Relato erótico
Una imagen vale más…
Se aficionó a hacerle fotografías a su mujer. Procuraba pillarla sin que se diera cuenta y un día se las enseñó. Se armó una buena bronca pero, poco a poco, consiguió convencerla, Se dejaba fotografía y muchas cosas más
Fernando – VALENCIA
Esta es la historia verídica de cómo logré disfrutar de mi fantasía de realizar un trío con mi esposa. Yo me llamo Fernando y ella Dolores, yo tengo 38 años y ella 31, llevamos cerca de 5 años de casados y nuestra relación en lo sexual es del todo normal, hasta que compramos una cámara digital y me aficioné a tomarle fotos cuando ella se estaba cambiando o incluso mientras se bañaba, todo esto sin que ella se diera cuenta ya que le molestaba sobremanera y cuando un día me descubrió puso el grito en el cielo.
Quería perder unos kilos y se puso a dieta, aunque para mi juicio no lo necesitaba. Mide 1,62 y para entonces pesaba 59 Kg y con unas caderas que donde quieran llaman la atención debido a que tiene muy buenas nalgas. El caso es que con la dieta adelgazó cerca de 5 Kg y la verdad se veía súper, por lo que yo en la intimidad le decía que estaba buenísima y que verla era un verdadero espectáculo digno de presumirlo. Fue con tanto halago que la convencí de fotografiarla, primero con trajecitos sexy donde comenzó a posar como toda una profesional, hasta retratarla totalmente desnuda y abriéndose las nalgas, mostrando orgullosa el agujero de su delicioso culazo.
Tomamos todo tipo de foto hasta lograr una colección digna de guardar y
tanto me gustaba verla que ella lo hacía ya con más libertad dejándome jugar poco a poco con su culo, hasta que un día la convencí de hacerlo por ahí.
Entonces comencé a decirle que como se sentiría con dos vergas al mismo tiempo entregando ese delicioso culazo, que aquel que lo tuviera se volvería loco, etc. Ella se calentaba mucho pero no aceptaba así que comencé a alabarla en exceso, de lo bien que la mamaba, de sus chupadas memorables de huevos, de su culazo precioso y la forma de entregarlo y por supuesto de su rica y jugosa almeja. Y no exagero ya que nunca he visto un coño tan gordo, profundo y mojado como el que ella tiene, incluso se nota perfectamente cuando usa pantalón y también si viste con vestidos ajustados. Así fui metiéndole la idea de un trío, pero ella seguía negándose siquiera a intentarlo.
Un día vi una página en internet en donde pones anuncios para lograr contactos y tuve la idea de poner un anuncio nuestro diciendo que éramos una pareja joven nueva en lo de tríos y buscábamos un hombre para realizar nuestra fantasía e incluso tuve el atrevimiento de publicar una foto de ella en donde se veía que estaba buenísima. En menos de dos días tenía más de 10 mensajes, por lo que abrí un email provisional y contesté los mensajes.
Pronto hice contacto con algunos por medio del messenger y cuando le mostré a ella todo lo que había hecho, se escandalizó pero cuando le leí todos los mensajes de hombres diciéndole todo tipo de piropos, ya no le desagradó tanto, incluso comenzó a participar en conversaciones en messenger con algunos de ellos y desde luego a recibir más piropos los cuales correspondió enviándoles a algunos de ellos sus fotos más atrevidas. ¡Estaba entrando en el juego!
Pero para mi decepción, por una u otra razón, comenzó a encontrarle peros a todos hasta noté que iba perdiendo interés de nuevo, pero por suerte un día alguien le mandó un mensaje inusual. Le lanzaba piropos también, pero más fuertes y directos que los que había recibido sin caer en lo vulgar, y lo que hizo el boom fue que también envió una foto mostrando su verga. Era tal y como le gustaba, moreno, delgado y con una polla, que sin ser monstruosa, sí era larga y gorda, del color y tamaño que a ella le gusta y lo que era más excitante, perfectamente depilada.
