Una nueva novia

Había tenido varias novias, pero su hermana le contó que una amiga suya y madrina de su hija había dejado a su novio porque follaba poco. Sin proponérselo acabó liándose con ella.

Mario – BARCELONA
Esta historia, ocurrió ya hace algunos años atrás cuando yo, que por ese entonces tenía 33 años y ya había tenido dos o tres novias, conocí a Susana, de 30, aunque en realidad ya la tenía vista pues ella es la madrina de un hijo de mi hermana.
Susana no es muy alta, tiene la tez morena, pelo lacio oscuro, es bonita de cara y tiene una personalidad muy dulce, es entradita en carnes, tetas grandes y muy redondas, un buen culo y bonitas piernas. Solo nos habíamos visto en algún que otro cumpleaños y nunca había prestado mucha atención en ella, por supuesto que si me la hubiera podido follar lo hubiera hecho, ya que en ese momento me follaba hasta a la bisabuela. Pero todo cambio un día hablando con mi hermana sobre Susana y aunque no recuerdo como salió el tema de conversación, pero fue algo así:
-Anda mal Susana con el novio, se deben de haber peleado – me dijo mi hermana.
– A veces las cosas se acaban – le contesté si darle mucha importancia a Susana y a su historia amorosa.
-El otro día le dijo al novio que si el no se la follaba iba a buscarse otro para que lo hiciera – siguió diciéndome mi hermana.
Abrí mis ojos y comencé a prestar atención en lo que decía mi hermana.
-Mira, vaya lanzada que es Susana – dije haciéndome un poco el desinteresado.
– Sí, es muy activa sexualmente – me informó ella…
-Y tan tranquila que parece – le contesté ya con la mente puesta en una sola persona, en Susana.
Desde este día comencé a acercarme a ella y aprovechando que estaba en pleno proceso de ruptura con su novio de tanto tiempo, no tuve que hacer mucho esfuerzo para conquistarla y casi si querer nos hicimos novios. Sinceramente teníamos muy buen sexo y era raro que pasara un día sin tener varios orgasmos los dos.
Pasaron los meses, estábamos ya bastante afianzados como pareja cuando, una noche después de follar como de costumbre, me decidí a contarle una de las tantas fantasías que rondaban mi cabeza y tras insistir unos cuantos días, ella accedió a complacerme.
Era sábado por la noche y los dos nos vestimos para salir. Susana se puso una falda negra muy corta, pegada al cuerpo y una blusita negra también. Eran las once, temprano para gente de nuestra edad, pero nuestra intención estaba dirigida a chicos más jóvenes.
Fuimos a una discoteca, donde solo van chicos de 18 años, y con un poco de esfuerzo y algunas mentiras a los guardas de la puerta, logramos entrar. Estaba lleno de chicos y chicas y por un momento recordé aquellas épocas de adolescente alocado. Entonces me alejé de Susana, pero siempre con mis ojos concentrados en algún chico que se le acercara a ella, que estaba apoyada contra una columna. Las chicas pasaban y la miraban como diciendo:
– ¿Qué hace aquí esta vieja?
Pero los chicos estaban alucinados con ella y comenzaron a acercársele de a uno, de a dos de a grupos, pero ella los rechazaba, hasta que finalmente se le acercaron dos de los chicos. Pasaron unos minutos y Susana levantó levemente el brazo, era la señal acordada de antemano. Ellos eran los elegidos.

