Relato erótico
Voyeur “ocasional”
Tiene un hostal al que acuden clientes muy variopintos. Representante, familias que quieren descansar y alguna que otra pareja que acude allí, de “incognito” para echar un buen polvo.
Pedro – Extremadura
Soy propietario de un hostal en un pequeño pueblo de Extremadura, lo tengo muy bien acomodado, y si bien tengo la mayor parte de los ingresos proporcionados por el bar que está en la planta baja del edificio, puedo vivir de forma tranquila disfrutando de los pintorescos personajes que figuran en mi asidua clientela.
La mayoría de las personas que se instalan suelen ser comerciales de empresa que siempre están de paso, algún turista de vez en cuando, y como no, parejas que de forma esporádica vienen a lo que vienen y desaparecen, y es con éstos, con los que mis clientes de barra mas se interesan, y ahí están Mariano y Ángel, dos jubilados bastante groseros que no dejan de babear en cuanto se les cruza una mujer por delante. Siempre que ha aparecido una pareja esporádica se recrean con la chica comentando lo buena que está, las curvas que tiene y demás. No pierden ojo los tíos.
Es por esto que en ocasiones y siendo conocedores de los problemas que tengo en algunas habitaciones, por el tema de arreglos en el aire acondicionado y otras cosas, tratan de sisarme las llaves de habitaciones contiguas a las que algunos inquilinos contratan, para ver si consiguen ver algo indecente.
En una ocasión subieron a hurtadillas para ver como una pareja se comían entre ellos, y por lo visto fue apoteósico, ya que según lo que contaban estaba mejor que bien. Y es aquí donde cometí el error de unirme a esta panda de gamberros, ya que por desear participar de este espectáculo sucedió lo que no debía. Pues el tal Ángel, reconoció a un pimpollo que trataba de alquilar una habitación él solo, y supo de quien se trataba desde un principio, un joven casado y de la zona, que seguro que traía alguna intención secreta.
Y no se equivocaba, pues a las cuatro de la tarde apareció con una chica más alta que él, con unas piernas y un culo de infarto, súper arreglada y atractiva a más no poder, así que nos apresuramos a subir a la habitación de al lado, donde sabía que había más de un sitio desde donde poder observar. Cuando llegamos, pudimos apartar un espejo del baño que estaba situado justo detrás, dejando un claro desde donde se veía todo bastante bien, e igualmente, desde el mismo dormitorio, a través del agujero del aire acondicionado se podía observar mejor, y allí me situé yo.
No se imaginan la envidia que me dio contemplar como el joven empezó a desnudar semejante bombon, vaya curvas que aparecían, menudas piernas tenia la chica, te entraban unos sudores terribles, y una excitación tremenda. El tío, empezó a besar cada centímetro de piel que iba desnudando, con parsimonia, deleitándose el tío, hasta llegar a la camiseta y descubrir una cintura y unos pechos deliciosos, que si bien no eran grandes, sí que estaban empinados y con unos pezones grandes y rosados, duros como piedras, que lamia y mordisqueaba como un cachorro, provocando que la chica se arqueara una y otra vez.
Mariano que era más bruto que un arao, no paraba de decir guarrerías y levantar la voz, haciendo un ruido que me despertó de donde estaba para ir a callarlos por el escándalo que estaban armando, y al dirigirme al servicio me los encontré discutiendo, ya que el Mariano decía que conocía a los dos, y que iba a entrar en la habitación para no sé qué. A mí se me heló la sangre, y lo cogí del brazo, sin éxito alguno, para impedir que hiciera nada, pues se me podría caer el pelo y no quería ningún escándalo en mi hostal. Pero como si nada, el tío bajó a por una copia de la llave mientras yo discutía con Ángel, y para cuando me fui a dar cuenta vimos como abría la puerta de la habitación.
Volví a mi sitio de espionaje y pude ver como el chico estaba devorando la cueva de la chica, mientras ella se retorcía sobre la cama, apretando las sabanas con las manos, y sintiendo como él le rozaba con su enhiesto palo por las piernas de un lado a otro.
Mariano entró como si nada y no hizo más que sentarse en la silla enfrente de la pareja, sigilosamente, y tras ver como el chico se subía a la chica y empezaba a penetrarla. De pronto ella se dio cuenta, y rápidamente se tapó con la sábana, mientras el chico, haciendo lo mismo se encaró con Mariano, que haciéndole una señal de silencio con la mano, empezó a decirle no se qué, provocando que la chica se pusiera a llorar y el chico bajara la cabeza de repente. ¡Me iba a dar algo!
