¡Viva el fútbol!

Se conocieron en un bar viendo un partido de futbol. Quedaron en volverse a ver, hablaron, congeniaron, tomaron unas copas y acabaron hablando de sexo. Se vieron el siguiente fin de semana en su casa y se montaron un trío salvaje.

Rodrigo – Tarragona
Quiero contaros una experiencia que tuve con un matrimonio que conocí, y con los que montamos tríos maravillosos. Ha llegado un punto en el que, yo por lo menos, no puedo pasarme sin estar con ellos, como mínimo, una vez al mes, pues mi polla la echa, a ella, mucho en falta. Se me olvidaba, tengo 24 años.
Nos conocimos un día en un bar y viendo un partido de futbol. Desde el primer momento nos gustamos. A mí me gustan mucho las mujeres hechas, las cuarentonas. No es que no me gusten más jóvenes, pero me encanta sentirme entre manos y lenguas expertas porque, amigos, jamás me la habían chupado como ella. No es solamente lo que hace, sino como lo hace. Esa cara de viciosa con la que te mira mientras recorre con su lengua toda la superficie de mi capullo hasta que me estremezco sin remedio. Dos semanas después del partido, me llamaron para que fuese a su casa ese fin de semana. Para ellos era el primer contacto y debo reconocer que la responsabilidad y el nerviosismo del principio, me vencieron pero todo acabó tan bien que, desde entonces, hemos repetido un montón de veces.
Nos sentamos en el sofá y nadie hacía nada, hasta que ella se lanzó. Yo, como siempre que entro en su casa, tenía la polla a punto de estallar. Lo hicimos por primera vez allí mismo, en el suelo del salón, donde ella se arrodilló y nos dio un repaso con su maravillosa lengua. Es una verdadera máquina de sexo y le encanta tener dos pollas para ella sola y que le abran todos sus agujeros.
Esta fue su primera vez, pero desde entonces se ha desatado y actualmente he de reconocer que me superan con creces, pues tienen mucha más suerte que yo y contactan con un buen número de parejas. Algo que recuerdo por encima de todo lo demás es, sin lugar a dudas, un fin de semana de finales de verano.
Ella me había estado contando por teléfono, que le gustaría mucho hacer una doble penetración pero que no estaba decidida. A mí la idea me excitó mucho, así que cuando fui a su casa, tenía metida esa idea en la cabeza. Aunque tampoco era una obsesión.
Al terminar de cenar, como siempre, nos pusimos a ver la tele, hasta que la cercanía de los cuerpos rompió el nerviosismo normal de todos los días y empezamos a tocarnos. Yo, enseguida, le saqué las tetas y empecé a comérselas. Son unas tetas preciosas, las más grandes y juguetonas que jamás he tenido entre las manos. Después de que los dos la magreamos adecuadamente, fue ella la que tomó la batuta. Le encanta llevar el mando y nosotros nos dejamos hacer porque sabemos que de esta forma todo saldrá mucho mejor.
Se puso de rodillas y empezó a pajearnos las pollas mientras alternaba su lengua entre ambas. Cuando comprendí que sería conveniente apartarme si no quería echarle toda mi leche en la boca, me deslicé hacia abajo y metí mi cabeza entre sus muslos para lamer ese clítoris pequeño pero juguetón y sobre todo, receptivo a cualquier caricia.

Ella seguía chupando la polla de su marido hasta que llegó un momento en que le fue imposible hacerlo, debido a sus intermitentes gemidos. Me encanta oírla gemir. Es impresionante. No es escandalosa. Me refiero a su forma de hacerte sentir que está disfrutando, de tal modo que casi podrías llegar a correrte tú cuando lo hace ella, por la receptividad de su cuerpo. Después de esto, la penetramos allí mismo. Se la metí, hasta que me aspiró la polla, a cuatro patas, mientras repasaba de nuevo la polla de su marido, que la ensartaría más tarde.
Mi polla, dentro de su chocho, se encuentra perfectamente alojada y en cada empujón siento como me la comprime y frota hasta que mi placer llegar a ser casi doloroso, y descargo con un gran éxtasis. Lo bueno de los tríos es que, una vez que has terminado, puedes disfrutar de un espectáculo de sexo en vivo para ti solo y cuando recuperas el aliento, puedes unir tu lengua al placer de la mujer. Cuando terminamos los dos, nos volvimos a sentar con la intención de recuperar el aliento porque yo, por lo menos, me quedé exhausto.
Debo decir que su marido siempre se recupera antes que yo, lo que resulta un poco humillante si recordamos que yo soy más joven que él pero, bueno, intento no quedarme atrás y en cuanto comienza de nuevo a jugar con el cuerpo de su esposa, me uno y entre los dos volvemos a ponerla a punto. Cuestión esta que no nos es demasiado difícil.
Esta vez nos fuimos al dormitorio y mientras ella le chupaba la polla al marido, yo me entretenía en su coño pero, de repente, sin tenerlo pensado, empecé a chupar a lo largo de su raja y aprovechando que se encontraba a cuatro patas, llegué hasta el agujero de su culo el cual lamí muy despacito alrededor del esfínter, intentando introducir mi lengua, como si la estuviera follando con ella. Esto, como al acabar me confesó, fue lo que desencadenó lo que, a continuación, ocurrió y que pasó a relatar.

Ella se irguió, me besó en la boca, ofreciéndome su lengua, y con la cara de viciosa que pone en los momentos en que está a punto y lo único que su mente puede pensar es en ser penetrada, se subió encima de su marido y agarrándole la polla, se la metió hasta los huevos en el coño. Entonces, echando su cuerpo hacia adelante y la mano hacia atrás para coger mi verga, la apuntó al estrecho agujero de su culo, e hizo que se la introdujese en el ano, con gran placer, sobre todo para mi, hasta que nos corrimos los tres, más o menos, a la vez.
No lo hicimos muy bien pero, para ser nuestra primera doble penetración, no estuvo mala. Luego, en otra ocasión, lo hemos repetido, pero aún los machos no sincronizamos demasiado bien nuestros movimientos y no aprovechamos todas las posibilidades de hacerla gozar con la posición. Todo se andará. Saludos