Así comenzó un intercambio de mensajes y fotos mandándole ella las mejores. Un día él nos dijo que si nos podíamos conectar con webcam para conocernos, por lo que me fui a comprar una inmediatamente y después de batallar un poco para conectarla y hacerla funcionar, pudimos enlazarnos. Ella no quería mostrarse porque esta sería la primera vez que le verían la cara ya que en las fotos siempre la evitábamos, pero para mi sorpresa Jaime, que así se llamaba el amigo, se mostró totalmente desnudo. Al decirle a ella esto, se animó a verlo y así Jaime pudo a su vez verla también. Comenzamos a hablar y él, como siempre, se lanzó a la ofensiva tratando de provocarla. Le preguntó si le gustaba verle la verga y ella dijo que sí, él le dijo que si le gustaría acariciársela y ella contestó con un tal vez. Las cosas se pusieron calientes y él le pidió que se desnudara y después de varios halagos por parte de él y varias negativas de ella, la convencimos de que se quedara en ropa interior. Pero esta no duró mucho, pues al rato ya no llevaba el sujetador, él alabó sus bonitas tetas y pronto ella se desnudó del todo.
Entonces ella le preguntó que si siempre iba depilado y él dijo que sí, que se sentía sumamente sexy y la invitó a hacerlo. Para mi sorpresa ella aceptó, subió a la habitación y al rato bajó totalmente depilada. Era impresionante ver ese enorme coño, de labios abultados, brillando e indefenso. Ella se puso frente a la cámara y se lo mostró y cuando él le pidió que abriera totalmente de piernas, acomodó la cámara y se recostó ofreciéndole una vista espectacular que yo aproveché para acariciarle el coño y abrirle sus labios enseñando hasta lo más íntimo. Así noté que ella estaba muy húmeda de lo caliente.
Entonces él le preguntó que si le gustaría mamarle la verga, a lo que ella contestó que si él estuviera allí se la comería toda. Jaime añadió que me la mamara a mi pensando en él y ella, rápidamente, me quitó el cinturón, le ayude a bajarme el pantalón y el calzoncillo y allí, frente a la cámara, me hizo una de sus mejores mamadas. Realmente estaba pensando en él y procuraba que su pelo no le tapara la visión a Jaime que, a su vez se meneaba la verga. Fui yo el primero en eyacular y el semen cayó en su cara y en mi estómago, ambos nos giramos y vimos como Jaime también estaba llegando, lanzando leche incluso a su cámara, por lo que procedió a limpiarla diciéndole a mi mujer si se tragaría su leche. Ella contestó que hubiera limpiado la cámara con su lengua.
– Eres deliciosa y estas buenísima – le dijo entonces él – Necesito ensartarte.
– Tú también estás buenísimo y me muero por acariciar esa rica verga.
Nos despedimos de nuestro amigo, y por supuesto en la noche tuvimos sexo súper cachondo imaginándonos a Jaime con nosotros. Después de la follada le pregunté que si con Jaime se animaría y su contestación fue una promesa que aún no olvido, dijo:
– Mira él tiene un punto a su favor, es de otra ciudad, aunque cercana a la nuestra y que visitamos con regularidad para ir de compras, así que no hay riesgo que me reconozca o salga con algún nexo de gente conocida, es el tipo de hombres que me gusta y es el único, aparte de ti, que me conoce completita de todo a todo, así que si ha de ser con alguien debe ser con él.
Sus palabras me pusieron cachondísimo, rápidamente la invité a ir de compras la semana siguiente y con una sonrisa me contestó que estaría encantada.
Al día siguiente le envié un mail a Jaime diciéndole nuestros planes y pidiéndole su móvil para una vez estar allí, llamarle. Me lo dio con gusto y me dijo:
– ¡Me la voy a comer entera!
El viernes íbamos con rumbo a esta ciudad que queda a dos horas de la nuestra y por el camino le dije a mi mujer que había hablado con Jaime y que yo tenía su número de móvil. También le comenté que había reservado un hotel para quedarnos, pues siempre nos quedábamos en casa de una tía. Ella me preguntó que como le íbamos a hacer con los niños y yo le dije que le había pedido como favor a mi tía que me los cuidara el sábado por la noche. No dijo nada y en todo el camino estuvo muy seria. Llegamos a descansar al hotel y muy temprano fuimos de compras, con las que se olvidó un poco del asunto. Ninguno comentamos nada y de regreso, ya tarde, me fui directo a casa de mi tía para saludarla y dejarle los niños. No estuvimos mucho tiempo y con cualquier pretexto nos fuimos al hotel, diciéndole por el camino que preparara su hermoso culazo por que iba a tener verga hasta para cansarse.
