasar por la zona caliente de la ciudad, donde las chicas se ofrecen al mejor postor, con Daniel hacíamos bromas al respecto hasta que, otra vez no sé por qué lo hice pero le dije a Daniel:
– ¿Quien necesita a esas chicas teniendo semejante hembra a mi lado?
Mientras decía eso le acariciaba un muslo a Sonia levantando aun más su falda hasta dejar ver ya por completo su blanca braga.
– Tienes razón, que hermosos muslos… – dijo Daniel.
– No mientas, debes haber visto mejores en tu vida – contestó ella, lejos de enojarse.
Yo seguía acariciando sus piernas hasta que, descaradamente, le acaricie el chocho por encima de las bragas, ella rió y dijo:
– No toques ahí si no vas a usarlo.
Todos reímos mientras Daniel no sacaba su vista de allí. Cuando llegamos al hotel donde estaba instalado Daniel, nos invitó a tomar unos tragos en su habitación y también para mostrarnos el libro sobre ciencia que había escrito. Subimos, entramos y comenzamos a charlar de nuevo mientras nos mostraba el libro y unas fotos de su último viaje.
Bromeamos con las fotos y le dije que me mostrara esas fotos que seguramente se había tomado en una playa nudista. Efectivamente las hizo, las trajo y las empezamos a ver y las bromas volvieron, solo que me sorprendió verle el tamaño de su miembro en una foto y otra vez haciendo cosas que no debía le dije:
– ¡Vaya, como te ha crecido la polla, no es la misma de la de hace diez años…!.
– Y eso que no está tiesa – contestó sonriendo.
La excitación era evidente y Sonia, a todo esto, estaba excitada con esa charla supuestamente secreta, y él entonces me preguntó:
– ¿Ella sabe… le contaste algo?
– Sí, Daniel, lo sé todo – dijo ella sin dejarme responder.
Luego él fue al baño y ella aprovechó para empezar a besarme allí, en el sofá. Yo le metía mano por todos lados levantándole la falda y acariciando su coño pero cuando Daniel volvió, paramos, pero él dijo:
– No, no os detengáis, haced como que yo no estoy aquí.
Entonces seguí con mi manoseo con ella mientras se iba calentando. Le bajé la braga hasta quitársela, le separé las piernas y empecé a masturbarla. Ella gemía y gozaba aunque al principio trató de detenerme, pero mis dedos la conocían bien y pronto se entregó a ellos sin pudor.

Luego se incorporó, le saqué la falda y la senté nuevamente con sus piernas abiertas, arrodillándome entre ellas para chuparle el coño, mientras podía observar a Daniel que nos miraba acariciándose por encima del pantalón.
Tras un rato de estar así, me saqué la ropa y me senté para que ella me la empezara a mamar. Estaba tan caliente que se la introdujo de un golpe en la boca y me la empezó a chupar, comiéndose la cabeza y de allí hasta la base de mi miembro. Entonces miré a Daniel y le hice una seña para que viniera. Él se incorporó despacio, se sacó la ropa y apareció una enorme polla que debía de medir por lo menos 22 cm, gruesa, de cabeza ancha y unos huevos muy grandes. Se acercó a Sonia, ella dejó de chupármela para mirar la de Daniel, y después de unos segundos, exclamó:
– ¿Y te dejaron pasar la frontera con esto?
Él rió y ella se la comenzó a comer, disfrutando de tamaña polla, pero sin dejar de pajearme. Yo, por mi parte, deliraba de placer al ver semejante espectáculo, realmente se presentaba una fiesta bestial. Luego ella se incorporó y fue al baño. Todavía llevaba puesta la blusa y al verla marchar yo dije:
– ¿Ves este culo…?. Pues no sabes como se come las pollas.
Aprovechando que ella no estaba, él me preguntó si queríamos hacerlo allí, en el living o en la habitación, y yo le dije que fuéramos a la habitación y hacia allí fuimos. Al entrar, me abrazó por detrás y empezó a besarme el cuello. Yo lo dejé hacer y nos acostamos en la cama. Allí empezamos a besarnos y mientras lo hacíamos le agarre la polla y se la comencé a acariciar mientras lo besaba y le decía:
– Esto no es lo que yo tuve en mis manos hace diez años
– Y ahora no tan solo la vas a tener en tus manos, si no también en tu boca y… ¿por qué no en tu culo? – me dijo.
– Sí… por qué no… – le contesté.
En eso entró Sonia y viendo ese espectáculo, dijo que no debíamos empezar sin ella y se acostó en medio de ambos ya totalmente desnuda. Daniel bajó a comerle su mojado chocho y ella empezó a mamar mi polla, mientras los jadeos se oían por toda la habitación. Luego Daniel se acostó y Sonia fue hasta su verga haciendo muy bien lo que ella más sabe, mientras, yo empecé a besar a Daniel mientras disfrutaba de una paja que Sonia me hacía, luego bajé, ella agarró la polla de Daniel y me la ofreció mirándome con unos ojos que denotaban que realmente quería verme haciéndolo. Entonces se la empecé a chupar, aunque su capullo apenas me entraba en la boca. Al rato ella se separó un poco para observar mejor mi mamada en una polla mientras se acariciaba el coño.
Después de un rato de eso, la acosté a ella en el medio y lo llevé a él hasta allí, separando las piernas de Sonia para que él se la follara a su gusto. Apenas se la metió ella comenzó a gemir y a gozar.

