Relato erótico
Viaje con incógnita
A su mujer se le ocurrió que podrían ir de viaje con su primo que acababa de casarse. Al final dijo que si y reconoce que aquel viaje fue de lo más interesante y placentero.
Paco – Almería
Amiga Charo, cuando Pilar, mi mujer me dijo que nos íbamos de viaje con su primo y su mujer recién casados de viaje de novios, pensé que se había vuelto loca, no sé que hacíamos nosotros con unos recién casados, al final me convenció y nos fuimos los cuatro en mi coche hacia Galicia, donde habían alquilado una casa de turismo rural.
La primera noche observé que con la cena bebíamos mucho vino, pero lo achaqué a la euforia del momento, Transcurrida la cena y después de las copas cada uno se fue a su habitación. Al rato de estar en la cama oí un portazo, unos chillidos histéricos y de repente apareció la prima, o la mujer del primo de mi mujer, como se prefiera, en mi habitación llorando y dirigiéndose a Pilar le decía totalmente histérica y llorando:
– ¡Que eso no me lo mete, a mí… que no, que no, que no quiero que me parta en dos!
Pilar se levantó, y me dijo:
– Hazte cargo de ella, que yo voy a ver a Pedro y a tranquilizarlo para que se duerma.
La chica, entretanto estaba de pie en la puerta, vestida únicamente con su camisón y las braguitas tipo tanga que se le clareaban, y sus pechitos como dos campanas que iban a ritmo de su respiración entrecortada. No había descrito a mi cuñada así que diré que mide sobre un metro setenta, tiene una carita de ángel y un cuerpo de vicio y se llama Cristina.
– Ven, acuéstate en la cama y tranquilízate un poquito, voy a ver que ha pasado y ahora vuelvo – le dije.
– Por favor no tardes, me da miedo estar sola – suplicó.
Como mi mujer había dejado la puerta abierta me introduje en la habitación de su primo y sin que ellos me vieran, los observé desde el pasillo. Mi mujer estaba de pie y él sentado en la cama diciéndole:
– ¡Ninguna mujer me aceptará, nunca podré ser feliz, todas me rechazan cuando les enseño esto!
Levantándose, se bajó los calzoncillos y mostró su rabo, bueno, es que no sé como llamarlo. Era inmenso como el de un burro o el de un caballo, y eso que yo había visto muchas pelis porno, pero las de Holmes y compañía se quedaban todas a la altura del betún.
Me quedé embobado viendo aquello, pero me quedé más sorprendido cuando mi mujer, se la cogió y hablándole con voz dulce y melosa le dijo:
– Para que está tu primita, para mimarte y cuidarte.
Se lo decía sin dejar de subir y bajar la mano y darle besitos en la punta del tremendo aparato, que con las caricias y los besitos se iba poniendo cada vez más tieso, mi mujer se lo pasaba por la cara, por las tetas y se introducía lo que podía en la boca.
Recostó a su primo en la cama y subiéndose encima de él, empezó a acariciarle la cara y darle besitos, diciéndole cosas cariñosas como:
– No te preocupes cariño, que aquí está tu primita que te quiere y que nunca te dejará y mientras que ella esté, nunca te faltara nada.
Diciendo esto se subió el camisón, se bajó las bragas y se sentó encima de él. Yo estaba súper alucinado y con el cipote más caliente que cuando tenia 18 años. No le entrará pensaba yo, es prácticamente imposible. Pero por lo visto no conocía bien a mi mujer, porque levantándose un poco cogió el trasto con la mano y lo condujo hasta su cueva donde se sentó encima de él y se lo introdujo hasta las bolas y empezó una cabalgada frenética con bramidos, aullidos y ruido de somier.
Y yo allí viéndolo como un tonto sin saber que hacer, si empezar a chillar o irme, así que me di media vuelta, cerré la puerta y me fui a mi habitación, donde estaba Cristina con carita triste y haciendo hipos del sofoco que llevaba.
Al verme se me abalanzó y me abrazó con fuerza diciéndome:
– Lo siento, siento haberte estropeado las vacaciones.
– No seas tonta, tranquilízate e intenta dormir un poco y ya mañana hablaremos – le dije.
