Relato erótico

¡Vaya con la parejita!

Charo
10 de agosto del 2019

Trabaja en una tienda de fotografía y por lo menos una o dos veces a la semana acuden una pareja con una tarjeta de memoria de una cámara y se la dejan para que les grabe un DVD. El contenido era porno y en lugar de borrarlo del ordenador lo guardaba y se pajeaba cuando se quedaba sola. Un día, cuando estaba a punto de cerrar la tienda, fueron a la tienda para una consulta.

Juan – La Coruña
Esto me pasó hace un par de años, trabajaba en una pequeña tienda de fotografía de barrio. El trabajo consistía, básicamente, en hacer ampliaciones de fotos familiares y en solucionar los problemas que tenían con sus cámaras las abuelas y madres del barrio.
Desde que se ha impuesto el digital, poca gente joven pasa sus fotos a papel, las ven en su ordenador, tablet o en cualquiera de las múltiple maneras que hay ahora de ver las fotos sin necesidad de pasar por la tienda de fotografía.
Era un trabajo muy tranquilo, ni muy excitante, ni muy divertido. El único aliciente que tenía era que, más o menos, una vez a la semana se acercaba por allí una pareja con una cámara con la tarjeta de memoria llena de fotos y me pedían que grabara las fotos en un CD y que les borrara la tarjeta. A veces se acercaba sólo ella, otras sólo él y otras los dos juntos, las fotos eran siempre bastante subidas de tono. Ellos desnudos, primeros planos de la polla de él o del coño de ella, ella haciéndole una mamada, él metiéndole un dedo en el ano o chupándoselo, las tetas de ella, ellos follando. Yo actuaba con total profesionalidad, pasaba las fotos al ordenador, haciendo como si aquello fuera lo más normal del mundo, grababa el CD, se lo daba y les cobraba. Pero las fotos se quedaban en el ordenador de la tienda, así que me pasaba el resto del día esperando a cerrar para estudiar con detenimiento las fotos de la pareja. Me masturbé muchísimas veces con lo que me traían.
Ella debía tener unos 35 años y él unos 40, ella menuda, tetas preciosas, pelo largo y moreno, ojos verde oscuro. Él bastante alto y delgado, parecía ir al gimnasio, pero no se debía machacar. En las fotos había visto que en ocasiones se depilaban por completo, pero no siempre. En las ocasiones que se dejaban crecer el pelo, lo llevaban cuidado, quiero decir que se lo recortaban y tenían cuidado de no dejar que aquello pareciera una selva.
Estuvieron viniendo unos cuatro meses, todas las semanas, con fotos nuevas. Un día ella apareció sola sobre las diez de la mañana, me pidió lo de siempre, que si podía grabarle las fotos en un CD y borrarle la tarjeta. Volqué las fotos en el ordenador, eran especialmente interesantes, siempre eran muy interesantes. Le di el CD y la cámara con la tarjeta borrada, ella se fue y yo me quedé empalmado e impaciente por que llegara el final de la jornada para poderlas mirar con atención.
Llegaron las ocho y me dispuse a cerrar la tienda. Cuando iba a echar la verja de la puerta oí un:
– Espera, no cierres, un momento. -Eran ellos que llegaban corriendo-.

