Una fuerte “amistad”

Coincidían cada día en el bar, tomaban un café, hablaban y poco a poco se fueron contando más intimidades. Ninguno de los dos era feliz en su matrimonio y al final paso lo inevitable.

Ricardo – MARBELLA
Hola a todas y a todos, os voy a contar una cosa que me pasó hace aproximadamente un mes y la verdad es que me pilló en fuera de juego por lo inesperado. Soy un hombre de 42 años, normalito, simpático, amigo de mis amigos, sincero y casado muy insatisfecho. Mi mujer no es muy dada al sexo y desde un tiempo a esta parte de vez en cuando aprovecho las oportunidades que salen, pero esto que me ocurrió fue inesperado por la persona y las circunstancias.
Resulta que tengo con un socio una pequeña empresa y nos va bien, desde hace seis años llevamos trabajando y claro la rutina de todos los días incluye tomar cafetitos y cervecitas en el mismo bar de siempre. Ahí fue donde conocí a Pilar hace seis años, ella es una mujer con 40 años actualmente, está muy bien físicamente pues se cuida mucho, tiene la piel morena y muy suave, mide 1,60 y es muy dulce y cariñosa, pero yo en ese momento no la veía como algo sexual sino como una amiga o alguien de la familia y no se me pasaba por la cabeza nada fuera de lo normal.
Empezamos tomando café, luego comenzamos a charlar y con el tiempo empezamos a quedar diariamente a tomar el cafetito por las mañanas, comprar el cuponcito a medias, etc y así empiezas a tomar confianza y a contar cosas cada vez más íntimas y personales.
A los tres años de esto, Pilar vino aquel día con muy mala cara por lo que le pregunté qué le pasaba y ella me respondió que nada, que era personal y le daba vergüenza decirlo, pero yo le dije que ya teníamos confianza y me lo podía contar, que así descargaría la tensión, total que ella accedió a decírmelo y me dijo:
– Llevo dos años peleada con mi marido y no nos hablamos, pero vivimos bajo el mismo techo por nuestra hija pequeña y porque yo no tengo recursos económicos suficientes para irme y él aprovecha para hacerme la vida imposible y refregarme por la cara las tías con las que va. Yo, francamente, lo paso muy mal con ello y encima, tengo que aguantarme.
– Pero eso no es normal – le contesté – Tienes que tener el valor para pararle los pies a ese tipo y hacer la vida por tu cuenta con tu hija
Ella me contestó que eso era muy difícil por la situación etc, etc- Pasado el tiempo nos seguíamos viendo como todos los días y yo también empecé a contarle mis problemas con el tema de mi mujer, y que lo estaba pasando mal, pero bueno todo era aguantarse las ganas y ella también me consolaba diciéndome que ya cambiaria la cosa.
Así estábamos hasta que hace ocho meses me vino un día muy contenta diciéndome que había pedido en el juzgado la separación del marido y que tardarían unos meses en darle curso. Me puse muy contento con ella y le felicité por el paso que había dado y efectivamente, hace tres meses le comunicaron la sentencia en el juzgado a su favor. Ella estaba muy contenta y agradecida por los consejos que yo le había dado durante estos años y me invitó una noche a cenar. Como es natural, accedí, la recogí en su casa y fuimos a cenar a un restaurante muy coqueto e íntimo. Allí empecé a mirar a Pilar con otros ojos porque estaba guapísima y muy arreglada, como nunca la había visto antes. Me fijé primero en su olor pues olía de maravilla, a jabón, a perfume, a mujer… y luego mirándola detenidamente, me fije en su cuello terso, en su sonrisa fresca, en sus pechitos como peritas y que, al no llevar sujetador por el vestido que llevaba, se le marcaban los pezones con la excitación del momento, su vientre plano, su bonito culito cuando andaba y sus hermosas piernas morenas…

