Relato erótico
Vacaciones inolvidables
Aquel año habían podido coger un par de semanas de vacaciones y se fue con su familia a un camping. Allí, se encontraron con unos familiares y lo pasaron bien. La “guinda” de las vacaciones la puso una mujer que estaba acampada delante de su bungalow.
Andrés – ASTURIAS
Amiga Charo, lo que os quiero contar me ocurrió durante las vacaciones pasadas. Fue una experiencia inolvidable y me he decido a compartirla con todos los lectores.
Me llamo Andrés, vivo en Asturias, tengo 33 años, se podría decir que estoy un poco pasado de kilos y no soy ningún don Juan.
Este verano hemos tenido suerte y nos hemos podido coger quince días de vacaciones que aproveché para marchar con mi familia, es decir mi mujer y mis dos hijos pequeños, junto con otros dos familiares a un bungalow de un camping situado en la costa de Pontevedra, en las Rías Bajas.
Este camping tiene la mayoría de sus plazas ocupadas por mobil-home, bungalow y caravanas, que ya llevan muchos años instalados y sus clientes acuden casi semanalmente hasta en invierno pues residen cerca. El nuestro era de los pocos que son propiedad del camping para su alquiler. Estuve mirando a las mujeres que por allí se movían, siempre en dirección a la playa, y empecé a crear una imaginaria lista de las mujeres más bonitas la mayoría entre los 40 y los 55 años, pues a mí siempre me han atraído mucho las mujeres maduras.
Pero justo al segundo día de estar allí, casi enfrente de nuestro bungalow, vi que estaba la mujer más bella del camping, Era una chica joven, de unos 25 años, que ocupaba un mobil-home, junto con su marido y un niño. De 1,75, más o menos, delgada, rubia, unos preciosos ojos azules y un intenso bronceado. Su vestimenta era casi siempre un bikini y cuando no estaba en la playa un bonito pareo que realzaba aún más su estilizada figura.
Un día salí del camping a las nueve y media de la mañana, con la intención de dirigirme a la villa, capital del municipio, a realizar unas compras y dar una vuelta, cuando a escasos cien metros del camping la observé a ella, con un top y un pantaloncito corto, esperando el autobús de línea que hacía el recorrido a toda la pequeña península, y al acercarme ella me hizo una seña y paré, me preguntó si iba hacia la villa y al decirle que si me pidió si la podía acercar pues le parecía que ya había pasado el autobús, como así había sido, y si no tenía que esperar otra hora. Se subió y lo primero que hizo fue presentarse, y dándome dos besos me dijo que se llamaba Carmen, pues aunque nos conocíamos de vista, todavía no habíamos hablado. Yo en los 6 km que había, fui extremadamente despacio mientras me iba contando que su marido se había ido a la ciudad donde residían a arreglar unos asuntos y de paso se había llevado a su hijo para que lo viesen sus abuelos y como se había quedado sola hasta la noche aprovechaba para ir de tiendas y luego acercarse a conocer otras pequeñas playas de la zona.
Llegamos y amablemente me ofrecí a volver a llevarla de vuelta si quería pues la verdad es que me apetecía volver a gozar con solo mirarla y oír su voz, en el viaje de vuelta. Quedamos en vernos en una cafetería cerca de donde aparcamos en dos horas y yo que iba a pasar la mañana para entretenerme, pero media hora antes ya fui para la cafetería y me senté en la terraza a esperarla impacientemente mientras tomaba un aperitivo. Llegó ella puntualmente, se sentó y estuvimos charlando animadamente durante bastante tiempo.
Cuando nos levantamos, fuimos hacia el coche y ella me invitó a acompañarla a una pequeña cala cercana que deseaba conocer y yo, como no tenía prisa y llevaba puesto el bañador, no puse ninguna objeción y me alegré de poder disfrutar un poco más de su visión. Al llegar y pisar la arena lo primero que hicimos fue quedarnos en traje de baño y mientras yo extendía la toalla que siempre llevaba en el coche vi que ella se quitaba la parte de arriba del bikini quedándose en top-less. Miré alucinado lo que veía, unos pechos no muy grandes pero muy duros y bien formados, yo diría que perfectos. Ella me dijo si me gustaban, algo que yo no pude negar, y me comentó que aprovechaba hoy que estaba lejos, pues allí, en la playa del camping, le daba corte al haber mucha gente conocida de siempre.