De pronto veo que tras decir algunas palabras, la chica comienza a descubrir una de sus piernas encima de la cama, ruborizada por el calor del sexo y por la situación del sinvergüenza de Mariano, que seguía hablando y animándolos a no sé qué, así que veo a la chica levantarse de la cama cogiendo la sábana totalmente ruborizada, y haciendo como que le enseña los pechos despacio, y el otro todo cortado, sentado en el centro de la cama. Luego, se da la vuelta y le pide que le muestre el culo, y no sabéis la maravilla de culo que apareció ante nuestros ojos, de verdad, pocos he visto más hermosos y bien hechos. Tras tener a la chica mirando de espaldas, le dijo otra vez algo, que no se cómo, consiguió que ella se dirigiera al chico, y comenzara a besarle el miembro, que aun seguía tieso como una estaca.
Comenzó a metérselo en la boca despacio, y a saborear los jugos de su propia intimidad, lo que la encendió otra vez, haciendo que se olvidara por momentos de la situación y de Mariano, un caradura que ya había sacado su miembro del pantalón a duras penas, por lo grande que se le había puesto y la barriga que tenía el puñetero, y así sentado, empezó a meneársela viendo esa maravilla de culo en pompa, mientras ella llevaba al cielo al chico, que se le veía con los ojos en blanco por momentos.
No esperó mucho “el Mariano” y mientras ella trabajaba con los labios la verga del chico, se acercó a acariciarle el trasero. Cuando la chica notó la mano del viejo, dio un pequeño respingo, pero no dejó de hacer su trabajo, con lo que éste se animó a disfrutar de sus caricias, llegando rápido a deslizar sus dedos por la húmeda y rosada línea de sexo de la chica y por su dulce agujero posterior.
Y así mientras yo me ponía a mil contemplando semejante escena, me di cuenta de que ella rozaba la gran polla del tío con los pies, mientras, seguía ahogándose con el miembro del chico, que ya no sabía dónde estaba, y comenzaba a apretar la cabeza de la chica contra él, haciendo que tragara más, cada vez que bajaba con sus labios una y otra vez.
El viejo, animado por los roces y al notar la gran cantidad de jugos que manaban del sexo de la chica, trató de sorber con sus gruesos labios el chochazo que tenia, introduciendo la lengua y haciendo que ella se quedara mas tiesa que una estatua, por miedo a que se diera cuenta el chico supongo. Ella debió darse cuenta de que el chico iba a correrse, así que decidió apartar al viejo con los pies, dándose cuenta de que era imposible, pues este entendió que quería otra cosa, y de repente sintió que se agarraba con las dos manos a sus caderas y le frotaba la tremenda verga en la entrada de su dulce agujero. Trató de apartarse pero sus movimientos solo hicieron que consiguiera metérsela en el chocho.
Ella se sintió llena hasta el fondo, por un magnifico mástil que inició un bombeo lento y la hizo volver loca de placer. De pronto, el chico se corrió, y ella procuraba tragárselo todo mientras le llegaba un tremendo orgasmo. En pocos segundos vi como “el Mariano” la sacaba y se corría encima de ella, su pollón sobre la rajita del culo una y otra vez, y dejando un reguero blanco sobre su espalda. Entonces noté que me corría allí mismo, manchando la pared y los zapatos que llevaba puestos.
Me arreglé como pude y salí al encuentro de Ángel, que decía de entrar también, a lo que me negué de “todas todas”, y mientras lo retenía conseguí ver a Mariano que llegaba con una sonrisa de oreja a oreja el muy cabrón, diciendo que el chico ni siquiera se había dado cuenta. Cuando le pregunté lo que les había dicho, me contó que la habitación que habían contratado era solo para una persona, y que tenía que cobrar el haber colado otra por la cara. Además, que sabía quiénes eran y que si no le dejaban disfrutar del espectáculo se lo contaría a todo el mundo.
A los pocos segundos vimos como salían mal vestidos los dos, a toda prisa escaleras abajo. Por supuesto no volvieron más, y por supuestísimo, nunca más les permití espiar.
Un beso de un voyeur.