Relato erótico

¡Venganza!

Charo
10 de noviembre del 2019

Llegó cansada a su casa, había tenido un día duro y fue directamente al baño. Pensando en sus problemas, no se dio ni cuenta de que se estaba haciendo una paja con la esponja que había sido de su marido. Se estaba excitando, cuando de pronto, llamaron a la puerta…

Virginia – Almería
Me llamo Virginia, tengo 30 años. Alta, buenas curvas y soy una mujer muy apasionada. Estoy divorciada desde hace un par de meses, pero reconozco que alguna vez fantaseo y me pajeo pensando en mi marido. Soy profesora de un instituto y últimamente tengo un alumno que me tira los tejos descaradamente, pero es muy joven y además mi alumno, o sea que nada de nada.
Aquel día llegue muy cansada a casa. Lo primero que hice fue meterme en la ducha.
Sin darme cuenta, ensimismada en mis pensamientos o mejor dicho, pensando en mi ex marido, masajee mi cuerpo, mis pechos primero, mi vientre… la imagen de mi marido se desvaneció de repente, de pronto me sorprendí frotando mi chocho rítmicamente y pensando en Tolo, mi alumno. Me empecé a excitar, a ponerme como una moto, sólo de pensar que Tolo entraba de repente en la bañera a “subir nota”. Frotaba y frotaba con mi esponja, mi cuerpo retorciéndose de placer, mi mente adentrándose en una ensoñación con un muchacho de 17 años… Seguía allí tumbada, el agua cayendo y yo trabajándome hasta el punto que empezaba a sentir las primeras contracciones anunciando un gran orgasmo…
Pero, todo lo bueno se acaba, ya que de repente llamaron a la puerta. Pasé olímpicamente del timbre y seguí disfrutando, pero seguían llamando insistentemente.
-¡Mierda, pensé!- Me habían cortado el rollo del todo, sin remedio.
Cerré el grifo de la ducha y me sequé rápidamente. Me líe una toalla al cuerpo como pude y salí a mirar quién era.
-¿Mi cuñado?- Que puñetas querría y justo en mi mejor momento de los últimos días
Le dije que esperara y, rápidamente, me sequé como pude y me puse un camisón. Total, seguro que venía de parte del cabronazo de mi marido con alguna estúpida excusa para ver cómo estaba. De ninguna manera iba a darse cuenta de mi lamentable estado, así que me dirigí a la puerta con una sonrisa.
-Buenas noches, cuñado, ¿qué te trae por aquí?- le pregunte desinteresada
– Hola, me manda tu marido para recoger algunas cosas- me respondió con un gesto avergonzado
– ¡No ha podido venir él!- exclame levantando algo la voz- valiente mierda está hecho.
Mi cuñado, ahora muy incómodo se encogió de hombros sin ser capaz de mantenerme la mirada. Tímidamente me entregó una hoja arrugada de papel con la lista de Miguel.
– ¡Pues si quiere pala tendrá pala! Sígueme…- corrí hasta el dormitorio, su maldita pala estaba en una caja en el armario empotrado, abrí de un portazo, me agaché para buscarla y allí estaba
Iba a decirle a mi cuñado que le dijera a Miguel que se metiera la pala por el culo, cuando me di cuenta de la situación…

