Relato erótico

Una gran ayuda

Charo
24 de diciembre del 2019

Sus notas no eran muy buenas y su padre le dijo que, de momento, se pusiese a trabajar. Lo llevo a la agencia de seguros que era de su propiedad para que ayudara a la secretaria.

Pepe – Sevilla

Soy un chico de Sevilla, tengo 20 años y desde que empecé a trabajar en una oficina, me están pasando una serie de cosas alucinantes. Estaba estudiando, pero como resultado de mis malas notas y del enfado de mi padre con mis malos resultados académicos, decidimos que lo mejor era que dejara el instituto y empezara en el mundo laboral. Mi padre tiene una oficina de seguros, él es el agente y debido a que lleva bastante tiempo en este negocio, tiene una cartera de clientes bastante buena. Él ya tenía una empleada para la gestión de la misma, pero debido a su continuo crecimiento, esta empleada necesitaba ayuda, así que mi padre decidió que quien mejor que yo, que en un futuro cogería las riendas del negocio. Esta chica es muy bonita, es alta (1’70m), morena, de pelo largo y liso, ojos grandes de color marrón, labios sensuales y carnosos. No tenía un pecho muy grande, ya que podías cogerlo con una mano, pero su estrecha cintura de avispa, acentuaba aún más sus preciosas posaderas y esos enormes labios de su coño amenazaban con tragarse todo lo que se acercara a su agujero negro.
El primer día, la chica se mostró distante hacia mí, debido a que es una chica muy tímida y yo al ser un desconocido, no se sentía segura. Mi padre es el encargado del tema comercial, así que se pasa todo el día en la calle, haciendo visitas, ofertando productos, en fin, que en la oficina estábamos solos principalmente, la empleada y yo. Como he dicho, el primer día estuvo distante, pero debido a que yo soy una persona bastante extrovertida y abierta, ella fue cogiendo confianza enseguida. Era muy simpática, alegre y muy pero que muy cariñosa, así que con el tiempo me fue enamorando. Ella me superaba en 4 años (pero no en experiencia como comprobé más tarde), pero eso no me frenó y estuve esperando el momento en el que pudiera hacerme cargo. Esta chica protagonizaba mis más deseadas fantasías y era la anfitriona de innumerables pajas a su salud.
Yo siempre trataba de que hubiera contacto físico entre ella y yo, y siempre que estábamos próximos ayudaba a que nuestros cuerpos se rozasen o aprovechaba para echar una miradita de cerca de su gran conejo, me encantaba ver esos grandes labios separados a cada lado del tiro del pantalón, debido seguramente a la estrechez de estos.

Un día mi padre anunció con bastante antelación su inminente reunión con el director de la compañía, era fuera, así que iba a estar ausente sin pasar por la oficina tres días. A mí me encantó esta noticia, aunque no exterioricé mis emociones para no levantar ningún tipo de sospechas. El martes de la semana siguiente mi padre salió hacia la ciudad donde se iban a encontrar todos los agentes y el director de la compañía. Aquí empezó mi plan para follarme ese chochito que tanto deseaba. Por aquellas fechas, mi padre me había pedido que ordenara el archivo y que implantara un orden, porque estaba hecho una absoluta guarrería.
Yo estaba ordenando esta estantería, cogiendo papeles de la otra, triturando papeles para dejar mas espacio… Como era verano y en la zona de los archivos no había aire acondicionado y desde la calle tampoco podrían verme, decidí quitarme la camiseta y aflojar bastante mis pantalones, quitándome el cinturón y desabrochando los 2 botones más altos de mis pantalones, dejando ver así a cualquiera que se asomara, una gran verga protegida por unos minúsculos slips blancos. Ahora estaba totalmente a merced de cualquier curiosa que quisiera contemplar mi cuerpo atlético brillante debido al sudor que emanaba de mis poros. Estaba ocupándome de la estantería más alta y como estaba cansándome de hacer un gran esfuerzo para mantener mi cuerpo lo más estirado que podía, decidí salir y pedirle la escalera a la secretaria, pero para mi sorpresa estaba muy bien acompañada por la hija del jefe de una frutería que está enfrente de la oficina.
Esta es una chica increíble, más aún que la secretaria, es altísima (1’90m), larguísimas piernas, muy maciza, de carnes muy apretadas debido a sus abundantes esfuerzos dedicados a la gimnasia. Tenía una larga melena roja, con preciosos tirabuzones, ojos verdes, piel blanca, cara de ángel, un pecho inmenso, ya que como más tarde comprobé la talla de sujetador que sostenía esas enormes bolas era una 100. Era una diosa para resumir, pero era demasiado para soñar con ella, una mujer así nunca estaría interesada en ningún tipo de contacto con un tipo como yo que, aunque no soy feo, no valgo tanto como ese descomunal monumento. Cuando salí a pedir la escalera, tenía el cuerpo brillante y con los músculos tensos, debido al gran esfuerzo que estaba realizando. Me llevé una grata sorpresa al fijarme que las miradas de las jóvenes iban desde mi torso desnudo, hasta mi paquete, que, aunque estaba flácido, abultaba cantidad, ya que es muy grande incluso en estado de flacidez.