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Él me dijo que habían ido a mirar las fotos del CD en el ordenador y que no se abrían. Les dije que no se preocuparan, que yo aún conservaba las fotos en mi ordenador y que les grabaría otro CD.
Entramos, yo terminé de bajar la verja, pensando en salir luego por detrás y para que no entraran más clientes.
Les llevé al cuarto de detrás de la tienda, donde hacemos las fotos de carné o si alguien quiere algún tipo de foto de estudio allí tenemos los flashes, focos.
-Aquí está el ordenador donde guardamos todo lo que hacemos durante un tiempo por si hay algún problema -les dije y pensé- y donde me puedo masturbar a gusto viendo vuestras fotos-. A él pareció gustarle la idea de que yo tuviera todas sus fotos.
-¿Así que tú puedes ver nuestras fotos de los últimos meses, aquí solo?- me preguntó.
Le dije que sí, que guardábamos todo tres o cuatro meses, que era algo normal, yo no quería darle mucha importancia, por si acaso.
Les pedí el CD que les había grabado antes para probarlo, por curiosidad. Lo metí en el ordenador y abrí una foto al azar. Se abrió una, un primer plano de ella con la polla de él en la boca, una polla que yo ya había visto, no muy larga y bastante estrechita.
-Parece que funciona- dije entre sorprendido y avergonzado.
-Esta sí, pero prueba otra- me dijo él.
Primer plano del coño de ella depilado, por lo que recordaba en las fotos de esa mañana no lo tenía depilado, pero no me atrevía a decir nada. Siguiente foto, ella a cuatro patas mostrando su culo y su coño. Yo estaba ya con un empalme que parecía que me fueran a estallar los pantalones.
-Sigue mirando las fotos, ahora parecen funcionar todas- dijo. Otra foto, ella tumbada en la cama, desnuda mirando a la cámara sonriendo.
Eran fotos que yo ya había visto, pero no era el CD que les había grabado, había fotos de muchas semanas distintas.
-¿Te gusta la selección que hemos hecho para ti?- Dijo él mientras yo notaba una mano que me agarraba la polla a través del pantalón.
– Si, parece que le gusta y mucho –dijo ella, desabrochándome el pantalón.
Noté como su mano me agarraba la polla, tenía la mano fría y mi polla estaba terriblemente caliente.
-¿Te quieres follar a mi mujer?- me preguntó, aunque yo ya estaba con los pantalones en las rodillas y los calzoncillos no podían disimular nada el empalme que tenía. Resultaba evidente que quería follármela.
Me dijo que él iba a mirar, a mi eso me daba morbo, pensar en estármela follando delante de él.

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Ella estaba de rodillas frente a mí, había liberado por completo mi polla, la tenía entre sus manos sopesándola, como un naturalista frente a una nueva especie, midiéndola, viendo su tamaño, su grosor, su dureza.
-Ves, es como te dije, unos pantalones no pueden disimular algo así- dijo mirando a su marido.
Tengo una polla normal tirando a larga, pero especialmente gruesa, mucho más gruesa que la de él.
Ella me llevó hacia un sillón que tenemos, donde se sienta la gente a esperar a que les hagamos las fotos o a que se las demos. Me hizo sentar y ella se arrodilló en el suelo y se llevó mi polla a la boca. No se la metió de golpe dentro, primero empezó a rozarla con los labios, muy suave, luego la recorrió con la punta de la lengua, dejo de ser sólo la punta y ya con toda su lengua fue humedeciendo mi capullo, estaba brillante y con la piel muy tirante de lo hinchado que estaba. Y ya si, se la metió entera en la boca, primero sólo el capullo y luego la engulló entera.
Su cabeza empezó a subir y bajar y sus labios a recorrer mi polla arriba y abajo, dejándola húmeda de saliva.
En ese momento vi que él estaba haciéndonos fotos con la cámara que tan bien conocía yo. Se acercó a nosotros, ella seguía con mi polla en la boca. Sin dejar de mamármela dejó que él le fuera quitando la ropa, ella hacia lo posible para facilitarle el trabajo, pero su boca parecía pegada a mi polla como un imán, su saliva ya la empapaba y recorría mis huevos.
Camisa, sujetador, falda, bragas, zapatos, en un momento ella estaba desnuda, tantas veces me había masturbado mirando fotos de ese cuerpo, y ahora tenía mi polla en su boca, notaba como mi capullo golpeaba su garganta, su saliva recorriéndome.
Él nos miraba, de vez en cuando nos sacaba una foto. Ella llevaba el pelo recogido en un moño, él se lo soltó pero no dejó que cayera sobre su cara, lo siguió sujetando para que a ella no le estorbara mientras me chupaba la polla. Tenía la polla durísima, cubierta por su saliva, de vez en cuando ella paraba y manteniendo mi capullo en su boca lo masajeaba con su lengua. Él nos miraba, miraba como ella me comía la polla, sujetándola el pelo y con su cara a unos pocos centímetros de la cara de ella, a unos pocos centímetros de la polla que se estaba comiendo su mujer.
Debió de notar algo, porque un segundo antes de que me corriera, ella paró, se sacó la polla de la boca, agarrándome por los huevos me hizo levantarme y se sentó donde yo estaba, él le agarro por las rodillas y le abrió las piernas, con una de sus manos le abrió el coño, invitándome a que me lo comiera. Yo me arrodillé y me metí entre sus piernas, estaba depilada, había algunas gotitas de excitación entre los labios de su coño, con la punta de mi lengua los atrapé, los saboreé. Empecé a lamer, primero suavemente, despacio, luego cada vez más deprisa, mi saliva se iba mezclando con su humedad, mi lengua cada vez entraba más profundo en ella, yo estaba concentrado en darle placer, todos mis sentidos estaban concentrados en esa zona de su cuerpo, saboreándola, oliendo su excitación. Durante unos segundos, paré para respirar, y vi como él se había sentado junto a ella, se había sacado esa polla estrechita que estaba ya dura y seguía mirando cómo le daba placer a su mujer, de vez en cuando nos sacaba una foto, de vez en cuando se acariciaba lo que le salía de entre las piernas, ella le miraba con una sonrisa mezcla de diversión, placer y excitación.