En ello estaba embelesado cuando pensé que si seguía mirándola así se daría cuenta de mi excitación y mi cara de salido y podría echar al traste nuestra amistad. Deseché pensamientos lujuriosos y calentones y pasamos la noche lo mejor posible. Al llegar a casa me hice la mejor paja de mi vida pensando en Pilar. Pero bueno, la rutina diaria seguía y los cafetitos y las risas también por lo que mis deseos por Pilar se enfriaron y volví a verla como una amiga o un familiar, pero hace un mes, estaba en casa viendo la tele, sobre las doce y media de la noche, recibí un mensaje y cual no fue mi sorpresa al ver que era Pilar preguntándome qué estaba haciendo y qué tal estaba. Yo le respondí extrañado que bien y que estaba viendo la tele y ella entonces me dijo:
– Acabo de cenar, me he tumbado viendo la tele, me he puesto una copita para relajarme y en eso estaba que me he acordado de ti y me he dicho voy a ver que tal está mi amigo y por eso te he enviado un mensaje.
– Me alegra que te lo pases bien, pues yo aquí aburridote como siempre, pero bueno, ya estoy acostumbrado, ya lo sabes.
– Ya lo sé Ricardo y lo siento por ti, porque te mereces más, eres muy bueno y lo siento por ti.
– No te preocupes, ya estoy acostumbrado – dije y quitándole importancia al asunto, añadí – Tú también estás solita, ¿no?
– Pues sí, aquí estoy solita, bebiendo sola, desnuda en mi cama y sin nadie que me quiera, pero bueno también estoy acostumbrada.
– Toñi, mi niña, no me digas esas cosas que voy a empezar a pensar cosas calenturientas y no puede ser, tú eres mi amiga – le dije.
Pilar tardó un poco en contestar y me dejó sorprendido y excitado a más no poder, con la polla tiesa como un palo, y al final me dijo:
– Ya lo sé, Ricardo, pero yo necesito un amigo que me entretenga y me haga el amor como nunca y quiero que seas tú, no puedo aguantarme, estoy toda mojadita, quiero que me folles como nunca nadie me ha follado, móntatelo como quieras con tu mujer, no puedo más, te necesito, te espero en casa, te voy a comer todo, mi amor.
En este momento os podéis imaginar como estaba yo. Me corría solo de pensar que me iba a follar a Pilar. No me creía que me estuviera pasando a mí.
– Pilar, espérame que voy en un momento – exclamé – Tengo la polla estallando por ti y no puedo más, voy para allá.
Salí pitando de casa dándole una excusa a mi mujer de una urgencia del trabajo y llegué a casa de Pilar hecho un flan. Llamé precipitadamente, me abrió, nos comimos a besos y me faltaban manos para agarrar cada rincón de su cuerpo.

– Pilar, no me lo creó – le decía yo – Te tengo aquí toda para mi, te quiero comer toda, olerte y follarte como un loco.
Empecé a olerla y besarle todo el cuerpo hasta que me arrodillé frente a su tanguita negro y poniendo mi boca y mi nariz, aspiré su olor y su excitación, y le dije:
– ¡Te voy comer todo el chocho!
– ¡Siiiií… mi amor… soy tuya, cómeme lo que quieras, no aguanto más… fóllame… méteme tu polla… quiero correrme con ella… hace mucho tiempo que no lo hago…! – exclamaba.
Bajé su tanguita, metí mi lengua en su chochito rasurado, bebí su néctar y busqué su botoncito del placer dándole pequeños lengüetazos y así Pilar se corrió llenándome la cara de flujo, que me tragué y sacándome la polla como pude y llevándola al sofá, se la puse en la boca y le dije:
– Mi amor, chúpamela que no aguanto más.
Me la cogió y me hizo la mejor mamada que nunca me habían hecho.
– Te voy a comer la polla como nadie Ricardo, vamos a ser felices tú y yo… nos vamos a dar todo el gustito que siempre necesitemos – me aseguró.
Me comió la polla que me puso hasta los ojos en blanco y sentí que me corría como un loco diciéndole:
– ¡Que me corro!
– No importa, mi amor – contestó – te chupo todo para que te corras en mi boca.
Me corrí, efectivamente, en su boca y no dejó ni gota. Luego, ya más tranquilos, nos desnudamos y como yo seguía con la polla tiesa, Pilar me dijo:
– Túmbate en el sofá que te voy a follar yo, tú solo aguanta un poquito hasta que me corra, ¿vale?
Le dije que sí, me tumbé, me cogí la polla y mirándola a los ojos le dije:
– Mi niña, siéntate encima y fóllame todo lo que quieras.
Ella se puso en cuclillas, aproximó su chochito mirándome a los ojos y empecé a refregarle el capullo por toda la rajita hasta que no pudo más y se dejó caer de golpe sobre la polla. Con los ojos en blanco y carita de felicidad empezó a moverse a su ritmo diciéndome cosas como:
– ¡Aaaaayyyy… Ricardo… que me haces… que bueno… sigue que me voy a correr… así… así… sigue…!.
Yo venga que te pego, sintiendo su estrecho chochito a lo largo de mi polla como subía y bajaba, chorreándolo todo que parecía una fuente y por fin llegó el momento que tanto esperaba y cogiéndome la cabeza entre sus manos y besándome locamente, me avisó que se corría:

– ¡Siií… que me viene ya… sigue mi amor, un poquito más que ya llega… que me corrooooo… aaaaah… aaaaaah… siiiiiií… córreteeee…!.
Sin poder aguantarme más me corrí como un loco, nos abrazamos sudando y dándonos besos apasionados. Hoy en día seguimos repitiendo unos polvos maravillosos de vez en cuando y somos mejores amigos que antes.
Saludos a todas y hasta otra.