Relato erótico

Una golfa de cuidado

Charo
11 de julio del 2018

Mi marido organizó un fin de semana en el campo en una cabaña enorme y con tres parejas más. Pensé que seria una forma de salir de la rutina y… ¡Vaya si salí de la rutina!

Marta F. – MURCIA
Cierto día me dijo Juan, mi marido me dijo que quería pasar un fin de semana con todos sus amigos y sus mujeres en una cabaña a las afueras de la ciudad. Eran tres parejas y yo, pensando en la posibilidad de pasar un fin de semana diferente fuera de casa, acepté.
Nos fuimos las cuatro parejas cada una en sus coches y yo aproveché para decirle a mi marido que aprovecháramos la oportunidad de estar en un sitio distinto para airear un poco nuestra relación, pero nunca imaginé cuanto iba a cambiar y él aceptó.
Cuando llegamos a la cabaña cada pareja escogió su habitación, la nuestra era perfecta para nuestros planes, estaba frente a un hermoso lago y me dispuse a colocar la ropa, mi marido me dijo que dejara eso para después y que mejor solo me cambiara para reunirnos con nuestros amigos. Así lo hice, me puse unos shorts un poco pequeños y como tengo unas nalgas grandes y redondas el short dejaba ver la mitad de mi trasero. A mi marido le gusta este tipo de ropa y precisamente estos me los regaló él. Luego me puse una blusa corta, que dejaba mi estómago al aire, y unas sandalias de plataforma bastante altas.
A las demás mujeres, pareció no gustarles mi pinta, pero me daba igual, y los hombres por el contrario me admiraron, especialmente uno de ellos, Pepe, el más joven, el más alto y el más fornido de todos.
Nos sentamos en la mesa para tomar un aperitivo y Pepe se sentó frente a mí sintiendo como rozaba sus piernas con las mías, las apretaba con las suyas y yo lo aceptaba pues desde un comienzo me agradó el chico. Después de cenar fuimos al bar, allí empezamos a tomar unas copas y entre copa y copa la mayoría de nosotros nos fuimos mareando un poco, aunque unos más que otros. Ya llevábamos un buen rato cuando de pronto Pepe se me acercó y me dijo que si quería dar un paseo por el lago. Yo miré a mi marido que estaba muy conversando muy animado con uno de sus amigos y su mujer, y al ver que él no se daría cuenta de mi ausencia, acepté. Cuando llegamos al lago había una choza, entramos y nos sentamos en una de las sillas que había allí y después de conversar cosas triviales él me dijo:
– Al verte con esa ropa me has excitado mucho y ya que te he visto la mitad, me gustaría ver como es al completo tu culo, es lo que, de momento, admiro más de ti.
Aún no sé por qué pero lo besé y mientras lo besaba fui desabrochado la correa de su pantalón, abrí su bragueta y le saqué la polla. Mientras yo lo besaba apasionadamente, él acariciaba mis pechos, pues ya me había desabrochado la blusa. Después empecé a chupar suavemente su polla, la cual todavía estaba un poco arrugada, pero poco a poco fue creciendo en mi boca. Yo estaba enloquecida con aquella tranca pues era grande y gorda.
– ¡Nunca me la han mamado con tanta fuerza y nunca antes se la habían tragado toda!

El me cogía del cabello y me empujaba con más fuerza para introducírmela en la boca e igualmente sobaba mis tetas mientras yo lamía sus huevos. Estábamos enloquecidos y cuando él me dijo que me quitara el short, que quería ver mi culo yo, levantándome de espalda a él, fui quitándome la prenda lentamente y me agaché de una forma que el culo me quedó ofrecido casi en su cara y yo le dije:
– ¡Chúpame el culo, me encantaba que me lo chupen y después haré lo mismo contigo!
Me arrodillé en la silla, él se agachó y abriendo mis nalgas con sus manos introdujo su húmeda y dura lengua en mi culo. El placer invadió todo mi cuerpo y me fui poniendo muy caliente. Mientras lamía mi culo, con una de sus manos acariciaba mi coño y me introducía sus largos dedos, hasta que después de un buen rato, me dijo que quería penetrarme el coño y en esa misma posición, se levantó y con su enorme y tiesa polla fue sobándome el chocho. Yo le ayudaba con mi mano y poco a poco fue introduciéndola en el coño. Era una sensación que no había experimentado antes con mi marido y yo le decía que me follara fuerte, que me gustaba y él, con movimientos bruscos y rápidos, sacaba y metía su pollón en mi coño mientras sacaba de uno de los bolsillos de su pantalón un consolador y me preguntó:
– ¿Quieres que te lo meta por el culo mientras te follo por delante?
Como estaba tan excitada acepté. Era una verga de plástico igual de gruesa que la de él y poco a poco fue introduciéndomela en el culo y con movimientos iguales a los de su verga me follaba el ano. Después me dijo que quería cambiar de posición y sin sacarme la polla de plástico del culo, se puso detrás de mí y con su cuerpo empujaba la polla de plástico mientras su verga seguía metiéndomela en el coño. Después me tendí en el suelo y él encima de mí seguía metiendo y sacando su verga en mis agujeros y me decía:
– ¡Cariño, que coño tan jugoso y tan profundo tienes, mira cómo se traga toda mi polla y cómo me la aprieta… tienes un culo profundo y apretado, te ha entrado todo el consolador!
– ¿Por qué no pruebas ahora con la tuya en mi culo? – yo le pregunté.
El inmediatamente me dijo:
– ¿Es que quieres que te rompa el culo? –me dijo.
Yo, como respuesta, solo reaccioné girándome boca abajo, ofreciendo mi culo. Él empezó a pasar su capullo por mi ojete, pero como yo estaba tan excitada, no aguanté más y le dije que me la metiera rápido.