Mi boca decía esas palabras, pero mi cabeza pensaba, que tonto eres, con una tía tan buena a tu lado, tíratela y disfruta, ¡gilipollas, más que gilipollas! Al final se acostó a mi lado y poco a poco nos fuimos quedando dormidos, bueno durmiendo, lo que se dice durmiendo solo ella, porque yo entre lo que había visto y el cuerpo de Cristina rozándome constantemente, no estaba precisamente dormido. En unas de las vueltas, mi brazo izquierdo estaba aprisionado bajo su cuerpo y al intentar sacarlo, la moví y ella pasó su pierna izquierda por encima de mí con lo que sus duras tetas estaban a un paso de mi boca y su braguita estaba prácticamente encima de mi mano y yo, ya incapaz de aguantar más tiempo, empecé a acariciar primero por encima de la tela y poco a poco viendo que ella no se movía, se la aparté con mucho cuidado y le metí primero un dedo, después otro y así hasta tres, mientras mi boca atrapó un pezón y suavemente lo mordí y jugué con él, viendo con gozo como Cristina, despierta o durmiendo, ronroneaba como un gatito feliz.
Como pude me di la vuelta y suavemente le quité las braguitas y agachándome empecé a darle besitos y a comérmelo a bocados como si tuviera hambre atrasada. Luego le abrí los labios, cogí su clítoris entre mis labios y empecé a chuparlo como si me fuera en ello la vida. Que bueno, que rico, ya no me acordaba del sabor tan bueno que tenia un coñito joven. Mientras tanto Cristina no paraba de moverse, parecía una anguila eléctrica, y solo decía:
– ¡Que rico, no pares, continua, por favor… no pares, que quiero correrme, sigue… sigue asíiiií…!.
Explotó con un formidable chillido seguido de un enloquecedor orgasmo.
– Gracias lo necesitaba – me dijo mientras me daba un beso de tornillo que me dejó prácticamente sin aliento – Por favor enséñame, nunca he hecho el amor, pero ve con cuidado, soy virgen.
Me decía todo esto mirándome a los ojos, lo que ponía mi picha más dura todavía, por lo que desnudándome empecé a pasarle la lengua por su cuello, bajando por sus tetas, haciendo círculos entre sus tiesos pezones, bajando por ellos hasta su ombligo y recreándome en su joyita de pelitos ensortijados, que en poco tiempo iba a ser para mi. Mientras tanto ella no paraba de gemir y ya desnuda como estaba dándose la vuelta, atrapó entre sus delicados labios, mi cipote que estaba duro como una piedra. Verdaderamente no sé si esta era su primera vez, y no tengo porque dudar de ella, pero la verdad sea dicha, mamaba mejor que la mejor de las profesionales. Sin poder aguantar más y no queriéndome correr en su boca, situé sus piernas sobre mis hombros y con mucho cuidado situé mi tranca entre sus muslos y poco a poco se la fui metiendo. Por su boca salían toda clase de insultos, bravuconerías, pero cuando ya la tenía toda dentro, solo repetía:
– ¡Más, cabrón, dame más… que bueno que es esto… más rápido, vamos muévete más… que tonta he sido tanto tiempo sin probarlo… vamos muévete que ya casi estoy… fóllame como a una loca… cariño, córrete conmigo, por favor que ya estoy apunto… oooh…!.
Pero yo no me quería correr dentro de ella, así que se la saqué y me corrí entre sus tetas y su cara, viendo con satisfacción como ella se lo restregaba y lo chupaba.
– Gracias, cariño – me dijo – me has hecho la mujer más feliz de la tierra, te quiero eres un verdadero tesoro.
Dándome un beso, se arrimó a mí y entonces sí que nos quedamos dormidos hasta que fui despertado por unas caricias bucales en mi aparato. Verla en cuclillas sobre mi polla me hacia sentirme bien, luego se la puso entre las tetas intentando hacer una “cubana”, y ya caliente como un horno, me dijo:
– ¡Follame cariño, fóllame como debe ser, que estoy a punto, fóllame como tú quieras, soy toda tuya, por delante y por detrás…!.
Prácticamente estuvimos toda la noche, sorprendiéndome a mí mismo por mi aguante, y cada vez que se la metía era como si fuera de mantequilla y se derretía en mis brazos.
