Relato erótico

Una fiesta inigualable

Charo
16 de abril del 2020

Hacían una fiesta de antiguos alumnos del instituto al que habían ido ella y su novio. A él, le surgieron unos problemas de trabajo y le pidió si podía ayudar a sus amigos en los detalles finales.

Sonia – Córdoba
Querida Charo, hace algún tiempo que vengo leyendo esta revista, me sentía fascinada por sus relatos y tenía ganas de experimentar algo parecido aunque nunca me había ocurrido nada para contar hasta que pasó lo que a continuación relato.
Hace como un mes tuve una extraordinaria aventura que nunca pensé que podría tener aunque, sin embargo, creo que ya me sentía preparada para ello y además en cierta manera lo había estado buscando.
Todo comenzó cuando teníamos que ir, con mi novio, a una reunión con sus compañeros de clase, una de esas típicas bienvenidas de curso y como ellos eran los del último año en curso eran los organizadores y me habían pedido ayudar con los preparativos debido a la poca cantidad de mujeres en su grupo. Yo accedí, puesto que me llevaba muy bien con todos ellos, pero entonces a mi novio le surgió algo de improviso y tuvo que salir rápidamente, quedando de avisarme al móvil en cuanto terminara. Se supone que debería de haber más mujeres ayudando, pero se habían ido a “arreglar” para más tarde.
Así pues que, entre sus cometarios y una que otra cerveza, comencé a sentirme muy desinhibida y hubo momentos en los que me puse a bailar de una manera por demás sensual según tocaba la música. Ellos, los compañeros de mi novio, al verme así, me animaban y aplaudían mis movimientos hasta que, rápidamente se acercaron a bailar a mi lado diciéndome toda clase de cosas al oído, algo que a mi empezaba a gustarme y solo me reía, pero ya sentía como descargas recorriendo por mi cuerpo.
Estábamos muy inmersos cuando sonó el teléfono móvil, traté de sosegarme un poco mientras le contestaba, pero como aún estaba agitada por la situación, mi novio me preguntó que era lo que hacía, así que le comenté que nos habíamos puesto a bailar para descansar unos momentos, pero precisamente en ese momento comenzaron a meterme mano más allá de lo permitido, pero yo no podía decirles nada por estar hablando con mi novio. Al ver eso, cada vez tuvieron más confianza y supieron en donde tocar, por lo que mi cuerpo empezó a responder. Me despedí de mi novio como pude, porque cada vez me era más difícil mantener una conversación normal, pero apenas colgué, fui motivo de todo tipo de caricias y más de uno se atrevió a besarme. Estaba realmente excitada por lo que correspondí a aquellas caricias y rápidamente me encontré en medio de un continuo mar de sensaciones que cada vez me producían más y más placer.
Entonces me di cuenta de que guiaban mis manos hacia sus entrepiernas totalmente endurecidas hasta que de pronto comencé a sentir sus miembros fuera de los pantalones, moviéndolos constantemente y rozándolos con mi cuerpo, hasta que uno de ellos me tomó de los hombros y me empujó hacia abajo obligándome a hincarme y se colocaron frente a mi. La insinuación era obvia.