Charlamos, tomamos el sol, y nos bañamos jugando en el agua, rozándose contra mí y pasándome los pechos por la cara. Yo no cabía en mí pues después de tantos años de casado no había estado tonteando con otra mujer, y encima estaba tan buena que estaba muy excitado. Aunque en el agua conseguía disimular, la verdad es que estaba un pelín asustado pues una increíble mujer, a la que hacía poco que acababa de conocer, me estaba provocando, y yo pensaba que podía ser el juego de una belleza de postal con el patito feo cuando me di cuenta eran casi las dos de la tarde y llamé a mi mujer diciéndole que había ido hasta Vigo y como se había hecho tarde iba a picar algo por allí.
La invité a comer en algún restaurante y ella aceptó encantada, con la condición de volver a la playa por la tarde. Nos fuimos al coche con intención de ponernos a cubierto, aunque solo había otro coche en la zona que era de otra pareja, pues queríamos cambiarnos el bañador mojado. Yo, con todo pudor, me lo quité junto al coche, de espaldas a ella y me puse el pantalón, y ella cuando yo ya estaba sentado extendió la toalla en el asiento, se sentó y mirándome lascivamente se bajó la braguita del bikini quedando a la vista un precioso monte de Venus debidamente arreglado que yo no pude dejar de mirar mientras ella, con la excusa de limpiarse la arena, me miraba riéndose y con cara de vicio.
– ¿Le gusta lo que ve? – me preguntó de pronto
Ya no aguante mas y me creció el “bulto” que llevaba toda la mañana intentando evitar. Ella, con su desparpajo, alargó la mano y empezó a acariciarme suavemente el paquete a la vez que me decía que era una agradable sorpresa tener a qué echar mano. Ya perdido el miedo me lancé a ella y mientras con una mano acariciaba su precioso coñito, con la otra amasaba sus pechos, pellizcaba sus duros pezones y la besaba con una pasión que ya no recordaba, bajé mi boca a sus pechos que lamí, chupé y mordí en profundidad, y luego a su precioso coño, cuando introduje mi lengua y roce su clítoris, sentí como se retorcía con los latigazos del placer, y a pesar de las estrecheces del coche, fui recompensado cuando casi ahogándome con sus muslos se corrió en mi boca. Realmente estaba necesitada de correrse.
Automáticamente y después de darme un meloso beso que me limpió todas las encías, se incorporo y tiró de mi hacia la parte alta del asiento, e inmediatamente me despojó de mi pantaloncito playero saltando mi polla que rápidamente cogió e introdujo en la boca. Pero yo llevaba todo el día sufriendo y aguantando el calentón que arrastraba y no iba a aguantar mucho, así que le dije que no forzase la máquina, que ya me iba a correr en cualquier momento, entonces ella dijo que quería follarme y saltando se sentó sobre mi y no hizo falta guiar mi polla pues nada más posar su jugoso coñito sobre ella se coló rápidamente y ahí me dejé llevar aguantando todo lo que pude mientras ella me cabalgaba.
Era una mujer con una sexualidad increíble, pues rápidamente se volvió a correr y en ese momento ya no aguanté más y yo también me corrí dentro de ella y el caso es que, extrañamente y a pesar de la gran corrida acumulada en mis huevos, al quedar ella sobre mí polla esta no se bajo del todo y mientras ella me comía el pecho, boca, orejas poco a poco se fue poniendo otra vez muy dura. En cuanto lo notó, empezó a moverse lentamente iniciando otra follada pero esta vez mucho más pausada y placentera. Estuvimos más de 25 minutos hasta que ella dijo que quería correrse pero si me atrevía a metérsela por el culo, algo que a mi me encantó pues hacia ya muchos años que había tenido esa suerte.
Cogió su bolsa, sacó un tubo de crema solar que dejó en mi mano, y yo después de untar bien su agujerito marrón e introducir primero un dedito y luego hasta dos, unté mi polla y poco a poco empecé a empujar. Parecía que no quería entrar, pero a base de seguir intentándolo conseguí introducir lentamente, como ella me iba pidiendo, el capullo de mi polla y lentamente fue entrando el resto hasta que mis huevos chocaron con su adorable coñito. Entonces comencé a entrar y salir, acelerando poco a poco las emboladas, hasta que noté como ella empezaba a gozar de la enculada pues también se empezaba a mover, momento que yo aproveché para bajar mis dos manos para, con una pellizcar suavemente sus pezones y con la otra masajear su clítoris a la vez que introducía dos dedos en su coñito. Tras un rato ella empezó a correrse estrepitosamente y yo, que ya llevaba tiempo con ganas de hacerlo, también me corrí dentro de ella.