Pero se limitaron a mirar y no hacer ningún comentario. La secretaria se levantó, pidió disculpas y fue en busca de la escalera, que no le costó mucho encontrar, ya que estaba en el cuarto de la limpieza, que está muy próximo a la mesa de la secretaria. Cogí mi escalera y le di las gracias, me disculpé y me retiré de nuevo a mi agujero donde me esperaban las montañas de papel que parecían nunca acabar. Estaba limpiando la estantería del polvo acumulado durante años, después de retirar todos los papeles y llevaba un ritmo bastante frenético. Estaba muy metido en mi quehacer y de pronto sentí una electrizante sensación que subía desde mi rabo hasta mi cerebro, haciéndome estallar en un inmenso orgasmo (seguramente debido al gran calentón que había tenido pensando en aquella pelirroja dominada por mi gran verga), soltando así una gran descarga de leche que sentía salir a propulsión, haciéndome daño incluso a su salida.
Quedé quieto un instante y no comprendí porque no sentía chorrear esa enorme descarga por mi pierna, así que mire hacia abajo y vi a aquella belleza pelirroja, de pie con su cara muy cerca de mi rabo y toda su linda cara inundada por la abundante lechada que había soltado. Me quedé petrificado, pensando en que había podido pasar. La chica al ver mi cara de susto, sonrió y me dijo.
– No te he avisado porque no quería asustarte, ya que estabas tan dedicado en tu trabajo que no te has dado cuenta cuando he bajado tus minúsculos slips, pero por lo que veo tenías algo muy bien reservado porque está hirviendo, incluso más que la de mi novio.
Eso me calentó muchísimo, ya que me imaginé esa belleza siendo embestida con brutalidad, por esa masa de músculos que es su novio.
– Vaya, veo que te alegra oír mi voz cerca de tu verga.
Era increíble, no había pasado ni medio minuto desde mi corrida y mi rabo estaba dispuesto a seguir dando guerra. La frutera llamó a la secretaria, para que ella también disfrutara. Yo, aun asimilando lo que había pasado unos instantes, no pude reaccionar, así que mi sueño me hizo bajar de la escalera en la que estaba subido, cogiéndome del mango y dejándome solo. Se desnudaron mutuamente y de una manera muy sensual, tanto que no pude evitar que mi mano cogiera mi rabo y le diera unas cuantas sacudidas, pero en cuanto me vio la secretaria me dio una negativa a lo que estaba haciendo para que parase.
– Lo queremos todo para nosotras, estamos sedientas de tu leche, aunque por lo que veo ya has descargado bastante -dijo sonriendo.
Me quedé parado sin mediar palabra, contemplando aquel cuerpo que estaba deseoso de follar.