A la mañana siguiente estando desayunando, vi a mi mujer que venía hacia mí, andando un poco espatarrada, con unas tremendas ojeras y con cara de haber dormido muy poco, pero feliz y contenta.
– ¿Qué tal? – me dijo – Tú y yo tenemos que hablar, pero primero yo te voy a contar una historia para que entiendas un poco lo de anoche.
Hace unos cuantos años, empezó diciendo, yo contaría por entonces con unos 25 años y Pedro, unos veinte, como ya sabes los dos somos primos e hijos de dos hermanas de esta tía en la que estábamos viviendo una temporada, cuando estando estudiando una noche, oí a altas horas de la madrugada unos lloros que provenían de la habitación de mi tía, que por aquel entonces ya estaba viuda, y al acercarme vi a un tío tan grande como mi primo llorando con tanta pena, que hizo que se me rompiera el alma, mientras nuestra pobre tía se las veía, para poder consolarlo y que le contara el motivo de tanto lloro y tanta depresión, pues hablaba incluso de suicidarse.
Ellos a mi no me podían ver, pues era una habitación grande que daba a dos cuartos y nadie sabia que yo estaba en el otro cuarto estudiando. Entre lloros, se lo contó, por lo visto se habían ido de despedida de soltero de un compañero y después de la cena y las copas, habían ido a parar a un Puty-Club, donde a la hora de desnudarse, una de las putas empezó a burlarse de él y llamando a todo el mundo, les mostró la polla de mi hermano, con el consiguiente cachondeo y vergüenza por parte de Pedro, llamándole el “tripiernas”. Era verdaderamente patético ver a un armario de tres puertas como es mi primo, llorando a moco tendido, te rompía el corazón y me juré que haría lo posible, por no verle más en aquella situación.
A todo esto, nuestra tía, empezó a maldecir primero a las putas y después a los imbéciles de sus amigos y acariciando a su sobrino le dijo:
– Ven cariño, acuéstate con tu tiíta, que te quiere mucho y te va a hacer muy feliz.
Empezó a desnudarlo, acariciándole la cara y tranquilizándolo, dándole besitos hasta que llegó a su monumental tronco y oí que decía:
– Tontas, todo el mundo esta tonto, cariño esto en un futuro hará que todas las mujeres estén locas, por ti, pobrecito mío.
Diciendo esto empezó a introducirse todo el tronco en la boca, subiendo y bajando la cabeza, mientras mi primo cogió las tremendas tetas de nuestra tía ya que, como verás, en esta familia todo lo tenemos grande, y empezó a apretarlas hasta que, apartándose un poco, cogió a la tía por la cintura y la sentó encima de su cipote. Desde donde yo estaba vi desencajarse su rostro y me pareció que hasta sus ojos se le salían de su orbita.
Emitió un aullido que hizo que se me pusieran los pezones de punta y emprendieron una cabalgata feroz, con ganas atrasadas por parte de los dos. Sus murmullos eran apenas audibles para mí, pero por sus rostros vi que eran felices y que estaban disfrutando.
Yo había pasado de la sorpresa a la excitación, mi corazón iba a mil por hora y mi chochito hacía caldo por todos los sitios, sabia muy pocos de chicos y cuanto a las pelis porno siempre lo había considerado como una guarrería, pero esto era demasiado, era una peli para mi sola, por lo que intentando no hacer ruido, me retiré a mi habitación y quedándome desnuda, me masturbé como una loca y después de muchas corridas me quedé placidamente dormida, oyendo de cuando en cuando los aullidos de mi tía.
A partir de entonces, en mi casa reinó una gran paz y tranquilidad y tanto Pedro, como nuestra tía, se les vio más serenos y más felices.
¿Entiendes, porqué lo de anoche? Pienso que se lo debía a los dos, no podía permitir que mi primo, sufriera otra depresión, sé que esta no la aguantaría.
Mientras que mi mujer estaba con su historia Cristina, que lo había oído todo, se le abrazó y le dijo:
– Tenemos que arreglar esto, como sea.
– Creo que tengo la solución y es que os vengáis a casa a vivir todos juntos. ¿No os parece? – contesté yo.
Besos y hasta otra, que si ocurre algo más ya os lo contaré.