Después de unos acaramelados morreos que casi me ahogan, la invité otra vez a llevarla a comer. Salimos un poco alejados de la zona donde alguien nos pudiese reconocer, sobre todo a ella, ya que yo solo estaba unos días de paso, comimos y me contó un poco mas de su vida, como queriendo justificar su necesidad sexual conmigo, pues yo le comenté que me extrañaba que con un marido atlético y deportista, se buscara el sexo conmigo, a lo que ella me contestó que era más importante la pesca submarina que ocuparse de ella y que aun no estando muy desatendida, si le apeteció echarse una cana al aire, según me aseguró, por primera vez, porque le había atraído y porque también tenia ganas de que alguien le estrenase el culo, pues a su marido no le apetecía probarlo.
Yo, que seguía muy contento por la gran suerte que había tenido, estaba deseando acabar la sobremesa y volver a buscar otro sitio tranquilo donde poder aprovechar la tarde, pues sabía que no iba a poder tener otro día con ella pues volviendo su marido e hijo por la noche, ya no seria posible volver a vernos.
Nos fuimos de compras, más bien a pasear por las calles de esa preciosa villa de Cambados y fuimos a otra pequeña cala, aparcamos en la arboleda y volvimos a repetir una follada como la de la mañana, luego nos pusimos el bañador y a la playa otra vez, descansamos al sol, y luego ya dentro del agua, volvimos a excitarnos con los juegos, caricias y roces y buscamos unas de esas rocas de granito típicas de la zona apartadas y dimos comienzo a un sobeo espectacular hasta que ella y procurando levantar mi “animo” inferior, pues el de mi cerebro sí lo estaba, se agachó y comenzó a pegarme una lamida desde los huevos al glande e introduciéndolo de vez en cuando entero en su boca, que al cabo de un rato, y yo creo que también excitado por el empeño interés y la magnifica cara de vicio, consiguió lo que deseábamos, que la tuviese otra vez en forma y bien dura así que girándose me pidió que le entrase por atrás, así lo hice pero ella me dijo:
– Cariño, la prefiero otra vez por el culo.
Lógicamente no era plan el contradecir a una bella mujer y allí estuve bombeando y bombeando, tiempo durante el que ella se corrió dos veces mas pero yo, como ya había superado mi techo aquel día follaba y gozaba con la polla durísima pero no debía de tener una gota de semen en los huevos, pues no había manera de poder correrme. Lo dejamos y nos fuimos hacia el coche para ir al camping aunque, por precaución, ella se apeó un kilómetro antes y al bajarse se despidió con un beso y sobándome por encima del bañador me dijo:
– Siento que no te hubieses corrido, te debo una, pero estarán al llegar mi marido e hijo y ya no va a ser posible que nos volvamos a ver.
La ultima noche antes de irnos, salí del bungalow a ducharme en las duchas/cabinas individuales del camping, que a diferencia de otros camping estas eran unisex y cuando estaba empezando a caer el agua sobre mí la puerta se abrió de golpe y rápidamente se introdujo Carmen, yo desnudo y ella en bikini, y mientras nos caía el agua por encima ella se agachó y me empezó a mamar la polla con su destreza clásica, y tarde muy poco en soltar en su boca toda mi leche que agradecidamente ella se tragó, luego se levantó y me dijo:
– No quería que después del maravilloso día que pasamos juntos te fueses sin correrte, ya sabes que te dije que te la debía.
Me dio un beso y nos despedimos creo que para siempre, pues aunque me dejó un discreto papel por la ventanilla de mi coche, con su teléfono e invitándome a que si visitaba su ciudad algún día la llamase a ver si podíamos vernos, algo que dudo, pues recorrer 800 km. y perder un día de trabajo, para intentar pasar al menos dos horas con ella, en el hipotético caso que pudiésemos llegar a vernos es mucho riesgo.
Gracias amigos por compartir conmigo mi primera gran experiencia