Relato erótico
Valió la pena
Su empresa había montado un evento para presentar los nuevos productos de cosmética que fabricaba. Le pidieron que por favor asistiera y, aunque no le gustaban este tipo de fiestas, fue y no se arrepiente.
Raúl – Cantabria
Me llamo Raúl, tengo 32 años y trabajo de comercial para una empresa de productos de cosmética.
Confieso que no soy muy partidario de ir a los eventos que me invitan por parte de mi empresa, pues el ver más tiempo del necesario a personas con las que no siempre estas contento todo el día, no me atraía, pero la secretaria de mi jefe nos insistía que debíamos de ir, pues los jefes quieren que fuéramos a esos eventos, aunque fuera un rato y hacer acto de presencia.
Como no podía escaquearme, pensé en ir un rato, tomarme una o dos copitas e irme con alguna excusa. Me duché, me vestí con un pantalón y una americana y me dirigí hacia allí.
Llegué un poco después de la hora a la que comenzaba, ya había mucha gente, empecé a saludar, a hablar con uno y con otro, busqué al jefe para intercambiar unas palabras y después desaparecer discretamente sin que se dieran cuenta.
El restaurante estaba situado en un lugar muy bonito. Tenía unas preciosas vistas a un lago artificial, además el aperitivo daba a una amplia terraza con vistas a dicho lago, con iluminación de noche y fuentes de colores. Era un lugar atractivo y romántico, nunca había estado y me alegré de haber venido.
Comenzó el evento, presentación de los productos, charlas aburridas de los directivos. Ya empezaba a aburrirme, tenía hambre y solo esperaba que acabara para poder picar algo del aperitivo.
No sé por qué, pero algo hizo girar mi mirada a un extremo del salón. Ahí fue donde la vi, unos hermosos ojos, un cabello hasta los hombros, una boca perfecta, un aire de inocencia en pero a la vez de sensualidad. Nos miramos durante un instante, pero volví a mirar al podium como si no quisiera perder la atención, sin embargo no podía evitar mirarla, otra vez me giré, nos miramos y nuestros ojos se fijaron uno en el otro un instante.
Acabó la presentación y la gente comenzó a picotear y a beber. Estuve picoteando y al rato, me dirigí al baño. Grande fue mi sorpresa cuando al salir, me topé con ella frente a frente, sonreímos instantáneamente uno al otro. Nos saludamos y seguimos cada uno nuestro camino.
En ese momento cambiaron mis planes, no estaba dispuesto a irme, quería contemplar esa belleza un rato más. Así que regresé al salón y salí a la terraza, me apoyé en la baranda a contemplar el lago mientras terminaba mi bebida.
Grande fue mi sorpresa cuando me giré y estaba ella a unos pocos metros mirando la magnífica vista. Así que algo dentro de mí me dijo que debía acercarme.
– Bonita vista ¿verdad? -dijo
– Si, muy bonita y romántica. – contesté.
Entonces me fijé más en su bello cuerpo, llevaba un vestido rojo, una piel blanca y suave, unos hermosos ojos claros, unas caderas amplias, unos senos perfectos, piernas largas y llenitas… Mis ojos se deleitaban con aquella visión.
Entablamos una conversación con timidez al principio de cosas muy simples. Mientras, la gente bailaba al ritmo de la música disco. Cuando llevábamos un buen rato charlando, cambiaron y pusieron una música más suave y romántica, de repente las luces del salón bajaron. No pude resistir las ganas de bailar con ella y de poder tenerla entre mis brazos, fundidos en un cálido abrazo, mientras todo llegaría lentamente a donde queríamos que llegara.
– ¿Te apetece bailar conmigo? – le susurré al oído.
Ella me sonrió y me extendió su mano sin decirme nada. Nos dirigimos al centro de la improvisada pista, le tomé entre mis brazos y ella apoyó su cabeza en mi hombro, mientras nos movíamos lenta y suavemente al compás de la música. Las luces flojas nos rodeaban en un ambiente perfecto de semioscuridad, lo cual hacía excitante el momento.
Cuando llevábamos un rato pegados, mis manos empezaron a recorrer lentamente su espalda, desde la base de su columna hasta arriba, su vestido de tela fina me permitía palpar su cálida y suave piel. Ella me acarició el cuello y dio un dulce beso en la mejilla, a lo que le correspondí besando suavemente detrás de su cuello.
