Relato erótico
Una sorpresa, no … DOS
Era lunes, se estaba preparando una tormenta y estaba cansada. Había sido un día duro en el trabajo. Cuando llegó a su casa, le extrañó que su novio no hubiese llegado. Fue a la cocina a buscar agua y allí la sorprendió un “desconocido”, pero no sería la única sorpresa que recibiría.
Cristina – La Coruña
Era una tarde oscura, el cielo estaba totalmente encapotado y a lo lejos se podían vislumbrar los relámpagos de una potente tormenta.
Había sido un día duro de trabajo, reuniones, broncas, líos por aquí y por allá, en definitiva todo un lunes. Los pies me dolían como si se fueran a romper, malditos zapatos.
Finalmente llegue a casa, introduje la llave en la cerradura y abrí la puerta. Al entrar todo estaba en silencio y a oscuras, ¿no habría llegado él aun? Qué raro, debía haber llegado hace rato, “Habrá tenido un mal lunes el también”, pensé.
Encendí la luz de la cocina y entre a servirme un vaso de agua, el viaje me había dejado completamente sedienta.
De repente, mientras estaba bebiendo el vaso de agua, unas manos me agarraron firmemente desde detrás. El vaso cayó al suelo y el agua que quedaba se derramó por el suelo. Sin dejar que me girara, esas manos me inmovilizaron mis brazos en la espalda, sujetándome tan firmemente que si intentaba resistirme me hacían mucho daño.
Una voz me dijo:
-Si te portas bien, no te pasará nada. Lo mismo hasta lo disfrutas.
Aunque trataba de fingir una voz más ronca le había reconocido, se trataba de él, me estaba dando una sorpresa. Alguna vez habíamos comentado lo excitante de una situación similar a esta y no cabía duda de que la había preparado para sorprenderme.
Antes de que pudiera decirle nada, ya me había amordazado y puesto un antifaz. Mis manos estaban atadas a la espalda a la altura de las muñecas, estaba totalmente a su merced. Se lo había preparado bien, porque no me había dejado tiempo ni de reaccionar.
De manera firme me llevo a empujones desde la cocina al dormitorio, pasando por todas las estancias de la casa y me decía mientras con sus manos me dirigía para que no chocara con los muebles:
-Venga, avanza.
Al llegar al dormitorio, me arrojó sobre la cama. Estaba boca abajo, con las piernas colgando fuera de la cama. Las manos atadas en la espalda, la boca y los ojos vendados. Estaba totalmente indefensa y aquello he de reconocer que me estaba excitando.
De un tirón me quito los zapatos y el pantalón, dejándome puesto solo el tanga blanco que me había puesto aquella mañana. Me forzó a abrir un poco las piernas y comencé a sentir como con su lengua recorría lentamente mis piernas de abajo a arriba. Empezaba en los tobillos e iba subiendo, para acabar en la parte interna de mis muslos pero siempre sin acercarse demasiado a la “zona cero”
Aquello me estaba poniendo muy cachonda, notaba como mi coño empezaba a humedecerse irremediablemente. Seguro que él lo notaba, porque de vez en cuando no podía evitarme estremecerme.
En un rápido movimiento me levanto las piernas y me subió a la cama. Me hizo girar de manera que me dejo boca arriba. Las manos atadas en la espalda me molestaban un poco, pero la excitación podía con el dolor.
Con delicadeza, pero sin pausa, comenzó a desabrocharme los botones de la blusa, besándome a la vez por todas las partes de mi cuerpo que iban quedando al descubierto. Cuando se acabaron los botones, comenzó a recorrer todo mi tronco con la lengua, sin dejarse un solo rincón. De vez en cuando se acercaba al cuello y me lo mordisqueaba suavemente, el muy cabrón sabia que eso me ponía mucho.
Su boca comenzó entonces a bajar por mi cuerpo y volvió a recorrer mis piernas, subiendo y bajando de nuevo. Pero cada vez se acercaba más a la zona en cuestión, más y más. En uno de sus viajes, recorrió con su lengua mi vagina por encima del tanga. Yo estaba empapada, el tanga debía de ser ya casi transparente de lo mojado que estaba.
Una mano retiro ligeramente el tanga a un lado y su lengua pudo recorrer por fin mi vagina. Lo estaba deseando, ufffffffff, como me lo lamia.
Pero en ese momento me percate de algo. Sus manos no habían dejado de sobarme y acariciarme las tetas, ¿Cómo podía haber retirado el tanga a la vez?
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, no había otra opción, no estábamos solos. Yo estaba segura de que la voz que había escuchado era la suya, pero era obvio que allí había alguien más.
Ellos seguían con sus juegos. Mis tetas, mi cuello, me mordisqueaban las orejas, me chupaban todo el coñito húmedo. La excitación seguía aumentando, el miedo estaba ahí pero no podía evitar estar muy, muy cachonda. ¿Quién sería el invitado? ¿Lo conocía? ¿Desde cuándo estaba ahí? ¿Quién me había estado metiendo mano?