– ¡Oh, no, mejor no! – me decía – ¿Y si me pega una enfermedad o algo?
Yo le insistía pero ella volvía a decir lo mismo, se estaba echando para atrás, pero lo que ella no sabía es que ya le había dicho a Jaime en que hotel estábamos y que nos veríamos en el bar sobre las ocho. ¿Y ahora qué iba a pasar? Llegamos al hotel ya medio enfadados por nuestras diferentes posturas y discutiendo de lo lindo, pero cuando pedimos la llave de la habitación, el dependiente nos entregó una caja diciendo que nos la habían traído. Pudimos leer rápidamente la nota:
– Espero os guste, hasta en la noche, Jaime.
Ninguno de los dos dijo nada y entrando en la habitación ella, en silencio, abrió la caja. Era un conjunto con liguero y medias de encaje muy bonito y un vestido de tela sedosa a media pierna de color negro. Ella lo desenvolvió, lo miró y me dijo:
– ¿Tú le dijiste donde estábamos?
– Hablé con él por la mañana y quedamos de vernos aquí en el bar a las 8 de la noche – contesté.
Ya eran las 7, dejó las prendas en la cama y se dirigió al baño, yo le dije que fuéramos aunque fuera a tomar una copa y que no pasaría nada que ella no quisiera. No contestó y acto seguido se metió en el baño, y estuvo algunos minutos en silencio encerrada. Yo estaba seguro que no pasaría nada, que ella no iba a acceder. Después de unos minutos que me parecieron eternos, oí el ruido de la ducha y un poco de esperanza volvió a mi cabeza. Al rato salió del baño envuelta en una toalla y en completo silencio yo me metí en el baño. Estuve a punto de masturbarme por la excitación que sentía de ver lo cerca que estaba de hacer mi sueño. ¡Iba a ofrecerle mi mujer a otro, ella iba a entregarle hasta lo más íntimo! Me derretía y las piernas me temblaban.
Cuando salí del baño ella ya se había cambiado y llevaba puesto el vestido y las medias y seguramente debajo todo el conjunto completo. La suerte ya estaba echada. Se esmeró en arreglarse, se maquilló, perfumó y peinó como nunca. Al dar la hora de bajar al bar, en el ascensor ninguno de los dos hablábamos pero me acerqué a ella, la abracé y la besé de una manera tierna que acompañé con un ligera nalgada un su gordo culo. Ya abajo y camino al bar, juro que todo me temblaba y me imagino que a ella también pero, para aliviar la tensión, no había mucha gente y tampoco parecía estar Jaime allí. Nos dirigimos a una mesa pegada a una pared, de esas que son sillones semi redondos con mesa en medio y cuando vino el camarero yo pedí una cerveza y ella una ginebra. Mi mujer no bebe mucho y con algunas ginebras encima se alegra y se pone un poco cachonda.
No habían pasado ni diez minutos cuando él apareció por la puerta. Ambos lo reconocimos sin dudar. Le hice una señal y se dirigió a nosotros, la saludó con un beso en la mejilla y le dijo:
– ¿Como estás, preciosa?
A mí me pareció un saludo bastante cálido y creo que a ella también. Se sentó de modo que ella quedó en medio y noté como ella bajó sus manos instintivamente hacia su coño, en un signo de nerviosismo y defensa ante aquel extraño que venía a follársela. Su conversación fue bastante agradable pero trivial, prácticamente hablábamos él y yo y ella solo opinaba de vez en cuando pero al cabo de un rato y cuatro ginebras, ella reía más relajada con las ocurrencias de ambos, así que él comenzó su ofensiva diciéndole de repente:
– Eres una mujer hermosísima y la más deseable que he visto jamás.
Mi mujer se ruborizó y bajo la mirada, solo dijo “gracias” pero el resto ya lo contaré en una próxima carta.
Besos, Charo, y saludos a los lectores.