Ella charlaba y no dejaba de reírse. Los chicos también no paraban de hablar y parecían estar en el paraíso con semejante presa.
Pasaron 20 minutos aproximadamente y se acercaron a una barra a tomar algo y como alcohol no venden a esa hora, supongo que estarían tomando alguna gaseosa. La idea era ir los dos a la disco de chavales, ella enganchar a dos de ellos que tuvieran coche, obviamente del padre de alguno de ellos, que la llevasen a supuestamente a su casa, donde vivía sola. Esta casa era la de mi padre pues él no estaba por viaje de negocios. Es una casa bastante grande, con techo de madera, alto, y con un altillo en la habitación principal, lugar donde me iba a situar para cumplir mi fantasía.
Susana seguía de charla con los chicos en la barra de la disco, pasaron diez minutos y se dirigieron a la pista a bailar. La cara de felicidad de estos chavales era inexplicable o explicable. Eran las once y media. Esperaba la señal de mi novia que finalmente llegó al atusarse el pelo con las dos manos, señal que indicaba que se marchaba a su casa con estos dos sujetos. Salieron de la disco, uno de ellos con el brazo por sobre el hombro de ella y el solo hecho de ver esa imagen de Susana me provocó una erección extraordinaria.
Los seguí simplemente para observar en que coche subía. Por precaución nada más. Luego me dirigí al mío y salí rumbo a la casa de mi padre. Tardarían unos 20 minutos en llegar pero yo llegué en menos de diez. Guardé el coche en el garaje y me subí al altillo de la habitación principal para esperar el espectáculo. Me encontraba tras unas viejas maletas, imposible de descubrirme, pero estaba muy nervioso y mi estómago se retorcía de los nervios, como en el debut de la adolescencia.
Finalmente oí el coche y luego la puerta de la casa. Hablaban animadamente en el comedor hasta que finalmente oí que venían hacia la habitación.
– Sentaros en la cama y veamos una película – les dijo Susana.
Se sentaron en la cama sobre unos almohadones, sin dejar de reírse y de decir tontería tras tontería, cosa que era comprensible por su edad. Cuando Susana se sentó en una punta de la cama, el control remoto lo tomó uno de los chicos y empezó el desfile de canales, hasta que finalmente se detuvieron en el canal de películas pornográficas. Ellos no paraban de reírse y tampoco de observar la pantalla en la que un hombre de color oscuro con una polla de esas que parecen de ficción, no dejaba de perforarle el culo a una preciosa rubia.
– ¿Siempre miráis estas películas? – les preguntó Susana.
– A mi me encantan – contestó uno.
– ¡Están buenísimas! – contesto el otro.
Susana se levantó y mirándolos a los dos se sacó la blusa que llevaba y su sujetador rojo encandiló a estos dos tortolitos que no podían creer lo que veían.
– ¿Sigo? -les preguntó Susana.
– ¡Siiií…! – contestaron los dos al mismo tiempo.
Por supuesto que yo estaba ya con mi polla fuera del pantalón, dura como nunca y acariciándola.

Ella, entonces y con sus dos manos, comenzó a subirse la falda hasta dejar su braga diminuta y roja toda al descubierto.
– ¿Os gusta? – pregunté ella.
Estaban los dos mudos. Creo que no podían articular palabra alguna. Ella dejó caer la falda al piso, y giró varias veces mostrándoles ese culito hermoso que tiene.
– Y vosotros, ¿qué me enseñáis? – dijo Susana.
Los dos, rápida y torpemente, se sacaron los pantalones, quedándose en slip pero ella al verlo, exclamó:
– ¡Quiero ver lo que hay ahí abajo!
Los dos se sacaron el slip y sus pollas saltaron de duras que estaban. Tendrían 18 años pero el tamaño de sus vergas ya era extraordinario. Susana estaba fascinada mirando esas dos pollas duras por su culpa y se sacó el sujetador quedando esas dos preciosas tetas al descubierto. Luego se bajó la braga, quedándose completamente desnuda. Los chicos, admirándola, comenzaron a pajearse y yo tampoco paraba de hacerlo.
– ¿Me puedo sentar en el medio de los dos? – les pregunté ella con voz de actriz porno y ya dirigiéndose hacia el medio de la cama.
El hombre de la tele seguía metiéndole su gorda polla a la rubia mientras los chicos se pajeaban. Susana estaba fascinada y yo estaba que explotaba. El ambiente era espectacular. Susana sentada en el medio y mirando la tele, extendió ambos brazos, cogió las vergas de los dos chavales y comenzó a pajearlos.
– Podéis tocarme si queréis – les dijo si dejar de mirar la tele.
Las manos fueron a parar a sus tetazas. Eran cuatro manos desesperadas tocando esos pechazos.
– Tocadme también el coño – añadió ella.
Oírla hablar de esa forma me hacia sentir el hombre más caliente del mundo en ese momento. Ella abrió las piernas y los chicos le tocaban ese coñito preciosa que tiene. Luego se dio vuelta y dirigió su boca a una de las pollas sin dejar de tocar la otra y ellos aprovechaban para tocarle el culo. Sus manos y dedos no paraban de frotar, manosear su coño y culo. Susana se estaba tragando toda la polla de uno de los chicos y luego levantó la cabeza y dirigió su boca hacia la otra verga diciendo:
– ¿Quien me va a chupar el coño?
Uno de ellos bajo rápidamente y comenzó a comerse su almeja y lo hacia frenéticamente mientras ella no paraba de chupar la polla del otro. Entonces no aguanté más y me corrí en forma intensa. Tenía la mano llena de leche, pero mi polla seguía dura por lo que yo no paraba de masturbarme.
– Pásame la lengua por el culo también -oí que ella decía.