Ya tenía el culo preparado para recibir enorme rabo. Poco a poco fue metiéndomela, abriéndome el ano despacio para que no me doliera, y sólo decía:
– Este culo está más apretado de lo que me imaginaba, casi no puede entrar.
– ¡No te cortes, fóllame fuerte! – yo le decía.
Así lo hizo, empezando a brincar encima de mí con tanta fuerza que apenas tenía fuerza para hablarle. Empezó a rebotar en mis grandes nalgas sintiendo sus huevos rebotar en mi coño, pero estábamos en esto cuando de pronto llegó otro de los amigos de mi marido en compañía de otra señora que no era su esposa y cuando nos vieron nos dijeron:
– Tranquilos, que no os vamos a molestar, seguid con lo vuestro.
Estábamos tan calientes que casi ni nos importó la presencia de la pareja en ese lugar y Pepe les dijo a los recién llegados:
– Esta perra tiene un culo tan apetitoso y tan apretado que no puedo parar.
– Pues no se te ocurra parar, me estás dando un tremendo placer en el culo, me lo estás abriendo más de la cuenta y debo tenerlo como una flor – le decía yo.
De pronto miramos a la otra pareja y estaban en plena acción también y les importó muy poco que nosotros estuviéramos allí, pero de pronto oímos cuando el otro hombre dijo a Pepe:
– Oye ¿por qué no intercambiamos o mejor compartimos?
Yo le dije que sí, pues había visto en las películas que alquilaba mi marido cómo penetraban entre varios a una sola chica. Sin que Pepe sacara su enorme verga de mi culo el otro se acostó en el suelo y yo misma introduje su polla en mi coño estremeciéndome de placer al sentir dos enormes vergas entrando y saliendo simultáneamente de mi chocho y de mi culo, mientras ambos me decían:
– ¡Eres un hermoso putón, … que culo y que coño tienes!
– ¡Cabrones, guarros, me estáis partiendo el culo y coño, moveos que esta puta quiere verga… pero moveos…! – exclamaba yo.
La chica miraba con cara de asombro y lujuria al verme en ese estado de vulgaridad y desinhibición. El que me daba por el culo parecía que me la quería meter hasta el estomago mientras me decía:

– ¡Que nalgas tan gordas y grandes que estoy abriendo y que ano tan ardiente y apretado… no aguanto más las ganas de llenarte los intestinos de leche!
– ¡Sí, lléname el culo de leche que este cabrón que me estoy montando, me va a llenar el coño! – Le decía yo – ¡Bésame las tetas… chúpame las tetas!
El lamía mis enormes tetas hasta que las dos vergas explotaron simultáneamente en mi coño y mi culo mientras me gritaban obscenidades y yo les respondía moviéndome rápidamente para exprimir bien sus pollas. Quedamos exhaustos y yo me quité de encima al que me estaba dando por el culo quedando tendidos ambos en el piso. Me vestí rápidamente y me fui a la cabaña chorreando los jugos de mis orificios.
Al día siguiente me desperté y ya no estaba mi marido en la cabaña, me bañé y sonó el teléfono de la cabaña. Eran los dos amigos del día anterior, Pepe y Enrique, que me dijeron que si quería continuar con la fiestecita, a lo cual les respondí que sí pero que ellos dos eran muy pocos para mí que si invitaban a dos amigos me agradaría mucho y les recompensaría con lo que ellos quisieran. Al medio día Pepe me llamó y me dijo que ya estaban listos los cuatro, él, Enrique y los dos amigos más que yo había pedido. Sonreí y le pregunté que cómo eran esos amigos y Pepe respondió que los habían conseguido con unas vergas descomunales.
– Para que sigas diciendo que dos para ti no son suficientes – añadió.
Yo sonreí de nuevo y le dije que me las arreglaría para complacerlos a todos. Luego me dirigí a mi ropero para escoger la ropa con que haría los honores a los cuatro sementales que satisfaría sexualmente esa tarde. Me vestí con las botas de plataforma con el tacón de 15 cm que elevan mis gordas y provocativas nalgas y así desnuda, solo con las botas, me miré al espejo y sintiéndome imponente me coloqué una diminuta minifalda que dejaba al descubierto las puntas de mis nalgas y el nacimiento de mi coño, mis gordas tetas las cubrí con una pequeña blusa que apretaba mi cintura haciéndola mucho más estrecha y dejando como en una bandeja mis pechos casi con la punta en el borde a punto de salir. Me miré en el espejo de frente y de espalda, confirmando lo provocativa que estaba, me apliqué la loción más suave y me senté a tomar una copa vino a la espera de las suculentas vergas.
Cuando sonó el timbre y abrí la puerta aparecieron las figuras de Pepe, Enrique y dos hombretones muy atractivos que me presentaron como Rafael y Eduardo, nos saludamos con un beso y me miraron queriéndome comer en ese mismo instante. Los conduje a la sala meneando mi trasero para que se les hiciera la boca agua y no me equivoqué, porque los cuatro se sentaron como mansos corderos mientras yo, con coquetería, servía unas copas sintiendo como me miraban con lascivia. Coloqué música y les dije:

– Bueno señores, esta golfa pondrá sus condiciones y el que no las cumpla no tendrá derecho a disfrutar de este cuerpo – di una vuelta en círculo y añadí – así que todos os vais a denudar para ver qué clase de herramienta tenéis, pero hacedlo despacio mientras yo miro lo que voy a disfrutar.
Me senté en una silla alta del pequeño bar y miré cómo se quitaban su ropa, observando sus atléticos cuerpos y cuando estaban desnudos les dije:
– Ahora colocaros frente a mí y menearos las pollas para ver cuál es el que está en mejores condiciones.
Todos empezaron a hacerse una paja mientras yo miraba sus enormes vergas. La más grande y gruesa era la de Rafael, seguía la de Eduardo. Pepe y Enrique estaban en igual condición y tamaño. Entonces mirando a Rafael le dije que se acercara y me besara las tetas, pues es lo que más me gusta. El, muy sensualmente, me fue quitando la blusa y dejó mis tetas libres, cuyos pezones ya estaban muy duros y bruscamente se llevó uno de ellos a la boca mientras me acariciaba con una mano la otra teta y con la otra mano se hacía la paja. Con la mano hice señas a Eduardo para que se acercara y cogiendo su polla y llevándomela a la boca, le hice una gran mamada. Pepe y Enrique seguían pajeándose y entonces le dije a Rafael que me penetrara por el coño y como era tan corpulento me alzó un poco haciendo que su verga entrara de un solo empujón en mi chocho, al tiempo que Pepe aprovechó para acariciarme el culo, ya que yo lo tenía abierto porque Rafael me tenía con las piernas separadas.
Después de un buen rato de estar siendo follada por Rafael y habiendo tenido ya mi primer orgasmo, decidí cambiar de verga y le dije a Eduardo que se sentara en el sillón y sentándome encima de su verga, brincaba de placer pues eran las vergas más gordas que me habían jodido, y le dije a Pepe que me follara por el culo, porque me lo había dejado excitado con las caricias que me había hecho. Mientras ellos me daban por mis dos agujeros, yo le mamaba la polla a Enrique, me cogía del cabello y me empujaba su polla hasta mi garganta. Al final les dije que llenaran mi cuerpo, por dentro, de leche.
– Esta puta tiene el culo más hermoso del mundo – dijo Pepe – ¡Me va a sacar hasta la última gota de leche!
– No lo digas, hombre porque este coño está tan bueno que no aguanto más y me voy a derramar dentro de esta zorra – añadió Eduardo.

Diciendo esto los tres hombres que tenían sus pollas dentro de mi cuerpo me llenaron por dentro de semen. Enrique se corrió dentro de mi boca y yo me tragué su semen, pues me encanta tragarme la leche de mis amantes.
Saludos y hasta pronto.

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