Una grata sorpresa

Lo conoció en una charla que él dio en una asociación que suele frecuentar. Fue una charla interesante, pero más interesante fue cuando intimo con él.

Victoria – Tomelloso
Soy Victoria de Tomelloso, tengo 24 años, 1,68 de estatura y más bien rellenita, con buenas tetas, culo grande y respingón, y piernas torneadas. El escribir este relato no tiene otro motivo que calentar a los lectores de ambos sexos y complacer, sobre todo, a mi amigo y amante secreto Berna, un chico de 33 años, alto, guapo, sexual y muy apetecible a los ojos de cualquier mujer u hombre ya que sé que es bisexual.
Empezaré a decir que lo conocí a través de unas charlas que dio aquí, en Tomelloso, en una asociación a la que yo pertenezco. Sabía mucho sobre el tema que se trataba y me quedé cautivada por su manera de explicarse llevando su mensaje a mí y a todos los presentes.
Cuando terminó fueron a saludarle varias personas y yo entre ellas. Mientras le daba mi enhorabuena me besó en la mejilla. Noté un calor intenso y las piernas me flaquearon. Me preguntó si me apetecía un café o un refresco y le contesté que naturalmente que sí. Para mí era un elogio que ese tipazo de tío se hubiera fijado en mí cuando había una multitud que quería estar hablando con él. Tomando el refresco se nos acercó el presidente de la asociación y le dijo:
– ¿Berna, te quedarás a comer?
Él, dijo que no podía, que tenía que salir hacia Albacete. Entonces yo, espontáneamente, le cogí de la cintura y le dije:
– Por favor, quiero que te quedes.
– Si tú me lo pides de esta manera – me contestó – no puedo despreciar una solicitud de una mujer tan bonita.
Comimos juntos, hablamos de todo. Le dije que tenía novio, él me dijo que estaba casado pero que en el terreno sexual su matrimonio no funcionaba lo que él desearía. Hablando sobre varios aspectos de su sexualidad, yo notaba mi calentura y cuando me dijo, con toda sinceridad, lo que a él más le gustaba, que era bisexual, no pude por menos que confesarle mi fantasía todavía sin realizar.
– Haz hoy lo que deseas y con quien deseas – me contestó – La frustración sexual nos puede llevar a una gran depresión. Escoge a un hombre, ya que tu novio es un anticuado, que sea discreto y con las ideas claras.
– Ya lo tengo – le dije – Vas a ser tú.
– Si así lo deseas, de acuerdo – me contestó.
Nos despedimos del personal y nos fuimos. Estuvimos en varios bares. Me cogió por las caderas, me dio un morreo de campeonato y si mi calentura estaba en alza, no digo como estaba cuando insertó su lengua sabiamente en mi boca, uniéndose a mí y haciéndome sentir un bulto en su entrepierna que, a pesar de no poderlo ver, sí lo notaba en mi coño, amenazadoramente.

Le pedí que fuéramos a mi casa y una vez allí me pidió ducharse. Mientras lo hacía y sin poderlo evitar, me metí en la ducha con él. Comprobé que estaba completamente depilado y que su polla debería medir unos 20 cm. Nos acariciamos, nos besamos y le metí un dedo en el ano mientras chupaba su polla. Cuando me dijo que se corría, quise paladear su semen. Era la segunda polla que veía y la primera que chupaba. Por la cantidad de semen que vació en mi boca, tuve que soltar un poco por la comisura de mis labios. Luego, cogiendo su cara, le di un morreo para que probara su propio néctar. Entonces él empezó a comerme el coño y también el culo, alternativamente. Nunca y digo nunca, me habían hecho tal caricia. Creí morirme de gusto y no sé las veces que me corrí en su boca. Un poco más tranquilos, me depiló el coño y a continuación lo vestí de mujer y lo maquillé. Juro que estaba súper atractiva. Salimos a la calle como dos amigas. Sus andares eran totalmente femeninos al igual que sus posturas.
Así fuimos en busca de mi novio y se lo presenté como una amiga mía. Nadie notó nada. Fuimos a una discoteca. Yo estaba excitada y le dije que me acompañara al servicio como buenas amigas. Allí le chupé todo el culo y a la inversa ya que de momento no quería que me penetrara y él respetaba mi deseo. Cuando tocaron una pieza lenta invité a mi novio a que sacara a Amparo a bailar. Así quiso llamarse como una prima suya de Valencia. No sé que le haría a José, mi novio, pero estaba muy excitado cuando regresaron de la pista.
– Esta amiga tuya es demasiado – me dijo mi novio.
La velada se acababa y dije de irnos a dormir. José no sospechó nada cuando invité a Berna, como mujer, a que se quedara en mi casa. Mi novio se despidió y ya a solas, Berna y yo nos dimos un morreo en la puerta del ascensor. Un vecino nos vio y exclamó:
– ¡Vaya con las tortilleras! Si queréis tengo algo mejor para vosotras.
Berna, con rapidez, le contestó:
– Si tú quieres puedes empezar por chuparnos los coños.
El tío se quedó sin habla pero cuando Berna volvió a decírselo preguntó:
– ¿Aquí?
– Pues claro – y dirigiéndose a mí añadió – Victoria, déjale un poco.
Como un autómata, sin voluntad, obedecí subiéndome la falda y bajándome la braga. Era de un morbo impresionante. Berna comiéndome las tetas, la boca y el cuello mientras un desconocido me comía el coño. No sé explicarlo. Cuando el desconocido quiso cambiar de tercio, su sorpresa fue mayúscula pero Berna, cogiéndose la polla, se la metió en la boca antes de que pudiera decir nada. Entonces el hombre intentó protestar pero Berna le dijo:

– Chupa o te vas a arrepentir del día de hoy – y mirándome, añadió – Victoria, ¿no querías ver a un hombre chupar la polla de otro? Pues aquí lo tienes. ¡Vamos muchacha, fóllatelo!
– ¿Como?- pregunté algo extrañada.
– Pues con tus dedos.
Mientras el tío tragaba y mamaba la verga de mi amigo, yo le desabroché el cinturón, luego los pantalones y se los bajé junto con los calzoncillos, hasta las rodillas, dejándole el culo al aire. Separé sus nalgas y al aparecer el agujerito de su ano, le metí allí un dedo, luego dos. El hombre gemía, no sé si de dolor o de placer. Entonces metí la otra mano entre sus muslos y cogiéndole la polla, que por cierto era de un calibre miniatura, se la sacudí mientras le daba por el culo con los dos dedos de la otra mano. Se corrió casi en el acto.
– Gracias por tu servicio – le dijo Berna aunque no se había corrido.
Una vez en el piso me pidió que me pusiera un picardías mientras preparaba algo para cenar. Lo hicimos no sin caricias, besos y toqueteos. Luego, ya en la cama, me hizo un masaje que me puso a cien antes de decirme:
– Fóllame tú a mí, a tu puta particular.
Le comí el pollón como si mi vida dependiera de ello, luego el agujero del culo para dilatárselo y a continuación me puse el consolador doble de correas, uno se mete en el coño y el otro destinado a tu amante.
– ¡Que placer, que placer…! – repetía mientras le daba por el culo lentamente.
Mi fantasía se estaba realizando. Me follaba a un tío guapo, con buen culo y vestido de mujer. Estuve así hasta mi corrida brutal. Mis caldos salían sin parar con un gusto tan intenso que casi me dejaba sin conocimiento. Se lo saqué del culo y me tendí a su lado.
– Me has hecho la mujer más feliz del mundo – le dije.
– Haz conmigo lo que te apetezca – contestó – ¿Puedo ahora tener tu coño?
– Sí, aquí lo tienes, es para ti pero despacio que la tienes muy grande – dije abriéndome de piernas para él.

Me la introdujo despacio, dos empujones delante y uno hacia atrás, hasta que sus huevos chocaron contra mi culo. El placer que me proporcionaba era muy grande. Me sentía llena, más que llena. Creía que me saldría por el estómago. Estuvo un buen rato follándome el coño hasta que dijo que se corría, que si podía hacerlo dentro. Suerte que se acordó porque yo no tomo nada. Así se lo dije. Me la sacó y se corrió sobre mis pechos con gran cantidad de leche y varios cañonazos fueron a parar a mi boca. Satisfechos los dos, nos quedamos dormidos. Por la mañana follamos otra vez, nos duchamos y luego me invitó a almorzar en un restaurante.
No lo he vuelto a ver, pero nos intercambiamos el número de móvil y quedamos que si volvía por allí, nos llamaríamos.
Besos para todos.