Relato erótico
Vamos de compras
Acababan de regresar de vacaciones y a su chica se le ocurrió que podían ir “de rebajas”. No le gusta ir de tiendas, pero al final cedió. Nunca se había imaginado lo útiles que podían ser los probadores.
Habíamos vuelto de las vacaciones gaditanas días antes, eran principios de julio, todas las tiendas de la ciudad tenían colgados los carteles de rebajas. Verónica me pidió que la acompañara de compras, no me disgusto la idea.
Una calurosísima tarde de julio en plena meseta castellana nos disponíamos a estar toda la tarde deambulando por la ciudad.
Verónica estaba preciosa, una camiseta blanca de tirantes bastante escotada que marcaba claramente la redondez de sus pechos y un pequeño pantalón que junto con unas sandalias de tacón dibujaban unas espectaculares piernas.
Una tienda, otra tienda la tarde iba pasando y el calor remitiendo.
Entramos en conocida y carísima boutique en la Verónica decidió probarse unos cuantos bikinis, la tienda estaba repleta de gente.
Escogidos los bikinis nos dirigimos hacia los probadores, eran un probador grande, cuadrado, con un gran espejo, un pequeño banco y en el que unas tupidas y pesadas cortinas hacían la función de puerta, entramos los dos había sitio de sobra.
Verónica se empezó desnudar, tan solo quedó su tanga en su dorado cuerpo, se probó un par de bikinis, el tercero que se probó no lo olvidaré, era como si fuera de lana o ganchillo de color negro, la quedaba perfecto nos miramos a través del espejo asentí, ese es el que nos teníamos que llevar.
Al desnudarse de nuevo, quito primero la parte superior del bikini, dejando sus pechos al aire, redonditos y totalmente bronceados culminados por una aureola un poco más oscura y un pezón del tamaño de un garbanzo.
Al quitarse la bragas del bikini, su sexo quedo al alcance de mis manos, estire mi mano hacia él, lo acaricie, Verónica no se lo esperaba, dio un pequeño traspiés, teniendo que apoyar una de sus manos en el espejo, me miro con cara de enfadada, no dije nada y en lo que intento sacarse el bikini por la otra pierna volví a acariciar su chocho.
-¿Qué quieres?- pregunto Verónica extrañada y sonriente.
Nada. Contesté a la vez que apartaba la fina tira de su tanga y sentía en mis dedos el calorcito de su caliente sexo.
Verónica cerró los ojos y se dejo llevar, yo continúe trabajando su entrepierna un rato más. Me puse de pie en el probador nos besamos.
Voltee a Verónica la coloqué de cara al espejo, doble su cuerpo por la cintura y apoyo sus dos manos en el espejo. Fuera del probador seguía el bullicio.
Aparte la tira del tanga dejando a la vista su sexo y su culo. La masturbé, acaricié su clítoris lo hice vibrar, lo pellizque. Su sexo estaba empapado, acaricié su entrada con mis dedos.
Nos miramos a través del espejo, la cara de Verónica reflejaba placer, vicio, sus ojos me pedían que no parara. No paré, introduje un dedo, lo metí y lo saqué repetidas veces, a distintas velocidades, de distinta manera.
Introduje un segundo dedo, repetí los movimientos casi iguales, no me costaba nada entrar y salir de su chocho.
Me coloqué detrás de ella y ahora mientras que dos dedos de mi mano la perforaban mi otra mano trabajaba sobre su clítoris. Mis movimientos cada vez eran más rápidos, Verónica tenía la cara a escasos centímetros del espejo.
Sus gemidos pasaron desapercibidos por el jaleo de la tienda. Gimió, su rostro estaba desencajado por el placer, tenía los ojos cerrados.
Los abrió, me miro, retiro su mano de la mía, escasos segundos después mis dedos no tardaron en llenarse de calor, se impregnaron totalmente de su orgasmo.
Saque mis dedos, Verónica se incorporo, nos besamos, lleve mis dedos a la boca saboreamos el sabor del placer de Verónica, pocos besos saben tan ricos como ese. Mientras Verónica acariciaba mi durísimo paquete.
Se vistió, salimos del probador, compramos el bikini y salimos de la tienda. Justo enfrente de la boutique había unos grandes almacenes. Verónica tiro de mi hacia ellos, en la planta de caballeros Verónica selecciono unos cuantos bañadores al azar. Llegamos a los probadores, eran mucho más pequeños, más oscuros habría 10 o 12 probadores en línea.
Literalmente me arranco las bermudas y se arrodillo frente a mí. Se metió inmediatamente mi polla en la boca. Con el calentón que llevaba no iba a tardar mucho en correrme. Verónica empezó a pajearme mientras me la chupaba, retire la mano quería notar solo su lengua, sus labios.
Se centro en mi capullo, con el metido en la boca jugueteaba con su lengua, a la vez que con sus manos acariciaba la entrada de mi culo, que me vuelve loco.
La agarre por la nuca y comencé un mete saca total muy despacio la metía hasta el fondo, la sacaba casi hasta que notaba como sus labios hacían ventosa sobre ella y volvía a meterla. Verónica se zafó y siguió a su ritmo, excelente, un dedo suyo jugaba con mi culo. No iba tardar en correrme.
Note como subía por mi verga, avise a Verónica, se apartó, decimas de segundo después un chorro de mi leche salía disparado sobre sus pómulos, un segundo chorro cayó en su nariz, otro en la comisura de sus labios, las últimas gotas las descargue en canalillo que dejaba al aire su camiseta.
Volvió a chupármela hasta que estuvo totalmente limpia. Limpiamos su cara y tetas, salimos del probador dejamos todos los bañadores y regresamos a casa donde en la piscina nos terminamos de quitar el calentón con un espectacular polvo que ya contare otro día.
Un saludo para todos.