Relato erótico

Unas vienen y otros van

Charo
13 de febrero del 2020

Por las tardes trabajaba en una pequeña empresa que se dedicaba a montar fiestas y juegos para niños en hoteles y domicilios. Se lio con una de las compañeras y aunque tenía novio follaban como locos. Un día, dijo que dejaba el trabajo, pero él, no quedó “desabastecido”

Joaquín – Palma de Mallorca

Hola amigos de Clima, os escribo para contaros algo que me ocurrió hace algún tiempo. Me llamo Santi, soy alto y siempre he tenido bastante éxito con las mujeres.
En aquel tiempo yo trabajaba por las tardes en una empresa dedicada al montaje de fiestas para niños. Había atracciones y se les preparaban juegos y ahí es donde empieza la verdadera historia pues estos juegos los realizaban dos chicas y fue con una de ellas con la que viví esta estupenda historia.
Se llamaba Catalina y tenía un novio que la venía a buscar casi todas las tardes y con el que, al final, se casó. Era bajita, pelo castaño, unas piernas guapísimas y unas tetas grandes y rotundas. Era una de esas chicas que parecen tímidas y que jamás hayan roto un plato, pero enseguida me di cuenta de que era una caliente de cuidado.
Al principio de conocernos tardé poco en darme cuenta de como me miraba. Con frecuencia venía al trabajo con faldas bastante escasas de tela y así, en muchas ocasiones tuve la suerte de que me enseñara el color de sus bragas. Al hablar conmigo o pasar por mi lado, se me pegaba, apretando sus pechos contra mi espalda o en mi brazo y así que podía me cogía de la mano o del brazo y aprovechaba para piropearme. Como supondréis yo no iba a dejar pasar una ocasión como esta.
Una tarde me decidí a darle lo que me estaba pidiendo. Ese día ella llevaba una minifalda color marrón y se me había estado insinuando durante toda la tarde. En un aparte del local, la cogí de la cintura para comentarle algo sobre el trabajo, pero poniéndole la mano directamente en el culo. Ella me habló sin hacer ningún gesto de rechazo, por lo que, con mi mano en su culo, la atraje hacia mi y la besé en la boca. Fue total, casi ni me dio tiempo de abrir la boca pues cuando notó mis labios, succionó mi lengua con la suya en un morreo largo e intenso.

Mientras le frotaba el culo, dirigí mi otra mano bajo su falda y acaricié su chocho por encima de la braga. Tenía la prenda muy húmeda por lo que supuse debía de llevar un buen rato caliente. Froté un poco y por fin metí la mano dentro de su húmeda lencería y acaricié la no menos húmeda raja de su coño, de arriba a abajo. Por fin me dediqué a frotarle el pequeño y duro clítoris hasta que la hice correr.
Ella, mientras, me frotaba la polla por encima del pantalón pero tras un rato paramos en nuestras manipulaciones pues nos podían pillar pero creo que si yo hubiera querido penetrarla allí mismo, ella no habría puesto ningún impedimento.
A partir de este día, aprovechábamos cualquier ocasión para besarnos y acariciarnos hasta que una tarde nos fuimos, por separado, al servicio. Una vez dentro de uno de los reservados, cerramos la puerta con el pestillo y nos lanzamos como posesos a besarnos y meternos mano. Abrí su blusa y le saqué los pechos, succionando sus enormes pezones, mientras tenía mi mano dentro de su braga, acariciándole su mojadísimo coño. Al final ella me sacó la polla y empezó a masturbarme.
Después de unos minutos, se sentó sobre la tapa del aseo y agarró mi polla y se la metió en la boca empezando a mamármela, pero cuando yo iba a correrme, intenté apartarme pero ella, que me tenía asido por las caderas, me atrajo hacia sí, introduciéndosela aún más y así, dentro de su boca, me corrí abundantemente.
Catalina se lo tragó todo y cuando acabé de eyacular aún siguió tragando. Tras esto salimos por separado y muy satisfechos.
Desde ese día y siempre que había ocasión, además de besarnos y tocarnos, ella me la mamaba consiguiendo casi siempre que me corra en su boca, tragándose toda mi cuajada.

En otra ocasión, en la que pudimos escaparnos al servicio, aunque el ceremonial fue el mismo que en ocasiones anteriores, ella quería más y yo también así que, tras los besos y caricias, me senté sobre la tapa del inodoro, Catalina se quitó las bragas y agarrándose a mi cuello, mirándome con cara de ansiedad, fue sentándose sobre mi y clavándose mi polla hasta el fondo de su coño. Moviéndose sobre mí, follamos como desesperados.
El placer que me dio fue grandioso y además, como ella tomaba pastillas, pude correrme en lo más profundo de su chocho. Fue un orgasmo tremendo pues llevaba tiempo queriendo penetrarla y encima el poder eyacular dentro de ella era más de lo que había imaginado.
No sé si ella tuvo un orgasmo enormemente largo o infinidad de pequeños orgasmos pues durante todo el rato no paraba de decir que se corría. Fue delicioso.
Esto del servicio solo lo pudimos usar una vez más pues tenía miedo de que su novio terminara por enterarse ya que pensaba que él sospechaba algo. Esa última vez también terminé eyaculando en el fondo de su mojado y caliente coño.
En siguientes ocasiones, los viernes o los sábados en que su novio trabajaba y no venía a buscarla, fuimos alguna vez, aunque pocas la verdad, a un pub para parejas y allí nos dábamos la paliza para terminar, casi siempre, haciéndome una mamada hasta tragarse mi leche, o bien follando hasta que nos corríamos abrazados y con mi polla bien metida en su chocho.
Es curioso pero lo que más la excitaba era hacerlo cuando teníamos poco tiempo o nos estaban esperando a alguno de los dos. Entonces tenía unos orgasmos increíbles. Pero todo lo bueno termina. Catalina discutió con otra chica y dejó el trabajo.
Por cierto que esta otra chica, con la cual yo también mantenía una relación bastante íntima, me contó que en varias ocasiones ella quedó con unos amigos en un local e invitó a que la acompañase Catalina, y según afirmó, algunos de los amigos acabaron follándosela o casi, lo que no me sorprendió pues ya os he dicho que parecía una mosquita muerta pero dentro llevaba una golfa de consideración.

No sé si su novio le daría mucho sexo pero desde luego que cuando él venía a recogerla, ella ya había tenido una buena ración y él de cuernos.
Por cierto, hace unos meses me encontré con su novio, ahora marido, al salir de una entidad bancaria y estuvimos hablando un rato. Esto me hizo recordar y quien sabe quizá intente, si puedo, reiniciar la relación con Catalina.
Ya os lo contaré si es que tengo suerte.

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