Sus bellos ojos me sonrieron y nos fundimos en un cálido beso, al principio con suavidad, pero que era como un encendedor de la pasión que internamente nos consumía. Cerramos nuestros ojos al contacto de esa cálida caricia de nuestros labios, mientras dábamos paso al lenguaje de nuestros cuerpos.
Ahora podía sentir sus pechos contra mi torso, claramente sentía que sus pezones se empezaban a endurecer, mientras la acariciaba suavemente, apretando más su cuerpo contra el mío. Entonces mis manos bajaron hasta su hermoso y suave trasero, a lo que correspondió acariciando el mío y relajándose al compás de la música.
El roce frente a frente se hacía más evidente, mientras nos besábamos con suavidad, lo que permitía que notara mi erección. Seguimos con el baile y suavemente metí la mano por debajo de su vestido, subiendo lentamente, hasta sentir el minúsculo tanga que llevaba.
Pude sentir como una cálida humedad la envolvía y su mano empezó a acariciar mi miembro por encima del pantalón. Era una sensación excitante, pues estábamos rodeados por otras parejas que nos envolvían y nos aislaban del resto del mundo.
Mi mano suavemente acarició sus labios, lo que la hizo estremecer ligeramente. Su mano bajó al cierre de mi pantalón, bajó la cremallera y empezó a acariciármela ¡qué sensación!
Nuestra respiración empezaba a ser intensa, entonces le susurré al oído si le apetecía salir a pasear, a lo que rápidamente me cogió de la mano y nos dirigimos fuera. Caminamos hasta una apartada orilla con vistas al lago y las estrellas. Se sentó en una barandilla, la abracé y me puse entre sus piernas. Empezamos a besarnos apasionadamente, nuestras lenguas recorrían nuestras bocas, nuestra saliva se mezclaba, mis manos acariciaban sus pechos redondos y sus pezones duros.
Ella volvió a meter su mano dentro de mi bragueta, la cual seguía abierta, sacó mi miembro al aire, me lo apretaba y masajeaba con suavidad y con firmeza al mismo tiempo, arriba y abajo, lo cual me hizo mirar al cielo. Mi mano empezó a acariciar su hermosa abertura, haciendo a un lado la delgada tela del tanga. Ya la sentía húmeda, metí un dedo con suavidad, lo empapé y lo llevé a mi boca. Ella me correspondió apretando más fuerte mi pene y moviendo su mano hacia atrás y adelante con desenfreno.
Miró hacia un lado y otro y al ver que no había nadie cerca, bajo de la barandilla acercando su boca a mi polla la besó y empezó a mover su lengua de arriba a abajo, lo lamía recorriéndolo todo, hasta la base de mis huevos, pequeñas mordidas ponían mis ojos en blanco, su boca era realmente una experta en esas artes, entonces se lo metió completamente en su boca y empezó a succionar sin parar, hasta que no pude más y la hice parar.
– Ahora me toca a mí – le dije.
A lo que cambiamos papeles. La senté abierta de piernas y me puse a la altura de su chocho, empezando a pasar la lengua suavemente por toda su raja, hasta llegar a su abultado clítoris, empecé a saborearlo chupando y con mi lengua empecé unos movimientos circulares provocando en ella un movimiento de caderas y pidiendo más…
La bajé y nos dirigimos a un gran árbol que había en la penumbra. La apoyé en él, la besé y penetré de una sola estocada. Salían de ella pequeños gemidos al metérsela y sacársela con suavidad y después empecé con más fuerza, sin parar de besarnos y acariciaros, hasta que le provocó un sensacional orgasmo. Sentía como su chocho se contraía de placer con mis caricias, apretando deliciosamente mi verga, casi haciéndome llegar al orgasmo.
Cuando ya no podía controlarme más, salí de ella y me corrí con un orgasmo increíble.
Nos quedamos un buen rato abrazados, nos besamos dulcemente y con ternura, hasta que decidimos irnos. La acompañé a su coche, nos dimos los números de teléfono para quedar y nos despedimos con un dulce beso.
Ese fue el comienzo de una relación casual y con muchos momentos inmemorables…
Besos