Susana parecía estar fuera de si. Creo que la situación de manejar a su gusto a estos dos chicos lo estaba disfrutando como nunca. Me parecía increíble ver a mi mujer, Susana, en esa situación, tan dulce, tan noble, estaba ahí con una polla en su boca que no paraba de chupar desenfrenadamente y con otro chico pasándole su lengua por su coño y por su y culo.
– Acostaros los dos boca arriba – ordeno ella.
A continuación se colocó encima de uno de ellos, cogió su polla con su mano y se la fue metiendo en el coño hasta que finalmente le entró por completo.
-¡Aaah… siiiií… que gusto! – empezó a gemir y a gritar mientras el otro chico la miraba con una mezcla de excitación y miedo.
– ¡Ahora tú, bebé! – le dijo al otro.
Se sacó suavemente la verga que tenia bien adentro y se colocó encima del otro chico para hacer lo mismo.
– ¡Siiií… fóllame… dale… aaaah…!.
A mi ya me dolía la polla de tanto pajearme pero no me importaba.
– Ahora yo me agacho y los dos os ponéis detrás de mí y me la metéis en el coño un ratito cada uno.
Susana se puso a cuatro patas y comenzó a recibir las pollas, primero de uno y luego de otro.
-¡Eso es… oooh… sí, sí… no os corráis, por favor… aaah…! -gemía y gritaba ella alocadamente -¿Alguno se anima a metérmela por el culo? – les preguntó sin dejar de recibir pollazos en el coño.
El que se la estaba metiendo, sacó su polla y torpemente empezó a empujar para metérsela por el culo. Susana se separó con ambas manos los glúteos para abrir un poco más su agujerito.
-¡Uuuuh… siiií… aaaah..- oooh…! – gritó cuando le hubo entrado toda, añadiendo al otro – ¡Ven, métete debajo de mí…aaaah…! – le decía al otro.
Con algunas maniobras medio extrañas, el otro chico se colocó debajo de ella y se la metió por el coño.
– ¡Eso es, así, que gusto… aaah…!.
Se la estaban follando por sus dos orificios y mis ojos no podían creer lo que estaban viendo y comencé a pensar que se le estaba yendo la mano a Susana que no paraba de gritar y de correrse de una forma como nunca la había visto. Y los chicos parecían no cansarse nunca.
– ¡Sí… aaaah… sacádmelas y dadme a beber vuestra leche!
Los dos se reincorporaron como pudieron y comenzaron a pajearse junto en la cara de Susana.
-¡Siiiií… dadme esa leche… dádmela… dale… dale…! – les decía ella sin parar.
Pronto los dos estaban eyaculando en su cara, los chorros de semen salían con mucha fuerza y parecían no terminar nunca de salir. La cara de Susana estaba casi cubierta de semen que ella, a propósito, se la desparramaba por toda ella, metiéndose los dedos en la boca y por primera vez dirigió su mirada hacia donde yo estaba.

-Id a limpiaros al baño – les dijo a los dos, mientras ella se reincorporaba y se dirigía al otro baño, no si antes guiñarme un ojo con una sonrisa más que sarcástica.
En una próxima carta os contaré lo que sigue de esta extraordinaria experiencia.
Besos y saludos.