Daniel se movía despacio mientras yo miraba totalmente alucinado esa imagen. Ver a Daniel follándose a Sonia me creó una calentura que estuve a punto de correrme solo con esa imagen. Luego, él salió y yo ocupé su lugar. El coño estaba bastante abierto ya, pues había por lo menos unos 5 cm de diferencia entre Daniel y yo, y la empecé a follar moviéndome a un ritmo muy fuerte mientras sentía como ella se corría por tercera vez en la noche.
Yo seguí moviéndome hasta que sentí a Daniel ponerse detrás de mí y acariciarme el culo, luego empezó a besarme el ano y esa sensación me volvió loco, dejándome de mover solo para disfrutar de la lengua de Daniel en mi orificio.
Al rato me salí y puse a Sonia en posición de perrito y empecé a ponerle un gel para follarle el culo mientras ella mamaba la verga de Daniel. Cuando estuvo lista, la situé y suavemente empecé a introducir mi miembro en su culo. Ella gemía y gemía y eso hizo que yo aumentara el movimiento y desatara un nuevo orgasmo de ella, que solo era callado por el capullo de la polla de Daniel tapándole la boca. Después él se incorporó y tomó mi lugar, mientras yo me puse al costado y le separaba los cachetes a ella para ver como esa enormidad se follaba el culo de Sonia.
Apenas le empezó a entrar la cabeza, ella gritaba, pero de placer mezclado con dolor. Cuando él siguió entrando su miembro, ella agachó la cabeza y agarró una almohada, levantando aún más su culo. Entonces, yo empujé desde atrás a Daniel y vi como ese pedazo de polla se perdía por completo en el culo de Sonia. Empezó a moverse y yo estaba incrédulo de lo que veía, así que me alejé para tener una visión más amplia de como se follaban a mi Sonia, como ella la estaba gozando y como Daniel no paraba de clavar una y otra vez hasta el fondo su miembro en esa culo, al tiempo que ella terminaba en un nuevo orgasmo entre gritos y jadeos. Cuando Daniel se salió, ella quedó acostada en la cama, al igual que nosotros dos.
Daniel empezó a besarme y a decirme que quería mi culo, yo estaba súper excitado con la idea, así que me deje llevar, me colocó boca abajo y sentí como me pasaba un dedo con gel, empezándolo a meter un dedo despacio y luego otro. Los dedos seguían dándome placer, ya entraban y salían dos y hasta tres dedos de mi orificio.
Entonces Sonia y se sentó cerca de mi cara viendo como Daniel me preparaba el culo mientras ella me acariciaba el pelo y miraba con gran excitación todo aquello.
Luego él me puso a cuatro patas, se situó detrás de mí y ahora era Sonia quien estaba ahí abriéndome los cachetes, agarró la polla de Daniel, la colocó en mi orificio y Daniel empezó a empujar. Su glande comenzó a abrirme el culo, el dolor se hacia sentir, mis cachetes estaban separados por Sonia y ese miembro entraba lentamente abriéndome cada vez mas y mas.

Tener ese miembro ocupando todo mi culo era una sensación que no puedo explicar con palabras, pero si podía gemir y sí que lo hice. Mis jadeos inundaban toda la habitación, luego sentí a Daniel dar un empujón más y me entró toda hasta el fondo. Ahora grité, pero de placer, y él se empezó a mover suavemente ayudándolo Sonia a moverse, hasta que él, agarrándome de los hombros me la metía entera. Así, en esa postura estuvimos un rato, el enculándome, yo gozando a mas no poder y Sonia pajeándose, besándome y gimiendo. Realmente era una fiesta increíble, pero, cuando ambos estuvimos a punto corrernos, ella nos paró y nos empezó a separar despacio, sintiendo como salía centímetro a centímetro aquella polla de mi culo.
Cuando salió sentí que me quedó todo abierto y ella nos acostó a los dos y empezó a mamarnos las pollas pero no estuvo ni dos minutos hasta que empezamos por lanzar chorros de leche, que ella tragó todo lo que podía. Su boca chorreaba leche. Cuando terminamos, ella estuvo un rato chupándonos hasta dejarlas limpias, luego nos besó a los dos, con su boca todavía con restos de semen. Después nos acostamos a descansar y a charlar sobre lo sucedido. La claridad del día ya asomaba por las ventanas de la habitación, entonces nos vestimos, Daniel nos acompaño hasta la puerta y nos despedimos.
Ya en el ascensor con ella, no podíamos creer lo que habíamos vivido. Fuimos a mi apartamento, desayunamos y era tanto el placer que todavía teníamos que lo hicimos como hacia mucho no lo hacíamos, recordando todo el placer vivido tras una cena de cortesía con un ex compañero de estudios.
Besos, querida amiga.

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