Querían que les chupara las pollas. No lo niego, me sentí rara en medio de tantos hombres con sus miembros fuera de sus pantalones pero de alguna manera me vino a la mente más de uno de los relatos aquí expuestos y extrañamente me mojé aún más y me entregué a ellos como si lo hubiese deseado toda la vida.
Creo que en ese momento ellos estaban más sorprendidos que yo, puesto que siempre me había comportado como la novia modelo, de hecho creo que pocas veces había dado motivos para que tuvieran algún tipo de deseo conmigo, pero ahí me encontraba en medio de ellos, comportándome como una callejera y me di cuenta de que a ellos les gustaba mucho eso, por lo que, simplemente, me dispuse a sacar el máximo placer de ese momento, puesto que seria una situación que difícilmente repetiría y así se lo hice saber a través de mi actitud de chica fácil con ellos.
De inmediato tomaron la suficiente confianza para decirme toda clase de cosas sucias, además de que ya se habían colocado para chuparme mi cosita desde atrás. Estaban totalmente empalados y me movían de un miembro a otro sin dejarme descansar un poco, pero que debido a la excitación que se respiraba en el ambiente, no había necesidad de tomarlo. Estaba a entregada a sus manos y bocas, situación que cada vez me calentaba más, hasta que estallé en uno de mis más intensos orgasmos. Sentí como mi cuerpo se soltaba a la intensidad de aquel placer supremo y sin darme oportunidad de nada, me giraron entre dos, quedando yo arrodillada y apoyándome con mis manos. Aún sentía yo algunos espasmos del riquísimo orgasmo pero ni así dejaban de chuparme mi coñito. Realmente me había mojado pues nunca dejaron de chuparme y mis jugos habían logrado salir con relativa facilidad.
– ¡Esta hembra ya esta lista para la fiesta! – dijo uno de ellos.
Cuando estaba otra vez a punto, me penetraron sin decirme nada y por supuesto, la primera polla entró sin poner mucha resistencia, no por que lo hubiera tenido muy usado, sino por la cantidad de fluidos que había liberado hasta ese instante.
En ese momento la placentera penetración, dejé escapar una agudo gemido y él comenzó a empujar hasta que alguien me sujetó del cabello y me levantó la cara para ponerme su polla en mi boca, forzándome a tomarlo, lo cual hice con gusto, pero el sentir como aquel trozo de carne me rozaba el coño exquisitamente cada vez que entraba y salía, provocándome un intenso placer y cuando más rápido me penetraba, me estaba aproximando más y más al inminente orgasmo. Ellos se dieron cuenta porque dejé de chupar el pene con mi boca por que mis gemidos eran mas fuertes y rápidos y de igual manera el de atrás aumentó la rapidez con que me embestía, pero yo ya estaba demasiado encaminada a lograrlo y estallé como loca una vez más, experimentando descargas a lo largo de todo mi cuerpo que me hacían estremecer y emitir broncos sonidos de mi garganta que rápidamente quedaron ahogados, pues de manera brusca me volvieron a meter una dura polla, pero esta vez para eyacular en mi garganta y por la manera en que estaba gimiendo, tuve que tragarme parte del esperma y otra parte escupirla como pude, pues estuve a punto de ahogarme.

Pero eso no impidió que siguieran con las embestidas hasta que, de repente, sentí como una caliente descarga comenzaba a inundarme en el interior. No medí consecuencias, podía haber quedado embarazada por haberlo hecho sin protección. Con mi novio siempre las tuve, pero en esta ocasión pudo más mi calentura que cualquier otro razonamiento. Apenas termino de descargar su esperma en mi interior, se salió y sin darme tiempo de asimilar lo sucedido, otro me penetró con nuevos bríos, provocándome una cadena de placer que difícilmente sería capaz de detener y que rápidamente me llevo a otro orgasmo y otro más, pues prácticamente no dejaban que yo pudiera recuperarme del anterior cuando ya otro más me estaba montando.
Fue difícil incluso saber cuantas veces me corrí, pues por momentos me perdí prácticamente debido a los continuos orgasmos. El esperma ya me escurría desde mi entrepierna a lo largo de las piernas y ni que decir de todo el que había tenido que tragarme a la fuerza y otro tanto por gusto y excitación. A continuación me levantaron y uno de ellos se sentó y me pusieron prácticamente encima de él para montarlo y digo me pusieron, porque en ese momento estaba muy destrozada por los orgasmos como para hacerlo por mi propia cuenta, y comencé a moverme aunque mi amante de turno me ayudaba sujetándome de las nalgas cada vez que subía y soltándolas cuando bajaba, para hacer la penetración con más fuerza. Admito que es esos momentos mi placer eran tan inmenso, que estaba totalmente a merced de ellos. Les permitía tanto como quisieran hacer o decir de manera que cuando comenzaron a tratar de penetrarme por detrás no puse demasiada resistencia, aunque al encontrar algo de resistencia, simplemente usaron parte de los jugos que salían de mi vagina, parte semen, parte mis líquidos, y lo usaron para lubricar la otra de mi culo de manera que ahora si pudieron acceder por ese lado y lo hacían con gusto repitiendo:
– ¡Realmente eres una tremenda puta… tan seriecita y tan putita… que culo tan estrecho me estoy follando… y que coño!
Sí, efectivamente había alcanzado un grado de mujerzuela en esos momentos que nunca antes ni por la cabeza me había pasado, muchos menos el lugar, ni con ellos. Alguna ver había notado que cuando los visitaba con mi novio me revisaban de pies a cabeza, pero en ningún momento consideré la idea de llegar a acostarme con alguno de ellos, pero allí estaba yo, como una vil prostituta, a merced de todos y satisfaciendo todo lo que pedían.
Estaban completamente fascinados conmigo y me agradecían lo “buena” que era follando y lo putita que me estaba comportando, sin importar que mi novio pudiera llegar en cualquier momento y sorprendernos en plena acción. Creo que eso era en parte lo que ponía más emoción al momento y así estábamos, cuando sonó el móvil.

