Vuelo de primera

Solía viajar con frecuencia y cuando subía al avión, leía y se relajaba. En aquella ocasión sus compañeros de viaje se propusieron proporcionarle un vuelo de “primera” clase.

Marta – Madrid

Hola, me llamo Marta y voy a explicar lo que me ocurrió en el último vuelo que cogí hace unas semanas. Trabajo para una firma extranjera con sede en España y desde hace unos años, cuando promocioné, me ofrecieron la oportunidad de viajar por toda Europa a visitar a nuestros clientes. Estoy casada desde hace unos años con Emilio, del cual reconozco estar muy enamorada, y al no tener niños acepté este nuevo reto en mi carrera profesional.
Siempre que me voy de viaje, aunque sea para dos días, me despido de Emilio de la manera más fogosa posible, la verdad es que la llama de la pasión la tenemos encendida y nos gusta cuidarla. Así que el viernes antes de hacer las maletas y después de haber cenado, lo hicimos en el salón primero, con mucha delicadeza, para posteriormente terminar en nuestra habitación con un orgasmo que me dejó relajada para el vuelo. Me iba solo el fin de semana, así que no tardé en preparar mi ropa y mis cosas en una maleta de mano y un bolso. Emilio me acercó por la mañana al aeropuerto, plagado de gente, la mayoría turistas, ya que por las fechas en las que estábamos muchos cogían vacaciones adelantadas y se marchaban con sus familias, parejas o simplemente solos. Nos despedimos efusivamente, como dos novios que se van a dejar de ver por un tiempo y embarqué.
El avión parecía nuevo y cuando entré ya muchos de los pasajeros estaban sentados en sus asientos. Busqué el mío y al momento lo encontré, estaba más o menos en el centro y de los tres asientos de los cuales se componía, estaba libre el del pasillo, supuestamente el mío. Una pareja de color ocupaba los asientos, el hombre pegado a la ventanilla, vestía de blanco y su aspecto era el de un portero de discoteca, vestía también sombrero y gafas de sol, la mujer vestía de ejecutiva con traje gris y una camisa blanca, por un momento pensé que no serían ni pareja pero, al verme, hizo un ademán al hombre el cual se tocó el sombreo y sonrió.
-Creo que este es mi asiento. -Comenté casi para mí.
Me dirigieron una mirada que por un momento pensé que me estaban desnudando. Vestía con una blusa blanca y una falda no muy larga pero si muy fina y unos zapatos cómodos, aunque normalmente en los aviones prescindía de ellos, me encantaba el tacto de la moqueta en mis pies. Observé de reojo al hombre de color y por un momento imaginé tal mole con la delicada belleza que tenía al lado, sonreí para mí y escuché a la azafata que nos enseñaba el uso del chaleco.
El avión despegó sin problemas, la mayoría del pasaje eran parejas por lo menos los que yo veía a mi alrededor y como teníamos tiempo por delante hasta nuestro destino el avión pareció sumirse en un profundo sueño, miré a mis acompañantes el hombre se había colocado el sombrero en la cara y tenía toda la pinta de no despertarse hasta llegar al destino y ella al mirarla se dirigió hacia mí.
-¿Te importa cambiarme el asiento me gusta estar al lado del pasillo, no es que se claustrofóbica pero me siento más segura, si no te importa?
-No, claro que no, no me importa. -le dije

Cambiamos el asiento y me dirigió una sonrisa, sacó una revista y se puso a leer. Yo tenía algún libro para leer pero no sé si efecto de la pastilla para el mareo o del cansancio de anoche se me empezaban a cerrar los ojos. Miré al pasillo y los otros asientos o dormían o simplemente descansaban, miré a mi acompañante que no había cambiado de posición y de repente noté como si cayera.
Un sobresalto, una turbulencia, ¿qué ha pasado? El pasaje sigue durmiendo o no se ha sobresaltado, mi acompañante negro duerme plácidamente, pero mi compañera está despierta, sonríe, ha dejado la revista en su regazo ¡es una revista porno!
-Tranquila seguro que ha sido una maniobra del piloto, nada más, ¿estás asustada, no vuelas con frecuencia?
-Sí, pero estaba durmiendo y…
-Tranquila. . Debes relajarte aun nos queda mucho vuelo.
Entonces su mano se deslizó a mi blusa y me desabrochó un botón primero, mirándome a los ojos y sin desaparecer su sonrisa, siguió con otro dejando a la vista mi sujetador. No sabía que decir aquello no era normal, pero algo me dijo que me dejara llevar. Desabrochó el último botón y me deslizó la blusa por los brazos.
-Lo mejor es relajarse, de verdad, tu tranquila.
Colocó su mano en la falda y bajó la cremallera, me la deslizó por las piernas y en un momento estaba sentada en el asiento solo con las bragas y el sujetador.
¡Quítatelo! – Me ordenó señalando el sostén mientras ella se empezaba a quitar la ropa. Para sorpresa mía de que no lleva ropa interior por lo menos arriba. Miré ansiosa al resto del pasaje, nadie reaccionaba ni observaba nada, mi corazón se aceleró, mi respiración se entrecortaba y empecé a sudar.
Se quitó los pantalones y vi un diminuto tanga que cubría su piel de ébano. Me bajó las bragas de un tirón y dejo al aire mi coñito recién depilado. Sonrió y también se sacó el tanga. Me mostró un coño rosado y depilado. Me besó, primero los labios y luego con lengua. Tenía los pezones duros como piedras y miré de reojo a la puerta del piloto donde se instalan las azafatas. ¿Que nos podían hacer? No lo sabía ni me importaba, tal vez nos multaran, pero…
Me estaba comiendo las tetas y yo, jadeaba como una cerda. Me puso de rodillas y pude tocarle el culo, lo tenía duro y suave. Estaba excitadísima, sus manos exploraban todo mi cuerpo, bajaban por mi barriga y se pararon en mi chocho. Estaba mojado.

De pronto me di cuenta de que el hombre estaba despierto, me miraba y se estaba haciendo una paja. Aquella situación era increíble y se nos estaba yendo de las manos, pero estaba tan cachonda que no quería pensar, solo quería sentir.
-Adelante, no te cortes cariño.
Ni corta, ni perezosa me quedé mirando la tremenda polla de mi compañero de pasaje y empecé a mamársela, despacito y disfrutando de aquel pollón. Mi compañera, haciendo gala de una gran agilidad, empezó a comerme el chocho como nadie lo había hecho en toda mi vida. No podía evitarlo y de vez en cuando se me escapaba algún gemido, pero cuando me llegó el orgasmo casi despierto a todo el pasaje.
Estaba recuperándome de mi bestial corrida cuando note que mi boca se llenaba de leche espesa y calentita. El muy cerdo se había corrido sin avisar. Entonces la mujer me hizo una seña para que la besara y le pasara la leche de su chico y obedientemente lo hice.
-¿Más relajada? –me preguntó
Cerré los ojos y vi que las azafatas se acercaban. Nos vestimos rápidamente y nos sentamos como si no hubiese pasado nada.
-¿Cómo están pasando el vuelo?-nos preguntó una azafata
Miré a mi compañera, sonreímos y les dijimos al unísono:
-Estamos perfectamente, el vuelo es muy relajado.
Cuando llegamos a nuestro destino, nos despedimos y nunca he sabido nada más de ellos, pero cada vez que vuelvo a subir a un avión siempre miro a los pasajeros por si están allí.
Un beso para todos.