016

Al agacharme y estirarme para alcanzar la pala, el camisón había subido por mis nalgas dejando todo mi culo al aire. Allí agachada, mostrando mi trasero a mi cuñado que esperaba detrás de mí. Un calor tremendo me inundó, ¡qué vergüenza! No podía creer que me estuviera pasando esto.
Como si no hubiese pasado nada, me incorporé con la pala en la mano y se la entregué a mi cuñado. Por unos segundos perdí la noción del tiempo, la situación era violentísima, me moría de vergüenza.
En ese preciso instante sólo pude pensar en una palabra: “venganza”.
Se respiraba la tensión en el aire, escuchaba la respiración de mi cuñado acelerándose a cada instante…
Agarré los zapatos y tiré de ellos hacia atrás con fuerza, simulé perder el equilibrio y me dejé caer hacia atrás.
Instintivamente, Julián, me agarró para que no cayera, sus manos sujetaron mis pechos. Dejé caer mi peso hacia atrás, apoyé mi culo en sus partes. No sé cuánto tiempo pasó. Sus manos asían mis pechos, inmóviles, mi culo también inmóvil, quedó perfectamente encajado sobre su polla que a pesar del pantalón podía sentir con fuerza. Tenía a mi cuñado contra la pared, en esos momentos estaba caliente como una perra, la polla de mi cuñado sobre mi culo, presionándome, sus manos agarrando con fuerza mis pechos… creo que en ese momento enloquecí, fui presa de una enajenación mental transitoria o algo así, porque jamás hubiera creído poder hacer lo que hice a continuación…
Tomé conciencia de lo mojadísima que me encontraba, la excitación era máxima. Mi cuñado no había podido reaccionar. En ese momento, cogí sus manos y las separé con fuerza de mis pechos. Avancé un par de pasos hasta mi cama, me subí en ella a cuatro patas, miré hacia atrás por encima del hombro y, con la mirada más lasciva que puede, con la más provocativa, con una mirada que ni siquiera sabía que tenía le jadee:
-¡Fóllame!
Baje la cabeza, apoyándola en el colchón y arqueándome todo lo que pude para ofrecerle mi sexo así como estaba a cuatro patas.
De nuevo el tiempo se paró, un silencio absoluto, sólo interrumpido por un ligero resoplido y un par de pasos…

019

De repente, su polla buscó mi coño con habilidad y fuerza, penetrándome hasta el fondo, no le dio tiempo de empujar una segunda vez cuando, no sé porque, le grité que me diera por el culo.
En ese momento no sabía lo que decía, mi sentido común, mi vergüenza, mi humanidad hacían tiempo que me habían abandonado, ahora era una perra sedienta de venganza que ofrecía a la persona que mi marido más quería en el mundo, lo que nunca le di a él, y motivó que me abandonara.
No me dio tiempo a acabar la frase, la palma de su mano habilidosamente recorrió todo mi coño recogiendo mis propios jugos vaginales, separó mis nalgas y untó con mis fluidos mi orificio, aun, virgen.
Su polla entró duramente de un sólo golpe allí donde nadie había jamás entrado. Casi lloré del dolor que sentí, en medio de toda la excitación. La mezcla de placer y dolor fue indescriptible. Sentía como la punta de su polla había entrado en mi culo, ¡qué dolor!
-¡Sácala…!- le grité, por el dolor que sentía, me parecía que me estaba rompiendo, pero me agarró por las cadera y esta vez ¡empujó hasta el fondo!
Sólo podía gritar, sólo sentía dolor y más dolor, creí que iba a desmayarme por momentos. Julián cada vez agarraba con más fuerza mis caderas, empujaba y empujaba con gran fuerza, metía su polla hasta el fondo podía escuchar sus testículos golpearme a cada embate, porque sentir no sentía nada sólo dolor.
De repente, apretó contra mi culo todo lo que pudo y paró, me cogió por los hombros y apretó con toda su fuerza para meterme su verga hasta el fondo.
Comencé a gemir de placer, ahora en cada recorrido me estremecía toda, sentía su miembro como penetraba y abría camino forzado, mi sensación era totalmente placentera, cada vez que llegaba al final y apretaba me colmaba de gusto, empecé a disfrutar como una zorra y él se daba cuenta, en la medida que yo gozaba más y más, mi cuñado comenzó de nuevo a aumentar el ritmo y la fuerza de sus ataques.
Ya llegaba, me corría, me corría…
Él paro en ese instante sobre mi culo, dejó firmemente la polla metida a la vez que manipulaba hábilmente mi clítoris y mi coño.

venga

Mis contracciones anunciaban mi orgasmo, esta vez sí, me corrí como una cerda y volví a correrme cuando note su leche en mi culo.
En ese momento, sacó la polla de mi culo, cogió su ropa y salió de la habitación, a toda prisa.
De nuevo perdí la noción del tiempo, no tenía conciencia de lo que había hecho en esos instantes… había disfrutado como nunca…
Allí estaba yo, tendida, muerta de gusto, boca abajo en la cama, y mi culo rebosando de la leche de mi cuñado.
Oí la puerta, un portazo fuerte y secó. Se había marchado sin decirme ni adiós. Posiblemente estaba arrepentido por haberse follado a la mujer de su querido hermano, pero yo estaba contenta por haber llevado a cabo mi venganza. Le había ofrecido mi culo a Julián y mi marido no lo había catado nunca. Me tumbé en la cama y me quedé dormida plácidamente.
Un beso.

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