Relato erótico
Una peli con final feliz
Era verano, estaba cansado de trabajar en el ordenador y se puso una peli porno. Su novia, entro en la habitación y le puso un “toque” de realidad al sexo virtual. Mamada y enculada bestial.
Jesús – Lérida
Era una calurosa noche de verano, todas las ventanas del piso estaban abiertas y aun así no entraba ni una gota de aire por ellas, mi vestimenta de camiseta y pantalón corto de deporte tampoco me refrescaba mucho. Llevaba toda la tarde trabajando delante del ordenador y empezaba a estar bastante cansado. Cerré los documentos contables que estaba cuadrando y entré en una página porno, nunca es mal momento para ver a dos rubias tetonas montándoselo.
Llevaba un par de minutos de video y mi polla estaba poniéndose dura ya, cuando Julia entró sigilosamente en la habitación. No me preocupe por cerrar la página, somos una pareja de esas que ve porno en pareja o solos.
Julia llevaba un tanga blanco y una camiseta de baloncesto que le servía de vestido corto, llevaba su pelo rubio recogido en una coleta despeinada e iba descalza. Se colocó detrás de mí y acerco sus labios a mi oreja derecha.
-Podías haberme avisado de que mi novio estaba viendo a dos rubias follando -dijo antes de besarme el cuello.
– Ummmm ¿celosa? – le pregunté sin separar mi vista de la pantalla.
– Sabes que no, puedes ver lo que quieras -seguía besándome el cuello mientras sus manos bajaban hasta mi paquete- total, siempre acabas follándome a mí.
Julia acariciaba mi polla por encima de los pantalones, haciendo que terminase de ponerse totalmente dura y asomase la punta por la goma del pantalón. Separé la silla de la mesa del ordenador y, quitándole la camiseta, hice que Julia se pusiera de rodillas delante de mí.
Sacó mi polla totalmente del pantalón y comenzó a hacerme una paja mientras yo la miraba a ella y a la pantalla.
Una de las rubias estaba comiéndole el coño a otra, mientras mi novia me pajeaba con una mano y con la otra jugaba con mis huevos.
Cansado de que solo jugase con sus manos y aprovechando que llevaba coleta, le cogí la cabeza y la acerque a mi polla.
Se la metí de golpe hasta el fondo, sin que ella usase sus manos, notando como se atragantaba con ella. Cogida por el pelo comencé a follarme su boca sin parar, ella apretaba sus labios alrededor de mi polla y me miraba a los ojos. Julia subió sus manos hasta mis huevos y comenzó a masajeármelos, sabiendo lo rápido que me corría si hacia eso.
– Cariño, para, sabes lo rápido que me corro así – acerté a decirle como pude.
– Eso quiero, que me llenes la boca de tu lefa calentita -dijo antes de comerse mi polla como una loca.
Poco después de que Julia dijera eso, note como todo el cuerpo se me tensó y seis chorros de leche le llenaban la boca. Tragó como pudo casi todo pero un hilillo de semen se le escapó por la comisura de los labios y dejó que resbalase por su cara y su cuello hasta llegar a sus tetas.
Cuando el semen estaba llegando a su pezón, la puse de pie y se lo chupe limpiándole el rastro que había dejado mi leche. Aparté todo lo que había en la mesa del ordenador e hice que se sentará con las piernas abiertas.
El tanga blanco se había vuelto casi trasparente de lo mojado que estaba, así que sin quitárselo comencé a acariciarle el coñito por encima. Las yemas de mis dedos iban mojándose con sus flujos, así que le metí un dedo empujando el tanga también hacia dentro. Julia no paraba de moverse, echando su cabeza hacia atrás y arqueando su espalda, y mi polla comenzaba a ponerse dura otra vez.
Notando que quería más, saque las tijeras del cajón y haciendo que las sintiese contra sus labios depilados le corte el tanga.
– Como sigas así no voy a ganar para tangas -dijo riéndose entre gemidos.
Dejándole el tanga roto y remangado en su tripa, acerque mi boca a su chocho y comencé a repasar sus labios con mi lengua, sabían a sus flujos.
Abrí sus labios con mis dedos y comencé a meter y sacar mi lengua de su coño, mientras Julia me agarraba la cabeza y ponía sus pies en mis hombros para acercarme más a ella.
Cansado de follarla con mi lengua, subí hasta su clítoris y comencé a lamerlo, aprovechando que tenía mis manos abriendo sus labios, le metí tres dedos.
Comencé un rápido mete saca de dedos mientras mi lengua seguía jugando con su clítoris. Julia cada vez era más escandalosa en sus gemidos y estando con las ventanas abiertas ya la habría oído todo el vecindario.
Notando que la espalda de Julia cada vez estaba más arqueada cogí su clítoris entre mis dientes y tire, aquello hizo que se corriese instantáneamente con mis dedos dentro de su coño, encharcándomelos más de lo que ya estaban.
Sin darle respiro la bajé de la mesa y la senté a horcajadas encima de mí. Con ganas de más Julia empezó a subir y bajar sin descanso, mientras ponía sus tetas a la altura de mi boca y yo mordía sus pezones. Se sacaba mi polla entera y, de un golpe, volvía a clavársela. Tras varios minutos follándome en esa posición, se levantó y apoyando su cuerpo contra la mesa del ordenador me dio la espalda.
– Ahora quiero que metas la polla en mi coño y que con mis flujos me folles el culo – me dijo abriéndose los cachetes del culo.
Dicho y hecho. Le metí mi polla un poco más y cuando creí que estaba lo suficiente lubricada la lleve hasta la entrada de su culo, sin darle tiempo a decirme nada se la metí de golpe. Julia dio un pequeño grito de dolor.
-Tranquila, que te va a gustar.
Sin apenas darle tiempo a que se acostumbrase a tenerla dentro, comencé a sacarla y metérsela de golpe. Con mi polla dentro de su culo, le obligue a que quitase las manos de sus cachetes y con una mano mía encima de la suya hice que se tocase como yo quería. Cuando la deja a ella sola, le di un azote para que cerrase más su culo alrededor de mi polla.
La cogí por los hombros para que no pudiese moverse y le taladré el culo todo lo fuerte que pude, mientras la mesa no paraba de chochar contra la pared.
Tras unos minutos así no pude más y me corrí dentro de su culo. Me senté desplomado en la silla y, mientras Julia gritaba y se corría de placer con sus dedos, vi como los restos de mi leche escurrían por sus piernas.
Cogí el móvil y, aprovechando que estaba de espaldas a mí, le hice una foto a su culo abierto escupiendo mi leche. Siempre viene bien tener algún recuerdo de las grandes tardes de trabajo en casa.