Todos quedamos como petrificados, pero guardando silencio, me pasaron el teléfono para contestarle:
– ¿Hola amor, como vais? – me preguntó mi novio.
– Pues muy bien, un poco agitados, pero hasta ahora creo que nos hemos ido acoplando cada vez mejor – y vaya que estaba acoplada pues en ese momento, tenía uno debajo de mí y otro por detrás, inmóviles pero totalmente dentro).
– Pásamelos – me dijo, al escuchar las risitas de los chicos.
Ellos pusieron el altavoz del teléfono:
– ¿Como vais con la fiera de mi noviecita? – pregunto él.
– Pues ya la hemos domado y nos “lo hemos estado pasando” muy bien, ¿verdad chicos?- contestó uno.
– ¡Siiií…! – contestaron al unísono.
– Haber cuando nos la vuelves a traer ya que, seguramente le ha gustado como se la ha tratado – dijo otro.
Y mientras se pasaban el teléfono para agradecerle cada uno a su manera el que yo estuviera allí siendo su amante de turno, continuaban su actividad de follarme mientras terminaban de hablar con él. No sabéis la sensación de “guarra” que en ese momento tenía yo y experimenté un morbo que nunca antes me había pasado por mi cabeza y me sentí muy puta cosa que, realmente me gustaba. Por fin de nuevo el teléfono vino a parar a mis manos
– Bueno, amor – me dijo – creo que lo estáis pasando bien pero mi trabajo aquí se ha prolongado un poco más, posiblemente no pueda venir a la fiesta. ¿Te parece si paso más tarde por tu casa y vamos a cenar?
– Me parece excelente, amor, déjame seguir con tus compañeros que están inquietos por toda la actividad que tendrán hoy y gracias por invitarme a la fiesta, voy a tratar de pasarlo lo mejor que pueda.
– Así es, ya verás como son estos tipos, solo beben y luego creen que pueden abordar a cualquier chica, pobres, a veces me dan lástima, creen que una chica cualquiera puede acostarse con ellos, pero en fin, luego paso por tu casa y si quieres quedarte un rato en la fiesta de acuerdo, seguro que lo pasarás bien y para que salgas de lo ordinario.
– Gracias, amor, tenlo por seguro que sí, ya me acoplé muy bien con tus compañeros y al parecer ellos lo están pasando tan bien como yo, ¿verdad chicos?
– ¡Siiiií…!- contestaron al unísono.
-Tú haz lo que tengas que hacer y nos vemos más tarde, besos amor, te queremos todos aquí.
– Eres una golosa Sonia – me dijo uno de ellos – ¿Y de cuanto tiempo más disponemos?
– De todo el que aguantemos prácticamente – contesté – Terminará muy tarde del trabajo.

De esa manera tuvimos otras tres horas más de sexo continuo pero fueron las tres horas más intensas de mi vida, pues terminé totalmente tan destrozada que no pude sentarme cómodamente los siguientes tres días, y a partir de esa aventura hemos entablado una relación más estrecha con ellos y aunque a veces me da remordimiento de lo que ocurrió ese día, se me olvida cuando estoy desnuda y penetrada por ellos, cosa que te contaré en otra ocasión que tenga tiempo para escribirlo.
Besos.

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