Sus pechos eran pequeños, pero preciosos, redondos y tiesos, con unos pezones no muy grandes, vientre plano y con el conejo húmedo de excitación, dispuesto para ser penetrado con fuerza. Pero aún no había acabado con esa maravillosa vista, porque cuando vi ese gran cuerpo desnudo, no podía creer lo que estaba viendo, yo creía que esos cuerpos son simplemente exclusivos de play boy, pero no era así. Eran unos enormes pechos blancos con una aureola casi invisible por la igualdad de color entre esta y la piel y un precioso botón rosa que hacia la función de pezón. Me senté en el suelo debido al gran sofocón que tenía entre el calor y aquella impresionante vista, a lo cual aprovechó mi secretaria favorita para acercarse, abrir las piernas tanto como pudo, se puso en cuclillas y acercó esa inmensa cueva a mi largo falo. Era increíble el calor que despedía, parecía que estaba acercándose un hierro incandescente.
Cogió mi rabo erecto para orientarlo a su rajita, yo creía que me moría, me moría por penetrarla, pero un momento ¿dónde estaba la frutera? Giré la vista y ahí estaba acercándose para un poco más tarde poner su gran coño en mi boca. En el trayecto pude comprobar que, aunque estaba muy rasurado, el bello de esa parte era más rubio de lo normal, cosa que me excitó mucho más. Cuando de repente un bello púbico de mi querida secretaria, rozó en mi glande, tuve que contenerme para no estallar pero después de este roce, sentí como algo suave y cálido acariciaba mi glande, era lo que siempre quería hacer con ella, nos estábamos intercambiando caricias con nuestras partes más íntimas. Debido al calor y la excitación, ella dio un grito ahogado y empecé a sentir sus jugos chorrear por mi polla y como no podía más, protagonicé una tremenda corrida que fue hasta el culo de la frutera.
Yo, aun con el coño de esta en la cara, no podía ver nada, pero no tardó mucho en cambiar el sitio con la secretaria, la cual acerco ese rico manjar tan deseado para mí y que chupé con gran desesperación.
La frutera, de rodillas empezó a mamármela, para limpiar mi polla de los jugos de su amiga y de restos de leche y en unos instantes, mi preciosa arma secreta se alzó de nuevo, anunciando que estaba lista para desgarrar por dentro a cualquiera que osara a ello, así que decidimos cambiar de posición, hicimos una improvisada cama, acosté boca arriba a la frutera, la secretaria se puso encima de ella, sentándose en su estómago y recostada, para hacerle una comida inmensa de tetas.

Yo después de comprobar que la cavidad más deseada de la frutera estaba bien empapada, me cogí de las caderas de la secretaria, orienté con una posición bastante rara mi gran rabo hacia la cavidad rebosante de flujo de la frutera y de una embestida, entró entera. Después de un rato no muy largo, me corrí como hacía tiempo no lo hacía.
Esperando una pronta recuperación por mi parte, ellas siguieron jugando mientras yo me puse de rodillas para comerle el culo a la secretaria. Era un manjar riquísimo.
Toqué mi rabo y comprobando que ya estaba listo para el siguiente asalto, dilaté el esfínter de mi querida secretaria y después de endurecer mi rabo, tras una suave paja que me practicaba desde lo alto, subí hasta su culo, puse mi punta en su agujero y ella se negó, ya que decía que aún era virgen por el culo, pero yo estaba muy decidido y tras convencerla en que si le hiciera daño me lo dijera que pararía, ella aceptó.
Empecé a empujar y tras meter algo menos de tres centímetros, empezó a gritar y a pedirme que parara, yo ya no estaba dispuesto, así que hice caso omiso, ella empezó a darme golpes en el muslo, la frutera salió de abajo y la tranquilizó. Cuando toda mi polla estuvo dentro, me pidió que fuera despacio ya que aún no lo tenía acostumbrado, así lo hice y después de un rato, noté que ya estaba listo para un bombeo frenético, así que me puse manos a la obra.
Mis huevos daban en su clítoris, pero no por mucho rato, ya que la frutera se puso atrás para practicarnos un cunnilingus a mi amiga y a mí, mientras era ensartada por el culo. Después de un rato me corrí y creí que se hinchó, pero fue de aire, ya que ella también se corrió debido al inmenso gusto que sentía a causa de mis embestidas y de la lamida de coño que le practicaban al mismo tiempo.
Después de un rato, nos limpiamos como pudimos, nos vestimos y fuimos cada uno a nuestros que haceres. Fue una experiencia inolvidable para los tres, que hizo repitiéramos algunas veces más, mejorando poco a poco.
Un saludo.

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