Todas estas preguntas me ponían mas cachonda aun, me sentía engañada pero a la vez muy excitada, muy guarra, con ganas de disfrutarlo.
Con un pequeño click, mi sujetador se soltó y libero por completo mis pechos. Una boca comenzó a succionar y mordisquear mis pezones que debían estar ya muy duros a causa de la excitación. Por abajo la otra boca no paraba de dar atenciones a mi clítoris, mi vagina y mi ano. Me chupaba una y otra vez, con locura, con ansia, introduciéndose levemente en mi vagina y mi ano. Cuando chupaba mi ano su mano masajeaba mi clítoris, cuando chupaba mi clítoris su mano recorría mi vagina y mi ano.
Aquella sensación era increíble, el placer era bestial, creo que nunca había sentido algo igual. Era un placer pleno, me estaban poniendo a mil.
Las manos de arriba soltaron mis pechos y me retiraron la mordaza, pero antes de poder reaccionar unos labios me estaban besando. No tarde en devolvérselo y en notar como su lengua se introducía en mi boca. El beso no se acababa nunca y mientras tanto otra boca me llenaba de placer, era tremendo.
De repente todo ceso y me giraron. Unas manos desataron el nudo que aprisionaba mis manos en la parte de atrás. Luego volvieron a tenderme boca arriba pero ya con el antifaz como única limitación.
Una polla comenzó a jugar por mi vagina, recorriéndola de arriba abajo y dando pequeños golpecitos sobre mi clítoris. De nuevo una boca comenzó a besarme. Esta vez yo tenía las manos libres, así que comenzamos a cogernos las caras mientras nos besábamos. Aquella cara no la reconocía, así que mis manos comenzaron a explorarla.
Sus nariz era chiquitita, sus facciones muy marcadas. Y al llegar a sus orejas….
-Ahhhhhh, me acababan de penetrar, no pude evitar un gemido que no sonó porque la otra boca lo ahogaba. Pero me estremecí de la cabeza a los pies.
En sus orejas descubrí unos pendientes, no podía ser, seguí subiendo a su pelo y “ahhh”, como me estaban follando. Tenía el pelo largo, no me lo quería creer, mis manos bajaron por su cuello y si, de repente toque unos pechos femeninos. Me estaba besando con una mujer mientras me follaban de lo lindo.
En un primer momento, me quede casi inmóvil, sin saber cómo reaccionar, pero la mujer lo debió notar y comenzó a acariciarme y a besarme el cuello. No podía ser, esto no podía estar ocurriendo, pero el caso es que me gustaba. Me besaba muy suavemente, me acariciaba con dulzura. Qué coño, estaba muy cachonda, muy, muy cachonda.
Así que me deje llevar y comencé yo también a acariciarla. A recorrer su cuerpo con mis manos, a masajear sus pechos. Tenía unas tetas mas pequeñitas que las mías, pero sus pezones estaban duros como piedras. Me incorpore ligeramente para poder lamérselas, quería corresponderla sus atenciones, todo ello mientras seguían embistiéndome una y otra vez.
Mientras mordisqueaba sus pezones notaba como se estremecía y se le escapaban pequeños gemidos. Mis manos bajaron entonces por su delgado cuerpo, hasta comprobar cómo estaba completamente desnuda. Acaricie su culo y lleve mi mano a su rajita. “Joder, estaba mojada del todo”, al parecer no era la única que estaba excitada.
Comencé a jugar con su coño y su clítoris como a mí me gustaba hacerlo con el mío. Sus gemidos comenzaron a hacerse cada vez más perceptibles, pero cuando quería darme cuenta yo también estaba gimiendo. Estaba muy cachonda, me estaban follando y de qué manera mientras yo masturbaba a otra mujer y le mordía sus pezones. Aquello era demasiado para mí y no pude evitar correrme.
Los espasmos del orgasmo hicieron que la mujer que estaba a mi lado también estallara de placer, gemía como una loca mientras notaba como se estremecía de gusto sobre mi mano que se humedeció por completo con sus fluidos.
El chico que me penetraba (esperaba que fuera mi novio) seguía embistiéndome cada vez más rápido. Yo me había corrido pero estaba claro que el aun no y estaba acelerando para hacerlo.
Ya estaba satisfecha pero joder, con esa follada que me estaban dando no acababa de sentir gusto. Seguía gozando como una loca hasta que de repente note una sensación extraña, como otro orgasmo pero con una intensidad menor, creo que me había vuelto a correr. El chico no aguanto más y se corrió, dando una serie de empujones finales que me hicieron dar un salto en la cama. Unos labios me besaron y después otros, y los 3 caímos rendidos en la cama, agotados pero satisfechos.
En otro relato os contaré “quienes” eran los “desconocidos” y nuestro siguiente encuentro.
Un beso