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Noté los espasmos de un orgasmo, los músculos de su coño atraparon mi lengua dentro de ella, fue delicioso e hizo que mi polla se pusiera terriblemente dura.
Me levanté y ella atrapándome entre sus piernas me agarró de la polla y se la metió dentro, estaba sudorosa, mis manos empezaron a recorrer su cuerpo, sus tetas, pellizque sus pezones, sus caderas, patinando sobre su piel… mis ansias de entrar más en ella la empujaban cada vez más fuerte contra el sillón. El marido se había bajado pantalones y calzoncillos hasta las rodillas, estaba sentado junto a ella que le agarraba los huevos apretando más fuerte con cada una de mis envestidas y masajeándose la polla mirando como la mía entraba y salía de dentro de su mujer, mirando como hacía disfrutar a su mujer.
Me iba a correr e intente sacar mi polla de dentro de ella para correrme sobre su tripa, pero me atrapó con sus piernas y me hizo correrme en su interior, mientras, notaba como sus espasmos de placer exprimían mi polla. Me tenía atrapado entre sus piernas, mi polla dentro de ella, estallando. Aflojó las piernas, yo salí de ella y me cogió la polla y se la acerco a la boca y con la lengua empezó a limpiar la mezcla de excitación suya y mía que había quedado sobre ella.
Mientras ella recorría mi polla con sus labios, su lengua, su boca… su marido empezó a tocarla, primero con las manos y luego con la boca, sus labios empezaron a recorrerla empezando en el cuello, bajando por sus tetas, hasta llegar a su coño, ese coño en el que yo me acababa de correr y empezó a chuparlo, lamerlo, limpiando cada uno de sus rincones, engullendo la mezcla de sus jugos con mi semen, metiendo sus dedos dentro de ella para sacar hasta la última gota de nuestra excitación.
Ella seguía chupando mi polla que volvía a estar dura, con la mano me masajeaba los huevos mientras la engullía. El marido estaba haciendo un buen trabajo en su coño, porque yo notaba como su excitación le hacía comerme la polla cada vez con más ansia, sus labios cada vez apretaban más, cada vez entraba más profundo hasta que note, esta vez en su boca , un orgasmo que hizo que yo también me corriera. Ella cayó sobre el sillón, dejando escurrir sobre su cuerpo, sus tetas, el semen que acababa de derramar en su boca, el marido rápidamente se puso a limpiar todo aquello, lamiendo mi semen de la piel de su pecho, su cara, sus tetas, metiendo la lengua en su boca, mientras ella le premiaba masajeándole esa polla delgaducha que tenía.
Cuando nos relajamos, me dijeron que seguirían trayendo las fotos para grabar CD, y que si quería podía formar parte de las escenas. Por supuesto, les dije que sí.
Un beso para todos.

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